Fue la única chilena en el ranking -versión especial para estudiantes universitarias- y hoy busca financiamiento para concretar su innovador proyecto: un suplemento, en base a murtilla, para combatir el hígado graso. En conversación con Doble Espacio habla sobre su tesis, las mujeres de su familia y las brechas de género que se mantienen en el área.


Nutricionista de la Universidad de Chile y candidata a magíster en Nutrición y Alimentos de la misma casa de estudios, Denisse Uribe fue la única chilena reconocida en la última versión del premio 25 Mujeres en la Ciencia, de la multinacional 3M. La compañía ha expresado que el reconocimiento estuvo enfocado en “aumentar la visibilidad de las mujeres en el campo científico e inspirar a niñas, jóvenes y mujeres en estos países a estudiar disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics)”, es decir, a mujeres que se especialicen en los estudios de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y en las matemáticas.

Sin embargo, el reconocimiento, más allá de la atención mediática, no involucró una fuente de financiamiento concreto para la tesis de Uribe, un elemento de primera necesidad para desarrollar proyectos investigativos de categoría. En conversación con Doble Espacio, la científica habla sobre los detalles de su trabajo, la falta de financiamiento a la ciencia en Chile, las brechas de género que prevalecen en carreras STEM y cómo la curiosidad cruza las fronteras.

-¿Por qué la murtilla en específico?

-Tuvimos bastantes ideas de qué era lo que queríamos trabajar, pero siempre hay que ver la disponibilidad. Elegimos la murtilla porque una de las profesoras con las que colaboramos tenía ya el extracto y la caracterización de los polifenoles de la murtilla. Por lo que era mucho más fácil poder conseguirlo. Incluso, conocía ya a las personas que lo distribuían.
Además de contar con la disponibilidad, buscábamos que fuese algo que tuviese un impacto a nivel de economía circular, ya que precisamente se trabaja con comunidades recolectoras de murtilla. Algo que resulta beneficioso, ya que se genera un lazo entre las comunidades, primero por el acceso, y segundo porque a ellos también les sirve, es otra forma de comercializar ciertas cosas.

 

-Se estima que hay entre un 20 y 30% de chilenos que tienen hígado graso, y que aumenta en casos de obesidad. Respecto a este punto, ¿cuál es el problema de salud pública que viene a combatir este suplemento?
-Este tipo de abordajes pretenden facilitar el tratamiento contra enfermedades hepáticas, porque actualmente no hay ningún tratamiento farmacológico para el hígado graso. Hay que considerar que son patologías muy silenciosas, que se pueden detectar con algunos exámenes de sangre o con una eco abdominal. No existe un examen de rutina, ni mucho menos un perfil lipídico -que se haga tan seguido- y tampoco, ciertos exámenes bioquímicos que podrían ser mucho más útiles para facilitar la detección.

Pasa mucho que, en Chile, la forma en la que esta enfermedad golpea a los distintos estratos sociales, es precisamente por el estilo de vida y el tipo de alimentación. Es más, la mayoría de las nutricionistas dicen que el usuario no puede hacerse cargo de todo, que no puede centrar todo el tratamiento en cómo se comporta el paciente. Entonces, el suplemento viene a favorecer estos procedimientos médicos.

 

-Sobre el proyecto, ¿qué falta todavía para concretar la iniciativa a cabalidad?
-Recursos, como todo en Chile. Primero, faltan algunos experimentos y analizar a nivel de expresión genética qué es lo que hay. Ver si es que los resultados que tenemos están siendo significativos a nivel estadístico. Por ejemplo, tenemos imágenes -cortes histológicos- donde se ve la diferencia, uno ve que un hígado que debería haber estado lleno de grasa no lo está porque tuvo el tratamiento, entonces tiene menos células grasas o adiposas.

 

-Respecto a su ingesta y a los estudios realizados, ¿el suplemento es seguro para el metabolismo?
-En este caso, por el tipo de extracto, es seguro para el tejido celular, y lo bueno es que como ya hicimos bastantes estudios en una fase experimental bien detallada, podemos tener estos suplementos más fácilmente para población humana. No son algo de otro mundo, son extracciones bastante simples. Pero, como comentaba antes, necesitamos recursos. Hay programas de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) que pueden apoyar en eso: traer nuestra idea y ver qué producto podemos sacar para generar un acercamiento hacia la población.

