En la década de 1830, el capitán Robert FitzRoy navegó por las costas chilenas al mando del HMS Beagle, acompañado por el renombrado naturalista británico Charles Darwin. Durante este viaje, Darwin documentó la naturaleza y la biodiversidad de Chile, incluyendo las riquezas y diversidad de su vida marina. Hoy, casi dos siglos después, ese rico ecosistema está amenazado. Tras dos años de meticuloso trabajo, investigadores lanzaron los resultados del Índice de Salud del Océano (IdSO), revelando que el país tiene el segundo océano menos saludable del continente.


El indicador internacional denominado Índice de Salud del Océano (IdSO) evaluó aspectos como biodiversidad, aguas limpias, protección costera y pesca artesanal en las 103 comunas costeras del país. La iniciativa liderada por los centros ANID, SECOS e IDEAL, será la base para el desarrollo de la plataforma de datos oceánicos IDEOS.

En la evaluación, los resultados se pueden considerar prometedores ya que Chile obtuvo 61 puntos de un máximo de 100, lo que sugiere un estado relativamente saludable para el océano chileno. Pero, si se observa el estudio con detención, la realidad es otra debido a que el país se sitúa por más de diez puntos por debajo del promedio mundial de 73, siendo la nación con peor salud oceánica en la región. Nuestro país se encuentra, además, 20 puntos por debajo de los países mejor evaluados, tales como: Seychelles (87), Emiratos Árabes Unidos (85) y Portugal (84). 

Por otro lado, en el contexto latinoamericano, destacan Venezuela (82), Brasil (80) y Ecuador (80) con puntajes superiores. En contraste, las Islas Falkland fueron las únicas de la región peor evaluadas que Chile, con 58 puntos.

Impacto en las comunidades costeras

Las comunas costeras de Chile se enfrentan a graves problemas que involucran tanto a la vida cotidiana de sus habitantes como al medio ambiente. Entre los problemas más críticos se encuentran: la contaminación, la pesca ilegal y la pérdida de biodiversidad.

Las fuentes de contaminación en las comunas costeras son variadas y severas. La contaminación industrial, junto con la falta de investigación y la degradación de hábitats debido a la alta densidad poblacional, son presiones que se han medido en una escala de 0 a 1, donde 0 representa ausencia de presión y 1 representa la presión máxima. En comunas como Viña del Mar y Puerto Montt, estas presiones han alcanzado valores cercanos a 1, indicando una situación crítica.

Bahía Mejillones, Fotografía por Nicolas Valdes. Licencia CC BY-SA 2.0
Bahía Mejillones, Fotografía por Nicolas Valdes. Licencia CC BY-SA 2.0

Por su parte, comunas como Saavedra, Antofagasta y Río Verde exhiben niveles altos de contaminación por basura y nutrientes, afectando no solo la calidad del agua sino también la salud de los ecosistemas marinos​.

La pesca ilegal y la insustentabilidad han sido problemas que solo han agravado la sostenibilidad de especies marinas. Esto no solo afecta la disponibilidad de los recursos pesqueros, sino que también impacta negativamente en la economía local y en el sustento de las comunidades que dependen de la pesca.

Por último, una de las principales razones de la disminución de biodiversidad es la degradación de hábitats por la introducción de especies invasoras. Asimismo, la destrucción de los bosques costeros y el relleno de humedales para las ciudades han llevado a la disminución significativa de zonas nativas en más del 80% de las comunas chilenas.

El caso de la bahía de Mejillones

Uno de los casos más notorios de contaminación marina en Chile es el de la bahía de Mejillones. El sitio costero se ha convertido en una zona de sacrificio debido a sus altos niveles de contaminación, junto con que ha sufrido numerosos desastres ambientales que han empeorado su situación.

En febrero de 2020, la comuna costera de Antofagasta fue testigo del derrame de seis toneladas de carbón en el fondo marino. Este incidente se sumó a más de diez derrames anteriores de diversos materiales peligrosos, entre ellos: ácido sulfúrico, plomo y amoniaco. 

“El derrame de carbón viene a sumarse al efecto de contaminación y acumulación de sustancias peligrosas en el fondo marino, una condición de falta de oxígeno y de anoxia (ausencia casi total de oxígeno) en la bahía”,  llegó a declarar Hernán Ramírez, investigador asociado de Terram, por el derrame ocurrido en 2020.

Los pescadores locales, en tanto, han exigido compensaciones y medidas preventivas a las industrias mineras, las principales responsables de la contaminación industrial en la bahía del océano Pacífico. Un ejemplo de esto ocurrió en 2018, cuando pescadores artesanales exigieron una compensación de $6.420 millones de pesos por el derrame de ácido sulfúrico. El incidente causó la muerte de miles de peces, afectando así gravemente el sustento económico y laboral de las familias pesqueras.

Secretario Sindicato de Pescadores de Mejillones, José Sanchéz
Secretario Sindicato de Pescadores de Mejillones, José Sanchéz

“Expectativas ya no tenemos ninguna (respecto a la continuidad de la pesca), tenemos desastres en la bahía, ya que el 80% de esta se encuentra contaminada. Al menos yo como dirigente doy esta batalla por perdida”, expresó a Doble Espacio José Sánchez, dirigente del sindicato de los pescadores de Mejillones.

“Ellos (el gobierno regional y el Estado) solamente prometen pero no actúan. Esperamos respuestas, soluciones de ellos y no las hay, no las tenemos dos años y medio después del estudio que indica que la bahía está enferma y muerta”, comenta, criticando la inacción del Gobierno.

Esta falta de respuesta ha dejado a los pescadores y sus familias en una situación precaria, dependiendo de un ecosistema gravemente dañado.

Estos incidentes y afectaciones —a las comunidades y recursos naturales— subrayan la urgente necesidad de adoptar medidas efectivas para proteger y restaurar los ecosistemas marinos de Chile. La salud de los océanos y el bienestar de las comunidades costeras están intrínsecamente ligados y es imperativo que se tomen acciones concretas para asegurar un futuro sostenible.