En conversación con Doble Espacio, le coordinadore ejecutive de OTD habla sobre la nueva edición de la Marcha del Orgullo, la polémica sobre los bloqueadores de pubertad a adolescentes trans y el rechazo de la reforma a la Ley Antidiscriminación.


El pasado sábado 29 de junio se celebró la XXIV edición de la Marcha del Orgullo, organizada por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) y la Fundación Iguales. La movilización, citada a las dos de la tarde en la Plaza Italia, convocó a cerca de 150 mil personas y tuvo como eje central la conmemoración de 25 años de la despenalización de la homosexualidad en Chile. 

Frente al Teatro de la Universidad de Chile se reunió el Bloque Trans, espacio convocado por quince organizaciones, entre las que se encontraba Organizando Trans Diversidades (OTD).

Fundada en 2015, OTD se define como “activismo transfeminista para la defensa y promoción de los Derechos Humanos de las trans diversidades y su empoderamiento”, según su página web. 

“La asociación surge para dar un espacio de acompañamiento, apoyo y reflexión crítica respecto a la situación de los derechos de las personas trans”, explica Michel Riquelme, quien está a cargo de la coordinación ejecutiva de la organización, que ofrece servicios de consejería de pares, atención psicológica personal y familiar, además de talleres educativos para distintas instituciones.

Riquelme, quien desde 2017 se encuentra a la cabeza de OTD, confiesa no haber ido a la Marcha del Orgullo debido al trabajo del Primer Museo Itinerante de los Derechos Sexuales y Reproductivos de Personas Trans. 

El proyecto comenzó su recorrido en mayo de este año y ha transitado por diversas instituciones públicas. “Llevo 20 años yendo a las marchas, así que siento que no me perdí de nada”, dice riendo le activista trans no binarie de 38 años. 

  • ¿Creen desde OTD que hay motivos para celebrar en esta nueva edición del Mes del Orgullo?

Yo creo que siempre es necesario celebrar, no creo en estas luchas que solo son criticar y estar amargade, como decía Emma Goldman: si no puedo bailar entonces esta no es mi revolución. Es importante reconocer también que efectivamente han existido logros: se han logrado leyes, políticas públicas, visibilidad y que personas LGBT también estén en lugares importantes. Aunque eso no quita que hay mucho por avanzar todavía, y mucho por defender también. Lamentablemente vemos cómo se traen agendas internacionales de grupos conservadores, antigénero y antiderechos que quieren instalarse en Chile precisamente para tratar de boicotear y eliminar los avances existentes. Creo que hay que hacer las dos cosas, celebrar y a la vez seguir luchando con más fuerza y con mayor organización contra los grupos que nos quieren eliminar.

  • ¿Qué piensa de la masividad a la que ha llegado la Marcha del Orgullo y qué lugar ocupa ahí la comunidad trans?

Me parece muy bien que cada vez más personas se atrevan a salir a reivindicar sus derechos, además que se sumen las familias y otras instituciones. Es necesario reforzar el tema del orgullo porque cada vez hay más discursos de odio y acoso a personas LGBTIQ+. Sobre la comunidad trans, creo que cada vez ocupa un lugar más importante. Quienes han estado en primera línea han sido las trabajadoras sexuales trans de los grupos como el Sindicato Amanda Jofré, y ahora también han ido sumándose otras organizaciones trans que hacen trabajos distintos. Existen bloques disidentes, que son una mezcla de identidades y expresiones de género no normativas que también están organizándose y van a las marchas a ofrecer una alternativa a las instituciones más típicas que la organizan (Movilh y Fundación Iguales). 

  • Mientras ciertas organizaciones gay cisgénero se conforman a principios de los 90’, OTD tiene su origen en 2015. ¿Cuáles son los desafíos que surgen dentro de este activismo relativamente reciente?

En Chile los primeros registros que se tienen de personas trans era cuando hacían redadas en las casas de remolienda, como un allanamiento que hubo en Huanchaca, en una casa donde había una fiesta de personas LGBT. Se metieron los Carabineros, los llevaron presos, les tomaron fotos y los sacaron en el diario como “degenerados y pervertidos”. Esa era la visibilidad que había históricamente en Chile para personas travestis o trans. Después, con la vuelta a la democracia, los grupos LGBT podían comenzar a organizarse de forma legal, lo cual ya había ocurrido incluso en dictadura con grupos como Ayuquelén o Acción Gay. En 1991 llega el Movilh Histórico: una agrupación homosexual pública.

  • ¿Y cómo fue ese cambio cultural y político?

Fue bueno, sin embargo, no existía una conciencia identitaria propia y también estaba muy estigmatizado. Ser trans significaba ser travesti y prostituirte en la calle, que suele ser lo más difundido. Creo que también influye mucho la clase social de las personas que se organizan: si pensamos en grupos de travestis que se organizaban en los 90’ y 00’, eran personas pobres, que con suerte habían terminado cuarto medio, en ese sentido sus posibilidades eran limitadas. Las personas que logramos ir a la universidad o tener un título universitario nos organizamos y eso implica otro nivel de incidencia. Eso también te da otro alcance dependiendo de tu clase social, como es el caso de la Fundación Iguales, que apenas se funda todos los partidos les abren las puertas y tienen un tremendo impacto mediático porque son personas de clase alta con contactos. Eso también ha marcado mucho la forma en que los activismos LGBT se han podido hacer en Chile.

