Están a la espera de cualquier demostración de dolor. De pie apoyando parte de su cuerpo en vehículos que están estacionados en Av. La Paz, comuna de Recoleta, a las afueras del Servicio Médico Legal (SML). A ratos inquietos, revoloteando en busca de una nueva presa. Son los “buitres funerarios”. Identificarlos es difícil. Cualquiera pensaría que están a la espera de la entrega del cuerpo de un familiar o un ser querido, pero de pronto se escabullen entre las personas para ofrecer sus servicios.


Se encuentran afuera de los centros de salud en busca de clientes, y en ocasiones extremas, llegan a golpear las puertas de sus casas. Los “buitres” o captadores de funerarias, dicen estar listos para ayudar con sus servicios funerarios a las familias que han perdido a algún ser querido, pero lo que en realidad quieren conseguir con su carismática personalidad y grandes estrategias, es que los clientes acepten sus elevados precios.

Dos mujeres, una de unos treinta y otra de unos cincuenta años. Ambas vestidas formalmente, maquillaje impecable, con credenciales colgando de sus cuellos y carpetas con papeles en sus manos, se encuentran a las afueras de la salida trasera del recinto mientras observan atentamente a cada persona del lugar.

Por sus tonos suaves y agudos al hablar se pensaría que su preocupación por los clientes es genuina, pero sólo es una máscara para ganarse la confianza de quienes se encuentran en una situación vulnerable.

—Eso sólo podemos saberlo con la cuota mortuoria. Si consigues el RUT de tu familiar, nosotras podemos averiguarlo — dice sonriente una de las mujeres al ser consultada por los aranceles de sus servicios.

—Pero, ¿existe un rango de precios? ¿Tienen alguna tarjeta de contacto?

—Necesitamos saber la cuota mortuoria primero — insiste la mujer a su lado mientras ambas ignoran la segunda pregunta.

No mencionan sus nombres, número o correo de contacto. Sus credenciales no tienen ningún tipo de identificación más allá de la palabra “funeraria” y dan respuestas vagas. Los buitres no tienen un perfil específico. Sus vestimentas varían al igual que las estrategias que utilizan para acercarse a las personas, sin embargo, tienen un objetivo en común: vender cueste lo que cueste. No les importa si alguien está atravesando una situación triste o vulnerable, ni si son vistos en acción.

 LA MUERTE ES UN NEGOCIO: ¿CÓMO OPERAN?

Algunos buitres son conocidos por los funcionarios y residentes porque llevan años trabajando en el lugar. Las inmediaciones de hospitales y morgues son sus oficinas y están ahí todo el día a la espera de que alguien fallezca, y con ello tener la primicia y poder abalanzarse sobre sus familiares para persuadirlos con su negocio.

Patricia Díaz fue interceptada al interior del Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso, “fuimos al hospital para buscar sus cosas y cuando llegamos al lugar, ya estaba alguien esperándonos para ofrecernos sus servicios funerarios. No llevábamos ni diez minutos en el hospital”, dice.

Los buitres se coluden con funcionarios internos y externos, quienes les transmiten información mediante códigos establecidos. Esta práctica no es reciente, lleva mucho tiempo desarrollándose. El año 2015 Chilevisión reveló escuchas telefónicas de buitres en las cercanías del Hospital del Salvador, en las que se comunicaban mediante jergas futbolísticas: cada muerto listo para ser entregado equivalía a un gol.

Daniel (nombre ficticio colocado para resguardar su identidad), de unos cuarenta y cinco años de edad, trabaja en el Servicio Médico Legal (SML) hace dos décadas y explica que todos los trabajadores del SML saben a la perfección sus técnicas, “tienen este engaño de que ocupan unas tarjetas colgando y se autodenominan como ‘agentes de servicios del Servicio Médico Legal’ y no pasa sólo aquí, en todos los hospitales”.

