El actor chileno no binarie (NB), más conocido por interpretar a Maicol en la serie chilena “El reemplazante”, se embarca en la dirección y actuación de su primer largometraje: “La Isla de las Gaviotas”. Su ópera prima trata de Kareem, un adolescente NB que descubre su identidad en la ciudad de Valparaíso, la tierra natal de Sebastián. Ayala cuenta sobre el proceso de financiamiento, la falta de oportunidades en la cultura y la representación disidente en ella.


La carrera de Sebastián Ayala (33) se vio catapultada en 2012 por el éxito de la serie “El Reemplazante” y casi una década después se aventura en un proyecto propio que busca visibilizar la realidad queer en la capital de la quinta región. El filme está ambientado en el cerro Las Cañas, refleja la bohemia porteña y el temor que nace en las noches. El teaser, de dos minutos y diecisiete segundos de duración, fue publicado en abril de 2021 y gracias al uso de una paleta de colores morados, la presencia del Drag, la música y la mirada artística convocó a distintas generaciones.

¿Por qué escogiste la locación de Valparaíso, la zona roja para la comunidad LGBTQ+, para esta historia? 

-Elegí Valparaíso porque es la ciudad en la que yo crecí, en la que he vivido e intento contar la historia de Kareem desde el cerro en el que me crié (Las cañas).

 

-¿Cuál es el público objetivo de la película?

-Esta película se plantea para ser popular, en el sentido de que llegue a las personas sin la pretensión del arte por sobre la historia. Por lo menos desde mi lugar, como director y guionista, pretendo dirigir una película para que las personas la puedan apreciar y que no se sientan ajenas a la historia. A veces, quienes hacen cine o teatro se olvidan del público. Yo vengo de una familia donde el arte no era el pilar central, entonces, sé que no todo el mundo tiene las mismas herramientas para apreciar el arte. Quiero hacer una película que llegue a las personas y que la gente no se sienta tratada como ignorante, creo que muchas veces el arte peca un poco de esa soberbia.

 

-En Chile falta visibilidad de la comunidad LGBTQ+, especialmente la identidad no binaria, en series y películas. ¿Cómo se enfrentan ustedes a la creación de este proyecto considerando que no hay suficientes que aborden estas temáticas? 

-Mi línea de trabajo, tanto en teatro como en cine, siempre ha ido desde ese lugar. Claro, para mi “La Isla de las Gaviotas” es un espacio más de visibilidad para plantear este tema como otros tantos que me gustaría hablar. Evidentemente mi discurso siempre va a estar dado por mi identidad y por mi historia. Entonces, creo que la película es importante porque está dando a conocer algo que no se ha discutido tanto, pero sabemos que hay otras películas que nos permitieron llegar hasta donde estamos.

Un legado disidente 

El protagonista de La Isla de las Gaviotas, Kareem, al igual que el director, explora su identidad de género mientras recorre las calles y la bohemia de Valparaíso. El filme contiene mucho de la historia de Sebastián Ayala, quien se identifica como no binarie.

El enfoque de la obra audiovisual se dirige a la vereda de la sensibilidad y de la entretención. “No quiero mostrar vivencias fuertes para no gatillar un sentimiento terrible a quienes estén pasando por una situación similar”, sostiene. Una responsabilidad que busca “reivindicar nuestro pasado y nuestra historia tan triste de la comunidad LGBTQ+”, dice. Para tratar esta temática tuvo que pulir la historia de “La isla de las gaviotas” y conocer diferentes testimonios para no dejar margen al error. “No quisiera poner y suponer cosas que no he vivido”, admite.

-¿Cómo abordará esta historia considerando el dolor histórico de la comunidad LGBTQ+ chilena?

-No quiero que la película sea una tragedia. Yo no sería capaz de mostrar cosas terribles, como las situaciones que me pasaron, vi o que me contaron. Creo que esto sería un ejercicio de revictimización terrible: ir al cine y verse sufrir. Se puede producir una distancia emocional entre la historia y quien la ve cuando hay un distanciamiento histórico y se muestra una situación de violencia. Pero es peligroso cuando es algo tan cercano que habla sobre nuestro país, nuestro contexto y nuestra historia, porque emocionalmente puede afectar mucho. Entonces, la película aborda de alguna manera estos temas, pero nunca existió, por lo menos por mi parte, demostrarlo explícitamente.

