El abogado y exdiplomático chileno en Irak, Jordania y Egipto, Nelson Hadad, analiza el conflicto entre Israel y Palestina tras el fin del alto al fuego el pasado 18 de marzo, particularmente, el rol de los organismos internacionales y la necesidad urgente de un acuerdo de paz ante la dura contingencia en Gaza.


El 21 de noviembre de 2024 la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto por crímenes de guerra y lesa humanidad contra dos altas figuras de Israel: el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant. En Chile, ese mismo día, el abogado y diplomático Nelson Hadad vio los frutos de un extenso trabajo de denuncia sobre el conflicto israelí-palestino que le entregó meses antes al fiscal de la instancia internacional, Karim Khan.

Hadad presentó un escrito de 47 páginas que fue respaldado por 620 abogados chilenos. Allí, en base a documentos y testimonios de palestinos sobrevivientes al conflicto con Israel que empezó el 2023, se consumó una denuncia que fue clave en la resolución que tiene hoy a Netanyahu y Gallant enfrentando un proceso judicial que los sindica como responsables de un ataque generalizado contra la población civil palestina.

Sin embargo, pese a una breve tregua entre Hamás e Israel decretada el 18 de marzo y a cuatro meses de emitir la orden de arresto, la guerra continúa. Para Hadad aquello evidencia la “eficacia relativa” que poseen las cortes internacionales, así como “la necesidad de una reforma estructural en la carta de las Naciones Unidas”.

No obstante, el exembajador, y actual académico de relaciones internacionales de la Universidad Central, mantiene la convicción de que lo que está ocurriendo en Palestina “no puede quedar sin sanción” por parte de la comunidad internacional, la cual, hasta ahora, no ha podido lograr el fin del conflicto armado que se reanudó tras el cese del alto al fuego.

Desde el inicio del conflicto Israel ignoró las sanciones y advertencias que los organismos internacionales realizaron por las acciones de su milicia en Palestina. ¿Cree que estas organizaciones están viviendo un declive en su capacidad de intervenir en conflictos internacionales?
Pasa que la eficacia de estos organismos es relativa: en primer lugar no reciben recursos propios, por lo que se financian con el capital de los países miembros. Ocurre también que, por ejemplo, los principales miembros de la CPI son los países europeos y latinoamericanos. Tanto Estados Unidos como China e Israel nunca quisieron suscribir el Estatuto de Roma. El caso de Estados Unidos es singular porque, más allá de haber promovido la creación de una corte penal permanente después de los juicios de Nuremberg y Tokio, no suscribe al estatuto, debido a que no quiere ver a sus tropas expuestas a los juicios que desarrolle la CPI. Por último, sucede que ni las cortes internacionales ni las Naciones Unidas (ONU) poseen una fuerza policial o militar propia para hacer cumplir sus resoluciones. Esto no es un tema de eficacia: las organizaciones cumplen su labor y lo han hecho bien, pero por el momento hay una debilidad en los términos que describí.

¿Es necesaria, entonces, una reforma a estas organizaciones?
Urge una reforma estructural. Los fallos de la Corte Internacional de Justicia, por ejemplo, para ser aprobados y ejecutados requieren de la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Y qué pasa con el Consejo de Seguridad? El veto. Basta un país que levante la mano y diga “me opongo al fallo” para que no se pueda ejecutar. Estamos frente a una visión atrasada, desactualizada de lo que debe ser hoy la carta de las Naciones Unidas. No es posible que en una votación tan importante como, por ejemplo, el alto al fuego y la tregua en Gaza, la representante de Estados Unidos se levante y diga “me opongo” cuando había 178 países en la Asamblea General que estaban por la tregua. Entonces, aquí hay un desequilibrio brutal en la toma de las decisiones que tiene que resolverse y que el mismo Presidente Gabriel Boric planteó en una intervención que tuvo en la Asamblea General.

