Hace un año que la esposa de Patricio Bustos Streeter intenta juntar pedazos de la vida del hombre con el que compartió por más de cuarenta años. Dentro de los cajones de su casa de Ñuñoa, Cecilia Bottai, busca las fotografías y documentos que reconstruyen la historia de su compañero, exmilitante del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR), sobreviviente de torturas durante la dictadura militar chilena y emblemático exdirector del Servicio Médico Legal (SML). De esta forma quiere cumplir el deseo que tenía Patricio antes de fallecer en 2018 y publicar un libro en su memoria.


Es un viernes de septiembre, Cecilia está sentada en su living. En la mesa de centro hay una fotografía enmarcada de quien fue su esposo durante 43 años, el médico cirujano Patricio Bustos sonríe junto a la foto de sus dos hijos en formato carnet, a un costado hay un clavel rojo de papel y una vela encendida.

“Él hasta el día de hoy se echa muchísimo de menos, yo creo que es de esos hombres imprescindibles que ayudan tanto a una sociedad que dejó un hermoso legado, por eso que está esto que hemos querido hacer desde que él falleció, pero no encontramos nadie que lo escribiera porque todos los grandes no quisieron ser parte de este proyecto”, menciona Cecilia con respecto al libro que desea publicar.

Patricio Bustos Streeter, luego de una vida entregada a su pueblo, falleció el 4 de junio de 2018, a la edad de 67 años, producto de un cáncer pulmonar. Hoy, su esposa, a sus 73 años, lo recuerda como un incansable defensor de los derechos humanos, comprometido con la búsqueda y el reconocimiento de los cuerpos de detenidos desaparecidos en dictadura, que encabezó desde su cargo de director del Servicio Médico Legal.

“Él luchó, luchó por la justicia, luchó por la impunidad, luchó por el negacionismo, luchó por ayudar a este atormentado pueblo, a las familias. Creo que luchó por todo lo que seguimos luchando actualmente, siempre en pro de una democracia y en defensa de los derechos humanos. Eso lo hizo permanentemente”, afirma Cecilia.

El libro que se espera esté publicado el próximo año, surge como un deseo que Patricio manifestó antes de fallecer y una oportunidad para la familia de registrar su legado. “Cuando estaba enfermo, ordenando las cosas encontré en la pieza un papelito chiquitito que él dejó, donde decía que le hubiera gustado escribir. Eso fue algo que él anheló hacer”, recuerda su esposa.

Para concretar este proyecto, Cecilia Bottai, firmó un convenio con el Colegio Médico de Chile e invitó a participar al antropólogo y coordinador del Área de Museo de Villa Grimaldi, Daniel Rebolledo, y a la historiadora, encargada del Archivo Oral y Centro de Documentación del sitio de memoria, Daniela Bahamondes. En la actualidad, ambos están desarrollando un proceso de investigación y reconstrucción histórica junto a la familia Bustos Bottai y de quienes fueron amigos y compañeros de Patricio Bustos.

“Él además de ser un sobreviviente, fue una persona que entró a la institucionalidad de un país para tratar de reparar lo ocurrido. Por eso yo considero que esta labor del proyecto de Patricio Bustos y del libro adquiere principal relevancia, porque es una persona que tuvo una triple vivencia, como estudiante, militante del MIR, posteriormente una persona que estuvo en clandestinidad, prisión política, luego exilio y que después se metió en la institucionalidad a tratar de reparar lo que a él mismo le tocó vivir. Entonces, desde esta triple esfera, a través de su propia vida, uno puede comprender la historia reciente de este país. Es como una especie de patrimonio en vida, que lamentablemente ya no está en vida”, afirma Daniela Bahamondes.

Amor compañero

Durante la dictadura en Chile, Cecilia Bottai y Patricio Bustos, militantes del MIR, se conocieron en mayo de 1974 en un punto de contacto en Avenida Almirante Blanco Encalada, ciudad de Santiago. Ella era estudiante de odontología y él estudiante de medicina. El encuentro dio inicio a su trabajo en labores médicas y la creación de una clínica clandestina con el objetivo de ayudar a sus compañeros miristas, que lentamente abrió paso a una relación amorosa.

