El arqueólogo y miembro fundador de la fundación Raíces Patrimoniales, Ignacio Monroy, explica a Doble Espacio el rol de los arqueólogos en el Chile actual y la importancia de democratizar el conocimiento histórico nacional hacia nuevos públicos y generaciones.


La forma de conocer el pasado de los lugares que habitamos es a través de la investigación como herramienta para contrastar los relatos tradicionales. Los arqueólogos en Chile tienen la tarea de reconocer a través de –objetos, materialidades y espacios– la forma en que se desarrollaban las sociedades en el pasado. Algo así como “reconstruir historias que no se pueden observar”.

Ignacio Monroy, arqueólogo de la Universidad de Chile y miembro fundador de la fundación Raíces Patrimoniales, especializada en la difusión del conocimiento arqueológico nacional, afirma que existe un interés que crece por parte de los chilenos para conocer los descubrimientos realizados en el campo de trabajo.

“Cuando las personas se aproximan y conocen el terreno, además de mirar lo que se está encontrando, cambian un poco la mirada. Conectan con acontecimientos del pasado y se dan cuenta de que antes hubo personas y comunidades, además de formas de vivir distintas. Eso les llama mucho la atención”, explica el arqueólogo.

En la actualidad, la entidad estatal que se encarga de gran parte del trabajo de los arqueólogos en Chile es el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), dependiente del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Según la web del consejo, hasta 2024, existen 73 monumentos arqueológicos declarados por decreto.

Pero más allá del patrimonio, también está la tarea de investigar el impacto ambiental en el ecosistema y la investigación académica. Esto, aunque todas esas dimensiones tienen algo en común: explorar un pasado común con piezas históricas.

 

Descubrir el pasado

—¿Qué es lo que a día de hoy hace un arqueólogo?

—La mayoría de los arqueólogos se desempeña en el ámbito del impacto ambiental, haciendo estudios de componentes o patrimonio arqueológico, también ligado a consultorías. Otro lado es el tema de la investigación, ligado al concurso de fondos estatales, además de una dimensión administrativa que está relacionada al funcionamiento del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

—¿Cuál es el propósito de la Fundación Raíces Patrimoniales?

—Nos interesa aproximar todo este conocimiento arqueológico vinculado a la academia e investigación a personas que conviven día a día con ese patrimonio en los alrededores, y que en ocasiones no se percibe. También, está la idea de aproximar ese conocimiento a otras esferas que no tienen que ver necesariamente con la academia, tales como colegios, escuelas, a organizaciones sociales.

—¿Les interesa que personas no familiarizadas aprendan sobre arqueología?

—Sí. Queremos tratar de darle un giro a ese conocimiento, aterrizarlo y lograr que las personas sepan. Porque con eso valorizan nuestra tarea. Este puede ser variado, pero finalmente repercute en que la gente o cuide, se interese y quiera aprender de esa historia con el que convive.

La Fundación, creada también junto a los arqueólogos Álvaro Bravo y Rodrigo Alvarado, funciona como un medio de difusión sobre investigación y conclusiones de trabajos arqueológicos realizados en Chile. Su última publicación está relacionada con el proyecto de una desaladora en la localidad de El Panul (región de Coquimbo). Allí, se explican los hallazgos principales y las operaciones realizadas dentro del territorio.

—Teníamos la idea y habíamos postulado a fondos concursables. No ganamos, pero pensamos que “si esperamos ganarnos un fondo para poder llevar a cabo este tipo de proyectos, vamos a estar todo el rato esperando”. Entonces, decidimos sacarlo adelante, y en base a eso  -dado que para algunos fondos sirve tener la personalidad jurídica-decidimos que en términos de representatividad y presentación era más conveniente tener una organización que nos respaldara.

¿A los chilenos les interesa el trabajo que se hace en patrimonio?

—Por lo general desde la esfera técnica y académica la arqueología se ve muy árida. Pero cuando las personas se aproximan y conocen el terreno, o ven lo que se está́ encontrando, cambia un poco la mirada.

En ese caso, ¿es responsabilidad de los arqueólogos que eso ocurra?

—Claro. Si se trabaja bien y se da la importancia que requiere con otro tipo de proyectos, yo creo que ese interés puede generalizarse en la población, como puede también motivar a proteger, cuidar, informarse, estudiar y conocer.

—¿Podría considerarse que la labor de los arqueólogos es “molesta” para otros rubros?

—A nivel país han salido varias columnas en diarios donde se acusa que existiera algo así como un cartel de arqueología que detiene el progreso del país. Ese tema es molesto para los proyectos de inversión, porque, de alguna manera, van a intervenir o hacer estudios previos en los terrenos. Pero hay un marco legal que exige que ello se cumpla. Y nosotros queremos que sea así. La forma en que se aborda lo podemos discutir, pero tiene una relevancia solo por el hecho de que esas investigaciones sirven para comprender y testificar nuestro pasado.

La Fundación Raíces Patrimoniales presentando una ponencia en el Seminario de Arqueología del NSA (Norte semi-árido), organizado por el Instituto de Estudios Aplicados de la Escuela de Antropología UC. Fotografía: Raíces Patrimoniales.

 

En miras al futuro

Ante las transformaciones tecnológicas y los cambios en las formas de investigar, además de avances en la utilización de dispositivos como la Inteligencia Artificial (IA), el trabajo de los arqueólogos sufre de transformaciones. En ese terreno, también surgen una serie de desafíos que la disciplina debe de superar para generar investigaciones precisas, como así también mejorar la producción científica relacionada a piezas y materialidades de la antigüedad.

—¿Cómo crees que será el futuro de la arqueología?

Actualmente, por ejemplo, se está usando la Inteligencia Artificial para dejar registro, como también reconstruir piezas que se encuentran. Las tecnologías que ahora se están usando en la arqueología son todavía bastante incipientes, pero han generado buenos productos. Creo que el principal futuro de lo arqueológico dependerá mucho de poder generar un vínculo de aprendizaje con las comunidades, para así socializar ese conocimiento técnico y hacerlo entendible. Como también desde la idea de generar un diálogo.

—¿Qué otros desafíos consideras que son relevantes dentro de esta percepción?

—El cómo se evalúa el medio ambiente, y también la discusión académica que se genera de eso; sin embargo, lo más importante creo que se relaciona con el compartir ese conocimiento generado y generar un vínculo entre las comunidades donde se trabaja estas reconstrucciones del pasado.

 

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