Ciertas funerarias tienen asegurado el retiro de algún muerto, dice Daniel mientras señala el edificio del SML, “no quiero hablar en específico de mi lugar de trabajo, pero en algunos hospitales también se les paga un 20% por dar el dato a una funeraria si se cumple el servicio. Además, los buitres también son quienes están en primera instancia en algún accidente en las calles, es decir, los carabineros. La muerte es un negocio, está en todos lados”.

Agentes de seguridad pública, como algunos funcionarios de Carabineros, también trabajan con estos personajes. El año 2016 Ciper publicó en su sección Cartas, que el cabo 1° Giovanni Damiano convencía a familiares de fallecidos de contratar los servicios de la funeraria Pater Noster, aludiendo a que tenían precios razonables en comparación a sus competencias, sin embargo, se descubrió que cobraba 56% más que funerarias tradicionales y reconocidas, como el Hogar de Cristo.

Angello Durán es una de las personas que contrató a un buitre para el funeral de su padre, “fue hasta nuestra casa y nos avisó que mi papá había muerto, dijo que trabajaba en el hospital y como tenía que pasar por el sector, prefirió avisarnos en persona, pero nunca lo habíamos visto”, afirma. Por temas de factibilidad aceptaron sus servicios, “mi mamá sabía que era un buitre, pero no teníamos auto y él nos iba a llevar en el suyo para los trámites. De todas formas, compramos lo más barato, no aceptamos sus ‘ofertas’”, dice riendo.

Francisco Aguilera es asesor integral de la funeraria Hogar de Cristo. Tiene gran experiencia en servicios funerarios. Explica cómo ellos calculan la cuota mortuoria en el segundo en que le das un RUT: “nosotros como funeraria tenemos un link del Instituto de Previsión Social (IPS), ingresamos el RUT y aparece si tiene pensión o si cotizó alguna vez. Si no están conforme, llaman al 103 o 101 y hablan directamente con el IPS. La plataforma es inmensa, está todo listo para operar”.

La Superintendencia de Pensiones (SP) señala en su página web oficial que “la cuota mortuoria consiste en un aporte en dinero que tiene como objetivo ayudar a pagar los gastos funerarios de una persona afiliada a una administradora de fondos de pensiones (AFP)” o de Pensión Garantizada Universal (PGU).

Una de las diferencias más importantes entre una funeraria establecida y un buitre son los aranceles. Las funerarias tienen montos fijos ya establecidos para cada uno de los servicios que ofrecen, no así los buitres, que deciden el monto a cobrar dependiendo de la persona, su bolsillo y principalmente la cantidad de la cuota mortuoria.

Los buitres ganan dinero según la cantidad de clientes que compran los servicios que ellos les ofrecen. “Ellos rematan el cuerpo. Suelen trabajar con tres o cuatro funerarias y ¿a quién le dan el servicio? Al que da más porcentaje de ganancias. Acostumbran a estar entre el veinte y treinta por ciento”, asegura Aguilera.

MARCO LEGAL

La Ley N° 19496 establece las normas sobre protección de los derechos de los consumidores indica en las Disposiciones Generales y Especiales los derechos y deberes del consumidor, además de los criterios que deben cumplir o no los proveedores de bienes o servicios. En estos artículos no existe alguno que hable sobre la ilegalidad de los buitres como tal, pero sí sobre algunas sanciones que se les pueden adjudicar a ellos y a las funerarias.

Valentina Contreras Acevedo, abogada especializada en Derecho del Trabajo y Seguridad Social, con Diplomado en Transparencia, Probidad y Buen Gobierno, explica que “desde el punto de vista jurídico, si bien no hay un delito asociado propiamente tal tipificado en la ley como estafa de funeraria o de conservación de cuerpos, si podría eventualmente existir estafa en el sentido de que se está lucrando con servicios funerarios que la persona contrata”. Además, Contreras agrega que para regular esta situación “se deberían establecer resguardos normativos que no permitan el acceso de información de personas que ya se encuentran fallecidas a terceros ajenos”.

