Entre el periodismo, la narrativa y la ingeniería comercial, el autor de Crónica secreta de la economía chilena lee la discusión sobre el retiro de fondos desde la experiencia comparada: “Si ibas a los hechos que ocurren en un mercado financiero como el peruano, que es muy parecido al chileno en términos de tamaño, no pasó nada”. Critica, igualmente, a quienes transforman la economía en un argumento moral y asegura que el desgaste de Piñera nos podría hacer vivir, al menos por un año y medio, en un Narnia político.

 

Carlos Tromben es reconocido en la literatura por sus premiadas novelas históricas, como Balmaceda y Huáscar. Pero, además de escritor, es periodista e ingeniero comercial de profesión. En su bibliografía destacan tres crónicas investigativas sobre temas que han golpeado a la política chilena: Pescado Rabioso, ley de pesca y luchas de poder en la derecha chilena; Breviario del neoliberalismo y Crónica secreta de la economía chilena, sobre las empresas privatizadas en dictadura.

Como otros académicos chilenos, con la pandemia ha recalado en Twitter y otras redes sociales, y participa activamente en el debate sobre el retiro del 10% de los fondos de pensiones. Con una visión crítica del sistema previsional y de sus defensores, Tromben comenta que los recursos en las AFP permiten financiar un retiro de dinero incluso más grande, pero que la discusión se prolongó porque “los economistas son los sacerdotes de una ideología que ve a la economía como un flujo financiero de los ricos. Para ellos, el trabajo es secundario”.

Sobre la mantención de un sistema único de previsión social, asegura que “el problema está en que un sistema de capitalización individual eterniza la desigualdad”, pues replica la diferencia salarial de los afiliados, “donde un porcentaje muy pequeño tiene ahorros significativos y el resto, no”.

En conversación con Doble Espacio, Tromben aborda este y otros temas de la contingencia económica y política chilena, como la crisis del oficialismo y la credibilidad del Ejecutivo.

 – Los detractores del proyecto del 10% advertían sobre una caída en la bolsa, la pérdida de rentabilidad y una baja considerable en las pensiones futuras. Mientras, otra parte hablaba de que sería una inyección a la economía ¿Es la misma lectura, dividida en dos?
Aquí, de partida, no cayó la bolsa: de hecho, subió, también en la última semana. Tuvo caídas puntuales, altibajos vinculados a las expectativas del ciclo macroeconómico, más que al retiro de fondos. Y aquí hay un problema epistemológico central: diría que un 90% de los economistas han sido formados en los últimos años para mirar la economía solamente desde la perspectiva del capital financiero, de la industria financiera y de esos intereses. Muy pocos economistas ven todavía la economía con la perspectiva del trabajo, de los trabajadores, de los salarios, de los independientes.

Lo saludable sería aunar las dos visiones, porque las finanzas son un área importante en una economía contemporánea, pero esa mirada está sobredimensionada. Y siempre los mismos economistas/opinólogos e ideólogos del modelo neoliberal son consultados una y otra vez por los medios: Copesa, El Mercurio, Diario Financiero hablan con los mismos y estos les devuelven la mirada desde el punto de vista del capital financiero.

 

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– ¿Es un tema de adoctrinamiento?
Eso, como primer punto. Porque no puede ser que esas personas llenas de galardones y doctorados en universidades de mucha reputación, no sepan hacer su pega: pronosticar grandes caídas bursátiles y de rentabilidad porque hay liquidación de activos. Eso es Finanzas I. Obviamente, hay una caída puntual y después los títulos van recuperando su valor inicial conforme la economía se recupera. Los valores y los títulos financieros reflejan expectativas sobre el devenir de la economía, no de la propia industria financiera. La industria financiera le pone un valor a la expectativas, a los riesgos.

