El pasado 1 de abril comenzó la marcha blanca de las nuevas restricciones de admisión que demandan “carnet de identidad chileno vigente” a quienes quieran ingresar al recinto mayorista. La medida, que debutó oficialmente este lunes 6 de mayo, busca mayor seguridad para sus locatarios y clientes, pero abre la interrogante sobre los efectos colaterales que pueda tener. Doble Espacio conversó con el vocero de Lo Valledor y pesquisó el impacto que han tenido las medidas tras un mes de prueba: un incidente protagonizado por una ciudadana chilena, disminución de las ventas y las dudas frente a la situación de los trabajadores irregulares contratados por los feriantes.


A las 08:30 del 1 de abril, Mariana Cea intentó ingresar al Mercado de Lo Valledor con un carro de supermercado. Aquella mañana de lunes debutaba la marcha blanca de las nuevas medidas de ingreso del mercado mayorista que establecían que, aparte de la prohibición de ingresar carros de carga como el que empujaba Cea, se solicitaría “carnet de identidad chileno vigente” a los peatones que quisieran acceder al recinto. Al negársele el ingreso, la mujer de 54 años amenazó con una lima de uñas metálica a un guardia de seguridad y, tras ser retenida por uno de los vigilantes privados del recinto, le sustrajo el arma de servicio y disparó seis veces, hiriendo a tres personas, entre ellos a un camarógrafo de televisión. 

De esta manera, la inauguración de medidas de ingreso, enfocadas en mantener fuera del mercado a migrantes en situación irregular, se vio marcada por la violenta irrupción de una chilena que fue transmitida en directo por los matinales. A más de un mes de la implementación de nuevas disposiciones de admisión, que se vieron ratificadas ayer a través de su implementación definitiva, el Mercado Lo Valledor no ha estado exento de polémicas. Estas son algunas de las voces que emergen analizando la medida.

Kilómetros de fruta y verdura

El mercado mayorista de Lo Valledor es el mayor recinto comercial hortofrutícola de Chile. Con más de 30 hectáreas, cuenta con cerca de 1.200 locales establecidos: tiene 40 restaurantes, cuatro farmacias, un banco, además de varias librerías y ferreterías. Recibe en promedio 30 mil visitas diarias y abastece a cerca del 60% del país con frutas y verduras. 

A pesar de que antes de la pandemia del Covid-19 solo abría sus puertas a pequeños y medianos productores agrícolas y comerciantes, debió relajar las medidas de ingreso para permitir el acceso al consumidor minorista y así favorecer la recuperación económica de sus locatarios.  

Sobre la vorágine en la que se ha visto envuelto el espacio desde el día en que Mariana Cea disparó al aire, el gerente de Comunicaciones de Lo Valledor, el periodista Marcelo Araya, conversa con Doble Espacio. Según Araya, permitir el acceso de peatones trajo un problema, porque ya no se podía identificar a las personas que entraban al recinto: “Nos jactábamos de ser el lugar más seguro de Santiago, pero el año pasado hubo eventos que lo cambiaron todo. Por primera vez hubo dos asaltos con disparos en días distintos, y no sabíamos quiénes eran. Cuando corroboramos que iban a pie y armados, nos dimos cuenta de que teníamos que tomar medidas”.

Entre los primeros resguardos que tomaron para garantizar la seguridad de compradores y locatarios estuvo la creación de un número telefónico disponible las 24 horas, que despliega un contingente motorizado ante emergencias de seguridad y de salud; después, pese a la oposición inicial de los vendedores, comenzaron a empadronar a los trabajadores. 

A pesar del éxito inicial de las medidas, en enero de este año la situación volvería a cambiar: dos camioneros fueron asesinados en Malloa mientras volvían de realizar ventas en Lo Valledor, desde donde fueron seguidos por sus victimarios. Ante esto, la administración decidió tomar una nueva serie de medidas: restringir el acceso peatonal a solo cuatro entradas (de un total de doce), instalar torniquetes y detectores de metales, y solicitar “carnet de identidad chileno vigente” al ingreso. Este último requerimiento, como respuesta a la delincuencia, es el que ha generado más críticas.

Patricio Rojas Mesina, abogado y colaborador del Colectivo Sin Fronteras, agrupación que promueve la integración cultural de personas migrantes, define como “interesante” este requerimiento impuesto en Lo Valledor: “Chile es parte del Mercosur, y eso significa que los documentos de identidad del país son válidos en la región, con la excepción de Venezuela, pero si un argentino quiere ingresar a Chile lo hace con su DNI argentino, lo mismo con colombianos o peruanos”.

Como respuesta al incidente del 1 de abril, donde el conflicto fue provocado por una ciudadana chilena, la administración del mercado publicó un ambiguo comunicado señalando que se permitirá el acceso “conforme a las verificaciones correspondientes” para personas que posean “documentación legal que acredite identidad emitida en otro país”. A pesar de esto, aún hay guardias del recinto que aseguran que las medidas originales tomadas por la administración no sufrieron modificaciones.

Medidas de ingreso: “Un acto discriminatorio” 

Para María Emilia Tijoux, doctora en sociología e integrante de la Red Nacional de Trabajadores Migrantes y Promigrantes, estas medidas constituyen un acto discriminatorio: “Conseguir una cédula de identidad chilena es un ejercicio extremadamente complejo. El hecho de que se esté amalgamando la migración al narcotráfico y la delincuencia impide muchas veces que las personas que han llegado a trabajar honradamente y están aquí hace mucho tiempo puedan conseguir sus documentos”. 