 

-¿Cómo planea acercar la obra al público?

-Me importa mucho que la película se cuente de manera entretenida, lo que no quiere decir que sea liviano porque se entiende como si fuera superficial o burdo. Por alguna razón, la película más vista en la historia de Chile es “Kramer vs Kramer”. La gente sintió una conexión con ella y muchos se sintieron convocades para ir al cine, pagar una entrada, y decir “quiero ir a reír”. Esto muestra el tipo de sociedad que somos: es una que quiere reír. Para nosotres la vida real es dura, compleja y nos hace cuestionarnos todo el tiempo. Si bien hay mucho dolor y sufrimiento, también hay que ver las ganas de vivir, la alegría y esos pequeños lugares de brillo y de fantasías. Las personas LGBTQ+ se sienten atraídas a la película porque por fin el personaje no está al borde de la muerte, qué es cómo siempre se ha mostrado.

”Los evaluadores de fondos culturales consideraban que la visibilización no binarie no era un tema relevante ni un conflicto real”

-¿Cómo ha sido el recibimiento del público con “La isla de las gaviotas”?

-Con el adelanto que hicimos con el teaser nos llegaron muchos comentarios bacanes de gente de distintas edades que le encantó, que se emocionó, que se identificó y que nos escribió “esta es mi historia” y “este soy yo”. Era muy heavy escuchar a personas de 30 años y más diciendo “esto es lo que yo he vivido”. Evidentemente la gente más joven se conecta con el Drag, con el show, con el brillo y con la música. Entonces, espero que la película trascienda un poco las generaciones y las personas se sientan convocades.

 

El minutero prehistórico

Chile se ha caracterizado por la falta de representación LGBTQ+ en la pantalla grande, a pesar de que en la actualidad el cine queer se visibilice con, por ejemplo, “La mujer fantástica” y “Tengo miedo Torero”. Para los evaluadores de fondos hablar de les disidentes es una piedra en el zapato. “Ahora se pueden estar perdiendo historias interesantes porque la sociedad dice que no es el momento, o porque quienes evalúan fondos están desconectados de la realidad”, denuncia Ayala.

Sebastián Ayala trabaja en la compañía de teatro “A la deriva”, y en ella hacen obras con temáticas de género y diversidades sexuales desde la memoria. Tratar estos temas significó que “muchas veces nos dijeron que no es el momento de hablar de las minorías”, cuenta el actor. Una rutina negacionista que no derrumbó la motivación de representar a las disidencias, a pesar de que “uno tiende a normalizar y a justificar las barreras heteronormadas” de la sociedad y de los evaluadores de fondos, sostiene el director.

 

-Esta película ha tenido muchos problemas para ser realizada, ¿cree que este rechazo se debe a la visión conservadora de los chilenos?

-Sí, yo siento que nosotres hemos crecido con el rechazo. También lo viví haciendo teatro, con la compañía en la que trabajo igual hacemos teatro con temáticas de género y diversidades desde la memoria y eso significa que muchas veces nos dijeron que no. Uno tiende a justificar todos esos no, y dices: “Es que la gente no está preparada”.

 

-¿Los evaluadores de fondos culturales están cerrados a financiar proyectos como el suyo? 

-Siento que esa gente está súper desconectada de la realidad y de lo que no sabe. Tienen un nivel de soberbia al decir: “esto no es un problema, esto no es real”, en vez de admitir que desconocen del tema. Creo que deberían investigar y educarse antes de ponerse en la posición de ser evaluador. Es una responsabilidad súper grande esa. Entonces como que todo viene tarde y es triste porque nosotres igual desde 2016 queríamos hacer esta película, hablar sobre el género y la nobinariedad. Claro, ahora parece que es el momento de hablar, y nos preguntamos “¿Por qué se puede ahora?” si nosotros hace como 5 años atrás lo planteamos y no podíamos. Los fondos encontraban que no era un tema relevante, que no era un conflicto real.

