Aunque no se consideraba un líder político, la carrera del locutor y sindicalista siempre estuvo vinculada a las reivindicaciones sociales por su trabajo como divulgador del folclor popular y su participación en el programa cultural de Salvador Allende. Eso hasta su muerte en 1992, cuya causa oficial —un supuesto robo con homicidio— sus más cercanos nunca han creído.

Montreal. Domingo 29 de diciembre de 1985. René Largo Farías busca en su memoria sus primeros recuerdos y lo que dice resuena como un viaje: “Hay visiones, imágenes. Algunas imborrables. Esa cosa terrible de la Pascua Trágica, por ejemplo, justamente en la víspera de una Navidad. Fue una persecución a los comunistas. Se habló de un complot en Copiapó y llegaron a Vallenar buscando comunistas para matarlos. Liquidaron a mucha gente en ese tiempo (…) Yo tenía tres años. Mi padre era un viejo radical de la zona. Esa es la visión más atrás en el tiempo que tengo todavía metida en la cabeza. Y es la imagen de dos carabineros que llegaron a nuestra casa de La Conchería, montados en sendas cabalgaduras. Mi padre se metió en un rincón de la casa. No tenía escapatoria si es que iban a buscarlo a él. (…) No pasó nada más. Pero ese momento de terrible tensión marcó mi vida”.
Largo Farías —trabajador de la cultura popular, cofundador y primer presidente del Sindicato de Locutores de Chile, expresidente de la Asociación Interamericana de Locutores— está de visita en Canadá y conversa con su amigo Carlos Valladares, cantor e integrante del dúo Los emigrantes, exiliado en ese país. Su amistad es larga: Valladares colaboró con “Chile ríe y canta”, el programa de música chilena que Largo Farías creó en 1963 en Radio Minería y que luego tuvo una peña en la calle Alonso de Ovalle 775, donde se reunieron figuras como Silvia Urbina, Héctor Pavez, Violeta Parra, Víctor Jara y el Grupo Cuncumén, entre otros. Todo terminó tras el golpe militar. Entonces Largo Farías se exilió en México.
Pero René Largo Farías ya conocía los riesgos de la política. Los enfrentó esa noche de 1931, cuando era un niño de un pequeño pueblo en la Región de Atacama y que recordó en Canadá. “Creo que desde entonces empecé a sentir que había persecuciones, que había justicia e injusticia, que había represión”.
Esa frase, tomada de un recuerdo casi olvidado, condensa el compromiso de Largo Farías.
—René Largo Farías tuvo la amplitud de no hacer solamente canto político. Él fue muy amigo de gente que era más bien de derecha y él les dio espacios muy destacados. Los hacía convivir. Se supone que la peña “Chile ríe y canta” fue uno de los últimos lugares donde coexistían gente partidaria de Allende y detractora —dirá el periodista y experto en música folclórica Manuel Vilches.
Luis Hernán Oliveros, cantor y productor cercano a René Largo, resumirá:
—El camino que recorrió fue demasiado amplio, demasiado sacrificado. Hay muchas cosas que contar de él, porque era una persona, y sigue siendo, baluarte de nuestra cultura.

