El doctor en Estudios Culturales aborda la situación cultural a raíz de la discusión presupuestaria que se dio en la Comisión Mixta de la Cámara de Diputados, donde en un principio se rechazaron numerosas partidas financieras de ese ministerio. Ante esto, Peters destaca los problemas de la institución para ejecutar el presupuesto, aborda la meta gubernamental de alcanzar el 1% del gasto público en cultura, los problemas para abarcar la totalidad de los montos asignados, donde en el mismo edificio ministerial no existe el espacio físico para ejecutar de forma profesional las propuestas esperadas,  y la actual  situación del mundo cultural en Chile.

 

El pasado noviembre, durante la discusión general de la Ley de Presupuestos que regirá desde 2025, la Comisión Mixta de la Cámara de Diputados rechazó el financiamiento para una serie de iniciativas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, las que incluían el Pase Cultural, fondos a museos y sitios de memoria, entre otros espacios. Esto provocó un encendido debate desde el oficialismo y el mundo cultural, quienes bajo la consigna “No es un gasto, es una inversión” fundaron sus críticas hacía la Cámara con el argumento de que la cultura constituye un aporte vital para la construcción del patrimonio, la identidad y la sociedad chilena.

Tras días de discusión, el oficialismo dio un vuelco en los resultados de la comisión mixta, lo que repuso todos los elementos fiscales que habían sido rechazados, aprobando un presupuesto de aproximadamente $481.288 millones. Esto constituye un aumento del 46% con respecto al presupuesto cultural de 2024, pasando del 0,43% del gasto público al 0,52%. 

 

No obstante, desde el Observatorio de Políticas Culturales (OPC) se advirtió que aquello no constituye un real incremento de los montos, sino más bien un traspaso de elementos de otros ministerios, como Salud y Educación, a Cultura. Asimismo, la sensación de precariedad y exclusión por parte de la comunidad cultural sigue de manifiesto tras las discusiones generadas en la Cámara de Diputados, las que no solo apuntan hacia la oposición, sino también a las gestiones actuales del oficialismo y la meta gubernamental del programa de Gabriel Boric de que el área cultural alcance en Chile el 1% del PIB.

En conversación con Doble Espacio, el sociólogo, doctor en Estudios Culturales y académico de la Universidad de Chile, Tomás Peters, aborda los obstáculos que enfrenta el sector cultural chileno, y argumenta que la raíz del problema se origina en una simplificación del concepto de cultura por parte de las instituciones gubernamentales. También comenta sobre la problemática presupuestaria que ha atravesado el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Patrimonios (Mincap) durante varios años, y en diferentes gobiernos.

 

  • En su momento, ¿a qué se debió el rechazo de gran parte del presupuesto cultural por parte de la Cámara?

 

En cultura esto no es primera vez que ocurre. Es parte de un juego político que se ha repetido. Sin embargo, este año hubo una suerte de mayor discusión porque la ministra —Carolina Arredondo— venía desde hace meses anunciando un aumento presupuestario inédito en la historia de Chile.

 

  • ¿Cómo si ya fuera un hecho?

 

Claro. Se empezó a armar un escenario comunicacional que decía que el aumento era histórico. Esto, sumado con lo que pasó en GAM que se señalaba que había un déficit presupuestario de unos $500 millones, y que el director ejecutivo —Felipe Mella— ganaba más de $8 millones, lo que era mucho más de lo que gana el Presidente de la República. También, las fundaciones Procultura, como Democracia Viva, crearon una idea de que el ámbito cultural no solo estaba teniendo un aumento presupuestario, sino que había un despilfarro de los recursos públicos. Con la suma de estos elementos, la derecha empezó a cuestionar el presupuesto.

 

Ahora, si bien esto es una medida de fuerza entre oposición y oficialismo, no creo que exista un cuestionamiento hacia la cultura por parte de la derecha. Más que un elemento ideológico, o un rechazo a este mundo, la gran discusión de la derecha con respecto al mundo de la cultura tiene que ver con si efectivamente los dineros dirigidos hacia el Mincap son bien administrados.

 

  •  ¿Cómo han utilizado los recursos desde el Mincap?

 

Hay que recordar que el Ministerio de Cultura tiene un problema de varios años, y de varios gobiernos, y es que no logra ejecutar al 100% su presupuesto. Es decir, tienen que devolver dinero. ¿Por qué se ha dado esto?, pues la planificación de ciertos programas no logran los pases de Contraloría. Esto, pues no se alcanzó la organización del equipo, o el documento de ejecución de ese plan, o la contratación de todas las personas que se tenían en mente, o la publicación de la licitación de ciertos montos. Esto va sumando y sumando, lo que se traduce en que finalmente se tengan que devolver esos dineros fiscales. Por eso, más que nada, la derecha decía “bueno, ¿para qué te pasamos tanto dinero si finalmente no logras ejecutar los programas?”

 

  • Sin embargo, en Chile existe la histórica discusión de que se debería llegar al 1% del PIB, pero si no se utiliza el 100% de los recursos asignados, ¿cómo se podría alcanzar esa “meta”?

 

Una de las dudas que tiene la institucionalidad cultural chilena es si alcanzar el 1% es efectivamente necesario. Lo principal es que la orgánica del Mincap, que fue creado a través de la Ley 21.045, aún no se ejecuta a totalidad. Por ende, el aumento presupuestario no podría ser ejecutado en el tiempo esperado con la institucionalidad actual. Incluso, en el mismo edificio del ministerio no existe el espacio físico para contratar a todas las personas que requiere para ejecutar de forma profesional y jurídica lo que se espera. 

