El cineasta chileno comenta la recepción que ha tenido su última producción “Historia y Geografía” a cuatro meses de su estreno, además de sus impresiones sobre la realidad de las producciones cinematográficas nacionales, la realización del cine de comedia en Chile y reflexiones desde su trabajo autoral.


Bernardo Quesney (35) participa durante el mes de agosto en Estudio ALGA: residencia realizada en la ciudad de Valdivia donde tiene la labor difícil y lúdica de redactar un guión cinematográfico supervisado por otros profesionales de la realización cinematográfica. Antes de iniciar su jornada de trabajo, el realizador chileno conversó con Doble Espacio para comentar su última película Historia y Geografía, estrenada en salas comerciales en abril de 2024, y sus visiones autorales de más de 15 años de carrera.

Quesney estrenó en 2008 su primera película: Sed de mar. La historia relata la convivencia de diez amigos en unas vacaciones en la quinta región que filmó a sus 19 años y fue presentada de forma posterior en el Festival de Cine B, de la Escuela de Cine de Chile. Después, estrenó tres producciones más: Efectos especiales (2011), Desastres naturales (2014) y Problemas con el sonido (2017). Y, en paralelo, dirigió videoclips musicales de artistas como Gepe, Javiera Mena, Dënver y Pedropiedra.

Historia y Geografía, su nuevo filme, sitúa la historia de Gioconda Martínez: actriz de televisión chilena que decide volver a su ciudad natal para montar una adaptación de La araucana de Alonso de Ercilla -poema sobre la conquista de Chile-, y así alcanzar un reconocimiento artístico que le permita distanciarse de su pasado cómico.

  • ¿Cómo consideras que ha sido la recepción de Historia y Geografía a cuatro meses de su lanzamiento?

Historia y Geografía tuvo una recepción muy positiva. Uno está asustado cuando se estrenan películas, porque el cine chileno dura poco en cartelera. Pero quedamos muy sorprendidos de que cuatro meses más tarde todavía se siga exhibiendo en los cines y que haya llegado a 10.000 u 11.000 espectadores, que para nosotros era algo que jamás esperamos. La gente la comentó y se rió, y eso inmediatamente es una señal de que esta película pasó por ahí y fue bien.

  • ¿Historia y Geografía rescata características de tus trabajos anteriores?

Sí, todas comparten bastantes cosas en común. Lo más notorio es el humor y la soltura para contar las historias. Pero creo que Historia y Geografía, que demoró más en hacerse y tuvo más presupuesto, fue mucho mejor pensada. Es una comedia más estructurada desde el punto de vista de los personajes, donde también se pensó mucho el punto de vista. 

  • ¿Eso quiere decir que fue más planificada?

Claro, de todas mis películas, Historia y Geografía es la más empaquetada, no es una producción tan “uy, me salió”, sino como un proyecto que estuvo un año en montaje, tres años de guión y un desarrollo anterior a cuestas de dos años más. Incluso, contó con mucho tiempo de maduración. Por eso, yo no te podría decir que una película tan fresca. Aunque cuando alguien la vea podría decir que es auténtica. Pero a pesar de eso creo que todo funcionó, sobre todo porque el ritmo quedó bien estructurado.

  • ¿Por qué decidiste centrar la historia en San Felipe y usar de trasfondo la historia de La araucana de Alonso de Ercilla?

San Felipe es mi ciudad natal. Yo siempre había querido filmar una película completamente allí. La mayoría de las producciones que yo he hecho antes no las he podido filmar allá, pero están ambientadas en ese lugar. En cambio, acá tuve más libertad -y presupuesto-, por lo que el proyecto se filmó un 80% en San Felipe. Mi idea era también adoptar una visión crítica de San Felipe: es decir, pensar qué está pasando a nivel cultural en todos sus niveles. 

  • Parece todo un desafío…

Absolutamente. Historia y Geografía es una comedia, y las comedias funcionan a través de juegos. Pero en un momento dije “ya, ésta es la historia de una actriz que vuelve a su ciudad natal, pero que reniega de su identidad”. Después pensé que la obra más difícil de adaptar relacionada a San Felipe es La araucana, de Alonso de Ercilla. Cuando la leí fue como “wow, este es un tema increíble, complejo y difícil”. 

  • ¿Eso te sorprendió?

Sí, porque La araucana es tan complicada como La Biblia: tiene millones de pasajes y pequeñas historias, además que su veracidad es muy poco comprobable. Tiene magia e incluso fantasía dentro de una historia que más encima sigue siendo polémica hasta el día de hoy. Más aún con el tratamiento que se le da a los pueblos originarios desde una mirada europea. Entonces creo que ahí comenzaron unas ganas muy grandes de tocar este tema.