Largo Farías llegó a su casa, cerca de las tres de la madrugada del 11 de septiembre de 1973. Antes de salir de su oficina en La Moneda había llamado a su mujer para saber si todo estaba bien y le pidió que lo esperara con café y algunos sándwiches. En un ambiente político polarizado, las amenazas a su familia por parte de grupos opositores al gobierno de Allende se habían hecho habituales. Por eso Largo Farías le preguntó en esa conversación a su mujer si habían recibido “llamadas” y le aconsejó: “No les hagas caso; échales un par de chuchadas y quédate tranquila”.
Esa madrugada René Largo Farías ordenaba sus tareas en la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia cuando recibió el llamado del intendente de Aconcagua confirmando que habían comprobado extraños movimientos de tropas en el Regimiento “Guardia Vieja” de los Andes y en el Regimiento “Aconcagua” de San Felipe, y que muchos soldados estarían movilizándose hacia Santiago. Horas antes, a las 10 de la noche del 10 de septiembre, Salvador Allende se había reunido en su residencia de la calle Tomás Moro con los ministros Carlos Briones y Orlando Letelier; Alfredo Joignant, director de Investigaciones; Augusto Olivares, asesor de prensa; y el asesor político, Joan Garcés. Allende reafirmó su voluntad de mantener la legalidad de su gobierno y el Estado democrático, y anunció que llamaría a un plebiscito al día siguiente.
Largo Farías no pudo entregar esa información. A las seis de la mañana llamaron desde La Moneda para avisarle que un comando ametralló los estudios de la Radio Universidad Técnica del Estado. Llegó a La Moneda a las siete. Media hora después escuchó el Bando N°1 de la Junta Militar que decía: “Se hace cargo del gobierno y conmina al Presidente a presentar la renuncia”. Luego, escuchó la amenaza de un bombardeo a La Moneda. Largo Farías se quedó ahí, pero se rehusó a tomar un arma.
—René estaba en La Moneda porque era el director de la Radio de la Presidencia de la República, pero al final tuvo que salir —dice el cantor Nano Acevedo, amigo cercano de Largo Farías. Acevedo recuerda ese momento mientras acumula en la mesa de su living varios libros que él mismo escribió para ayudarse en su relato.
Luego de recorrer la galería de los presidentes, Largo Farías bajó al Patio de Invierno y se encontró con Augusto Olivares, amigo íntimo de Allende y entonces jefe de prensa de Televisión Nacional de Chile. Olivares lo empujó a la puerta de Morandé 80 y le gritó: “¡Ándate a tu casa, vas a servir más afuera que metido en esta ratonera!”.
René Largo Farías salió con los brazos en alto. En sus memorias, que tituló Fue hermoso vivir contigo, compañera: testimonio íntimo de amor y lucha y que publicó en 1975, dice que se alejó lentamente hacia la esquina de la Intendencia y que siguió con los brazos en alto por Moneda hacia calle Bandera. “Siento que las lágrimas que había intentado retener me bañan la cara… Me siento como un traidor que abandona a los suyos en la orilla misma de la muerte”.
Empezaba un segundo acto. Un nuevo compromiso que uniría la música y la política.

René Gilberto Largo Farías nació el 2 de febrero de 1928 en Huasco. Fue el segundo de los ocho hijos del matrimonio de Juana Farías y Luis Largo. La familia tenía un camión de carga y un pequeño hotel que luego trasladaron a Vallenar, ciudad donde murió su madre de cáncer. Dos años después, su padre se casó por segunda vez y se involucró en la política: fue alcalde por el Partido Radical en Huasco desde 1956 hasta 1960. Cuando dejó la vida política, vendió su hotel e instaló una fiambrería y un pequeño restaurante y club social.

René Largo Farías ingresó en 1940 a la Escuela Normal de Copiapó para convertirse en profesor. Cuando estaba en tercer año fue elegido presidente del Centro de Alumnos. Tenía 15 años y al poco tiempo dirigió junto a sus compañeros la primera huelga de un colegio normalista en Chile. El descontento fue causado por la expulsión del profesor de Agricultura, José Zuleta, por ser comunista. Para los estudiantes era un gran maestro y pidieron su reincorporación. Los reclamos no lograron evitar la medida y René Largo fue expulsado de la institución.
Después, en 1945, ingresó a la Escuela Normal de Chillán. Además de iniciar su inquietud por el folclore tras recolectar con sus compañeros la música de la Región de Ñuble, Largo Farías también se acercó al mundo de la radio. Se integró al grupo de estudiantes de cuarto a sexto que organizó los primeros estudios de una radio normalista. Una radio local les facilitaba sus estudios por dos o tres horas para que realizaran un programa cultural. Esto les permitió profesionalizarse y fueron invitados a participar en la radio La Discusión de Chillán. En 1947 Largo Farías organizó las presentaciones de Margot y Estela Loyola, quienes llegaron a la ciudad enviadas por el Ministerio de Educación y el Instituto de Extensión de la Universidad de Chile.
Aunque luego organizó una gira con las hermanas Loyola por el Valle de Huasco, en 1948 comenzó a trabajar en la Escuela Nº 1 de la Población Oriente de Antofagasta, a la vez que se iniciaba como locutor y libretista en la Radio Libertad de esa misma ciudad. Su trabajo como profesor solo duró tres meses. Fue nombrado director de la Radio Escuela Experimental del Ministerio de Educación en la Región de Antofagasta. En 1951, Largo Farías le escribió a Raúl Matas, director de Radio Minería, quien lo invitó a integrarse a la radio. Con su esposa, María Cristina Fracchia, una actriz uruguaya, llegó a Santiago en el verano de 1952. Largo Farías empezó a trabajar en radio Minería como locutor y libretista.