Para que estas prácticas se consideren delitos y tengan sanciones específicas es responsabilidad de la superintendencia ejercer una mayor fiscalización. José Ignacio Espinoza, abogado penalista señala que, si bien hace falta legislar en ese ámbito, no existe una estafa, “las personas contratan los servicios de manera voluntaria, pero existe una competencia desleal”. Además, añade que tiene que ver más con lo moral y que “corresponde a las sanciones éticas y morales del modus operandi de las empresas. Toman a las personas en momentos complicados. Va por ahí el aprovechamiento de los precios y la poca información”.

La ley de protección de los derechos de los consumidores establecen ciertos principios generales, como resguardar la dignidad, el trato deferente al consumidor y se considera un derecho fundamental la libre elección, “es por eso que cualquier tipo de hostigamiento o requerimiento insistente en condiciones en que el consumidor está pasando por algún asunto personal de esta naturaleza, se vea afectada esa dignidad, ese derecho a la integridad psíquica”, dice Lucas del Villar, ex director del Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC).

DISPUTAS POR LA CUOTA MORTUORIA

Gran cantidad de testimonios son anónimos debido a que muchos afirman que estos sujetos son bastante agresivos. Quienes trabajan o transitan comúnmente por los mismos lugares que los buitres prefieren resguardar su identidad por seguridad, ya que en más de una ocasión han protagonizado peleas callejeras a las afueras del SML para ganarse al cliente y concretar un trato. Residentes de la zona afirman que a veces reaccionan de manera violenta contra quienes rechacen o se retracten de aceptar su negocio.

Para los buitres la muerte es su negocio, una disputa entre quienes se quedan con una comisión que no es menor, “hay mucho movimiento en las mañanas y eso hace que lleguen varios buitres de diferentes funerarias, cuando pasa eso comienzan los problemas. Hubo peleas grandes, con balazos y todo”, afirma Daniel.

Andrea (nombre ficticio) trabaja en un kiosco a una cuadra del SML y hace un mes fue testigo de los conflictos que se viven día a día en las inmediaciones del recinto. La mujer afirma que “aquí entre ellos mismos se llaman buitres y pelean por poder. Se pelean entre ellos las personas que fallecen”.

OPINIÓN DE LAS FUNERARIAS

Actualmente no existen normas específicas para combatir las prácticas de los buitres, cosa que mantiene insatisfechas a las funerarias. Manuel Pavez, presidente de la Asociación Gremial Nacional de Dueños de Funerarias (Agrenaf) y dueño de la Funeraria Manuel Pavez, manifiesta que para los funerarios “los buitres son un cáncer de nunca terminar, porque no podemos frenarlos. Yo siento que hay una complicidad del Estado, de los organismos competentes para controlarlos. Todos sabemos que existen y dónde están, ¿por qué no hacen nada?”.

Pavez critica duramente la acción de estos sujetos. “Los famosos y siniestros buitres son mercaderes de la muerte, porque ellos no tienen una raíz, no tienen una funeraria. El Código Sanitario de Chile y del mundo, nos indica que las funerarias tienen que ser entes regulados por alguna disposición. Sanidad nos regula, nos da la patente para existir. A ellos nadie los controla”, dice.

Por otro lado, Luis Álvarez de la Funeraria La Nacional opina que, “cada funeraria utiliza sus canales de ventas en forma distintas. Respeto a quienes lo hacen y a los que no”, sin embargo, reconoce que ​​​​“el tema es bastante delicado, es fuerte que llegue alguien a  su casa para ofrecer servicios funerarios o que te detengan afuera de los hospitales, clínicas o en el SML a ofrecerlos”.

La Funeraria Iván Martínez difiere de las declaraciones que han dado otras funerarias. Al ser consultados, el representante de la casa matriz, ubicada en la comuna de Las Condes, Eduardo (nombre ficticio), sólo da respuestas en voz baja y vagas en relación a las preguntas y confiesa que no creen que sea una mala práctica, que en ocasiones otras sucursales han recurrido a estos individuos para generar ganancias por ambas partes. Es una práctica a la que llama “normal”.

Iván Martínez, el famoso emprendedor y dueño de la funeraria, no quiso responder al ser contactado, aunque en junio del presente año, al conversar con la radioemisora Universo, comentó que en sus inicios dentro del rubro funerario ejerció como buitre durante muchos años.