  • ¿Cree que el activismo que realizan ciertas organizaciones más “tradicionales”, como el Movilh o Iguales, resulta adecuado o suficiente frente a la regresión ultraconservadora en el escenario global?

Creo que las organizaciones también, por un lado, tienen sus propios objetivos, dependiendo de la gente que las compone. Si analizamos la mayoría de los grupos LGBT en Chile que se han mantenido con el tiempo, son grupos que están integrados por personas de más de 35 años, versus otros que han surgido con gente de menor edad, que tiene otra postura y otros objetivos. Creo que en general el movimiento LGBT ha pasado muchas etapas, con momentos donde se ha generado mayor cohesión como cuando han existido ciertos “hitos”, como alguna ley o crimen de odio (como pasó con Daniel Zamudio). Respecto de la comunidad trans, con el tema de la amenaza a las infancias trans y los bloqueadores de pubertad, grupos antigénero se han tomado de eso con una especie de caballo de troya para meter críticas a otros temas. Eso ha hecho que las personas y grupos trans estén más cohesionados y que haya mayor diálogo. 

El informe de la polémica

  • Hace un par de semanas se publicó un reportaje titulado “Pubertad interrumpida”, donde hablaban de ciertas experiencias negativas de la transición hormonal. OTD sacó un comunicado al respecto. Por otro lado, organizaciones en Chile y el mundo se han manifestado en contra del Informe Cass, que origina el rechazo a la terapia hormonal. ¿Cómo afrontan esta situación? 

Lo que pasó con el Informe Cass es algo muy interesante de analizar, porque es sabido que el gobierno de Inglaterra que lo encargó es un gobierno transodiante: el propio Primer Ministro dijo que no va a reconocer a las personas trans y que para él una mujer trans es un hombre y punto. También derogaron la ley de Escocia, que hablaba de la identidad de género. No es de extrañar que frente a este reporte lo primero que hagan sea tratar de eliminar todos los programas de atención a menores de edad trans y perseguir a profesionales de salud que les receten medicamentos.

  • De todas maneras este informe no fue solo aprobado por el Partido Conservador, sino también por el Laborista, que es el gran partido de izquierda de Inglaterra. ¿Cómo ven reflejada esta transfobia no solo en la derecha sino también en el poder en general?

No son solamente definiciones de derecha, sino que son conservadoras. El tema trans ha sido repudiado por gobiernos o ideologías políticas partidistas de todos los espectros. En el reporte Cass en ninguna parte se dice que hay que prohibir los bloqueadores, sino que eso surge de los grupos que instrumentalizaron el informe aprovechándose de la ignorancia y pánico social que creó el tema. Los medios también jugaron un papel importante en difundir esa información falsa o manipulada. Sabemos que este tipo de noticias son muy apreciadas por los medios porque generan mucha polémica y debate. 

  • Y en Chile…

Hoy en día está de moda hacer discursos de odio para generar debate para que te suba el algoritmo, y lamentablemente a Chile llega en un contexto donde el mismo gobierno, a pesar de decirse de izquierda, es súper ignorante en el tema, que los pilló súper mal parados. El oficialismo cedió a la presión de los medios y las críticas de la derecha, por lo que al final su mejor solución fue prohibir que nuevos pacientes ingresen a endocrinología infantil. Eso es una medida discriminatoria, porque sólo afecta a niños trans pobres, ya que los niños trans que pueden pagar la clínica privada pueden seguir haciéndolo. 

  • Recientemente, en la Cámara de Diputadas y Diputados, se rechazó la reforma a la Ley Antidiscriminación. En un contexto donde, según datos del Movilh, han aumentado las denuncias por discriminación en 2023, ¿cómo aprecian este rechazo?

Yo creo que las legislaciones que existen han sido gracias a la presión y activismo del mismo movimiento. En Chile no hay una ley de delitos de odio, eso es lo básico. Entonces se intenta desde la creación de otras figuras legales imponer más sanciones, lo que no siempre resulta, pues depende mucho de los criterios de quienes ejercen justicia, donde a veces hay gente muy ignorante o que derechamente es antigénero.  Respecto al aumento de denuncias, yo creo que va de la mano con que la gente está más empoderada, se atreve a hacer más denuncias y a exigir mejor sus derechos, aunque sigue siendo difícil que se obtenga algún tipo de reparación o de justicia. Además, las cifras son claras en mostrar que el sector que más ejerce violencia de género tanto hacia la población LGBT como hacia mujeres cis son los hombres cisgénero heterosexuales. Entonces, si ya sabemos dónde está ubicado el problema, ¿por qué no se está haciendo nada? Algunos programas del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SernamEG) involucran también a los agresores, aunque son pocos, principalmente se enfocan los recursos en dar atención a las víctimas, pero ¿qué se hace para trabajar con estos hombres cis hetero que están ejerciendo violencia y que la tienen muy naturalizada? Creo que si no se trabaja con los agresores difícilmente se van a disminuir las cifras.