A pocos días de la ceremonia, Doble Espacio conversó con Cecilia Toro, productora general del corto animado basado en la siniestra figura de una exagente de la DINA; la quinta cinta chilena nominada a un Premio de la Academia en la última década. La realizadora destaca las posibilidades narrativas y estéticas de contar una historia en stop motion y muestra su orgullo por el momento que vive el cine latinoamericano: “Estamos dando de qué hablar, y vamos a dar de qué hablar por mucho tiempo”.


Cuando Hugo Covarrubias llamó a su colega Cecilia Toro para proponerle que trabajara en su nuevo cortometraje animado, la realizadora audiovisual sintió algo similar a lo que sienten los futbolistas cuando los convocan a jugar por la Selección.

Hugo Covarrubias, director de Bestia
Hugo Covarrubias, director de Bestia

Cinco años después, el fruto de esa colaboración fue todo un éxito: Bestia, dirigida por Covarrubias, producida por Toro y Tevo Díaz, y escrita por Martín Erazo, se convirtió hace pocas semanas en la segunda producción chilena en ser nominada a Mejor cortometraje animado en los Premios Oscar, luego de la exitosa experiencia de Historia de un oso el 2016.

“Tomé Bestia como un desafío, como una maratón larga, y así fue, pero eso es lo que me gusta de trabajar con colegas de alto calibre. Sabes que va a ser desafiante y justamente es eso lo que te hace madurar como profesional”, señala la cineasta.

Retrato de la "bestia": Ingrid Olderock
La “bestia”: Ingrid Olderock, ex agente de la DINA muerta en 2001.

El cortometraje está inspirado libremente en Ingrid Olderock: la mujer de los perros, libro en el que la periodista Nancy Guzmán relata la vida de la exagente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), una de las más brutales torturadoras de la historia de Chile, tristemente recordada por adiestrar perros para cometer violencia sexual en contra de prisioneras políticas.

Con la idea de adentrarse en la cabeza de Olderock, los realizadores usaron animación stop motion: una técnica donde se aparenta el movimiento de objetos estáticos a través de la sucesión de una serie de imágenes fijas.

¿Qué posibilidades narrativas y estéticas les brindó el uso del stop motion?

Nosotros siempre ponemos a examen si es que vale la pena contar la idea que tenemos a través de la animación. Si se puede hacer con actores quizás no es la técnica adecuada. En este caso, Hugo quiso entrar en el inconsciente del personaje, así que la animación era la herramienta precisa, porque las partes del corto en donde se entra a la mente de Ingrid Olderock, se hicieron absolutamente desde la ficción. Más allá de lo técnico, en términos expresivos, fue la técnica indicada.

Otra reflexión muy bonita que hicimos, terrible también, es que Olderock fue la marioneta de la dictadura. Entonces, el stop motion en términos estéticos calza muy bien, es muy coherente. El que nosotros estemos manipulando un puppet tiene mucho que ver con el concepto original de quién es ella, y cómo fue utilizada, y cómo ella utilizó a un animal para perpetrar crímenes tan horrendos. El stop motion cumplía con muchos requerimientos narrativos, en ese sentido.

La figura de Olderock frente al espejo en Bestia
Gentileza de la producción de Bestia.

Usualmente estas historias se cuentan desde la perspectiva de las víctimas. ¿De dónde nace la idea de tomar el punto de vista de los perpetradores?

Eso es un riesgo que Hugo tomó, porque era la perspectiva más difícil para abordar este tema; y es uno de sus grandes aciertos, porque cuando el público lo ve, nunca piensa que se hizo con empatía. Eso quiere decir que lo manejó súper bien.

Si hubiésemos hecho esto desde el punto de vista de las y los sobrevivientes, hubiese sido más en corte documental. Lo novedoso y lo que ha hecho destacar a Bestia, más allá de lo técnico, es el punto de vista: Hugo fue al borde del abismo, se arriesgó, y eso yo creo que se agradece.

