Las elecciones del pasado domingo 28 de julio no solo se vivieron en Venezuela, sino también en Chile, donde miles de compatriotas se reunieron con un gran deseo: terminar con el chavismo y volver a su tierra natal. Sin embargo, a pesar de la esperanza y alegría que marcó la extensa jornada, los resultados oficiales no alcanzaron para cumplir su deseo. “¡Maldita seas, Venezuela! ¡cómo me dueles!”, sollozó uno de los asistentes al enterarse del resultado en las calles de Providencia.
A las 22:00 horas del pasado sábado 27 de julio, María Zambrano Bonilla arribó a la esquina de Av. Pedro de Valdivia con calle Bustos, en la comuna de Providencia, a más de 6.500 km de su natal estado de Táchira al oeste de su país. Faltaban aproximadamente ocho horas para que la Embajada de Venezuela abriera las urnas, en una de las elecciones que más incertidumbre ha generado desde la llegada del chavismo al poder.
—Vamos a esperar la libertad que todos nos merecemos—, señaló Zambrano Bonilla en una breve entrevista para “ConvzlaenChile” (@Comandocnvzla_Chile), comando opositor a Nicolás Maduro.
La oriunda de Táchira no fue la única en llegar en la madrugada a la espera de la apertura de las urnas. Una veintena de personas se reunió a entonar el himno nacional de su patria.
—Gloria al Bravo Pueblo— fue el verso que se entonó en la Plaza Pedro de Valdivia, hogar de la embajada del país bolivariano desde las 05:00 horas y se mantuvo durante toda la jornada.
Zambrano Bonilla fue una de las 2.659 personas inscritas para votar en Chile. Esta cifra no se condice con la cantidad de venezolanos en territorio chileno, ya que según la Asociación de Venezolanos en Chile, son cerca de 450.000 los que residen en nuestro país. Según denuncian, esto se debe a la dificultad en el proceso de inscripción que se requiere para efectuar el voto.
Desde “ConvzlaenChile” participaron una decena de voluntarios para asistir a quienes, como María, llegaron a la embajada a votar y a quienes concurrieron a manifestarse.
—Hoy no hay partidos políticos, estamos todos unidos por la libertad de Venezuela”, dijo Gabriel Velásquez, voluntario del comando. —Chile y Latinoamérica tienen que saber que sería catastrófico que Maduro se quede en el poder, porque la inmigración de los venezolanos será por ríos—, agregó.
A pesar del bajo número de personas habilitadas para sufragar, la Plaza Pedro de Valdivia reunió a miles de venezolanos y venezolanas que si bien no pudieron votar, no quisieron estar ausentes de esta jornada histórica. El gentío se apoderó de la línea 6, que en cada estación desde la terminal Cerrillos, al sur de la capital, repletó más y más vagones.
—¡Maduro concha de tu madre!— vociferaban los caribeños tanto en el metro como en las afueras de la embajada. —Y ya cayó, y ya cayó, este gobierno ya cayó— cantaban, sin saber lo que vendría unas horas más tarde.
Maduro y su gobierno no cayeron, pues los resultados emitidos tardíamente por el Consejo Nacional Electoral (CNE) dieron al oficialismo como vencedor. Tras conocerse los cómputos oficiales, la fiesta venezolana se tornó en una lúgubre congregación.
Venezuela en Providencia
Distintos vendedores se instalaron para recibir a los votantes y a quienes llegaron a entregar su apoyo vociferando cánticos e himnos.
Las comidas típicas del país caribeño como la sopa de mondongo, chicha venezolana, arepas, malta, cachapas, empanadas y más, invitaban a sentirse en casa a aquellos compatriotas que llegaron a Providencia.
—El Mondongo es un plato especial de nuestra tierra. La llamé la sopa de la libertad, porque al final del día queremos ver esa gran libertad para regresar a nuestra tierra—, dijo Beatriz Carrillo (@laviejaBeatriz), quien desde las primeras horas de la mañana se dispuso a regalar sus preparaciones a los manifestantes.
Pero no fue solo la comida. Gorros de color burdeo, amarillo, rojo y azul, banderas y poleras de la selección de futbol de Venezuela, en particular del número 10 de Yeferson Soteldo, inundaron la plaza. Venezolanos de todas partes de la Región Metropolitana, e incluso de otras regiones, llegaron a manifestarse. Los cantos se tornaron cada vez más fuertes y el himno fue esbozado a viva voz.
—¡Abajo cadenas! / Gritaba el Señor / y el pobre en su choza / libertad pidió.
El canto se elevaba en las voces de hombres, mujeres, niños y adultos mayores al unísono.
—A este santo nombre / tembló de pavor / el vil egoísmo / que otra vez triunfó.
Los asistentes armaron una fiesta en plena Av. Pedro de Valdivia, en donde manifestaron la alegría característica de su país y las ansias de un triunfo. Varios autos se estacionaron a mitad de la calle para acompañar con música que variaba desde la electrónica hasta el reggaeton. Sin embargo, la que más predominó fue la salsa, ritmo que trasciende fronteras, alegrando a venezolanos a miles de kilómetros de su país.
—Nicolás hijueputa— se escuchaba entremedio de los ritmos tropicales.