Efectivamente, habrá un deterioro puntual en ciertos valores, fundamentalmente bonos de la tesorería y bonos corporativos; acciones, muy poco: van a caer puntualmente. Probablemente, tengan una o dos semanas de caída y después se recuperen porque la visión de demanda agregada es que el efecto del 10% es saludable sobre la economía, porque la gente puede gastar. Y si la gente puede gastar, van a mejorar las acciones de Cencosud, de Mall Plaza, de Ripley, de Falabella, porque la gente va a comprar. Y si la gente va comprar, no solamente compra bienes de consumo. Algunas personas van a poder pintar su casita, van a ir al Homecenter a comprar pintura y las acciones de Homecenter van a mejorar. Y los bonos de Homecenter y los bonos de Falabella van a mejorar de la caída inicial que tuvieron, que tampoco fue muy pronunciada.


– Entonces, era algo esperable para los economistas, incluso para los detractores del proyecto…
Esto se sabía, porque recién el día de la aprobación de la ley El Mercurio asignó un periodista para preguntar lo obvio: ¿qué había sucedido en el Perú, que había iniciado un retiro previsional meses antes y de mayor magnitud, el 25%? ¿Qué pasó en Lima? No pasó nada. Habían pasado dos semanas de tramitación y recién se les ocurre a los genios de El Mercurio decir, ¿preguntemos qué pasó en Australia, donde también se hizo? Y se encontraron con que los mismos analistas bursátiles del Perú, de los bancos importantes peruanos, Credicorp y otros, dicen: pucha, el efecto fue mucho menor del que creíamos.

Había que partir por ahí ¿no? En vez de darle toda la pelota al economista vinculado a Sanhattan, a la ortodoxia neoliberal, que te iba a decir que “no, acá se va a incendiar la casa”. Si ibas a los hechos que ocurren en un mercado financiero como el peruano, que es muy parecido al chileno en términos de tamaño, o al mercado australiano, que es un mercado desarrollado, no pasó nada. Es Finanzas I y II, materias que te pasan en pregrado.

 

– Quizás es donde falló la prensa alternativa, que no se preguntó por la experiencia comparada con el caso peruano o australiano…
La prensa alternativa dio la idea, y había un sentimiento que también estaba incorporado en la gente y alimentado por la propia industria de la AFP y por los propios aboneros, de que no estaba la plata. Y la plata, simplemente, estaba “estacionada”.  Estaba relativamente “solidificada”. La liquidez de una economía como la nuestra está supeditada a plazos extensos, pero existe como plata. Pero la prensa alternativa dijo “no, la plata no está” y sí está, pero expresada a través de un vehículo como un depósito a plazo, un fondo mutuo. Las AFP tienen muchos fondos mutuos, sobre todo en el extranjero. Tienen miles de millones de dólares invertidos en el extranjero en fondos mutuos. Entonces, los pueden pedir y traer a Chile, y se acaba el problema. Siempre fue así.


¿Cuánto aguanta Piñera?

En su libro Crónica secreta de la economía chilena, Tromben aborda los inicios empresariales del Presidente Sebastián Piñera. “Esa relación comenzó muy temprano en los años ochenta, cuando Piñera inicia su carrera empresarial como especulador financiero y director de la AFP Provida”, que había sido comprada por Bankers Trust, consorcio estadounidense cuyo representante legal en Chile era Carlos Larraín. Piñera ocuparía este cargo hasta poco antes de asumir como senador (1990).

Al decir de Tromben, “una AFP es una fábrica de información privilegiada sobre el mercado, sobre las inversiones, sobre los flujos financieros”, por lo que Piñera usaría su posición aventajada para construir lazos empresariales y fundar las bases de su imperio financiero. “[Piñera] tiene experiencia en convencer a las AFP de prestarle plata a sus empresas. Les debe mucho”.

 

– El primer golpe al segundo gobierno de Piñera es el estallido social y la nueva Constitución; el segundo, esta reforma transitoria al modelo de pensiones. ¿Hay futuro para su liderazgo?

