Entre sesiones con la psicóloga, visitas a la doctora, viajes a la facultad y mañanas con sabor a fluoxetina, la rutina de Marcos es el reflejo de un país y la preocupación por la salud mental en la vida universitaria.

Un lunes Marcos despertó y lo primero que hizo fue mirar su celular por más tiempo del que quisiera. Luego se quedó mirando un rato al techo pensando en todo lo que pasó el día anterior, pero, por sobre todo, lo que podía pasar esa jornada.

Eran las nueve de la mañana, se le estaba haciendo tarde para ir a la universidad. Se lavó la cara, los dientes y buscó una pinta lo más acorde a cómo se sentía. Corrió para alcanzar la micro 519. Se le cayó la TNE, pero la recogió rápidamente y se subió al bus. Marcos va en su primer año en la Universidad de Chile.

En realidad, Marcos no se llama así. No llega a su campus de estudio en la 519, pero sí cursa una carrera en esa universidad, sin embargo, ha decidido que sus datos sean modificados para este relato. Prefiere preservar el anonimato y ser Marcos. Todo lo demás es tan apegado a la realidad como decir que ese martes, miércoles y jueves nuevamente salió atrasado a tomar la micro tras su rutina de mañana.

Un corazón roto llevó a Marcos a considerar la recomendación de acudir a un psicólogo que lo ayudara a lidiar con los diversos y drásticos cambios de humor que estaba enfrentando. Fue así como un viernes su rutina se alejó por completo de su monotonía. A las once de la mañana, Marcos se acercó con nerviosismo al mesón del “sector rojo”, donde se atienden personas de un delimitado territorio de la comuna de Peñalolén, para preguntar cómo pedir una hora. Fue así como en un papel mal cortado le entregaron los correos para solicitar atención. El titubeo vino al momento de ingresar sus datos, hasta que en un golpe de valor escribió su nombre, rut, y teléfono de contacto antes de enviar el mail.

Catorce días después Marcos obtuvo una respuesta. En el correo que recibió se le indicaba las horas disponibles la próxima semana. Miércoles, jueves y viernes. No tener clases los miércoles en ese horario facilitó la elección. Llegaría a las doce y media. La psicóloga, una mujer brusca y aparentemente cansada de recibir pacientes, lo atendió.

¿Por qué venía?, experiencias previas, horarios de sueño, hábitos alimenticios y de estudios fueron parte de los temas consultados de los que solo hubo breves y sinceras respuestas. Ansiedad o depresión endógena fueron las conclusiones de la primera sesión, que de todas formas serían corroboradas por una doctora que evaluaría, junto a la psicóloga, a la misma hora en la sesión del siguiente miércoles.

Mayor vulnerabilidad mental

Imagen: universidad Anáhuac

En conversaciones con Anneliese Dörr, directora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, nos contó cómo la turbulencia de procesos que se viven socialmente a diario repercute en la salud mental. “Yo creo que la sociedad en general está más vulnerable a afectarse por problemas de salud mental porque está más caótica y menos predecible. El cambio que está acaeciendo en la sociedad ha repercutido en la estabilidad emocional de las personas sobre todo en los más jóvenes, y eso ha hecho que aparezca más necesidad de ayuda relacionada a la salud mental”, comentó.

Con respecto a la Universidad de Chile, el vínculo con la salud mental no solo está en la formación de los y las profesionales a través de la docencia de pre y posgrado, sino que también en el compromiso con los estudiantes.

Si al momento de completar el Formulario de Caracterización Estudiantil (FOCES) un o una estudiante de la universidad manifiesta una situación de discapacidad relacionada a salud mental, desde la administración de la Dirección de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios (DAEC) se establece contacto con él o la estudiante para que complete una ficha médica, asista a la psicopedagoga de la unidad y mantenga un contacto con profesionales de la institución. El fin de realizar estas tramitaciones es que la Universidad tenga conocimiento pleno de la situación en la que se encuentran.

Eran las doce y media del siguiente miércoles, Marcos estaba ingresando a la consulta, lugar en que se le hicieron una serie de preguntas similares a la de la primera cita. Terminada la conversación abandonó la fría y blanca sala para que la doctora y psicóloga hicieran la evaluación. Ansiedad, lo mismo que le dijeron la primera sesión de forma tentativa era ahora un diagnóstico concreto, que sería tratado por las mismas profesionales que lo diagnosticaron. Con una hora para atenderse el próximo mes y un paquete de fluoxetina que debe retirar mensualmente, el encuentro finalizó.

El programa de salud mental que opera en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) de Peñalolén y que se enfoca en personas adultas se lleva a cabo en etapas. Una vez que cualquier paciente que tenga la necesidad de recibir ayuda psicológica se acerca al lugar debe agendar una corta evaluación con la o el psicólogo del recinto que mide la severidad del diagnóstico para posteriormente derivar a médicos de salud mental, especialistas o psicólogos, pudiendo ser estos últimos para tratamientos leves o moderados.

El diagnóstico de Marcos le permitió seguir su tratamiento a partir del diagnóstico en el mismo lugar en que se realizó su primera sesión. Sin embargo, con una indicación  distinta, ya que el recinto no habría cumplido los estándares necesarios. Siendo el Cesfam un centro de atención primaria, no cuenta con especialistas como psiquiatras, por ello su atención se limita a médicos generales especialistas en salud mental. Así que, si un usuario ingresa al Cesfam y requiere de psiquiatría tras la derivación del psicólogo, debe ir al hospital o al Centro de Referencia de Salud (CRS).

En el sector oriente de Peñalolén los seis Cesfam existentes tienen distintos mapas de derivación para salud mental. Específicamente el Cardenal Silva Henríquez donde se atiende Marcos, siempre ha derivado estas patologías a CRS. Tras un reciente anuncio, se espera que a corto plazo todos los diagnósticos de salud mental sean derivados a los COSAM (Centros Comunitarios de Salud Mental), lugar en que psiquiatras, terapeutas, técnicos en rehabilitación, psicólogos y otros profesionales del área, trabajan como un equipo totalmente enfocado en la materia y que, además, sigue la línea del Cesfam, ya que como dependen de la misma corporación comparten la misma ficha clínica, a diferencia de lo que actualmente ocurre con CRS. El COSAM tiene un centro específico de salud mental donde se podrán derivar todos los pacientes. La cercanía del recinto es además una comodidad para el centro y para los usuarios.

En casos de que el usuario haya acudido a las instancias antes mencionadas y en su diagnóstico esté la necesidad de constante observación, el paciente debe ser derivado al Hospital Psiquiátrico Horwitz, ya que ahí si se realiza un trabajo intensivo a diferencia del Centro Comunitario de Salud Mental que trabaja ambulatoriamente y con atenciones programadas. En el hospital psiquiátrico de todas formas se debe evaluar la gravedad para derivar a domicilio o proceder con la hospitalización.

Si en el hospital psiquiátrico se decide el traslado al domicilio, la supervisión está a cargo del Cesfam que puede o no derivar nuevamente al COSAM, de requerirse el trabajo de un especialista. La meta, nos comentó Pamela Alfaro, jefa de sector rojo para el Cesfam Cardenal Silva Henríquez desde hace doce años, “es que todos hagamos el mismo centro de derivación”.

Según indicó la profesional, es muy difícil llevar catastros cuantitativos de los pacientes de salud mental ya que “los diagnósticos no son limpios, tú haces el ingreso con la psicóloga que diagnostica si no viniste nunca más, quedaste como paciente, pero no eres paciente activo”, además de que, muchas atenciones, solo requieren de una sesión para otorgar el alta.

Sin embargo, hay una cifra de la que el Cesfam Cardenal Silva Henríquez se siente orgulloso en cuanto a su desempeño: ningún caso de los pacientes que han concretado el suicidio hizo previamente el ingreso de salud mental antes descrito. Lo que, si bien data de un buen trabajo llevado a cabo, evidencia que aún falta cubrir una mayor población de usuarios que puedan acceder a esta instancia.

O cienrto, es por cómo opera salud mental en este Cesfam que el equipo médico evidencia resistencia en los usuarios al ser dados de alta, ya que, pese a que él o la psicóloga les haya entregado las herramientas para solucionar sus problemas, un alto porcentaje busca extender sus sesiones, lo que dificulta actuar frente a futuros pacientes.

Dos porciento a la salud mental

Imagen: sisolsalud

Otra vez era miércoles y Marcos estaba en sesión. Fue un encuentro clásico hablando de sus problemas, de la universidad, de sus conflictos para conciliar el sueño y del impacto que la fluoxetina estaba haciendo en su día a día, llevando al final de la sesión un nuevo paquete del medicamento. Deprimido y desorientado es como se sentía, sensaciones que duraron alrededor de cuatro meses y formaron parte de su nueva rutina hasta que tomó la decisión de solicitar cambio de psicóloga.

Esa nueva sesión, con una nueva profesional, quedó programada para las cinco de la tarde de otro miércoles cualquiera. Más tarde de lo que Marcos pensaba que atendía el centro. Tras cuatro meses de terapia, esa sesión fue la primera que no lo hizo sentir deprimido, triste, ni más ansioso, aunque sí más reflexivo. La nueva psicóloga aplicaba una técnica distinta en cada encuentro. Ya no eran monólogos. Este era apenas el inicio de un nuevo camino que Marcos tendría que enfrentar, pero la confianza que la profesional le entregó lo hizo dormir tranquilo, después de mucho tiempo en que sus pensamientos lo ahogaban hasta entrar en un falso pero plácido estado de sueño.

Según el punto tres de los Objetivos Específicos del Plan de Acción de Salud Mental 2019-2025, que se encuentra actualmente vigente, es fundamental: “Incrementar cobertura de iniciativas de prevención, detección temprana y abordaje de factores de riesgo para el desarrollo de problemas o enfermedades mentales, con perspectiva de curso de vida”.

Además de establecerse allí la relevancia que tiene la salud mental, se advierte que este plan en la práctica busca llevarse a cabo. Tomando de ejemplo el actuar del Cesfam Cardenal Silva Henríquez y las recientes modificaciones que se han hecho, se nota la preocupación por cumplir el objetivo, lo que no es precisamente una garantía de que se lleven a cabo, pero sí una disposición.

A pesar de que la preocupación existente en este plan, se levanta otra inquietud, que no deja de ser alarmante, si se considera que el presupuesto fiscal destinado a él es poco mayor al 2% del presupuesto total de Salud, e inferior a anteriores planes y al presupuesto mundial.

Es otro lunes, de otro mes. Marcos se levanta. Esta vez no se queda mirando ni tratando de despertar mientras mira su celular. Esta vez pone los pies en el piso. Se pone sus pantuflas, va al baño, orina, se lava los dientes, cara y, luego, se toma un té acompañado de su pequeña amiga matutina, la fluoxetina. Se viste y va a esperar otra vez, pero con tiempo, el recorrido 519, sin miedo a que este día lo sorprenda.