Bernardo Quesney presentando Historia y Geografía en la residencia de cine ALGA. Cortesía: @algaestudio en Instagram

Experiencias cinematográficas

  • ¿Qué cineastas o películas, tanto chilenas como internacionales, son de influencia para tu trabajo?

Sí, aunque siempre cambian. Algunas películas que vi cuando era adolescente, como Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), de Pedro Almodóvar, me marcaron mucho. Después conocí el cine de Martín Rejtman. Comencé a ver sus obras en la universidad. Me acuerdo que fui a una edición del Festival de Cine de Valdivia en 2008, año en donde organizaron una retrospectiva de sus películas. Ahí descubrí un tipo de cine en el que pensé “me gustaría caminar por ahí”. Allí descubrí un humor seco y muy particular. De hecho, lo conocí en persona este año y una vez que lo vi fue como “gracias”.

  • ¿Hay más realizadores que te hicieron pensar eso?

También me pasó con Fernando Eimbcke, y después con el cine de Luis Buñuel. Fueron varios cineastas con los que yo también compartía esa cosa de tener una película y comprender los juegos que hacen los directores con el humor y las historias. Eso es algo que me encanta. 

  • Además de realizar largometrajes, ¿cómo fue transitar el terreno audiovisual de los videoclips musicales?

En un inicio hice videoclips en paralelo mientras hacía películas. En ese sentido, lo interesante de los videos musicales es que se pueden hacer muy rápido, o sea, en uno o dos días si es que hay un presupuesto. Entonces a mí lo que más me ayudó en la formación de videoclips fue escuchar las canciones, traducirlas, inventar un mundo que yo quería evitar o que encontraba interesante y entretenido, y que además combinaba con la música. En un año yo podía hacer diez o doce videos musicales. Eso repercutió en la forma que hago cine.

  • ¿De qué forma?

Me ayuda a estar constantemente filmando, y a entender que muchas veces los videoclips no vienen con mucho presupuesto, entonces la mayoría de las veces es necesario ser muy ingenioso. Además, tuve la suerte de tener un gran equipo de trabajo. Muchas veces los vídeos que yo hacía parecían grandes producciones, pero al final no había tanto dinero. Allí fue de mucha ayuda los miembros de producción. Pero también eso nos ayuda a nosotros a conocer nuevas maneras de filmar o cómo filmar.

  • ¿Y todavía filmas videoclips?

En menor medida, porque a día de hoy no es lo que más me interesa.

  • ¿Consideras que has podido crear conforme han pasado los años un equipo recurrente de actores? Como, por ejemplo, Amparo Noguera, Catalina Saavedra, o Paula Lattus, quiénes participaron en varias de tus producciones.

No sé si hoy tengo un equipo completo. Existen directores que se les nota más. Pero a mí lo que me gusta es el tener un grupo de actores e ir haciendo diferentes películas, como también probar diferentes castings. Es algo que he notado de las variaciones de los intérpretes que trabajan en teatro. A realizadores como Wes Anderson o John Casavettes les funciona, y creo que, si sabes por qué funciona, no por una cosa de estrellas ni nada de eso, sino también porque cuando los actores te entienden o entienden el estilo de humor con el que trabajas, existe una mayor conexión.

  • ¿Te pasó con algún actor o actriz en particular?

En Historia y Geografía siento que Amparo Noguera y Catalina Saavedra entendieron el humor y la incomodidad de la película. Incluso cuando no entendían el humor ya sabía cómo anteponerse dentro de cada situación. Algo que a mí me ha costado siempre es que los actores entiendan el tipo de comedia que uno quiere hacer, sobre todo porque no hay tantos referentes chilenos de esto, entonces a veces también era muy difícil para mí situar lo humorístico dentro del filme, porque imaginaban otras cosas. Pero la participación de ambas resultó favorable.

  • ¿Consideras que hoy las productoras y los fondos audiovisuales dan una mayor libertad a los creadores para desligarse de las producciones comunes dentro de la realización nacional?

Si esta pregunta me la hubieras hecho hace diez años, habría tenido más claridad. Esto, porque antes sentía que había un “paquete” para hacer cine en Chile. Creo que en la última década ha ido cambiando en varias formas. Obviamente falta, pero creo que tenemos ejemplos incluso ejemplos que quizás no les gustaron como El conde (2023), de Pablo Larraín. También aparecerán películas que presentan formatos nuevos, como el próximo musical de Sebastián Lelio o la primera ficción de Maite Alberdi. Pero creo que el cine chileno hoy es más arriesgado, porque no toca los mismos temas de siempre y presenta nuevas perspectivas que cambian de forma constante.

También te podría interesar: Andrés Montero: narrador en una isla imaginaria