Para la experta, la medida implica “cerrarle las puertas a una población migrante que, además, está al interior de Lo Valledor trabajando en condiciones de ilegalidad por parte de quienes los llevan, porque efectivamente les conviene más: no hay contrato, son reemplazables, es algo muy cruel”, señala.

En representación de Lo Valledor, Marcelo Araya replica: “Todo esto lo hacen en los aeropuertos, edificios y estadios, pero nos joden a nosotros. Yo creo que hay una discriminación al revés. Dicen ‘cómo el mercado va a hacer eso’. Yo creo que es porque no nos toman en serio”, argumenta el encargado. 

Un hecho menos conocido es que entre los asistentes al mercado circula el “manual interno de seguridad para el usuario”, que sugiere una serie de medidas para “evitar acciones delictuales”. Entre ellas, el documento recomienda a los locatarios “no contratar ni reclutar personas que no cuenten con cédula de identidad chilena y que no tengan permiso legal de trabajo”.

A pesar de las recomendaciones de la administración, Araya asegura que en la práctica no ejercen mucho control sobre los locatarios, pero la medida sirve para al menos disuadirlos: “Los feriantes nos preguntan qué hacer con los trabajadores. Nosotros les sugerimos que contraten trabajadores chilenos y les paguen como corresponde, pero no nos queremos meter en ese tema, así que les decimos ‘soluciónalo tú’. Que gestionen ellos con quién trabajan, pero nosotros como mercado tenemos la responsabilidad de que no entre gente indocumentada y funciona, porque saben que están en falta. Tienen a personas trabajando sin previsión y sin protección. Son abusadores”, señala el vocero del mercado mayorista.

Según estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), al 31 de diciembre de 2022 habitaban 1.625.074 extranjeros en el país, lo que representa un aumento del 25% respecto a la cifra de 2018. De ellos, aproximadamente un 6,6% se encuentra en situación irregular, versus el 0,6% que existía hace cinco años. 

Comparación inevitable 

El Mercado de La Vega Central tampoco ha estado exento de cuestionamientos e inquietudes respecto de la seguridad. Ubicado en la comuna de Recoleta, cuenta con más de cien años de historia, cuatro hectáreas y media de terreno, cerca de mil locales y se negocian aproximadamente cinco mil millones de pesos al día en frutas, verduras, abarrotes y carnes. 

Arturo Guerrero, vocero del mercado, señala a Doble Espacio que “en La Vega no hay delincuencia”, y que “la prensa se encargó de desprestigiar a la inmigración”. Desde el año pasado cuentan con guardias de civil y uniformados, detectores de metales en las entradas, casi 500 cámaras y tres circuitos de control, con resultados “cercanos al 99%”, según Guerrero. “Acá normalmente es seguro. La opinión de toda la gente es que hay seguridad, el problema son los alrededores, que no administramos nosotros”, afirma.

“Un error que se cometió en Lo Valledor es que no se complementaron con los locatarios.  Aquí nos conocemos todos, a lo mejor no por el nombre, pero sí nos vemos todos los días. Pero eso tiene que ver mucho con la dirigencia, porque si se involucra con el locatario común y corriente, esto resulta”, manifiesta el vocero de La Vega, donde se estima que cerca del 60% de sus trabajadores son personas migrantes. “Aquí cuando roban saben todos al tiro y todos participan, porque el ladrón no tiene espacio”, concluye el dirigente.

A pesar de que, según la administración, en Lo Valledor la inseguridad ha disminuido desde la implementación de estas medidas, Marcelo Araya plantea que distintos vendedores han reportado también una disminución en los ingresos. “La seguridad tiene un costo”, advierte el vocero, aunque aclara que el problema de la inseguridad y la migración no es responsabilidad de la administración del mercado mayorista.

“Es algo que debe ser respondido desde el Estado. Nosotros no podemos ni debemos resolver el tema. Lo otro es que nos relajemos y dejemos que hagan lo que quieran y se maten, pero ahí nos convertiríamos en La Vega Central. El otro día vi un reportaje de canal 13 y mostraban en yeguas cómo sacaban a los muertos. Yo no sé si Arturo Guerrero avala eso”, señala el gerente de Comunicaciones. 

“Si tuvimos que adoptar medidas que no habíamos tenido en cincuenta años, es porque la realidad cambió. Quizás para Chile viene cambiando desde hace cuatro años, pero para nosotros el punto de inflexión fue el año pasado”, lamenta Araya y espera que en algún momento “todos nos sintamos más libres de esta amenaza”.

¿Una fotografía?

Aun cuando en Lo Valledor existe ánimo de “dar vuelta la página” desde lo ocurrido con Mariana Cea, aún hay tensión en el ambiente y la sensación de alerta parece perdurar. Lo pudimos comprobar cuando dos guardias de seguridad del recinto mostraron incomodidad ante la presencia de nuestro medio:

一Disculpa, necesito sacarle una foto a tu carnet de identidad… nos dijeron que eras periodista一 señaló un motorista encapuchado. Frente a la respuesta negativa, insistió argumentando que “puedes tapar los datos que tú quieras, pero necesitamos saber quién eres y tomarle una foto al documento”. 

Después de acceder, a riesgo de ser censurados o expulsados del mercado, la sospecha de los guardias no se detuvo: durante varios minutos sus miradas seguían puestas sobre quienes, potencialmente, podrían volver a exponer a Lo Valledor al escrutinio público después del lento apaciguamiento del bullicio mediático.

A más de un mes de su implementación, las polémicas medidas de ingreso al mercado mayorista parecen haber llegado para quedarse.