“Bueno, no fue inmediata tampoco la relación (sonríe), porque nosotros nos juntamos para trabajar en periodos clandestinos. La vida en clandestinidad es muy intensa, un año equivalen a muchos años de vida. Esos dos años yo creo que fueron como diez, que es un vivir en el que siempre está la sensación de ser perseguido”, recuerda la ex estudiante de odontología.

Diez meses después se casaron en clandestinidad. El 24 de marzo de 1975, se llevó a cabo la ceremonia en el Registro Civil de la ciudad de Paine, a 44,9 km al sur de la Región Metropolitana, a la que asistió solo la madre y la tía de Patricio. Debido a la militancia de ambos, Cecilia menciona que debían usar chapas para proteger sus identidades. “Ahí en ese momento nos presentamos con los nombres”, recuerda Bottai sobre la ceremonia de su matrimonio.

El 10 de septiembre de 1975, militares secuestran a su esposo a las afueras de su lugar de trabajo, un laboratorio ubicado en Avenida Manuel Montt con Avenida Providencia, ciudad de Santiago. Desde allí es llevado al centro de detención y tortura, Villa Grimaldi, junto a Cecilia que tenía dos meses de embarazo y fue brutalmente torturada hasta provocarle un aborto, siendo el principal responsable el exmilitar y exmiembro de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), Miguel Krassnoff, quien hoy suma más de mil años de condena por crímenes de lesa humanidad. “Cuando ellos supieron que yo estaba embarazada, lo que hicieron fue poner electricidad en la vagina ‘para la guagüita’. Tal cual lo hicieron”, relata Cecilia Bottai.

Durante la detención de ambos, Patricio Bustos fue llevado en reiteradas ocasiones al Centro de Tortura Clínica Santa Lucía, recinto que estaba en manos de la DINA. Desde allí, Cecilia menciona que ambos fueron torturados de forma simultánea a través de radio. “En Villa Grimaldi, donde yo estaba, en la pieza de tortura tenía una radio y allá en la Clínica Santa Lucía era otra radio, entonces yo escuchaba todo lo que a él le hacían y él escuchaba todo lo que a mí me hacían. Yo sinceramente pensé en un momento dado que no lo iba a ver más, porque él se fue en muy mal estado, se fue muriendo, por eso lo llevaban”, explica Bottai sobre las torturas que recibieron.

Cecilia recuerda que, durante la detención, su esposo estuvo siete meses desaparecido.  A fines de 1976, Patricio se encuentra con ella en la ciudad de Roma, Italia, luego de ser expulsados de Chile. “Fue muy lindo, por supuesto, pero también triste por todo lo que estaba pasando, triste porque dejamos un país con tanto daño”, menciona. En Roma vivieron durante un año y medio, y en marzo de 1977 supieron que se convertirían en padres de su hijo Rodrigo Bustos Bottai.

“Fue algo muy hermoso para los dos. Fue una luz. Fue importante saber que podíamos tener un hijo, yo no estaba segura de si iba a poder tener más hijos, ya que fue muy complicado lo que me pasó en Villa Grimaldi”, afirma Cecilia.

Tras el retorno a Chile

En 1991 la familia Bustos Bottai, junto a sus dos hijos Rodrigo y Valentina, regresan a Chile. Dieciséis años después, en el año 2017, su esposo fue diagnosticado con un cáncer pulmonar en fase cuatro, lo que significó un gran impacto para toda la familia, debido a que el único síntoma visible fue una fuerte tos que lo llevó a realizarse exámenes. “Yo no podía creerlo, fue un dolor muy grande, pensé que iba a poder sanar. Saldremos de esta decía yo, hemos salido de tantas. Me costó asumirlo incluso al final, era como que no quería creerlo permanentemente, no quería creerlo”, rememora su compañera.

