La exposición organizada por el Centro Cultural La Moneda agrupa en dos salas un recorrido por la obra pictórica de José Venturelli, referente chileno del arte latinoamericano en el mundo a meses de conmemorar su centenario. A través de un viaje por su vida, en la muestra se rescata su compromiso político y social con las artes visuales. Estará abierta al público desde el 20 de diciembre hasta el 6 de abril de 2025 con entrada liberada.
Existen artistas que su obra ha trascendido generaciones y fronteras. Ese es el caso de José Venturelli: artista visual y muralista chileno, figura del arte latinoamericano, quien nació hace cien años y falleció en 1988. Para su conmemoración, el Centro Cultural La Moneda preparó una exposición que representa su trayectoria artística, además de sus visiones sobre la universalidad, el compromiso social y la política.
La muestra “Centenario José Venturelli”, curada por Inés Ortega-Márquez y Christian Leyssen, contó con la colaboración de Malva Venturelli, nieta del artista y directora de la Fundación José Venturelli.
Esta retrospectiva aborda cerca de 470 obras, objetos y materiales de trabajo que exhiben las etapas más importantes de su realización artística. Esto, a lo largo de un viaje por cinco “periodos productivos” que vivió tanto en su tierra natal y el extranjero: Chile, China, Cuba y Suiza.
La obra de Venturelli ahonda en compromiso político, humanismo y estético, con el fin de difundir un mensaje social a través de un espacio de colores, trazos y materialidades producto de diversas influencias artísticas. “Esta retrospectiva debe significar un reconocimiento del artista a nivel global, además de un reposicionamiento de su nombre y de su obra en la historia del arte del siglo XX”, explica Inés Ortega-Márquez, curadora de la exposición.
Si bien, la gran mayoría de la exhibición está constituída por elementos pertenecientes a la Fundación José Venturelli, diez obras corresponden a préstamos de parte de colecciones privadas.
“Creo que el público necesita de esta muestra. Sobre todo el público chileno de a pie, que quiere cosas nuevas, ver arte, conocer, pasear. Aquí se encuentra con una diversidad de imágenes en un mismo artista”, comenta para Doble Espacio Christian Leyssen, profesor y curador de la muestra y la Fundación José Venturelli.
Un artista nómade
José Venturelli, nacido en 1924, ingresó a los 17 años a la Academia de Bellas Artes de la Universidad de Chile, lugar donde aprendió la técnica del grabado y desarrolló obras de murales. Fue en ese período donde colaboró con el artista mexicano David Alfaro Siqueiros para la realización del mural perteneciente a la Escuela México de Chillán. El interés por la hermandad, la naturaleza y el compromiso social fue algo que desarrolló en su juventud y le acompañó por el resto de su carrera artística.
En 1949 llegó a la República Popular de China junto a su familia, donde entabla amistad con Qi Baishi: artista canónico del arte moderno oriental y referente de pintores europeos como Pablo Picasso. En su estadía, aprendió las técnicas tradicionales de arte chino para retratar a la gente común y sus costumbres. Fue también profesor en la Universidad de Beijing, y una figura fundamental en la enseñanza de técnicas occidentales en Asia.
En las obras de este período retrata a Paz, su hija, quién se crio en China y de adulta continuó con la preservación del legado de su padre en la Fundación José Venturelli. Es a ella a quién le dedica obras como Retrato de Paz (1954) o La colegiala (1958).
Si bien, Venturelli nunca estuvo interesado en la política, sí lo estuvo en la diplomacia. Es reconocido por ser el principal artífice para que Chile entablara relaciones internacionales con la República Popular de China, como también ser el primer país latinoamericano en reconocer a la naciente república asiática.
Entre medio, viajó por territorios como Brasil, México, la Unión Soviética, Alemania, Checoslovaquia, entre otros. Allí se contagió de una cultura extranjera y conoció a personalidades del arte como Cándido Portinari, Pablo Picasso y el arquitecto Oscar Niemeyer.
Luego, en 1959, llegó a Cuba y ofreció ayuda al gobierno cubano para colaborar con el Consejo de Cultura local. Allí ayudó a crear el Taller Experimental de Gráfica de La Habana tres años más tarde. Su estadía en el país que luego dejó por su adhesión a los ideales del maoísmo chino se reflejaron en murales como Homenaje a Camilo Cienfuegos (1961) o Declaración de La Habana (1964).
“El oficio de pintar”
Del territorio cubano vuelve a Chile en 1965 con el fin de observar los paisajes y la fauna chilena que añoró durante sus años en el extranjero. Al mismo tiempo, participó de los movimientos sociales y políticos de la época, como la victoria del Presidente Salvador Allende y la construcción del edificio UNCTAD-III (actual Centro Cultural Gabriela Mistral), en el que realizó su reconocido mural Chile (1972).
Tras el golpe de Estado en 1973, Venturelli se exilia en Suiza, país en donde adopta una posición de observador de las acciones de la Junta Militar desde una posición crítica y solidaria por la persecución y el sufrimiento de sus compatriotas. Ese mismo año también colabora junto con organizaciones como la ONU y Unicef en la realización de afiches e ilustraciones.
José Venturelli muere un 17 de septiembre de 1988 tras dejar un legado inquebrantable en el arte latinoamericano. Las obras del artista forman parte de colecciones artísticas privadas, así como también parte del catálogo del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Museo Nacional de Bellas Artes y centros culturales de todo el mundo.
Más allá de la grandeza de su obra y el reconocimiento de sus pares, José Venturelli percibió el trabajo del pintor como un oficio. La muestra del Centro Cultural La Moneda, además de las obras que reflejan su recorrido artístico, también enseñan sus útiles de trabajo, además de archivos personales y apariciones en prensa.
Para el curador Christian Leyssen, la forma en que Venturelli pensaba su oficio concuerda con el comprender el trabajo como algo que ofrece dignidad y humildad a los seres humanos. Desde esa posición, los temas que reflejó en sus trabajos siguen siendo vigentes a décadas de su realización.
Al hablar sobre si José Venturelli, en la pintura, estaría al mismo nivel que el poeta Pablo Neruda en la literatura, Leyssen explica a Doble Espacio que “ese nivel de importancia lo tiene por todo lo que integró y cruzó. Gracias a su manera de entender el realismo como un elemento integrador de lenguajes, podemos ver que el arte a su vez sirve para integrar pueblos y cohesionar a la sociedad”.
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