 

-¿Cómo opera el tema del financiamiento en Chile? Uno pensaría que es más fácil de obtener al tener a la Universidad de Chile detrás.
-El proceso 3M no me genera ninguna ganancia económica. Solamente está la exposición del proyecto -que para mí ha sido súper bueno-, y también me sirve mucho a nivel curricular, para poder postular a algún tipo de fondos, porque en Chile funciona todo con fondos. Entonces, ahora hay que postular a los programas que están orientados a eso, ya que existe uno que se dedica a materializar lo que hiciste en tu tesis. En la Universidad de Chile, por ejemplo, hay programas internos de fondos concursables, pero hay un montón de gente que está en la misma situación que yo, que postula muchas iniciativas. Entonces, “La Chile”es un buen semillero para poder decir “mira, cuentas con el respaldo de la universidad”. A pesar de cualquier cosa, estar en “La Chile” nos sirve siempre.

 

-3M es una iniciativa privada, ¿crees que es suficiente lo que hay para apoyar la innovación, ciencia e investigación?
-No, el país está al debe, todavía hay necesidad de muchos más fondos que se pudiesen redireccionar, porque sabemos que la ciencia no es el producto de exportación número uno en Chile, no somos un país que funcione en base a eso actualmente, y de a poco se ha ido abriendo espacios, pero todavía falta mucho. Yo postulé a becas para el magíster, pero no gané nada. Ha sido un proceso para mí esforzado, para mi familia que me está apoyando también, pero falta. También, creo que es necesario generar un espacio importante para las mujeres en la ciencia, así como hay carreras que pueden tener este estímulo de cupos para mujeres, uno desearía que eso no fuese así, porque realmente la cancha no está pareja, para nosotras es complejo. En el caso de algunas mujeres, que tienen hijos, todo se pone cuesta arriba, eso es muy cierto, eso no ha cambiado, ha mejorado, pero todavía existe.

 

-¿Qué tanto te ayuda efectivamente esta difusión a que el proyecto llegue a puerto?
-Mira, todavía no ha pasado nada. No hemos tenido nada más que visibilización, que se agradece obviamente, pero en lo concreto, no hemos tenido esta recepción quizás como la que hubiésemos querido. De todos modos, es muy pronto para verlo. Quizás más adelante, pero actualmente todavía estamos igual que siempre.

 

-¿Por qué la ciencia sigue siendo una disciplina tan excluyente con las mujeres?
-Personalmente yo no he tenido una mala experiencia, pero sí tengo conocimiento de que a otras colegas les ha sucedido en el área de la ciencia, que es difícil, porque está la idea más anticuada de pensar que una mujer es más emocional o que no puede trabajar de ciertas cosas. Eso existe, y por mucho que haya mejorado, sigue siendo una realidad para algunas. Para mí ha sido un proceso súper beneficioso, he tenido muy buena llegada, pero sí he notado en otras compañeras o incluso docentes que han tenido experiencias de ese tipo porque son mujeres, y que han tenido que recibir tratos que uno sabe que no se los diría a un hombre.

 

-¿Cuál es el mensaje que te gustaría dar?
-Tengo la suerte de tener una familia numerosa, con muchas niñas. Y veo a mis primas pequeñas que son tan inteligentes. Yo no vengo de una familia de muchos recursos, vivo en Quinta Normal, en un barrio promedio como el 90% de la gente de Chile. Entonces, yo creo que eso es muy valioso porque uno ve que la curiosidad es innata y traspasa todo. Eso es algo que uno puede estimular en niñas. La posibilidad de tener iniciativas estilo Penta UC son maravillosas porque tú le das a niñas la posibilidad de explotar su conocimiento. Las mujeres tenemos un punto donde dejamos de preocuparnos, empezamos a pensar que no somos capaces. Y a mí también me pasó eso. Esa cantidad de dudas que uno presenta y que es tan común,

 

-Pero no debería serlo…
-Claro, no debería ser normal pensar que un hombre siempre va a ser mejor en matemáticas, porque no es real. Las capacidades no están determinadas por un aspecto genético, es por un componente totalmente social, conductual, que es algo que hemos tenido que ir remediando a lo largo de los años. Lo mismo pasa a la inversa: pensar que un hombre no puede generar una carrera orientada hacia el cuidado también es una idea muy machista. Entonces, creo que por allá va la necesidad de equiparar, de mostrar que todos podemos realizar dentro de nuestras propias diferencias los distintos roles que se presentan en estas áreas, sobre todo a nivel científico.

 

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