Desde el diagnóstico y hasta su último suspiro el 4 de junio de 2018, Cecilia y sus hijos Rodrigo y Valentina, acompañaron a Patricio Bustos en su tratamiento médico con cuidados especiales. “Sí, dejé totalmente de trabajar y mis hijos estaban al lado, la familia estaba al lado constantemente. Yo dejé todo y me dediqué a estar con él”, afirma su esposa.

El matrimonio volvió a consagrar su amor en una ceremonia de matrimonio a la que asistieron sus familiares, dos días antes del fallecimiento de Patricio. “Él adelantó la ceremonia una semana porque yo creo que se dio cuenta que no íbamos a llegar, que no iba a llegar”, recuerda Bottai.

Consultada si siente que para ellos como compañeros quedó algún plan inconcluso, Cecilia sostiene que: “No. Yo creo que él podría haber hecho mucho más por la sociedad, pero no fue posible, también lo que hizo fue harto. A él le gustaba mucho, por ejemplo, ir a la casa de la playa que tenemos. Él quería estar un poco más allá, con el tiempo escribir, porque le gustaba mucho.

Un hombre al servicio de su pueblo

“Mi compromiso con los derechos humanos tiene una actitud militante desde que llegué a Chile en los años 90. Participé en el colegio médico, veía a los presos políticos que todavía seguían presos. En las movilizaciones que hubo por la verdad y justicia siempre participé con mucho orgullo, también en las agrupaciones”, menciona Patricio Bustos en el Archivo Oral de Villa Grimaldi.

El 16 de abril de 2007, el médico cirujano asumió la dirección del Servicio Médico Legal durante el primer gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y ocupó el cargo hasta el año 2016. Gracias a las labores que realizó durante su gestión, comprometido siempre con la defensa de los derechos humanos, junto a su espíritu proactivo, humano y servicial, se convirtió en uno de los directores más recordados hoy en día.

En sus nueve años en el cargo, Patricio enfrentó grandes desafíos como el incendio de 2010 en el Centro Detención Preventiva, ubicado en la comuna de San Miguel en Santiago, donde se produjo la muerte de 81 reos, junto a 16 heridos y más de doscientos evacuados. También, encabezó el reconocimiento de víctimas del terremoto y tsunami del 27 de febrero de 2010, que azotó la zona centro-sur de Chile, con una magnitud de 8,8 grados en la escala de Richter.

Además, se encargó de periciar las osamentas de detenidos desaparecidos para lograr reconocerlos y llevarle paz a sus familias. “Él llegó en un periodo complicado al Servicio Médico Legal porque estaba el problema del Patio 29 donde se había hecho un reconocimiento incorrecto de osamentas de detenidos desaparecidos”, afirma Cecilia Bottai con respecto a la parcela del Cementerio General de Santiago que se utilizó durante la dictadura cívico militar para sepultar de manera clandestina en tumbas marcadas como NN, los cuerpos de ejecutados políticos.

En esta misión, viajó a Europa y Estados Unidos para tomar contacto con instituciones que estaban más avanzadas en estudios sobre genética, “entonces encontró estos dos lugares y logró identificar osamentas antiguas con estos parámetros de exactitud para entregar a la persona a sus familiares”, menciona su esposa.

“Desde que asumo este cargo tengo un agregado, cumplir un rol institucional distinto y que tiene que ver con hacer profesionalmente un trabajo muy difícil pero que es una nobleza que tiene que ver con la vivencia no solo mía, sino que, de las familias, de las víctimas y de Chile”, explica Patricio en el Archivo Oral de Villa Grimaldi.

Durante sus nueve años como director del SML, Patricio Bustos estuvo acompañado en sus labores por el conductor de la dirección nacional del Médico Legal, Miguel Ángel Gavilán, al que el doctor presentaba públicamente como su colaborador principal y mano derecha. “Fueron nueve años que estuve todos los días con él”, menciona Miguel Ángel.

