La científica y doctora en Ciencias Naturales de la Universidad de Kiel en Alemania, también autora del libro “Amor microbiano” aborda en conversación con Doble Espacio la evolución de la microbiología en Chile. Además, expone sus principales inquietudes respecto el escenario actual que vive la ciencia, enfatiza su preocupación por las garantías en los espacios científicos para la mujer, la falta inversión y plantea una relectura sobre el rol del ser humano en la naturaleza.
Hace dos meses que Cristina Dorador, ecóloga microbiana, celebró la publicación de su primer libro en editorial Antártica, el cual tiene como objetivo acercar a las personas a un conocimiento tradicionalmente contenido en textos científicos, pero explicado de una manera más digerida, con ejemplos concretos e intercalando con historias narrativas.
En el libro explora cúal es el papel que desempeñan los microorganismos de nuestro cuerpo cuando nos enamoramos, confiesa que desde siempre ha sentido interés en leer papers no tradicionales sobre el tema. De hecho, recuerda uno en particular que le provocó especial asombro, en el que se ilustra cómo, en condiciones estériles de laboratorio, es posible distinguir que cada ser humano crea una nube microbiana en la que somos capaces de dejar una estela suspendida en el aire, como si se tratase de una brisa tras caminar, que permite otros reconocer la identidad microbiana particular del individuo. En este sentido, “Amor microbiano. Cómo se moldean nuestros sentimientos en el mundo microscópico” nace a partir de la inquietud sobre qué le pasa al microbioma, una comunidad de diferentes microorganismos que habita un entorno específico, cuando conviven dos personas, donde se embarca en la tarea de descifrar cuál es la magnitud de los organismos que habitan en el cuerpo y cómo se relacionan, interaccionan y funcionan entre sí.
— ¿Por qué es esencial contribuir a la investigación del microbioma?
Si consideramos que la mayor parte de la vida en la Tierra está compuesta por microorganismos y diversidad microbiana, sin duda notamos que cumple un rol fundamental en nuestra existencia. A partir de 2010, se experimenta un desarrollo en el uso de tecnologías, a través del estudio de secuenciación masiva, es decir, avances como el análisis de ADN a gran escala. En ese momento, pensé que íbamos a transicionar a una medicina personalizada, en la que solicitar exámenes de genoma y microbioma sería tan normal como ordenar muestras de sangre, pero no fue así. Para que sea posible transferir los conocimientos de microbioma aplicables a la salud pública existe una demora de años e incluso décadas para que el conocimiento científico que se logra en los laboratorios y que llega a un paper, pase finalmente a la práctica médica.
— ¿Qué influencias tiene el microbioma en nuestra vida cotidiana?
Cuando nos referimos a temas como Cambio Climático solemos pensar en plantas y algas, pero es indispensable poner en valor que existe una extensa cantidad de procesos microbianos vinculados a la absorción de CO2 que ocurre a diario. En la que los microorganismos juegan un papel clave, como por ejemplo en los procesos de fotosíntesis, que resulta posible gracias a las cianobacterias. Además, los microorganismos son vitales para nuestra dieta, ya que contribuyen al cultivo y/o elaboración de alimentos tradicionalmente fermentados, como el pan. Por otro lado, en el caso de la salud, podemos distinguir productos microbianos de uso frecuente, que son una herramienta para buscar soluciones y tratamientos como lo son los antibióticos y otros compuestos bioactivos, que cuentan con propiedades anticancerígenas.
—Respecto al microbioma en ambientes extremos, ¿Es posible usar los descubrimientos para buscar vida en fuera del planeta?
Si existe vida en otros planetas, es vida microbiana. Ya que son las primeras formas de vida en el planeta y las más exitosas, al tratarse de una sola célula, hace posible ocupar grandes extensiones y adaptarse a diferentes condiciones extremas. La pregunta clave es qué es la vida que estamos buscando y por qué si no preservamos la vida en la Tierra, esperamos encontrar vida en otros planetas. Actualmente, el lugar que más se parece a Marte en la Tierra es el desierto de Atacama, por lo tanto, si se llega a encontrar evidencia de vida en Marte, lo más probable es que será muy similar a la que ya existe en el desierto. Ahí radica la importancia de conocer la vida en dichos ambientes extremos.
—¿Es suficiente el financiamiento que reciben las ciencias para investigar?, ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el país en la materia?
Siempre está este número mágico, de lograr alcanzar el 1% de inversión del Producto Interno Bruto (PIB), porque es un hecho que los países que han optado por hacerlo e invertir en ciencia y tecnología, han mejorado en materia de educación y economía. En el escenario actual, falta un avance sostenido en inversiones, somos uno de los países que menos invierte en ciencia y tecnología en la OCDE, con una inversión de 0,39% del PIB hasta el año 2022. Es necesario abrir el debate sobre cómo será el país en los próximos 50 o 100 años y plantearnos cómo vamos a transicionar a otro tipo de economía que no esté basada en la extracción de minerales o de recursos naturales. Esta conversación está ausente en los debates públicos, porque aún existe un tabú al mencionar o plantear diferentes alternativas a pesar que el modelo actual tenga cada vez más impacto negativo a nivel ambiental, socioambiental y en la sostenibilidad a futuro.
—¿De qué manera deberíamos replantearnos nuestro impacto como parte del ecosistema en que coexisten los microorganismos?
Tanto cultural como política y socialmente pensamos que el planeta vive o funciona según lo que nosotros queramos, de manera que tenemos arraigada la idea que el ser humano es dueño de la naturaleza y que nosotros la controlamos. Pero esa disociación que existe entre naturaleza, personas y seres humanos ha hecho que no exista quizá un cariño o una ética del cuidado de la naturaleza. A pesar de las discusiones polarizadas que expone la política, necesitamos tanto de la naturaleza para poder vivir como para hacer funcionar la economía. En este sentido, es importante enfatizar que es necesario aumentar el número de áreas protegidas en Chile.
— ¿Qué retos enfrentan las mujeres en el área científica para alcanzar la equidad de género?
Si bien existe un fuerte apoyo enfocado a niñas y jóvenes que ingresen a la academia, me preocupa en particular lo que pasa después. Algunas disciplinas continúan dominadas por hombres, como son las famosas STEM, en especial la física, matemática y astronomía. En este sentido, debemos ser capaces de garantizar a todas esas niñas y futuras científicas ambientes libres de violencia, ambientes amables y donde tengan un lugar para trabajar, porque tenemos una carencia de espacios para desempeñar la elaboración científica. Hoy faltan grandes avances en inserción en la academia, la industria y el estado. No podemos esperar que a las mujeres, formadas académicamente, se les impulse entrar, pero después no se les ofrezca trabajo, ahí viene la desilusión.