Desde la llegada del Covid-19, fueron inscritos 295.812 nacimientos en el país hasta el mes de julio de 2021. El virus alteró radicalmente la normalidad del proceso natal por la implementación de protocolos sanitarios en los centros de salud. Esto no sólo ha afectado a los recién nacidos. Durante el confinamiento, los niños no contaban con una franja horaria que les permitiera salir a recrearse. Por esta razón, los expertos se mantienen alerta ante la posibilidad de que el aislamiento ocasione problemas tanto en su sistema inmunológico, como en su desarrollo cognitivo y socioemocional.

Era marzo de 2020 y la pandemia ingresaba a Chile, pero una preocupación mayor se le sumaba a Bárbara Muñoz (24): un sorpresivo embarazo. Cursaba el último año de Enfermería y un bebé no era para nada parte de sus planes.

“Fue un chiripazo total -cuenta Bárbara- y aunque siempre bienvenido, no dejó de ser aterrador. Si ya es arduo tener y criar a un bebé en la normalidad de la vida, hacerlo en medio de una pandemia es sumarle veinte kilos a esa mochila”.

Sólo faltaba su práctica profesional. Bárbara no sabía si iba a tener que congelar, pues esto podría ser una interrupción. Pero este no era su único temor, también le preocupaba la reacción de sus padres, que, aunque ya no vivían con ella y los visitaba cuando los permisos temporales lo autorizaban, sentía que les debía mil explicaciones. Sin embargo, ellos recibieron la noticia con felicidad. 

Barbara tuvo un embarazo de alto riesgo debido a la posibilidad de un alumbramiento prematuro. Quince días antes de lo que debía, entró en trabajo de parto y fue hospitalizada para retrasar el proceso. Las medidas empleadas en clínicas y hospitales, han exigido principalmente la aplicación de un test PCR a todas las pacientes ingresadas y otra prueba para el recién nacido previo al alta. También se exige el uso obligatorio de mascarilla para la madre -incluso al momento de dar a luz-. Por último, algunos centros de salud permiten un acompañante por persona excepto en casos covid positivo. 

Según datos del Servicio de Registro Civil e Identificación, desde el inicio de la pandemia fueron inscritos 295.812 nacimientos en el país hasta el mes de julio de 2021. Esta es la cantidad de neonatos que llegaron al mundo bajo la aplicación de estrictos protocolos sanitarios que han impedido el desarrollo cotidiano del parto. Pues, en algunos hospitales, la madre debe ir sola a los controles prenatales y algunos padres no conocen a sus hijos hasta que son dados de alta. 

Nacimiento en pandemia

El nacimiento de Simón, hijo de Bárbara, estaba programado para el 26 de octubre, un mes antes de lo que debía. El pabellón era a primera hora. Pasadas las diez de la mañana, Simón anunció su llegada con un fuerte llanto que invadió la sala. Nació de 8 meses y en perfectas condiciones. Bárbara, nerviosa, preguntó cómo estaba su hijo, pues, cuando son prematuros, es preocupante el desarrollo pulmonar. La respuesta fue “excelente”. Después de ese grito, no podía ser de otra forma.

Simón no pasó por neonatología y lo revisaron en presencia de su madre. “Eso fue rico”, expresa Bárbara con alegría mientras lo mira y con una sonrisa le dice: “¿Cierto mi amor? Está aquí escuchando la historia”, aclara. Al tercer día ya estaban en casa. 

Los primeros meses de vida de Simón, Bárbara se mantenía precavida y en estricto confinamiento. Pese a que en febrero de 2021 Chile inició su proceso de vacunación, en abril se registraron 9.171 nuevos contagios, cifra más alta de casos inscritos en un día desde el inicio de la pandemia.

Para la fecha, las medidas sanitarias establecidas por el Ministerio de Salud, según el Plan Paso a Paso, mantenía a la mayor parte de las comunas de la Región Metropolitana en fase 1 debido a la crítica situación. Esto limitaba el desplazamiento a dos salidas por semana. Parques, recintos educacionales, comercios ajenos a servicios básicos y sitios públicos como restaurantes, se encontraban cerrados con la finalidad de mantener el distanciamiento social e intentar frenar el contagio del virus. 

Con las comunas en fase 1, sin una franja horaria que permitiera a los niños salir a distraerse y compartir con el medio, la incertidumbre respecto de las consecuencias inmunológicas que esto genera en los niños, aumentó. “Mi hijo, los primeros meses, conocía la pieza, la casa de sus ‘tatas’, la consulta del pediatra y nada más”, dice Bárbara. 

De acuerdo con esto, Natalia Becerra Rodríguez, pediatra miembro y cofundadora de un grupo de pediatras independientes, explica que según la teoría de la higiene, la exposición a gérmenes y ciertas infecciones en la infancia ayuda al desarrollo del sistema inmunitario, lo que evita reacciones excesivas.

“El aislamiento, produjo cambios en la flora bacteriana, aquella encargada de proteger y enseñar al organismo a diferenciar las sustancias inofensivas de las nocivas. En consecuencia, es probable que aumenten en general las enfermedades infecciosas e inmunológicas mientras la microbiota se adapta nuevamente”, precisa Becerra.

¿Y los niños y niñas qué?

La pequeña Allysson Useche, que ahora tiene dos años, estaba a punto de cumplir uno cuando llegaron los primeros casos de covid-19 al país. Si bien no nació en medio de la pandemia, es parte de esta generación y ha sufrido las consecuencias. Su contacto con el exterior se ha visto afectado, primero por el escenario de un estallido social y luego por la repentina orden de un confinamiento.