 

Cuando vas al edificio del Mincap acá en Santiago, en pleno Paseo Ahumada, puedes ver la acumulación de cajas y folios de las postulaciones al Fondart. Están ahí, apilados uno sobre otro, y la gente está en un espacio pequeñísimo trabajando. O sea, se exige el 1% del PIB para Cultura, pero ni siquiera están las condiciones físicas para implementarlo correctamente.

 

  • Entonces, ¿por qué se sigue hablando desde el Gobierno de la existencia de precariedad cultural, pero a su vez ocurre que no se ejecuta al 100% el presupuesto?

 

Aquí hay que tener dos registros de complejidad. Por un lado, el campo artístico o cultural, o mejor dicho, el de producción; y por el otro, lo que hace la institucionalidad cultural con sus programas. Se sabe que el campo cultural es complejo y que posee una serie de variables de desigualdad e inestabilidad profesional, pero también se sabe que es muy difícil que el Estado se pueda hacer cargo de todas y cada una de las personas que trabajan en el ámbito de la cultura. Principalmente por un tema de imagen. Hay muchas personas del mundo cultural que trabajan sin vincularse a la institucionalidad cultural, sea por un rechazo u otras razones, y no viven esperando un Fondart.

 

Ahora, sí hay mucha gente que espera esos fondos, y además de la ya existente desigualdad que hay al momento de la postulación por lo técnico que es el proceso, desde el Mincap se ha advertido que, si bien han aumentado los montos concursables, también ha aumentado el campo de la producción cultural. 

 

  • Volviendo al tema del rechazo del presupuesto cultural, ¿qué opina de la consigna “No es un gasto, es una inversión”?

 

La frase no me gustó para nada, porque encuentro que se utilizan conceptos del mercado en su nivel más banal para relacionarlo con el mundo de la cultura. La idea de que la cultura no es un gasto, sino una inversión, es un eslogan que se entiende en la medida de que cualquier dinero que se coloque tiene ciertos beneficios sociales. En la economía, la inversión se entiende como una acción de que yo gasto más dinero para hacer más dinero, y eso no lo hace la cultura.

Habían otros conceptos, como el de que la cultura era patrimonio, arte, imaginación, y se muy bien que hubo gente que los compartió, pero en general se utilizó el de la inversión. 

 

  • ¿Cómo evalúa las respuestas del Gobierno? 

 

Mira, desde el Observatorio de Políticas Culturales (OPC) advirtieron que el aumento del 0,43% al 0,52% en el presupuesto no fue tanto. Esto, pues no hay grandes transformaciones, pues gran parte del aumento real de los recursos fueron traspasos de otros ministerios, como  Educación. Algo así como mover de una casilla a otra en un Excel. 

 

La ministra hizo su pega, pues las políticas culturales tienen un registro de discurso. Y como tal, era muy importante dejar en claro que el Presidente Boric dijo en su programa de Gobierno que iba a alcanzar el 1%. Ahora, que luego se haya identificado que básicamente se movieron cosas de un lado A a uno B para aumentar los montos, es otra cosa. No aumenta lo que uno esperaba, pero sí se tiene en cuenta de que no es fácil alcanzar ese porcentaje en un contexto político y económico como este. 

 

  • ¿Cuál es el espacio de la cultura en Chile?

 

El concepto de política cultural en Chile se ha encapsulado directamente al mundo del arte. No hay una concepción cultural más amplia sobre el término que se evidencie en todo, hasta en lo que es salud, seguridad y política. Modificar las prácticas de convivencia es una política cultural. Modificar las lógicas de la educación y mejorar las condiciones de existencia general del sistema de educación es un tema cultural, pero a nivel de una política cultural abstracta, más amplia, que teóricamente se reconoce como implícita y que está en un orden de sentido mucho más complejo y mucho más en la totalidad social.

 

Pero en el mundo de los tres poderes—ejecutivo, legislativo y judicial— comprenden política cultural evidentemente como el actuar del Estado hacia el mundo del arte. Si es así, es claro que se comprenda al arte y a la cultura como algo de menor importancia política pública, porque son grupos específicos de la población que lo que hacen es crear bienes simbólicos que tienen beneficios sociales para un segmento muy específico de la sociedad. 

 

  • ¿Como un espacio cerrado?

 

Claro. Algo que me sorprende mucho del mundo cultural es que se crea que la cultura es una panacea para todos los problemas sociales. Cuando se dice que la cultura es buena para la gente, que nos hace bien a todos, que es sabiduría y paz…

 

  • Cómo pensar que el arte es necesariamente bello…

 

Que puede serlo o no, pero ese tipo de elementos ha producido que la defensa de la cultura sea siempre débil y superficial, lo que ha constituido un problema, pues se deja de lado la complejidad de un fenómeno que tiene demasiadas aristas. Por ejemplo, la desigualdad social, lo que provoca que exista un menor acceso, disfrute y participación cultural.

 

Entonces, yo advierto que el mundo de la cultura carece de preguntas más complejas para saber de qué medida este puede reforzarse como un espacio de interés social. Y se encapsula demasiado en interrogantes que son muy propias del mundo del arte. Eso va produciendo que a la larga se transforme en un significante vacío el tema de cultura, y en segundo lugar, se produzca como un elemento que la sociedad sienta que se puede prescindir de él. Por ejemplo, sacarle un poco ese carácter de nicho que tiene el arte. Algo que en Chile se da harto.