 El liderazgo de Sebastián Piñera está acabado. En un modelo presidencialista como este, ya no tiene el margen de maniobra que tenía cuando comenzó su gobierno, que se acotó con el estallido, que intentó ampliarlo a través del discurso de condena a la violencia. Ahí se creó un consenso transitorio con la oposición, o parte de ella. Pero en esta pasada, con la crisis sanitaria, volvió a fojas cero esa relación con la oposición. Porque para enfrentar la crisis, el Gobierno fue siempre con una mentalidad amarrete, una mentalidad de almacenero, dado que casi todos los ministros vienen del mundo financiero, bancario y empresarial. En un principio, escatimaron la ayuda, mientras otros gobiernos tiraban toda la carne a la parrilla, como Nueva Zelanda, Canadá, otros gobiernos de la OCDE, con quienes es tan importante compararse: decían, “tiremos toda la plata, porque tenemos que apoyar a la gente, evitar que la economía colapse y que la gente salga a trabajar”. Entonces, había que meter mucha plata y tenían esa plata.

En abril y mayo era el momento de gastar, y empezaron de a poquito. El primer IFE era súper penca. Después lo mejoraron un poquito. Luego, “oh, no tenemos nada para la clase media. Hagámosle un préstamo”. Y ahí la clase media dijo, “esto es un chiste”. Para las familias, el 10% era mucho mejor. Si tengo 2 palos frente a 200 lucas, no tengo donde perderme.

 

– ¿Aguanta un tercer golpe?
El término de su mandato es una interrogante. Institucionalmente, esto nos lleva a un plano que es de la psiquis de Piñera, que cambió totalmente el discurso y todo lo que dijo antes ya no vale. Ahora dijo que está muy preocupado de la gente, que firmaría el decreto, porque se dio cuenta que si no despachaba la ley aprobada por las dos Cámaras con un quórum calificado sin precedentes en la historia de la democracia, ardía Chile. Ahí desaparece el Presidente y aparece el especulador. Dice “ah, en realidad, esto es quemarme todo mi capital”. Y aquí, como si nada hubiera pasado. Entonces, imagínate cómo quedan los líderes oficialistas que se la jugaron por el rechazo. ¿Cómo quedan luego de que el Presidente los abandonó?

Entonces, su psiquis es algo muy peculiar. Y a lo mejor podríamos vivir un año y medio una especie de Narnia político, con el Presidente en Júpiter y que habla cosas y que la oposición y el Gobierno dicen, “tío, déntrese y firme todas las cosas que vamos a aprobar”.

– En su momento, varios miembros de la Concertación fueron parte de los directorios de AFP ¿Explica eso que la coalición de centroizquierda fuera “blanda”? ¿Se usa el puesto de director como pago político?
La lista de nombres es larga. Figuras de la Concertación, de la DC, el PS, el PPD, que estuvieron en directorios. Jaime Estévez, por ejemplo. Pero también fueron directores nombrados por las AFP en empresas en las que tenían inversiones significativas. Jorge Rosenblut, subsecretario de Aylwin y Frei, el hombre de las platas del PPD; Ximena Rincón; Karen Poniachik; Jorge Marshall… Efectivamente, por ahí hay un vaso comunicante y por eso, también, algunas figuras del PS se mostraron contrarias al retiro y ahora están pasando piola, calladitos. Osvaldo Andrade dijo: “No, es que no hay que perjudicar a los trabajadores”, usando, él y otros personeros del PS, una dialéctica muy sutil. Publicaron cartas de opinión en Copesa diciendo que era regresivo… El partido pro AFP es transversal.

– En esa misma línea tenemos a personajes como Andrés Navarro Haeussler, que encarna la bisagra entre la economía y la política, amigo de Piñera y de miembros de la Concertación ¿Qué tan grande es el poder de estas personas, al nivel que pueden asignar a familiares en los directorios de las AFP? ¿Qué sucede con esa fiscalización?
La Superintendencia de Pensiones tiene bastantes herramientas de fiscalización, en el sentido de contar con el personal capacitado, con la tecnología adecuada para sorprender a las AFP, por ejemplo, en manejos de carteras ilícitas. La Superintendencia ha cursado decenas de infracciones a las AFP en los últimos años y en toda la historia del sistema. Entre 2008 y 2020 son como 250. Pero son como si a uno le cursaran un parte de 5 lucas: no pasa nada. Es muy baja la sanción. Hay una sanción monetaria por incumplimientos graves de la Ley 3.500 y hay reconvención a los directores y gerentes que realicen acciones indebidas como, por ejemplo, comprar acciones a título personal cuando están siendo adquiridas por el fondo. Y eso ha ocurrido muchísimo. La Superintendencia tiene bastante poder, pero hay que reforzarla. Hay espacio para aumentar la fiscalización, las atribuciones y, sobre todo, las sanciones, que son muy débiles.