En 1959, Largo Farías decidió instalarse en México con su familia. En su biografía Fue hermoso vivir contigo, compañera dice escuetamente que dejó Chile porque no estaba de acuerdo con el gobierno de Jorge Alessandri.
En México vivió cuatro años. Se mudó a ese país debido a sus obligaciones en la Asociación Interamericana de Locutores: había sido elegido presidente de la organización en 1958.
A Santiago regresó en 1963. Largo Farías, en una entrevista con la revista Análisis de septiembre de 1988, dijo: “Fue en México donde aprendí el cariño por lo propio, por lo nacional, al ver cómo los mexicanos aprecian su música. Así que siempre hubo un lugar para Margot Loyola, Violeta Parra, Gabriela Pizarro y todos los folcloristas, creadores e investigadores chilenos”.
Esa fue una de las inspiraciones para que a su regreso Largo Farías iniciara el programa radial que lo consagraría como una de las figuras fundamentales en la difusión de la música folclórica chilena: “Chile ríe y canta”, que se emitió por Radio Minería (fundada por la Sociedad Nacional de Minería en 1941). Su primera transmisión fue el 4 de septiembre de 1963.
El éxito fue inesperado. Fue este espacio el que vio nacer a muchos músicos nacionales y la forma de Largo Farías para combatir la monopolización cultural de países como Estados Unidos.

En la entrevista realizada por Carlos Valladares en Montreal en 1985, el locutor dijo que “Chile ríe y canta” nació tras encontrar que la radiodifusión estaba entregada a ritmos foráneos. “Elementos completamente extraños a nuestra idiosincrasia, elementos ajenos totalmente a nuestras inquietudes, a nuestra forma de ser como chilenos”, resumió.
Largo Farías invitaba al programa a solistas y conjuntos de todo Chile. Según relató el folclorista mexicano René Villanueva en su libro Cantares de la memoria, en 1963 Largo Farías reunió a 20 conjuntos folclóricos y 500 huasos en la Plaza de la Constitución.
Para Nano Acevedo, quien participaba en “Chile ríe y canta” y era amigo cercano de René Largo Farías, el programa era un espacio para compartir, difundir y, también, para crecer. Dice que Largo Farías jamás le cerró la puerta a nadie.
Esas puertas estaban en la calle Alonso de Ovalle 755 de la comuna de Santiago, donde se abrió la primera peña con el mismo nombre de su programa radial. Sobre la fecha de apertura no hay claridad. En el libro En busca de la música chilena, José Miguel Varas y Juan Pablo González señalan que se inauguró en 1966, pero en la revista Teleguía del 27 de septiembre de 1968 se presume que su inicio oficial fue ese año.
La capacidad para diversificarse que tenía René Largo Farías es reforzada por Manuel Vilches, periodista y folclorista.
—Hizo una peña, hizo giras, hizo discos, conciertos y radio. Se hablan muchas historias de él, de mucha generosidad.
La peña​​, una casa roja con un cartel luminoso que decía: “Aquí… Chile ríe y canta”, abría temprano. Durante el día, el espacio funcionaba como un restaurante. Por la noche, se animaba con la música de grupos de raíz tradicional y figuras que renovarían la escena. Actuaban en un escenario de tierra, rodeados de un mobiliario de madera sin barniz y pisos de paja. Solo en una noche se podían presentar 10 o 15 números artísticos.
Luis Hernán Oliveros narra los inicios de la peña.
—Ahí desfilaron cualquier cantidad de artistas: Patricio Manns, Rolando Alarcón, Héctor Pavez, Violeta Parra, Hilda Parra, Los Patricios, Cuncumén. Una infinidad de gente. La mayoría del partido que ahí se refugiaba.
Oliveros hoy tiene un restaurante cantina ubicado en el barrio Brasil llamado “A lo roto”. Todos los sábados hay un espectáculo denominado “Chile ríe y canta”, en honor a René Largo Farías.
La peña, literalmente, también era el hogar de Largo Farías y su familia. La peña y la música en la calle Alonso de Ovalle cesaron en septiembre del año 1973.