EL IMPACTO EN LAS PERSONAS

Uno de los factores de los que más se habla es sobre el estado de vulnerabilidad que atraviesan las personas en estas circunstancias y cómo esto puede afectar en las decisiones que se toman al momento de elegir los servicios funerarios. Este proceso que por lo general se realiza con rapidez, ya sea porque necesitan retirar el cuerpo o porque quieren terminar con el doloroso momento lo antes posible.

Los buitres actúan de forma veloz y efectiva, o eso les hace creer a las personas. Ofrecen retirar el cuerpo del SML lo más rápido posible, pero en realidad eso está estipulado por ley, “ellos no están haciendo un favor, eso está corriendo con tiempos de una disposición legal en que se debe cumplir con un buitre o sin uno. Les hacen creer a las personas que los están ayudando”, asegura Manuel Pavez.

Shenhui Lin, Psicóloga Clínica EMDR, Máster en Psicoterapia EMDR, experta en Trauma Psicológico, afirma que “es indudable que estar en un proceso de luto puede tornar a la persona más vulnerable. En tal caso, las personas aprovechadoras tanto del contexto familiar como fuera de la familia, llegarán evidentemente a manipular para obtener algún tipo de provecho”.

Por otro lado, Lin explica que “evidentemente esto es dimensional. Van a haber personas muy funcionales y de ahí hasta el otro extremo, habrá quienes no podrán tomar ninguna decisión”. Las reacciones de cada persona son variables y dependen de muchos factores explica la especialista.

La Fiscalía Nacional Económica (FNE) publicó a comienzos de este año un estudio en donde se concluye que un alrededor de un 70% de los consumidores no cotizan los servicios funerarios. Además, un 49% señala no haber recibido la cuota mortuoria o la asignación por muerte correspondiendo, estos son cobrados por las funerarias directamente. En este estudio se reflejan los sesgos conductuales de los consumidores a la hora de cotizar y elegir la mejor opción para sus necesidades entre varias funerarias. El negocio de los buitres no es conocido y las personas no cotizan funerarias usualmente, por ello es que caen en sus engaños con frecuencia.

Otro caso similar al de Angello Durán es el de Margarita Nahuelan, quien fue notificada de la muerte de su abuelo a través de un buitre en la puerta de su casa. “Era de madrugada, estábamos despiertos cuando tocaron la puerta y alguien que decía trabajar en el hospital nos avisó que había muerto mi abuelo. Nos ofreció servicios funerarios de un lugar que conocía y sin muchas preguntas, aceptamos. Ahora que lo recuerdo, es bastante extraño cómo supieron nuestra dirección, dudo que realmente fuera alguien del hospital”, dice.

Los buitres funerarios pasan los días deambulando por las inmediaciones del SML con ansias de hacer crecer su negocio, sin que les importe estar a la vista de todos, porque saben que aún pasan desapercibidos por algunos, al menos como lo que son. Aunque quienes saben del negocio ya los tienen completamente identificados.

—Uno lleva aquí años trabajando, hay una vinculación como la del zorro y el perro, que se saludan y cada uno va a trabajar– cuenta Daniel.

Un hombre de aproximadamente un metro setenta, pelo negro y vestido casual, con un polerón Puma negro y jeans azules, merodea con seguridad por el lugar como si fuera su propia casa. Espera a que el guardia entre al recinto y se dirige a observar por la puerta trasera del Servicio Médico Legal. Luego, se sienta en una banca cercana y comienza a conversar con un grupo de hombres y mujeres, adultos y niños, que se encuentran a la espera del cuerpo de algún familiar fallecido. Ellos le prestan atención y asienten con la cabeza. Tras unos minutos el hombre se para y junto a tres personas del grupo cruzan la calle y entran a una de las varias funerarias que hay por Av. La Paz, Recoleta.

—Ese personaje que anda ahí es histórico acá. – afirma Daniel mientras lo sigue con la mirada fijamente.