 

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– AFPs como Hábitat estuvieron mucho tiempo invirtiendo en las empresas cascadas de Ponce Lerou y perdieron una millonada. Pero también hay otras que son más oscuras, que están en capitales extranjeros ,como Provida o Cuprum…
Pero eso es mejor. Hábitat pertenece a la Cámara Chilena de la Construcción, o sea, un lobby, un gremio empresarial. Por lo tanto, es la AFP más generosa en comprar cierto tipo de acciones de empresarios cercanos a ese mundo, o que tienen intereses en ellos. Eso es raro. Yo soy de la idea de que las AFP no deberían invertir en acciones directamente, porque el potencial de conflictos de interés es muy alto por lo que hablábamos recién. En Chile, el club de los empresarios es relativamente pequeño, entonces todos se conocen. Tarde o temprano, el amigo del amigo del amigo va a invertir plata en su empresa, cuando se trata de sociedades anónimas abiertas en las que pueden invertir por ley.

– ¿Qué hay de los arreglos que se han propuesto para el sistema?
Lo que se propuso hace tiempo no era otra cosa que agregarle una capa de solidaridad, o sea, mayor aporte estatal, un aporte redistributivo estatal, mayor aporte de los empleadores: que arriendan trabajo, por así decirlo, a lo largo de la vida de un trabajador. Y qué va a pasar con una cotización adicional a las propias personas. Se discutía qué hacer con esa cotización adicional. Diez por ciento es una cotización baja, pero qué hacemos si la subimos a doce ¿Qué hacemos con ese 2% adicional? ¿Se lo pasamos a las propias AFP o a un nuevo ente? ¿Y con qué objeto? Una de las propuestas era que ese 2% lo administrara el Estado, un organismo estatal, y que constituyera un aporte solidario para apoyar a los que tienen menos y de ahí ir sacando de ese fondo para mejorar esas pensiones, que son muy bajas.

Volviendo a la pregunta original, creo que Chile necesita un sistema mixto de capitalización, reparto, solidaridad, mayor compromiso de los empleadores..

 

– Algunos proponen un sistema de reparto…
Creo que un sistema de reparto, cien por ciento reparto, va a tener graves problemas en Chile por la pirámide demográfica, como ocurre en muchos sistemas en Europa donde hay pocos activos y muchos jubilados. Entonces, los pocos activos no alcanzan a ingresar plata al sistema y la brecha la tiene que poner el Estado… Pero el Estado igual se va a tener que poner, porque no resiste un sistema que tenga una pensión básica solidaria de sólo 137 lucas.

 

– Quizás ese es el meollo del asunto: cuánto dejarán al Estado ingresar en esta lógica, cosa que no les gusta mucho…
Claro, y esa pelea ya la perdieron. Eso ya lo perdieron, porque en el fondo tenía otro objetivo ese discurso de la austeridad fiscal. Ese discurso de la austeridad fiscal tenía por objetivo abrirle espacio al sector privado para contraer deudas en los mercados locales e internacionales. Ahora, esa pelea ya la perdieron. El Estado va a tener que gastar más sí o sí, les guste o no les guste. Porque esta es la mentalidad de un gobernante, y se ha demostrado, las gobernantes -Jacinda Ardern, Angela Merkel, las ministras de Finlandia, Islandia, países bien prósperos- sacaron la plata altiro, y chao. “Toda consideración tecnocrática financiera del sector privado no es problema mío”. Y chao. Entonces, se podía hacer. Se pudo hacer. Pero se la farrearon.