El triunfo de Salvador Allende en 1970 fue una alegría para muchos artistas que participaron en su campaña. “Nuestra peña de Alonso de Ovalle fue el cuartel general de los artistas populares, el centro de una intensa actividad. Por eso, el 4 de septiembre de 1970 ese fue también el lugar más alegre de Chile. Se bebió y se cantó́ hasta el amanecer. La cueca fue ama y señora de la fiesta”, escribió Largo Farías en su autobiografía Fue hermoso vivir contigo, compañera.
Largo Farías formó parte activa del nuevo gobierno: Allende lo nombró encargado de la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia de la República (OIR). Si bien era un puesto que le daba mayores facultades para difundir la cultura nacional, también limitaba el tiempo que podía pasar en la peña. Entonces la administración del espacio pasó casi por completo a su esposa María Cristina.

Salvador Allende apoyó el desarrollo de la cultura, y los artistas eran parte de su frente para esparcir los mensajes del nuevo gobierno. En el libro La cueca larga del Indio Pavez, el folclorista Carlos Valladares lo explica: “Allí reconoció (Allende) nuevamente que los artistas sabían sacarse los zapatos en las campañas populares, que eso él lo había sentido desde la primera vez que postuló a la presidencia. Pero ahora, el canto y el baile debían jugar un rol más decisivo: elevar el espíritu combativo de las masas populares para enfrentar pacíficamente, pero con serena firmeza, al imperialismo y la reacción”.
Una de las medidas del gobierno fue “El tren popular de la cultura”, parte de la medida Nº 40 del gobierno de Allende, que también establecía la creación del Instituto Nacional del Arte y la Cultura, además de escuelas de formación artísticas.
“El tren popular…” era una locomotora en la que viajaban alrededor de 60 artistas, muchos de ellos participantes de la peña “Chile ríe y canta”, para llevar la cultura al sur de Chile. Salió de Santiago el 15 de febrero de 1971. En el documental “El tren popular de la cultura”, de 2015, Nano Acevedo cuenta: “Para nosotros era una fiesta, imbuidos por esas ganas y esa tremenda voluntad que teníamos por el gobierno popular. Estaban todos nuestros sueños, los sueños de todo un pueblo puestos aquí”.

El 13 de septiembre, cerca del mediodía, el toque de queda se levantó. Largo Farías fue llamado por el Bando N° 19 para presentarse en el Ministerio de Defensa Nacional. Debía hacerlo. Era disposición de la Junta Militar. Acompañado de Ximena González, periodista de La Moneda, y Nano Acevedo, se acercó al consulado de México para buscar ayuda.
Nano Acevedo recuerda que fueron a dejarlo a pie desde la peña en Alonso de Ovalle hasta el consulado de México. Durante casi 30 cuadras escucharon bandos militares que se movilizaban diciendo: “Todas estas personas tienen que presentarse y van a ser detenidas”. Su mujer y su hijo fueron los primeros en viajar a México. A Largo Farías no se le dio tan fácil: el creador de “Chile ríe y canta” no tuvo la oportunidad de abordar un avión hasta un mes después debido a que los militares seguían negándole el salvoconducto. Era considerado “un delincuente peligroso” para el régimen. Su esposa le escribió desde México el 30 de septiembre de 1973: “Todo lo que te pueda contar de lo que aquí nos pasa será un pálido reflejo de la verdad. No es cordialidad, no es afecto, no es simple solidaridad, es algo tan grande, tan bello y tan bueno que solo sabe una llorar”.
El 13 de octubre, René Largo llegó a México. El locutor trabajó en el canal 13 de televisión como asesor de programación infantil y redactor institucional en el Ministerio de Pesca. En ese mismo período, su mujer, María Cristina Fracchia, fue diagnosticada de cáncer uterino. Murió la noche del 15 de junio de 1974.
Pasado un año, René Largo conocería a su siguiente esposa, Kira Díaz Amaro, una chilena exiliada en México, divorciada y con hijos.

Después de varios años en México, a finales de los 70, por una oferta de trabajo en la radioemisora Paz y Progreso de las organizaciones sociales soviéticas, Largo Farías viajó a la ex Unión Soviética. Ese mismo año fue invitado por su cuñado José Miguel Varas, periodista y Premio Nacional de Literatura, además de director de Radio Moscú, a trabajar en el programa “Escucha Chile”, que se emitía mundialmente en onda corta como forma de denuncia y resistencia a la dictadura de Pinochet.