¿Qué cuidados tomaron para que las audiencias no se aproximaran desde la empatía a este personaje?

Creo que fue muy consciente, pero no sé si fue tan verbalizado. Estuve en el rodaje al lado del Hugo, ahí como weichafe, cuidándolo: lo veía muy preocupado de ser preciso y de no faltar a la verdad. Yo le decía: “Relájate, esto no es documental, puedes darte algunas licencias”. Pero, claro, quizás la clave fue estar con un pie en el cuidado y con un pie en la soltura. Data dura, documentación precisa, por un lado; narrativa más libre y expresiva, por el otro.

¿Crees que la repercusión del corto se deba al tema que trata?

La animación stop motion siempre llama mucho la atención: puedes contar cualquier cosa con ella y la gente engancha. Tiene un componente medio mágico, como de truco, muchos no saben cómo se produce el movimiento. Nosotros usamos esa trampa como un vehículo sensibilizador. Yo creo que el público dijo: “Que bonito esto, ¿de qué se trata?” Y pum, ahí entras con el tema duro.

Ocupamos la animación para contar esta historia un poco a propósito. Los documentales chilenos son increíbles, pero creo que el público general todavía no entra ahí. En ese contexto, la animación puede ser una especie de ticket de entrada para contenidos más especializados. Entras porque te gustó el monito, ves que está bien contado, que es cinematografía pura y dura, y luego puedes investigar más sobre el tema. En los conversatorios que hemos tenido con Nancy Guzmán hablamos de esto. Luego de ver el cortometraje quieres leer su libro, y las investigaciones de Alejandra Matus, de Claudia Donoso, que fueron las principales fuentes documentales de Bestia. Se arma una triangulación muy fructífera entre literatura, animación y cine documental.

Bestia

“Queríamos que se viera patética”

Lo que en un principio era una serie de televisión sobre diferentes figuras de la historia chilena, con el tiempo se convirtió en un cortometraje de terror centrado únicamente en la ex agente Ingrid Olderock. Solo en junio de 2021, tras cinco años de trabajo desde la idea inicial, Bestia fue estrenado y premiado en el Festival de Annecy (Francia), el certamen de animación más importante del mundo.

Se trató de un largo proceso, exigente y algo accidentado. En un momento, recuerda Cecilia, durante el estallido social, notaron paralelismos con la época que buscaban retratar: “Veíamos la misma violencia política sobre los individuos que estábamos trabajando en el corto. Era desesperante pensar ´Estamos haciendo esto para que nunca más, y vuelve a pasar´”.

La realizadora se unió al equipo liderado por Covarrubias cuando el guion estaba listo, y asumió la producción general del corto, además de la producción de arte, el diseño de vestuario, el diseño de los personajes y su construcción.

¿Cómo definirías tu rol en Bestia?

Más allá del trabajo visual, de las reflexiones estéticas y del oficio del stop motion, si podemos aunar todo en una sola función, yo diría que hice el empuje emocional. Ayudé a mi hermano Hugo –porque somos como hermanos- a remar. A los proyectos hay que ponerle fuerza y motor: eso es lo que a los realizadores nos empuja a terminar, porque todo el mundo tiene buenas ideas, pero terminarlas es harina de otro costal.

Uno de los momentos clave de Bestia es cuando aparece un grupo de Detenidos Desaparecidos (DD.DD.) que creaste. ¿Qué cosas tomaste en cuenta para construir esos personajes?

En general, soy bastante exhaustiva para investigar data dura –y, por supuesto, investigué sobre la época-, pero en este caso preferí conectarme con ellos desde la imaginación.

A veces los realizadores solo somos cables de paso de información. Entonces quise hacer a estas personas como me las imaginaba, como las vieron sus familiares la última vez, como las recordaron… No quise ver fotos de DD.DD. reales. Así nació esta batería de personajes que aparecen al final. Y fue doloroso, fue súper íntimo, lo hice sola porque estábamos en pandemia… Siempre me emociona ese plano, cuando aparecen. Creo que, de alguna forma, ellos pidieron aparecer y me fueron diciendo como querían hacerlo.