“Él pedía que se hiciera justicia. En una oportunidad le pregunté, ¿qué le gustaría que la gente supiera que usted había hecho como un logro país?, y me dijo: poder decir, estos son los restos del último detenido desaparecido que estamos entregando. Yo creo que, como país, como Estado, se debería recordar siempre la figura de Patricio Bustos. Porque es un hombre que quiso, aparte de sanar heridas, llevar tranquilidad a las familias de la gente que aún no aparece”, recuerda su colaborador.

El legado hecho libro

A 50 años del Golpe de Estado y a cuatro del fallecimiento de Patricio Bustos, Cecilia juntos a sus hijos encarnan la célebre frase, a la que el doctor hizo honor en cada una de sus acciones: “En la vida hay que saber de qué lado uno camina, yo he decidido ponerme en la vereda de los principios”. Palabras que hoy acompañan la placa instalada en su memoria, en el memorial del Parque por la Paz Villa Grimaldi.

Rodrigo Bustos Bottai, abogado y director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile y Valentina Bustos Bottai, médica feminista y participante activa de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, han sido motivados siempre en sus labores por el legado de sus padres. “El camino que yo fui escogiendo en mi vida profesional tuvo mucho que ver con mi papá y con mi mamá y con la historia familiar en general, porque bueno, ellos han sido luchadores sociales en su vida y además víctimas de violaciones de derechos humanos de la dictadura”, explica Rodrigo.

Sobre la figura de su padre agrega que, “él generaba ese respeto transversal, por su espíritu de servidor público y yo creo que eso es algo importante de relevar en Chile, donde a veces los distintos sectores de clases políticas tienen muchas dificultades para dialogar desde posiciones antagónicas. Yo creo que él más allá de mantener siempre su coherencia en lo que pensaba y lo que hacía, lograba eso, podía igualmente dialogar y construir con las personas de distintos sectores políticos”, menciona.

En este marco, el libro que Cecilia Bottai está construyendo junto al Colegio Médico de Chile y los trabajadores del Parque por la Paz Villa Grimaldi, Daniel Rebolledo y Daniela Bahamondes, en memoria del doctor Patricio Bustos, cobra aún más sentido para no olvidar a 50 años del golpe de Estado el patrimonio humano que entregó a la historia e institucionalidad chilena. “Nosotros lo que más queremos es colocar en valor la memoria para ponerla en función del presente, y Patricio en ese caso es super ejemplificador en su experiencia personal con la gestión que realizó de políticas públicas, de cómo hacer mejor su trabajo en función de lo que le tocó vivir, en este contexto tan complejo de la identificación de cuerpos, para darles un poco más de dignidad a los familiares, una tranquilidad más que nada. Nosotros nos pusimos en función de eso”, menciona el Coordinador del Área de Museo de Villa Grimaldi, Daniel Rebolledo.

Cecilia Bottai en la actualidad es una acérrima defensora de los derechos humanos y de la memoria histórica. Se ha preocupado de compartir su testimonio a diversos medios de comunicación con respecto a la persecución política y violencia de Estado que vivió junto a su familia, para combatir los discursos negacionistas que invaden la escena nacional. En este marco, desea que el libro que registrará la vida y legado de su esposo llegue a la mayor cantidad de personas.

Respecto al impacto que desea que tenga este libro, Bottai es clara: “Yo quiero que llegue al pueblo chileno, a todas las edades, porque creo que al leer también un libro así las personas que lo lean se den cuenta que pueden hacer más en la vida por los otros, por la sociedad y para que seamos mejores. Queremos que llegue al corazón. El que una persona puede hacer mucho, que a una persona no hay que decirle dónde tiene que estar ojalá esté allí cuando alguien lo necesite, que sepa ponerse en el lugar del otro, que sepa ver las necesidades de los otros y tratar de ayudar colectivamente a resolverlas, pensar siempre en la importancia de todos los valores de los derechos también educación, salud, la dignidad del ser humano, respetar los derechos humanos, todo lo que vale la pena vivir”.