Radio Moscú era una emisora internacional, propiedad del gobierno de la Unión Soviética. Funcionaba en un edificio de nueve pisos. Tenía decenas de estudios de grabación y una plantilla de trabajadores de todas las naciones. Se transmitía en casi todas las lenguas. Ahí,
con la ayuda de sus colegas, Largo Farías quiso revivir “Chile ríe y canta”, pero lo rebautizó como “Chile lucha y canta”. Además de música folclórica tradicional chilena, en el programa también sonaban canciones de protesta y otras creaciones artísticas populares que se producían en Europa o África. Al locutor comenzaron a llegarle cartas de chilenos que hacían resistencia en el país y de otros que vivían en el exilio. Algunos relataban su experiencia en la cárcel o le hablaban de la tortura y la nostalgia de retornar a su país.
Mientras fuma un cigarrillo fuera de su restaurante, Luis Hernán Oliveros recuerda su relación con Largo Farías mientras el locutor estaba fuera del territorio nacional.
—Mi comunicación con René hacia México era por cartas. Había que mandarlas a escondidas. Ahí tuvimos contacto y después lo perdí. Se fue a Rusia (URSS) con su familia y allá empezó a transmitir el programa “Chile lucha y canta”. Ahí volví a tener contacto con él. También estaba el programa “Escucha Chile”, que teníamos que escuchar con casetes debajo de la cama. Hay muchas vivencias ahí.
Su estancia en la ex Unión Soviética no fue extensa. Largo Farías jamás perdió la esperanza de regresar a Chile. Esto lo deja claro en una carta que tituló “Bitácora de una injusticia” y que fue publicada en 1984 en el Boletín de la Agrupación de Familiares de Relegados y Exrelegados. Ahí escribe: “Viví en el exilio 10 años y medio; hice innumerables gestiones para retornar con resultados infructuosos. En agosto de 1983 aparecí en una larga lista de chilenos autorizados por el gobierno militar para vivir (¡por fin!) en la Patria”.

Un año antes de su conversación con Carlos Valladares en Canadá, Largo Farías había regresado a Chile de su exilio. Fue una odisea. En dos ocasiones se le impidió el ingreso al país y cuando pudo hacerlo fue detenido. Lo subieron en un Fokker para 40 pasajeros rumbo a Coyhaique, donde lo embarcaron en un Cessna blindado por siete detectives rumbo a Lord Cochrane.
Luis Hernán Oliveros observa una fotografía actual del lugar donde estuvo el nuevo “Chile ríe y canta” y comenta que fue Largo Farías quien propuso revivir la peña. Le dijo: “Marcelo (apodo de Oliveros), busquemos una casa. Yo vengo con eso. Lo necesito urgente, empecemos ya a buscar la casa”.
En San Isidro 266 encontraron una casa que cumplía con los requisitos y que era tan grande como el espacio de Alonso de Ovalle. Pero Chile ya no era el mismo. La represión se sentía con fuerza. El folclore había cambiado de tono: dejó de ser popular y los grupos que seguían el ritmo del régimen parecían hacendados. Y los que estaban en la resistencia ya no cantaban de un Chile prometedor sino de recuperar su democracia.
Para Largo Farías, las cosas no resultaron fáciles. Intentó seguir con el programa radial “Chile ríe y canta”, pero fue difícil encontrar auspiciadores. Nano Acevedo recuerda:
—La vida para un profesional exitoso como él lo fue, y llegar a un país que ya no era casi el mismo. René estaba dolido y preocupado por la situación. (…) Un país castigado con la bota, más de tres mil muertos, gente asustada, gente con hambre.
Según sus amigos, en ese tiempo ocurrieron amedrentamientos contra Largo Farías y su peña. Hubo incidentes que involucraron a Carabineros. Nano Acevedo lo confirma:

—Si volviste y tu peña debería estar llena todos los días porque eres René Largo Farías. Pero quién te lo va a decir. A veces se llenaba y a veces no.