Y en cuanto a la confección del vestuario de la figura de Olderock, ¿en qué elemento de su vida te fijaste para diseñarlo?

Usualmente se piensa en el vestuario como utilería seleccionada a la rápida, y no, es una capa importante en la construcción psicológica del personaje, aunque pocos se fijen en eso. Es un buen dato para describirlo, sobre todo si no habla, porque tiene que darte más pistas para entenderlo.

Yo le fui preguntando harto a Hugo qué emoción necesitaba que Ingrid Olderock sintiera. Por ejemplo, si tiene ira, vamos a hacer que el personaje ocupe una paleta de colores más fuerte… Ella casi siempre conserva la misma silueta de personaje, pero jugamos harto con el color y con lo patético. Queríamos que se viera patética, por eso de repente ocupa vestuarios un poco ridículos, con unos vuelos medio payasísticos, unas cosas medio bizarras. La factura técnicamente tiene sus desafíos, pero lo que más me importaba es que respondiera a las curvas dramáticas del guion.

“No tenemos sus armas mediáticas, pero vamos de igual a igual”

Consultada por la nominación, la realizadora es sincera: “El Oscar no era nuestro objetivo principal, pero obviamente es un hito importante”. “Cada pieza audiovisual tiene que trazar su ruta, decidir dónde estrenar, qué sendero seguir. Nuestra decisión fue partir en Annecy, mirando al mercado europeo, porque pensamos que Europa iba a enganchar con Bestia, nunca pensamos que iba a pasar con Estados Unidos”, agrega.

El inesperado camino hacia el Oscar comenzó en julio de 2021, apenas a un mes de su estreno, cuando Bestia ganó el primer lugar en el Festival Chilemonos, uno de los certámenes calificadores de los Premios de la Academia. Luego, en diciembre, sería preseleccionado en la lista corta de quince potenciales candidatos, y a principios de febrero de este año pasó a la lista final de nominados, donde competirá, entre otros, con Robin Robin, una producción de los multipremiados Estudios Aardman que cuenta con distribución mundial a través de Netflix.

La premiada producción nacional Bestia
Luego de un exitoso recorrido en festivales y premiaciones, incluyendo el prestigioso Premio Annie, Bestia se alista para una última prueba en los Premios Óscar del domingo 27 de marzo.

Desde entonces se ha multiplicado el interés del público y la cantidad de exhibiciones transversales, uno de los grandes orgullos de Toro: “Bestia ha llegado a lugares que no teníamos pensados, y creo que eso pasa cuando una historia es muy universal. Por más rutas que hayamos trazado o más estrategias que tengamos, de repente nos sorprende donde empieza a pegar Bestia. Lamentablemente creo que es porque muchos países han tenido historias terribles como esta, entonces todos podemos empatizar”.

¿Cómo explicarías que dos cortos animados chilenos hayan sido nominados en esta categoría en tan poco tiempo?

Portada de Historia de un Oso
Historia de un Oso, de Gabriel Osorio, cortometraje nacional premiado por los Óscar en 2016.

Es que no fue poco tiempo. Punk Robot [la productora detrás de Historia de un Oso] y nosotros llevamos quince años trabajando en esto, estudiando, aprendiendo, preparándonos para este debut mundial. Siento que los cortos anteriores que realizamos son pruebas que fuimos dando para prepararnos, por ejemplo, para saber cómo organizar la distribución –que tiene que ser igual de precisa y organizada que la animación o la postproducción-.

Ahora, sí nos parece llamativo que la animación tenga la misma fuerza que el cine de ficción. Que hayamos presentado dos pruebas con nota 7. Y es porque somos mateos, nerds y súper apasionados. En Chile hay una escena de animación muy interesante, el stop motion está agarrando fuerza. Así que, claro, ahora nos estamos haciendo conocidos, pero llevamos hartos años dándole.

Considerando esa experiencia en la escena local, ¿crees que el Oscar de Historia de un Oso generó algún cambio en la industria de la animación?

Claro, Historia de un Oso abrió el camino. De hecho, a ellos les tocó mucho más difícil porque no había antecedentes previos. Creo que su principal aporte fue que el Ministerio de las Culturas y los financistas comenzaron a entender lo que puede lograr la animación con apoyo. Fue muy valioso ese entendimiento de que los monitos se demoran, que necesitan un equipo grande, y que ese equipo necesita comer. Cosas que estos organismos de financiamiento habían subestimado, hasta que apareció Historia de un Oso y se ganó el respeto de todas y todos. Eso nos abrió el camino.

Y , en ese sentido, ¿la nominación de Bestia te genera expectativas?

Creo que Bestia también lo va a hacer. Solo con la nominación se logra mucho más entendimiento de los requerimientos que tenemos. Si bien tuvimos financiamiento, llegamos bastantes solos. Bestia se hizo sobre nuestras espaldas, y espero que eso no les suceda a los futuros realizadores cuando hagan sus propios contenidos.

¿Han adoptado alguna estrategia especial para ganar el Oscar desde que se enteraron de la nominación?

Creo que la campaña partió cuando quedamos en la lista corta. Punk Robot nos aconsejó tener un relacionador público en Estados Unidos, que pudiera aportar a traducir esta historia para el público de allá. En Chile tenemos una forma de narrar que es mucho más politizada –y eso me encanta-, pero en EE.UU. no son así. También ha sido de mucha ayuda la prensa, que se ha acercado de forma espontánea, sin que hayamos tenido que ofrecer reportajes o pagar anuncios. Eso ha sido maravilloso.

Entonces, claro, tenemos una estrategia bastante pequeña, por ejemplo, respecto a Aardman. No tenemos sus armas mediáticas, pero vamos de igual a igual, y eso me enorgullece porque el corto está tejiendo sus propias redes.

En redes sociales llamó bastante la atención una imagen de Steven Spielberg con el muñeco de Olderock, así como una foto de Hugo y Tevo con Guillermo del Toro, quien elogió el corto en Twitter. ¿Qué pasa por sus cabezas cuando reciben el espaldarazo de esta clase de cineastas?

https://twitter.com/Carlos_Film/status/1501041196910596101

Soy bastante orgullosa en ese sentido. Pienso que es bueno que se den cuenta que en Latinoamérica hacemos buen cine, que venimos con fuerza, así como lo hizo Corea [con Parásitos] y la directora china que ganó Mejor película [Chloe Zhao] el año pasado. Hacemos lo mismo que ellos con un cincuentavo del presupuesto. Estoy muy orgullosa del cine latinoamericano: estamos dando de qué hablar, y creo que vamos a dar de qué hablar por mucho tiempo.

Finalmente, ¿Qué te gustaría que pasara con el corto en el futuro?

Que las compañías animadas y el cine puro y duro se vuelva más popular, que sea parte de las políticas en televisión y educación pública. Que no sea para verlo con una copa de vino en una sala repleta de intelectuales, no. A mí me gusta que lo pueda entender una persona común y corriente; un adolescente que está formando su criterio, en un colegio rural del sur de Chile.

No somos realizadores que vengan de la élite, nos interesa hablar para gente como nosotros. Ahí es cuando toma sentido lo que hacemos. Imagínate lo que es para mí –que estudié Diseño en el Duoc- llegar al Oscar: es doblarle la mano al destino, es una instancia que no estaba diseñada para nosotros.

Creo que esta generación de animación en Chile está cambiando la historia, y quiero que las que vengan tengan mucho más espacio, cada vez más.

Julio César Olivares

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

María Fernanda Araneda

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile