Manuel Baquedano, héroe patriótico del siglo XIX, es para muchos un símbolo de orgullo e historia, prueba de eso es la estatua que lo conmemora junto a su fiel corcel Diamante. Sin embargo, pese a que estuvo más de 93 años en la plaza que lleva su nombre, el monumento fue removido tras una agonía evidente para el ojo público. Un día de 2021, tras debates por su significado, fotos, capas de pintura acrílica y polvo de lacrimógenas, un ataque con esmeril a las patas de su caballo obligó la retirada. Hoy su retorno es incierto incluso para las autoridades y la figura cabalga sin un rumbo claro. Debió retirarse del campo de batalla y recibir atención médica.

Por Luis Coromer Palacios

Cualquier persona que haya vivido en Chile el 2019 recordará ese año como un momento histórico. El descontento se gritaba en las calles y proliferaban múltiples debates políticos e ideológicos. Durante ese periodo se crearon varios símbolos para la ciudadanía, mientras que otros —ya existentes— adquirieron un nuevo significado. Ejemplo de ello fue la reinterpretación de la figura del General Baquedano.

Uno de los tantos epicentros del llamado estallido social se dio en Plaza Baquedano, lugar que cambió su color verde por un amarillo mustio, consecuencia del césped calcinado. Pero, sin duda, la diferencia más evidente fue en su monumento, donde muchas personas se tomaron fotografías, se subieron encima y dejaron en ella todo tipo de mensajes, pinturas, piedras y rayados.

Esta es la historia de un monumento, hace cinco años controversial y polémico, pero que ha contado con la ayuda especialistas y funcionarios del Estado para lucir nuevamente con la impronta de un héroe.

La retirada del campo de batalla

Luis Montes Rojas, restaurador y codirector del taller Montes Becker toma asiento. Su tono de voz es grave y respalda la confianza que acompaña sus respuestas. Comenta que, en enero de 2020, el Consejo de Monumentos Nacionales lo contactó a él y a su padre, con quien dirige el taller, para realizar un expertizaje a la estatua.

Había mucho temor respecto a su estado, debido a que las numerosas personas que se habían subido a él podrían haber dañado su estabilidad generando desprendimientos peligrosos para la ciudadanía.

Pero, tras varios estudios, el taller determinó que no era necesario retirarlo, ya que no había fisuras en las partes que daban soporte a la estatua, como las patas del caballo. Además, la base se mantenía en perfectas condiciones. En consecuencia, el Consejo le dio órdenes al General de mantenerse firme y derecho en su posición.

Ocurrió un día lunes 8 de marzo de 2021, la marcha del Día de la Mujer era de carácter pacífica y así se realizó en los alrededores de la Plaza Baquedano. Todo iba con normalidad hasta que, en medio de la conmoción, tres individuos se aprovecharon de la situación para subirse a la estatua y ejecutar su plan. Vestían overoles blancos de cuerpo completo, y escondían también sus rostros. A sus espaldas llevaban mochilas y varias herramientas.

Al percatarse de lo que iban a hacer, muchas manifestantes expresaron su rechazo a través de gritos, pero el plan ya estaba en curso y nada los distraía de su misión. Apuntaron directo a las patas del caballo, esperando que, a punta de martillazos, este cediera, pero el General y su corcel no aflojaron.

Entonces decidieron usar su arma principal, un esmeril, o mejor conocido como galleta. Encendieron el motor y el disco comenzó a girar a toda velocidad.  Apenas este entró en contacto con la piel de cobre del corcel, brotaron las chispas.

Estaban logrando su propósito, las patas del caballo finalmente denotaban “cansancio”, pero la carga de la herramienta también comenzaba a disminuir. La batalla se tornó de resistencia entre el corcel y el esmeril, pero el aguante era una de las fortalezas que Manuel Baquedano vio a la hora de elegir a su compañero. En simultáneo, se presentó una ayuda inesperada para el militar, ya que las mujeres presentes empezaron a obstaculizar el propósito de los antisociales.

La herramienta finalmente se descargó y, para empeorar la situación de los atacantes, llegó Carabineros de Chile al campo de batalla. Pese a que los refuerzos evitaron que derribaran la estatua, no pudieron capturar a los responsables, o al menos no ese día, ya que estos sí fueron identificados y detenidos tiempo después.

Aunque se habían adjudicado otra victoria, Baquedano y su compañero quedaron en estado crítico. Según Luis Montes Rojas, una de las patas del caballo fue cortada en más de un 95%, mientras que el resto no quedó mucho mejor, sin mencionar que también intentaron degollar la cabeza del General. La caída era algo asegurado si no se actuaba con premura, y fue ahí que el Consejo le pidió intervenir al Taller Montes Becker.

—Ocurría un problema grave, ya que, si se daba una situación similar en el futuro, la fuerza policial tardaría alrededor de unos 20 minutos en llegar al lugar. Pero en esos 20 minutos la escultura ya estaría en el piso—asegura el restaurador Montes Rojas.

Entonces se decidió retirarlo.

—Sí, fue durante esa semana que se tomó la decisión e inmediatamente se sacó de la plaza, ya que estructuralmente no podíamos asegurar su persistencia, significando incluso la pérdida total del patrimonio.

Una fuente anónima al interior del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), comenta que había mucha preocupación de que la estatua le cayera a alguien, ya que con su peso de más de 4 toneladas y su altura a más de 10 metros, podía matar a una persona.

El Coronel Eduardo Villalón (66) —destituido representante del Ministerio de Defensa ante el CMN— se desempeñaba como Jefe del departamento Cultural, Histórico y de Extensión del Ejército en ese momento, en consecuencia, estuvo muy involucrado en los procesos y traslados relacionados al monumento. Él confiesa aún con tristeza en sus ojos, lamentar que la estatua haya sido retirada de la icónica plaza.

—Nos dio pena. Nosotros (el Ejército) no estuvimos de acuerdo en que el monumento fuera sacado (…) lo tuvimos que aceptar con mucho dolor.

Fue entonces que Manuel Baquedano tuvo que desistir y darle la espalda al lugar en el que estuvo más de 93 años. El General ejecutó una retirada en una de las batallas más duras que ha librado. En consecuencia, dejó vacío el campo de guerra y comenzó su proceso de atención médica.

Una cirugía que tardó meses

Dicho trabajador del CMN además de estar presente en varios de los sigilosos traslados de la escultura, también participó activamente en su recuperación.

Asegura que el monumento se creó con la idea y materiales para que jamás fuera removido de su lugar. Esto fue un problema a la hora de separarlo de la base, por lo que se vieron obligados a hacer cortes precisos a las patas del caballo para no dañarlas. Finalmente, lograron retirarla con éxito y transportarla.

—Debido al revuelo que había generado, la escultura se llevó a un lugar secreto en unas instalaciones del Ministerio de Cultura: los hangares abandonados de Cerrillos—dice el representante del Consejo.

Pero surgió otro problema: para que el Taller Montes Becker pudiera comenzar el proceso de restauración había que realizar un exhaustivo proceso de limpieza de toda la estatua, denominado decapado, por tanto, un equipo en conjunto del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP) y del CMN tomaron las riendas de esta misión.

El arte de decapar consiste en quitar con herramientas no más grandes a un bisturí quirúrgico, capa por capa de pintura, desde las patas del caballo hasta los cuatro metros de altura que marca la cabeza del General, con delicadeza, precisión y sobre todo, paciencia. Un proceso que, según el trabajador del CMN que estuvo presente, realizaron durante meses y meses.

Así pasó el tiempo, el General se mantuvo secretamente refugiado en aquel hangar, escondido del ojo público y recuperando fuerzas, casi como un largo descanso que no tenía desde hacía mucho tiempo.

Una vez completado el proceso de decapado, Baquedano cambió su atención médica a la del Taller Montes Becker, donde comenzó un proceso profundo de limpieza de las capas de pintura. Luego de eso, el restaurador Montes Rojas asegura que fue necesario estructurar la escultura y reponer partes faltantes como las espuelas, las riendas del caballo o la dragona, que es el birlete que porta el sable del jinete. Todas estas piezas fueron modeladas desde cero, siguiendo referencias fotográficas aportadas por el Museo Histórico y Militar (MHM).

Otro de los tantos trabajos que realizaron fue el de la pátina, que consistió en acelerar el proceso natural de oxidación de los metales, para así conseguir el color original deseado por el escultor. Se decidió utilizar un negro verdusco aplicado superficialmente, ya que es más coherente con registros históricos, Finalmente, se protegió toda la superficie con diferentes materiales para que sea más resistente ante ataques vandálicos de pinturas o grafitis.

Tomando esto en cuenta, ¿qué cree que fue lo más difícil en el trabajo del monumento?

—Sin duda fue el nivel simbólico, social y nacional que alcanzó la escultura en medio de este conflicto. Teníamos que considerar cuestiones de carácter político, algo con lo cual no necesariamente estamos acostumbrados a trabajar.

Después de varios meses de descansar sus heridas, el General se encontraba listo para volver. Sin embargo, Manuel Baquedano no regresó a su icónica plaza, sino que fue escoltado hacia el Museo Histórico y Militar.

“¿Dónde se encuentra mi General?”

El traslado, comenta el representante del CMN, se debió a que el propio museo y el Ejército solicitaron hacerse cargo del monumento mientras se discutía su regreso a la Plaza Baquedano. El Consejo aceptó la petición y se organizó la nueva mudanza.

Se eligió la madrugada del domingo 28 de agosto de 2022, otra vez manteniendo la cautela y precaución máximas posibles. A las cinco de la mañana el hangar contaba con varios militares, trabajadores del museo y otros del CMN. Todos ellos habían ido a cumplir una misión: escoltar a Manuel Baquedano casi como si hubiera una persona en peligro dentro de esa estatua.

La escultura ya había sido cargada al camión que la transportaría el día anterior, por tanto, todo estaba saliendo de acuerdo al plan. Gracias a la hora elegida fue posible cortar las calles por donde transitó el camión y se pudo invisibilizar el traslado.

Unas patrullas de Carabineros de Chile se unieron para resguardar el viaje, y finalmente el monumento llegó a su destino. Así que, tras desmontar las grandes y pesadas puertas para poder entrar, Manuel Baquedano y su compañero Diamante llegaron a su nuevo y último hogar hasta el día de hoy.

Cuando se le pregunta acerca del tema, la emoción apenas puede mantenerse contenida en los ojos de Soledad González, historiadora del MHM. A través de sus palabras y ocasionales sonrisas, denota lo mucho que le apasiona conversar acerca de la historia y sus personajes.

—Siento que el monumento lo representa, en su sencillez, en su amor por su caballo porque lo adoraba (…) siento que esa dimensión humana sí está representada en el monumento.

¿Cómo lo ha recibido la gente?

—En un comienzo tuvo un recibimiento impactante para los visitantes, aunque con el paso del tiempo ese impacto fue bajando de a poco.

La historiadora González también afirma que se han preocupado de sacarle mucho el brillo a la estatua. Y agrega que han tenido mucho éxito y en especial mucha suerte, ya que cada vez que publican algo de Baquedano en sus redes sociales, obtienen la mayor cantidad de opiniones y visualizaciones.

Todo parece perfecto, Baquedano es tratado como un rey dentro del museo, el Ejército está conforme y las personas que tienen interés cuentan con libertad de acceso para verlo, mientras que las que no pueden transitar tranquilas a través de la Plaza que oficialmente lleva su nombre. Entonces si todo está correcto, ¿por qué no se quedará ahí?

Desde el principio se dijo que el museo no será su lugar permanente, ya que las autoridades aún discuten su retorno al lugar donde todo comenzó: la Plaza Baquedano. Sin embargo, esa discusión no pareciera aclararse pronto, y muchas personas demuestran ya no estar interesadas en el tema.

El coronel Villalón afirma con dureza que el monumento debe regresar, ya que según él la historia que representa no solo pertenece al Ejército, sino a todos los ciudadanos, y por tanto debe mantenerse en el espacio público. Respecto al CMN, Villalón agrega que son ellos quienes se comprometieron a devolver al general una vez que lo retiraron.

—Ese compromiso aún está pendiente, ellos siguen en deuda ya que nos señalaron que, una vez concluida la restauración, volvería la plaza.

¿Quién sería el encargado de ver que esto efectivamente se cumpla?

—El Consejo de Monumentos Nacionales y el gobierno, ya que este último en esa época se comprometió a hacer una restauración completa, y por ejemplo aún falta que se le haga ese trabajo al plinto de su plaza y al monumento del Soldado Desconocido.

Teniendo eso en cuenta, si tuviera que especular ¿cuándo cree que sería posible que la estatua regrese?

—Yo no veo posible que él pueda regresar en el corto plazo, pero con fe me gustaría pensar que será de aquí a un par de años más.

 

Sin embargo, Villalón admite que no cree que el tema se esté discutiendo actualmente por las autoridades. Sin mencionar que el MHM se encuentra muy conforme con ser el hogar de la estatua. El general se encuentra en un limbo de incertidumbre respecto a su destino, pero personas como Villalón aún afirman con determinación que él debe volver a su hogar en el espacio público, lugar del que, según él, nunca debería haber salido.