Largo Farías tenía agendado el 12 de octubre de 1992 un programa en la Radio Nacional dedicado al entonces llamado “Día de la raza”. El programa nunca se realizó. Luis Hernán Oliveros, quien ese día se encontraba en la Radio, recuerda:
—René siempre acostumbraba a llegar con 20 o 30 minutos adelantado a las citaciones, pero pasaban los minutos y no aparecía. Al final, cuando ya pasaba la hora, desde el departamento de periodistas y los radiocontroladores, junto con otras personas, me dijeron: “Esto no corre. Ya no. Se suspende”.
Nano Acevedo, quien también asistía al programa ese día, recuerda que cuando se enteró que no había llegado René se dijo: “No, esto sí que huele muy mal”.
Tanto para Nano Acevedo como para la familia y conocidos de Largo Farías fue muy difícil pensar que algo podía haberle pasado al locutor.
—Buscamos en los hospitales, comisarías, clínicas, consultorios, posta, todo lleno. Al final lo encontraron allá en la Quebrada Macul con la cabeza toda maltratada y ahí se acabó.
René Largo Farías fue encontrado malherido en Lo Cañas. Estaba agonizante. Había sido fuertemente golpeado en la cabeza por un objeto contundente. Las señales de violencia eran notorias. Tenía varias costillas rotas. Lo derivaron al Hospital Sótero del Río, donde murió el 15 de octubre de 1992 debido a las heridas.
Meses antes de su muerte, uno de sus socios había encontrado en el escritorio de la oficina de “Chile ríe y canta” una carta que amenazaba a Largo Farías. Su viuda, Kira Díaz, dijo en reiteradas ocasiones que su marido había recibido amenazas por carta y por teléfono.
Según el informe de autopsia, René Largo Farías tuvo un traumatismo cráneo encefálico, facial y torácico. Sufrió una contusión encefálica y una contusión del cuero cabelludo en las regiones temporal, frontal y parietal izquierda. Además, no se encontraron signos de arrastre en regiones fuera de la cara. Pero su muerte inmediata fue producto de un ataque cardíaco.
Pedro Valdivia, comandante a cargo de la Sección de Investigaciones Policiales de Carabineros (SIP), comenzó junto a la unidad la búsqueda del responsable de la muerte de René Largo Farías. El mismo día de su muerte, el entonces General Director Rodolfo Stange afirmó que la investigación por asesinato contra Largo Farías había llegado a un “feliz término”. La primera versión fue que el locutor había sido agredido por un grupo. Después se dijo que el culpable era Luis Bahamondes, un hombre de 27 años que recientemente había salido en libertad tras seis años encarcelado por robo con violencia.
Bahamondes fue declarado culpable de robo con homicidio. El acusado había firmado una declaración en la que se jactaba del crimen. Además había dos testigos que afirmaban haber visto a Bahamondes y Largo Farías en la peña del “Huaso Lucho” alrededor de las cuatro de la mañana del día en que lo encontraron.
Aunque parecía un crimen que se había resuelto con facilidad, el tiempo revelaría inconsistencias de la versión oficial. Uno de los primeros indicios fue la declaración de Bahamondes: afirmó que lo habían hecho firmar un papel cuyo contenido desconocía, porque era analfabeto. Luego, Bahamondes dijo que Carabineros lo había golpeado para que confesara. “No ratifico ni lo que declaré en Carabineros ni aquí en el tribunal, ya que estaba muy mareado y confundido. Soy inocente, no cometí el delito del que se me acusa, no sabía de lo que hablaba. Ese día, Carabineros me dio golpes de puño en las costillas. No vi quien me pegó”, declaró Bahamondes en el tribunal.
Otra de las pruebas de la 20º Comisaría de Puente Alto contra Bahamondes era ropa ensangrentada que habían encontrado en su casa. Juan Ernesto Díaz López, carabinero de dicha comisaría, dijo que la ropa había quedado en ese estado por los golpes que asestó a Largo Farías. Esto luego fue descartado. Se comprobó que la sangre ni siquiera era humana. Bahamondes había declarado con anterioridad que estuvo cazando en Melipilla.
El 26 de abril de 2005, la jueza del 17º Juzgado del Crimen de Santiago, Patricia González, condenó a Luis Bahamondes como único responsable del asesinato de René Largo Farías y descartó la existencia de un móvil político.
Pero ni familia ni amigos creen en esa versión.

Montreal. Domingo 29 de diciembre de 1985. René Largo Farías inicia la conversación con su amigo Carlos Valladares con una frase que hoy, tres décadas después de su muerte, adquiere otro sentido:
“Para la generación que no conozco ni me conoce, debo decir que mi nombre es René Largo Farías, trabajador de la cultura popular, cofundador y primer presidente del Sindicato de Locutores de Chile, expresidente de la Asociación Interamericana de Locutores. Pero por sobre todo, por sobre títulos y distinciones, un simple ser humano”.
Luego dirá:
“Yo no me considero político. Yo me considero un ser dotado de muchas condiciones para enfrentar a la injusticia”.

 

* Esta pieza forma parte del Especial “A 50 años del golpe”. Edición general: Juan Luis Salinas Toledo. Coordinación: Nicolás Lazo Jerez.