Personeros del centro y la derecha chilena conversaron con los ciudadanos venezolanos a las afueras de la embajada. Entre ellos, Mario Desbordes (RN), Ximena Rincón (Demócratas), Jorge Tarud (Demócratas), Rojo Edwards (ex Republicanos), Jaime Bellolio (UDI) y Felipe Kast (Evópoli). Sin embargo, su presencia no fue bien recibida por todos los asistentes. Seguidores de Francisco Muñoz –conocido como “Pancho Malo”– manifestaron su descontento ante los políticos presentes.
—¡Vendiste el país a la izquierda, globalista!—, gritó una señora que en su teléfono mostraba una foto del dictador Augusto Pinochet.
Los gritos se dispersaron ante la solicitud de los voluntarios de “ConvzlaenChile”, quienes pidieron evitar escaladas de opiniones desmedidas en un momento que para ellos era “de vital importancia”.
Retorno y libertad
El anhelo por retornar a su tierra natal fue la tónica de la jornada. “Queremos criarnos con nuestros abuelos”, “Tu voto es la llave para regresar a Venezuela”, “Distante pero no ausente”, fueron algunas de las consignas retratadas en lienzos, carteles, panfletos y poleras.
En ese sentido, José David emocionado observaba su venta de camisetas blancas con leyendas como “Extraño a mi familia”, “Quiero volver a ver a mis hijos”, que no solo son un reflejo del deseo de miles de venezolanos en Chile, sino que para José David son “la colecta para mi pasaje de vuelta a mi país”.
Sin embargo, el deseo de volver no se podía separar de la añoranza por la libertad. Diego Bezones fue dirigente estudiantil de la Universidad de Los Andes de Venezuela (ULA) en 2014, mismo año en que denuncia que fue preso político.
—Para mí es volver a esa época (…) salíamos a las calles creyendo en un cambio, volvemos a ilusionar —, recordó Bezones sobre su trayectoria como dirigente universitario. —Se siente el mismo calor de hermandad, es como volver un ratico a Venezuela—, agregó.
Así, venezolanos y venezolanas se reunieron al son del merengue, reggaetón, salsa, bachata, con la esperanza de retornar. Con la fe puesta en poder volver junto a sus seres queridos y a los lugares en donde alguna vez amaron la vida.
—Yo voy a llegar allá a pasar diciembre y el cumpleaños de mi mamá con mi familia—, señaló José David.
—Quiero volver a Venezuela—, dijo Beatriz Carrillo.
—Un porcentaje altísimo regresaríamos a Venezuela—, aseguró Gabriel Velásquez.
—Volver a Venezuela sí o sí, lo antes posible—, sentenció Diego Bezones.
—Queremos volver corriendo—, concluyó Scarleth Bastidas, mientras se retiraba a su hogar a esperar los resultados finales.
Así, el sentimiento de arraigo se desplegó a través de los alrededores de la embajada venezolana, con la esperanza de miles por retornar a su tierra.
¡Maldita seas, Venezuela! ¡cómo me dueles!
La alegría y la hermandad que vivieron venezolanos y venezolanas durante la jornada dominical se desplomó minutos después de las 00:00 horas, cuando el CNE emitió el primer boletín de resultados. En este, se dio cuenta que Nicolás Maduro había ganado la elección con el 51,20% de los votos, mientras que Edmundo González logró el 44,2% de las preferencias. Esto, luego de que el CNE acusara un presunto ataque externo a su sistema de transmisión.
—[Este] boletín marca una tendencia contundente e irreversible—, dijo el presidente del CNE, Elvis Amoroso, tras emitir el primer comunicado oficial de los resultados.
Si bien la tardanza en la entrega de resultados comenzaba a incomodar a algunos de los presentes en la Plaza Pedro de Valdivia, no fue hasta la comunicación oficial que los ánimos se desplomaron. El merengue, la bachata, la salsa y el reggaetón se silenciaron. El llanto desconsolado de quienes anhelaban ver partir al régimen de Maduro desde Chile y sin la posibilidad de votar, se apoderaron del lugar que –horas antes– fue una completa fiesta.
—¡Mi mamá murió el año pasado y no pude acompañarla!—, señaló una de las personas presentes, recordando a su familia que no ha podido ver hace años.
Con el pasar de los minutos, las lágrimas dieron paso a la frustración y desesperación, y posteriormente a una rabia desmedida.
—¡Maldita seas, Venezuela! ¡cómo me dueles!—, gritó desconsolado un hombre mientras se secaba las lágrimas con su bandera amarilla, roja y azul.
Los pocos venezolanos que se mantenían en la plaza se retiraron en diversas direcciones. Algunos, sin razón aparente, comenzaron a pelear entre ellos; combo a combo entre compatriotas que habían vivido un día de esperanza. Otros se sentaron en las veredas y bancas, donde lloraron desoladamente. En la madrugada, retornaron a sus casas tal como llegaron en la mañana: sin la posibilidad de volver a Venezuela.
Siendo las 01:05 horas, una decena de venezolanos aún se mantenía a las afueras de la embajada en la calle Bustos, que era custodiada por Carabineros. Ahí, escucharon las palabras de María Corina Machado, líder de la oposición en Venezuela, quien se desentendió del CNE.
—Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia. Quiero que sepan que esto ha sido algo tan abrumador y grande que hemos ganado en todos los sectores del país—, dijo Machado.
Ante una elección en donde ambos candidatos se declararon ganadores, la división de un continente completo, entre comunicados y refriegos políticos, la realidad de miles de venezolanos y venezolanas en Chile es, por el momento, la misma: su estadía en el país se mantiene de forma indefinida.