– ¿Se la farrearon por un tema de sesgo ideológico?
Por una parte, sí. Pero creo que también se la farrearon por no perder el poder, por no perder el control de la narrativa. Eso, para los que están en el poder, es inaceptable hasta que ya son hechos consumados. En las grandes huelgas que sacudieron al país a principios del siglo XX, y varias de ellas culminaron en tragedias, como la huelga del salitre y de la matanza de la escuela de Santa María de Iquique, hay antecedentes que demuestran que estaban muy cerca de llegar a un acuerdo. Pero los empresarios salitreros se negaron, no por una cuestión ideológica ni tampoco por una cuestión financiera. Era por el viejo dicho de que “si les damos ahora, van a pedir más después”.  Ahora es lo mismo. Temían perder el control de la agenda y de la narrativa. Entonces, la ideología juega ahí, por eso fueron siempre cambiando de argumento, siempre eran argumentos que cambiaban.

– Argumentos que, en definitiva, no prosperaron…
Al principio no había plata, y al final había plata para un bono adicional. Entonces, la gente le dejó de creer al Gobierno. Esto es poco serio. De haber ofrecido un apoyo contundente en mayo, no estaríamos discutiendo esto. ¿Y por qué lo hicieron? Porque son cagaos, porque son tacaños, son coyotes. Ven a este país como una hacienda y a los trabajadores como inquilinos. “Ay, que se van a farrear la plata”. ¿Y qué te importa a voh? Es hueá mía. Y más encima es demanda agregada.

 

“Yo ahorro, tengo derechos y construyo este país”

Ante la pregunta por el desgaste político, Tromben mira hacia los años de la transición. Para el escritor, los empresarios “quemaron su capital político, su influencia descarada. Quemaron su lobby, lo desgastaron, lo sobreexigieron, lo fundieron”. Esto respondería a la concentración de poder empresarial que se gestó en dictadura y que se reafirmó en los años posteriores. “Siguen teniendo mucho poder, sin duda, pero no tienen tan calada la sandía como la tenían en los años noventa con la Concertación”, concluye.

 

– Apelando a su faceta como novelista y periodista ¿Cómo cree que se va a contar esta historia en 20 años más?
Es difícil esa pregunta. Tiendo a pensar que se va a contar como un cambio epocal, como un cambio en la zeitgeist, como un cambio en la sensibilidad de los tiempos. En la erupción cada vez más fuerte de lo social, de la ciudadanía y de los trabajadores: del trabajo. El trabajo era una especie de fantasma que estaba ahí, lejos. Era un elefante que nadie veía porque si el principal inversor del país son las AFP y los fondos que se cuentan son del trabajo, el ahorro del trabajo, ese es el gran actor de la sociedad. Se hablaba de los empresarios, los empresarios… Lagos le hacía gestos a los empresarios, Lagos firmaba leyes pro empresarios, Lagos les daba ventajas tributarias a los empresarios…

 

– Un cambio en el ciudadano promedio…
Creo que se van a recordar estos años como un cambio de tendencia, un cambio de folio en lo que los ciudadanos estamos dispuestos a aceptar y lo que no estamos dispuestos aceptar. Los años noventa eran muy escapistas, quedaba todavía mucha inercia de la dictadura. La gente no se quería enterar de nada, no se metía, nadie pedía su cartola de AFP. Entonces, los empresarios, los lobbistas y los tecnócratas tenían chipe libre para hacer lo que querían, dentro del marco de la ley, por cierto. Algunos violaron la ley, y ahora es evidente que hubo mucha corrupción durante este período. Pero tenían chipe libre, y ya no.

Ese es el cambio de época, es el despertar de una ciudadanía, es el despertar de los trabajadores que dicen, “yo ahorré, la plata es mía. Yo colaboro, yo construyo este país. No solamente con lo que trabajo sino con lo que ahorro”. Si la revolución independentista de los gringos era por los impuestos -“yo pago impuestos y tengo derechos”-, ahora la consigna es, “yo ahorro y tengo derechos”. Es muy interesante ese cambio y creo que hay actores que están pasando piola. Y la historia se va a acordar de lo que dijeron y se los va a enrostrar.

Catalina Araya

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Felipe Arancibia

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile