La verdad sobre la muerte de Salvador Allende –hito fundacional del golpe cívico militar de hace medio siglo– es algo que la porfía de las pruebas científicas se rehúsa a concluir. Así lo demuestra Francisco Marín en su libro Allende: autopsia de un crimen, escrito junto al médico forense Luis Ravanal. En conversación con Doble Espacio, el también investigador del caso Neruda asegura que existen los datos y pruebas suficientes para reabrir la investigación cerrada en 2014. Y es categórico; ante los vacíos en las investigaciones de la muerte del mandatario socialista, Marín asevera que “no se puede construir una República con este tipo de omisiones”.

Francisco Marín –sociólogo, escritor e investigador– es un hombre de muchas pasiones. Director de El Ciudadano, aboga por la pluralidad de prensa. Conversador empedernido, se sumerge en los diálogos con datos apresurados y observaciones agudas. Como hombre inquieto, no se conformó con algunas verdades país que, dice, nunca se hizo lo suficiente para investigarlas a cabalidad. Tal vez por eso fue Marín quien reabrió la investigación de la muerte de Pablo Neruda tras llegar al testimonio del chofer del Nóbel de Literatura, Manuel Araya. Su otra inquietud, que investiga con el mismo rigor que el caso Neruda, es la muerte del presidente Salvador Allende.

La última la lleva con arrojo profesional. Lleva 15 años investigando a profundidad la muerte del Presidente Allende, ha escrito dos libros del caso –el último de ellos, Allende: autopsia de un crimen, lanzado hace unos meses– y ha llegado a testigos clave cuyas afirmaciones contradicen lo determinado por la justicia chilena en 1973 y, tras una reapertura del caso liderada por el juez Mario Carroza, en 2014. Por eso, cuando se habla del líder de la Unidad Popular, Marín no titubea y afirma: Salvador Allende fue asesinado.

Tras constatar que el cuerpo del mandatario tenía dos impactos de bala –el primero en la frente, con orificio de salida en la nuca y cuyo proyectil era de una pistola percutada a corta distancia– Francisco Marín asegura que están las evidencias para que se abra la investigación nuevamente.

De eso y mucho más, el otrora reportero de la revista mexicana Proceso profundizó en conversación con Doble Espacio. En los descubrimientos que su libro –escrito junto a Luis Ravanal, médico forense y vicepresidente de la Asociación Mundial de Medicina Legal– expone a medio siglo del Golpe de Estado que derrocó al gobierno socialista encabezado por el presidente Salvador Allende.

Allende: “asesinado, acribillado y rematado”

El 2008 se conmemoró el centenario del natalicio de Salvador Allende. En ese contexto la revista Proceso le encargó a Francisco Marín un artículo interesante sobre el otrora Presidente. Sin tener muy claras sus ideas, Marín acudió a sus amigos y compañeros de lucha, quienes sin titubear le comentaron: “a Allende lo mataron”. Fue esa conversación la que inició una investigación, junto al doctor Luis Ravanal, de 15 años de reportajes, descubrimientos, decepciones e ilusiones que terminaron con la publicación de “Allende: Autopsia de un Crimen

–¿Cómo conoció al Doctor Ravanal?

En septiembre del 2008 el doctor Ravanal realiza un meta análisis forense solicitado por los abogados Matías Coll y Roberto Celedón. El meta análisis es una investigación a la pericia, no es una autopsia al cuerpo porque no se puede pedir sin los trámites judiciales. Lo que hizo fue examinar el informe de la autopsia que está disponible, que es de 1973. Ahí lo que el doctor Ravanal pilló, es que aparte del disparo que tiene en la zona submentoniana, que provocó el estallido de cráneo, tiene un orificio de salida redondeado, tallado en víscera externa de 2 cm diámetro.

–¿Corresponden a dos balas distintas?

Claro. Esta cuestión es científica pero en el fondo es de fácil comprensión. Para que un disparo provoque orificio de salida perfecto redondeado tiene que estar la estructura craneana íntegra porque si ya recibió un disparo que provoca estallido de cráneo, no genera el orificio perfecto redondeado que provocó. Entonces necesariamente ese disparo es anterior al que provoca el estallido del cráneo. Tiene dos disparos ya demostrados.

–El primer orificio ¿corresponde a una bala de bajo calibre?

Sí, porque las balas de bajo calibre provocan orificio de entrada y orificio de salida, siempre que no tengan impactos previos y esté compacta la caja craneana, orificio de entrada y orificio de salida. Las de gran potencia, estallido de cráneo. Porque ¿quién se puede suicidar con dos disparos de dos lados diferentes?.

–¿Y el ángulo cómo era?

Dice un disparo a corta distancia en el área periorbitaria del ojo izquierdo, hecho a corta distancia, casi a contacto. El ángulo tiene que ser muy poco variable. Ahí encontramos el orificio de entrada. Y no lo decía cualquiera, sino que lo decía el perito químico de la PDI que extrajo las fuentes de la frente.

–¿Qué otros indicios demuestran en el libro?

La autopsia de Allende fue amañada, fue hecha en el Hospital Militar. Las fotos demuestran que Allende no se pudo haber suicidado en esas circunstancias, porque el cuerpo está en una posición que no coincide.

–¿Cómo fue el proceso de investigación en conjunto con los abogados Roberto Celedón y Matías Coll?

Nosotros nos metimos en el tema específico, en el crimen de Allende directo: en su asesinato, acribillado y rematado. Trabajamos con el doctor Ravanal y los abogados que insistieron en ese tema. Cuando se hace la autopsia en 2011 hay un peritaje que es clave, del perito químico Leonel Liberona Tobar. Él descubre en la zona periorbitaria del ojo izquierdo algo que ya salía escuetamente mencionado en la autopsia de 1973, que hay que entender que fue una autopsia hecha con militares armados vigilando, sin ningún instrumental, no se cumplió con ninguna de las normas que tienen que ver con fotografías. O sea imagínate si se hubiera suicidado ¿cómo no iban a dejar registro para cerciorarse? O sea todo escondido. El caso es que el 2011 este perito descubre el disparo en la zona periorbitaria izquierda, que es concordante con el disparo de salida y dice que tiene tal cantidad de pólvora, bario y antimonio que es concordante con un disparo hecho a corta distancia.

“Testimonios que fueron excluidos de la sentencia”

Durante la investigación de Marín y Ravanal se han llevado a cabo diversos procesos judiciales y científicos que nutrieron el proceso de los autores. En el verano de 2011 la fiscal Beatriz Pedrals realizó el primer requerimiento para iniciar una causa que investigara y resolviera la verdad de la muerte de Allende. La investigación quedó a cargo del Juez Mario Carroza, quien ha liderado diversas causas en torno a violaciones sistemáticas de Derechos Humanos en dictadura.

–¿Cómo se inicia la causa judicial?

Lo interesante es que va aparte de la familia y del Partido Socialista. El que cateteó ahí fue el ministro de la Corte Suprema, Sergio Muñoz, que era coordinador de Derechos Humanos de la Corte Suprema. Él se dio cuenta que en el Caso Bachelet y el Caso Allende no tenían investigación judicial, no tenían querellas. Eso ya te da una visión de Estado. No se puede construir una República con ese tipo de omisiones. Está bien, se pudo haber suicidado, pero hagamos la investigación porque en el fondo los únicos que hicieron una investigación fue la fiscalía militar y no podía haber independencia. Todos sabemos que el Golpe lo realizaron los militares, que son subordinados.

–¿Qué irregularidades lograron detectar en la investigación?

Hay un estudio balístico de David Priyork, perito inglés, que dice que faltaban una importante cantidad de huesos en el cráneo de Allende. Ahí hay una irregularidad, porque como se perdieron todos los huesos del cráneo de Allende, incluso en el que estaba el orificio de salida, quién puede dar esta explicación. Alguien se metió a la cuestión y los sacó. ¿En qué momento ocurre eso? Yo no lo sé, pero es irregular. Nosotros decimos que no estamos lanzando una hipótesis, nosotros estamos demostrando que Allende tiene dos disparos,  de dos armas distintas en el cráneo, y que fue acribillado y rematado. Estamos diciendo que hay muchos testimonios que dan cuenta de cómo fue la secuencia de los hechos y quiénes habrían sido los protagonistas. Ahora, eso lo tiene que determinar una investigación judicial, pero estamos dando testimonios concretos, de cómo fue la cuestión. Testimonios que ni siquiera aparecían. Se guardaron los testimonios de Palacios –general a cargo del asalto a La Moneda–, por qué no se dio a conocer que él dijo que Allende los recibió a balazos. Yo entiendo que el juez los desestime, pero lo que no puedo entender es que no los mencione.

Por otro lado el perito químico de la PDI, que extrajo las fuentes de la frente, encontró el orificio de entrada. Pero al día siguiente que él presenta este informe, fue el juez de la causa, Mario Carroza, y el director del SML de ese entonces, Patricio Bustos, a decir que esa muestra no correspondía a la parte del cráneo señalada.

–¿Tiene alguna explicación para estas discordancias y falta de apoyo político e institucional?

Hay un historia judicial que se consolida en torno al poder de quienes construyen la historia, que son los mismos que construyeron la historia en 1973. Pero que en el contexto de la transición pactada fueron capaces de consolidar esa historia para mantener el mismo orden que se prolonga.

–¿Han tenido amenazas o acusaciones en contra de su investigación?

Si revisas, hasta ahora no hay nada donde nos digan “aquí mentiste” o “aquí tiraste una cuestión sin fuentes”. Entonces por eso estamos tranquilos, porque en el fondo damos a conocer un conjunto de testimonios que existieron, que fueron excluidos de la sentencia, pero sobre todo damos a conocer la prueba objetiva. Porque en el caso de crímenes puedes tener mil testimonios distintos, pero ahí está la importancia de la investigación histórico forense y periodística, porque al final igual te respaldas con la prueba objetiva.  Imagínate que nosotros lo ponemos en el libro, lo hemos dicho en la tele, en todas partes y nadie se ha querellado contra nosotros. Imagínate que el doctor Ravanal es vicepresidente de la Sociedad Mundial de Medicina Legal. Nos tenemos que hacer responsables de lo que decimos.

 “El hecho fundante del nuevo modelo es una farsa”

En enero de 2011 la fiscal Beatriz Pedrals solicitó la reapertura del caso Allende, investigación que fue liderada por el ministro en visita Mario Carroza. En 2014, finalmente, la Corte Suprema ratificó la tesis del suicidio, por cuatro votos contra uno, y decretó el sobreseimiento definitivo. El voto disidente fue del ministro Hugo Dolmestch, quien falló por el sobreseimiento temporal, dado que “la incertidumbre de la intervención de terceros o la circunstancias de ser o no delictuosos los hechos no ha cesado, lo que es incompatible con la causal de sobreseimiento definitivo”.

–¿Usted cree que este caso se debería reabrir?

En este tema no hay dudas para mí. Hay otros casos que son más dudosos y que es difícil de probar. Pero me he dado cuenta que todo lo que se dijo en el caso de Allende no tiene ningún asidero. La versión oficial dice que se rindió y que se suicidó. Nosotros demostramos que Allende combatió hasta el final, que disparó hasta la última bala. Yo no entiendo por qué no cuentan la verdad de lo que sucedió.

Veamos la cuestión con los hechos objetivos. Nosotros demostramos que la investigación judicial está mal hecha. Se excluyeron pruebas. El orificio de salida se menciona como un detalle, una línea que no tiene importancia. El disparo de entrada en la frente ni siquiera ocupa una línea en la sentencia. Entonces, ¿quién me puede decir que estuvo bien hecha la investigación? Aquí operaron los poderes y hay dos caminos: una verdad judicial que se alineó con los poderes fácticos de quienes construyeron la historia, y la verdad científica e histórica que demuestra que la verdad es distinta a lo que estableció la justicia chilena. Reabramos la investigación y expongamos la verdad.

–¿Cómo cree que esto influye en el Chile de hoy?

Es curioso lo que se puede imponer en una historia construida bajo los intereses de los grupos de poder. Ellos construyen la historia. En la construcción de un nuevo orden político, avanzando hacia una verdadera democracia, este tipo de cuestiones es importante. Porque no se puede fundar un orden basado en la justicia si no tenemos ni verdad ni justicia. Si el hecho fundante del quiebre institucional que da vida a un nuevo modelo de relaciones políticas y económicas es una farsa. En el fondo vemos que este sistema es un sistema que se construyó sobre las mentiras.

–Usted considera que el fallo final, el del suicidio, ¿no es un elemento basado en cosas técnicas sino una sentencia basada en intereses?

O sea no solo el fallo, la investigación y la sentencia. La sentencia excluyó las pruebas clave.

–En el libro usted demuestra que no se hizo la reconstitución de escena, ¿considera que eso fue algo medular que faltó en la investigación?

Era el Presidente de la República ¿Por qué no? ¿Por qué seguir con el mismo patrón de omisiones? La Junta Militar no iba a hacer la reconstitución de escena. Era una dictadura, puedo entenderlo. Pero después vino la democracia ¿Por qué no lo hicieron? Es una pregunta que se la dejamos a la justicia chilena. Es uno de los motivos por los que hay que hacer una investigación bien hecha.

–¿Cómo cree que cambiaría la historia de los últimos 50 años si se determinara que Allende fue asesinado?

Yo pienso que el orden que se fundó el 11 de septiembre de 1973 queda deslegitimada.