Cada fin de semana, en la fachada de la parroquia la Estampa de Nuestra Señora del Carmen en plena avenida Independencia, Nohelia López Montilla (47) y su hijo Gabriel Palencia López (17) venden postres de jalea y leche asada por la mañana. Luego, cuando cae la noche, vienen los completos. Gabriel, afectado por secuelas de parálisis cerebral, y su madre trabajan — en este caso como ambulantes… para mantener una buena calidad de vida. Un domingo cualquiera, mientras se realizaban bautizos y ceremonias de primera comunión dentro de la parroquia, fuera de ella, un batallón de amor llegó a verlos, comprando toda su mercancía y multiplicando sus ganancias.


El caso de Nohelia y Gabriel no es único en Chile. En el Boletín Estadístico de Informalidad Laboral del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), se refleja que un 27% de la población ocupada trabaja en condiciones de informalidad, sin acceso a beneficios laborales ni seguridad social. Esta cifra pone en evidencia las dificultades de miles de familias que, como ellos, deben recurrir a emprendimientos informales para subsistir.

Redes solidarias

Los denominados “batallones de amor” son iniciativas solidarias que ayudan —con un tono evidentemente religioso— a vendedores ambulantes vulnerables de distintas edades. Los casos para ser acogidos se difunden a través de redes sociales, donde una multitud de personas independientes acuerda un punto y un horario de encuentro para ir donde se necesite. El primer país que marcó la partida de estas actividades fue Venezuela, país donde cientos de videos de las actividades comenzaron a multiplicarse en plataformas.La primera activación de un batallón de amor a nivel mundial, fue publicado el 6 de Octubre de este año en la plataforma Tik Tok.

Los organizadores en Chile, comentan que las primeras actividades fueron lideradas por la venezolana Andrea Acosta (@andre_emprende en redes sociales) en la ciudad de Maracaibo en Venezuela. 

Micaela Georgina Ortuño (31) , por su parte,  más conocida como “Gina”, originaria de Bolivia y residente en nuestro país, se contagió por lo que llama un “sentimiento de ayudar”, lo que la incentivó a organizar el encuentro inicial que dio pie al primer batallón de amor en Chile. (@batallondeamor.chile en Tik Tok).

Sería tan bonito hacer algo así por Chile por tantas oportunidades y cosas maravillosas que me dio este país. Me dio lindas personas, me ayudó a surgir y me sanó. Entonces yo vi que esta era la manera de poder agradecerle a Chile las cosas buenas que me trajo venir a este país.

La organización es independiente a partidos políticos y tampoco dice tener adherencia a alguna religión. Aún así, Gina comenta que para ellos, la fe es fundamental para realizar las actividades: “Nosotros pensamos que somos una herramienta de Dios, que llegamos para darle a las personas un día de esperanza para que no se rindan. Por eso, cuando hacemos nuestras actividades, siempre iniciamos con una oración. Esto es gracias a Dios y sentimos que es como si él estuviera actuando a través de nosotros, siempre nos encomendamos a él para que todo salga excelente”.

La iniciativa ha crecido significativamente, pasando de un pequeño grupo de participantes a una red de más de 200 personas organizadas a través de encuestas y redes sociales. Gina ya es conocida en diferentes lugares del país dónde se han replicado las actividades, incluyendo ciudades como Concepción, Iquique y Valparaíso. El grupo dedicado a visibilizar casos de la región metropolitana decide llevar un  “batallón de amor” al lugar donde trabaja Nohelia y su hijo Gabriel, ambos de nacionalidad venezolana. 

Actualmente, Gabriel se recupera de una cirugía realizada hace cinco meses. Antes de la operación, hasta podía desplazarse solo al baño, pero ahora enfrenta dificultades debido a la debilidad muscular. A lo largo de la semana, su madre lo lleva  a las terapias en Teletón y lo apoya en su desarrollo académico.

Apoyo en marcha

La cita para los asistentes era a las once de la mañana en el Mall Barrio Independencia, a pasos del lugar escogido (en plena avenida Independencia, cercano a la esquina con calle Olivos). Esta vez la difusión del proyecto se había realizado con dos días de anticipación a través de redes sociales, con la indicación de llegar a la icónica pileta de agua ubicada al interior del centro comercial. Los organizadores llegarían como siempre al lugar de encuentro, por lo menos, una hora antes que los asistentes, con la credencial de color verde que los identifica.

Fue así,  como esa mañana, las personas comenzaron a llegar a las diez y media, tras ver a Nohelia y Gabriel mediante Instagram y Tik Tok. El ambiente se tornó alegre y abierto. Llegaron familias completas con bebés, niños y abuelos, también  jóvenes de distintas nacionalidades.

Una oración marca el inicio de la jornada agradeciendo a los participantes. La organización es sencilla: los treinta participantes deben llegar en fila, permaneciendo en silencio para sorprender a los afortunados del fin de semana. Con globos blancos y una bandera chilena. 

Esta vez los beneficiados recibieron los aportes con lágrimas y sonrisas —al mismo tiempo, como en una confusión de emociones— . Nohelia respondió tiernamente a las muestras de cariño de todos los participantes, los aplausos se sucedieron por quince minutos y los asistentes compraron un postre. 

—Dios le multiplique a todos los que aportaron y le compraron a Gabriel, de verdad todo es para él, todo lo que hago es por él. 

Los “batallones de amor” no resuelven la informalidad laboral ni las carencias estructurales que afectan a miles de familias, pero intentan entregar  “esperanza de que el valor solidario si existe y puede cambiar el día de cualquier persona que lo necesite”, asegura uno de sus miembros.