El productor general y director de comunicaciones de la Feria Internacional del Libro y de las Ciencias Sociales 2025 de la Municipalidad de Recoleta, conversa con Doble Espacio sobre la importancia de este evento cultural multidisciplinario y su objetivo de acercar la cultura y el pensamiento crítico a sectores populares.


Alonso Rojas fue uno de los hombres tras la nueva edición de la Feria Internacional del Libro y las Ciencias Sociales (FILCS) 2025, instancia municipal orquestada durante la semana y media contenida entre el 4 y el 13 de abril. El evento contó con la presencia de reputados invitados nacionales e internacionales, donde más de 35 editoriales pudieron vender y difundir sus libros. Gabriel Salazar, Francisca Solar, Jorge Baradit, Luis Slimming, Tata Barahona, Laura Esquivel, Darío Sztajnszrajber o Rita Segato, entre muchos otros artistas, fueron parte de la programación de la feria, participando a través de presentaciones de libros, conversatorios y espectáculos realizados en el escenario principal del zócalo de la Municipalidad de Recoleta.

La FILCS, creada en 2023, en sintonía con la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, se ha convertido en una de las ferias literarias más prestigiosas de la Región Metropolitana, a pesar de su juventud como proyecto. Sin embargo, es una maratón de esfuerzos: Rojas, como productor general y director de comunicaciones del proyecto, lo sabe bien. En esta entrevista analiza sus proyecciones.

– ¿Cómo surgió FILCS y bajo qué inspiración?

– Al principio fue muy difícil porque hubo que convencer a mucha gente. Nosotros teníamos como referencias a las ferias internacionales de Buenos Aires, Bogotá o Guadalajara; eventos largos de varios días. Queríamos hacer una instancia así porque en Chile, excepto la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago), las ferias literarias duran cuatro días como mucho. Nos parecía importante armar una feria de esas proporciones en un lugar distinto a Las Condes, Ñuñoa o Providencia, y Recoleta nos pareció un buen lugar para empezar el proyecto.

– ¿Cuáles fueron las mayores dificultades que enfrentaron en la organización de la primera feria?

– No es común que haya una feria del libro de estas proporciones en una comuna popular, entonces lo que nos decían, partiendo por las editoriales, es que no les convencía ir a estar diez días porque no estaban seguros de poder vender libros ahí. En Recoleta también hay una dimensión política que dificultó el proyecto y al principio costó que saliéramos en medios de comunicación de primera categoría. Fue muy difícil dar a conocer la feria, pero al menos hoy ya se ha instalado la marca y la gente confía en el proyecto.

– ¿Qué crees que hizo destacar a la FILCS en su primera edición?

– Para poder destacar y hacer de la feria una novedad vistosa y atractiva sabíamos que la programación era importante. Como era en Recoleta, una comuna no solo popular en términos de sus características culturales sino también en cuanto a su accesibilidad, sabíamos que el enganche tenía que ir por otro lado en comparación con otras ferias, así que nos concentramos en el programa y en traer a uno o dos autores más o menos importantes. Ahí pudimos traer por primera vez a Darío Sztajnszrajber y Rita Segato, entre otros, lo que dio visibilidad al evento.

– ¿Siguen priorizando un enfoque programático en la organización de la feria?

– El enfoque programático es muy importante para FILCS. No hay otra feria que tenga un programa tan robusto e invitados internacionales y nacionales tan connotados, y tampoco que reúna una diversidad tan amplia de disciplinas relacionadas con la literatura y las ciencias sociales. Nunca quisimos mantenernos cerrados en ese sentido. Uno de los objetivos principales de la feria no solo es vender libros, traer gente y fomentar la lectura, sino que también tener debates que promuevan el pensamiento crítico y este se puede fomentar a través de muchos medios: la literatura, escritura, lectura, música, comedia o hasta batallas de freestyle. Hay muchas herramientas para fomentar el pensamiento crítico, y queremos diferenciarnos de las ferias del libro tradicionales a través de eso. Otros eventos construyen un ambiente más cerrado e intelectualoide, lo que no está mal, pero nosotros queremos armar un espacio más abierto, atractivo y dinámico que al mismo tiempo te haga reflexionar. Por ejemplo, uno vino a ver la presentación de un libro, pero a las cinco de la tarde podía estar bailando con Chinoy y a las siete de la tarde estar escuchando a Luis Slimming, ¡y en un día tuvo de todo! Pero siempre con una perspectiva crítica y reflexiva, que ojalá te permita al menos cuestionarte algo.

– ¿Se proponen como objetivo atraer también a un público más joven al hábito de la lectura?

– Por supuesto que sí. La juventud tiene una frescura orgánica que es propia de su edad. Nosotros tratamos de conectar con eso, porque además la comunicación hoy principalmente se da en redes sociales y hay que saber manejar ese lenguaje, promoviendo a los autores según qué redes usan sus principales lectores. Por ejemplo, Marcello Musto, un experto en Marx, es un intelectual reconocido pero leído por una élite muy pequeña. Twitter (actual X) es la mejor forma de conectar con el público que lo va a venir a ver, así que lo publicitamos ahí. Otro ejemplo es Francisca Solar, que tiene un público más juvenil, entonces centramos la difusión por Instagram y TikTok.

“Lamento mucho que el gobierno no haya puesto un esfuerzo mayor”

– ¿Cuáles son las proyecciones de FILCS a mediano y largo plazo?

– FILCS es una marca que ya se está instalando, es reconocida y tiene un público no menor. Queremos seguir consolidando este público y crecer dentro de la comuna, lo que significa dos cosas: primero, ojalá poder hacerla más de una vez al año, y segundo, creo que la FILCS debería crecer espacialmente para poder albergar a 100, 150 o 200 editoriales. Podríamos crecer hacia la Plaza San Alberto, aunque creo que el objetivo debe ser llegar al Estadio de Recoleta, así tendríamos cinco o seis salas de presentaciones exclusivas de libros, un escenario gigante y un espacio para que quepan 100 o 150 stands. Ahí ya se consolidaría como la feria más grande de Chile en términos de espacialidad, programa y convocatoria. Igual esa es mi proyección; luego tienen que coincidir los intereses políticos y presupuestarios.

– ¿Crees que la feria pudo vencer los prejuicios a su alrededor y trascender más allá de dificultades políticas o de sesgo?

– Diría que sí. Hubo concejales que votaron para que esta feria no se hiciera y fueron todos los días a disfrutar de las charlas. Me parece bueno persuadir a gente que no estaba convencida. Se estaban sacando fotos, aparecían en los ping pong de Instagram… Me parece que está bien. Lo único es que ojalá el gobierno actual y los futuros vean también que este es un proyecto importante de hacer. Lamento mucho que un gobierno progresista no haya puesto un esfuerzo mayor para que esto creciera más.

– Considerando el contexto político nacional, ¿crees que la FILCS podría correr peligro ante un posible gobierno de extrema derecha?

– No, la verdad que no. Es un proyecto municipal, así que no creo. A veces los contextos obligan a que se tomen decisiones políticas distintas a las programáticas, por lo que tengo fe de que, independiente del color político del próximo gobierno, Filcs va a poder desarrollarse y crecer de igual manera.

 

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