 

-Usted como realizador audiovisual LGBTQ+, ¿Cree que el arte disidente ahora es más aceptado?

-Yo tengo 33 años y mi generación “millennial” ha crecido con muchas puertas cerradas, es decir, nos criamos con el rechazo y es súper triste. Cuando dije “voy a hacer una película”, de manera inconsciente ya tenía el “no” en mi cabeza, porque es poco probable que un fondo público te entregue apoyo en un proyecto de temática disidente. Pero en el último tiempo y con todo lo que ha pasado en Chile políticamente, entendimos que en realidad eran solo barreras impuestas y que eran obstáculos que había que derribar. Nuestra misión será revelar esos lugares, pero las otras generaciones tendrán la tarea de eliminar esos muros y de decir: “bueno, esto ya no va. Esto era el pasado”.

 

-¿Cómo te motivas a producir obras reconociendo que existe esa disonancia? 

-Hace un tiempo la gente de los fondos audiovisuales nos decía que “esta película no tiene un argumento. No tiene nada”. Pero nos motivamos cuando les mostramos el teaser a la gente o le hablábamos del proyecto, porque algunos se enganchaban y proyectaban la historia en una película. Incluso, muchas directoras, directores y gente que admiramos, nos decían “quiero ver esta película”. La misma gente de la comunidad nos decía “vi el teaser y me emocioné” “lloré con un video de dos minutos”. Muchos creían que la película ya estaba hecha.

 

El pueblo costea la cultura

La falta de apoyo del Ministerio de la Cultura, y del Estado en sí, se ha exacerbado durante la crisis sanitaria. Sin embargo, es una situación que se ha venido arrastrando por años y que ha afectado el proceso creativo del filme “La isla de las gaviotas”. La película estuvo seis años buscando adjudicar fondos culturales para poder financiar el proyecto. Por ello, el equipo responsable se vio obligado, a inicios de este año, a realizar una campaña de autofinanciamiento que duró 45 días en la plataforma Ideame. Otros medios a los que han tenido que recurrir fueron las rifas. Recién este año se adjudicó el Fondo Nacional de Fomento Audiovisual 2021 con el monto de $157 millones de pesos.

Desde el 2017 que el fondo que entrega CORFO se ha reducido en un 80%, es decir, de los $1.300 millones que inyectaba en la cultura ahora sólo entrega una cifra de $238 millones. A su vez, se canceló a fines del 2019 el apoyo que daba Banco Estado para fomentar de forma monetaria a la industria cultural. Pero este no es el único problema, puesto que el proceso creativo del filme se vio entorpecido por las mismas exigencias de los fondos. “Solamente podemos postular a una línea que nos pide cierto presupuesto y este no se puede variar. La película se tiene que pensar para satisfacer dicha cifra”, relata la productora del filme, Aura Sinclair.

-¿Cómo fue el camino para obtener financiamiento?

-Empecé a hacer esta película en el año 2016 y recién ahora en 2021 entraremos a la etapa de preproducción. El proceso de financiamiento fue una odisea porque tuve que postular a muchos fondos. Todos estos años de trabajo fueron muchas oportunidades de no quedar. Había personas le veían harto potencial a la película y otras que directamente decían cómo: “escriban el guión de nuevo, así como todo de cero”.

 

-¿A pesar de esas críticas por qué seguiste intentando realizar el filme?

-Tenemos una responsabilidad como equipo porque la gente que conectó con la historia quiere ver la película.

“No quiero mostrar vivencias fuertes para no gatillar un sentimiento terrible a quienes estén pasando por una situación similar”

-¿Cuál fue el método para no abandonar esta historia y con ello “La isla de las gaviotas”?

Había que ser bien insistente y creer mucho en lo que estábamos haciendo. Fue agotador en gran medida. Yo creo que por ser ópera prima ocurrió, me imagino que con el tiempo los procesos se van acotando y se vuelven más sencillos. Y claro, ahora se ven resultados y, por lo tanto, la película es más pública.

Camila Calderón

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.

Carla Reyes

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.