Siendo Estados Unidos el principal contribuyente económico de la ONU, ¿considera posible esta reforma?
Ese es el gran problema. Tenemos que asumir la realidad respecto a la influencia estadounidense en las Naciones Unidas, pero de todas maneras tengo la convicción de que la situación en Gaza ha sido tan grave y dramática respecto a todo el conjunto de crímenes que se han cometido, especialmente los dirigidos a los niños y a las mujeres, que esto no puede quedar sin sanción. Pareciera que hay una completa deshumanización del pueblo palestino: como si el valor de sus vidas no fuera lo mismo que la vida de otros pueblos. Después del 7 de octubre el ministro de Defensa israelí dijo que iban a cortar todos los suministros en Gaza. Eso es usar el hambre como arma de guerra, lo cual se constituye dentro de la definición penal de genocidio. Hoy la cifra de muertos en Gaza, si bien no es exacta, pasa los 60 mil. Yo creo que si esto no es genocidio no sé qué es lo que podría ser definido como tal.

¿Cree que se puede llegar a una solución pacífica en este contexto?
La solución pacífica está a la mano: esa es la solución de los dos Estados. Palestina e Israel conviviendo en paz, seguridad y buena vecindad ,uno al lado del otro, en las fronteras previas a 1967, bajo límites seguros y reconocidas internacionalmente. Esa es la llamada solución binacional y está aprobada por la inmensa mayoría de los países que forman la comunidad internacional. Tiene que haber un acuerdo pacífico, justo y duradero. Esa es la solución, porque los palestinos jamás aceptarán que continúe la ocupación ni la posible anexión por la cual Israel va a incorporar los territorios palestinos bajo su soberanía.

¿Y por qué no se ha logrado concretar esta solución de los dos estados?
Benjamín Netanyahu ya dijo que no habrá un Estado Palestino. Por lo mismo pienso que tiene que haber una renovación en Israel. Netanyahu no puede ser el jefe negociador de la parte israelí en la mesa de las negociaciones si no está dispuesto a la construcción de un Estado Palestino. Él se puede reunir a negociar la paz, pero si no está dispuesto a eso, ¿de qué paz va a hablar? Y si ya sabemos que Netanyahu no quiere un Estado Palestino, tiene que ser reemplazado, porque si lo reeligen significaría que toda la sociedad israelí está de acuerdo con lo que está pasando y yo eso no lo creo. Yo creo que hay muchos judíos antisionistas que no están de acuerdo con lo que están realizando sus fuerzas armadas en Palestina.

La comunidad judía chilena afirmó hace algunas semanas que “la guerra terminaría mañana mismo si Hamás devolviera a los rehenes y depusiera sus armas”. ¿Qué piensa de estas declaraciones?
Hamás entiende que han pasado 76 años y no se ha logrado terminar la ocupación militar israelí con una resistencia pacífica por parte de los palestinos. El derecho internacional es muy claro: los protocolos adicionales a la cuarta convención de Ginebra del año 1949 establecen claramente el derecho de los pueblos que están bajo la opresión de una potencia extranjera a resistir y rechazar la ocupación por todos los medios a su alcance, incluida la opción militar. A eso se complementa la resolución N°3070 de las Naciones Unidas que establece este mismo derecho. Lo importante en esto siempre es que hay que respetar a los civiles de ambos lados. No hay ninguna resistencia que pueda permitirse atacar, violentar o matar a los civiles de ningún bando.

Dentro de esta misma comunidad, y también a nivel internacional, han proliferado las acusaciones de antisemitismo contra personas o comunidades críticas a las acciones de Israel. ¿Por qué cree que sucede esto?
No creo que hayan aumentado los discursos antisemitas en el último tiempo. Lo que hay es simplemente una crítica estrictamente política y dirigida también de forma nominativa en contra los responsables de esta masacre que son el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y el ministro de Defensa. Esta crítica no atenta ni afecta al pueblo judío ni a la religión judía.

Hace casi un mes, el Presidente de Estado Unidos, Donald Trump, publicó un video en donde muestra su visión de una “nueva franja de Gaza”. ¿Qué opina?
La verdad es que esta idea de Trump y Netanyahu de convertir a la Franja de Gaza en una especie de “riviera francesa” no tiene una lógica racional. Para empezar, vulnera la carta de la ONU, el derecho internacional humanitario, el Estatuto de Roma, pero, por sobre todo, la protección que deben recibir los palestinos de acuerdo a la normativa de las Naciones Unidas. Además, esta transformación de Gaza implica que el pueblo palestino tendrá que abandonar su tierra, lo cual nunca pasará. Por lo mismo siempre se dice que este conflicto no tiene una solución militar: eso sería simplemente condenar al pueblo palestino al exterminio.

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