Su madre, Isabel López (19), cuenta que Allysson ya está familiarizada con la existencia de la crisis sanitaria. Cómo no, si lleva más del cincuenta por ciento de su vida aislada. A la niña le llama la atención utilizar mascarilla y cada vez que alguien en su casa se pone una, se despide amorosamente porque sabe que van a salir. 

“Creo que Ally naturalizó los protocolos de la vida en pandemia.  Si tomo el alcohol gel, ella pone las manitos. Si echamos lysoform, levanta los pies. A veces se pone sola los tapabocas y cuando salimos no toca nada”, cuenta Isabel.

La preocupación por las consecuencias cognitivas y socioemocionales que el aislamiento puede provocar, aumentaron. Varios grupos de padres se manifestaron a través de RRSS para solicitar a las autoridades la creación de una franja horaria para la distracción de los niños.

“Hay habilidades que como seres humanos necesitamos desarrollar. Mi bebé tiene que conocer el mundo, ver que hay más personas afuera y aprender a socializar”, menciona Bárbara.

Al respecto, Francisca Andrade Cabello (29) psicóloga materno infantil, opina que los niños han sido invisibilizados. No le parece razonable mantener los parques cerrados, pero sí tiendas pequeñas con aforo de cuatro personas funcionando. “Las autoridades explican que ahí se puede regular el flujo de gente mientras que en los juegos no, pero ¿y la salud mental de los niños? Salir para ellos es fundamental, ya que uno nunca podrá recrear todo el estímulo que hay afuera”, dice Andrade. 

Las primeras visitas y salidas fueron agobiantes para Simón -que hoy tiene 9 meses-, lloraba o pedía que lo tomaran en brazos porque le angustiaba tener contacto con más personas. En la actualidad, superó ese proceso. A Simón le sorprende la voz de los niños más grandes que pasan por fuera de su casa y aunque ha compartido con niños de dos o tres años, aún no ha estado con bebés de su edad.

Una experiencia similar ha tenido Allysson. Su madre cree que debido a que nació en medio del estallido social y previo a una pandemia, no sabe compartir con el exterior. Cuando Allysson ve a una persona desconocida o se enfrenta a una situación extraña, como la presencia de carros en el supermercado, se esconde detrás de las piernas de su mamá.

“Allysson ha tenido poco contacto con otros niños. En una ocasión se le acercó un primo y ella no quería estar con él. Tenía mi celular y cuando el niño dijo que quería jugar, se hizo la dormida para no hablarle. Si él miraba su juego, se enojaba y tapaba la pantalla. Creo que a la generación covid le costará mucho socializar”, dice Isabel.

De acuerdo con esto, Francisca Andrade aclara que, de los cero a los tres años -etapa sensorio motriz- todo es estimulación, no es necesario el juguete. Aunque en circunstancias específicas sirvan de distractor, la relación humana es indispensable. 

Además, la psicóloga aclara que el temperamento es mitad genético y mitad responsabilidad del medio ambiente. Si bien el confinamiento influye, no relacionarse y no compartir es parte del desarrollo normal de un niño de hasta cuatro años. 

Culpa del confinamiento

La ONG “Cuidemos a Nuestros Niños (2020)”, realizó una encuesta a 6.149 madres, padres y/o cuidadores, a lo largo de todo el país. Los resultados publicados en su página web, concluyeron que los niños de entre cero y once años de edad aumentaron en un 73 por ciento su nivel de demanda, respecto de su cuidador/a durante el confinamiento. 

Para Allysson el apego con su madre sigue siendo el mismo que cuando nació. Isabel está en clases online y esto les permite pasar la mayoría del tiempo juntas. Mientras ella estudia, Allysson se distrae dibujando, jugando con el celular de su mamá o viendo Peppa Pig, su programa favorito. 

Cuando Isabel termina su jornada de estudio, dedica toda su atención a Allysson. Juegan, cantan y realizan actividades básicas del día a día. Todo lo hacen juntas. En la noche, después de comer, su madre se acomoda para amamantarla. Allysson sabe que es hora de dormir. Aunque ya no despierta con la misma frecuencia de cuando era una bebé, todavía no logra conciliar el sueño en su cuna y sin su mamá. Esto no es problema para Isabel, pues tampoco puede dormir sin su hija 

“Existe un término que se llama puerperio emocional, que puede llegar hasta los tres años, o cuando la mamá entienda de a poco que su bebé ya es un niño. Eso depende de cada persona”, dice la psicóloga Francisca Andrade.

Simón tenía tres meses cuando su mamá comenzó su práctica profesional. Al principio fue duro y le costó alejarse de Bárbara. Actualmente, entiende su rutina. Sabe que su mamá sale y cuando ya es la hora de que regrese, la espera ansioso. 

“Ahora es más consciente. Me grita, me alza los brazos y se me tira encima emocionado. De hecho, en la tarde empieza a buscar como diciendo: ‘¿dónde estará mi mami?’. Sabe que ya voy a llegar”, afirma Bárbara.

Según Francisca Andrade, hay estudios que dicen que es posible que el confinamiento no produzca ningún cambio en niños respecto del apego con su madre por ser parte de su desarrollo normal. Para ella es importante diferenciar las cosas que la pandemia ha generado y las que ha visibilizado. 

“Se han destapado cosas con la pandemia, muy distinto es que sean a causa de esta. Las cuarentenas y reducción de aforos en espacios públicos son medidas producto de la crisis sanitaria, mientras que el puerperio emocional ya existía, pero era ignorado”, concluye Andrade.

Danae Reyes

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.

Gillariet Sánchez

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile