Tras el golpe militar de 1973, y la imposición de un modelo neoliberal liderado por la comisión de economistas, más conocidos como los Chicago Boys, la economía estuvo en crisis a lo largo de la dictadura con altos y bajos económicos. A pesar de esto, aún se intenta instalar la idea de un milagro económico incluso después de la gran crisis de 1982.
Acorde con la columna de opinión de Ricardo Ffrench- Davis, economista, y ex Chicago Boys en la página del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, “El mito de éxito se basa, en mucho, en considerar solo las recuperaciones ignorando las caídas”. Ante la crisis económica, entre los años 1982 y 1988 se crearon dos programas estatales, el Programa de Empleo Mínimo (PEM) y el Programa Ocupacional de Jefes de Hogar (POJH), para disminuir los índices de cesantía. Sin embargo, estas medidas, de acuerdo con Gonzalo Martner, Doctor en Economía de la Universidad de París, pasaron a “la historia como una política social compensatoria denigrante”.
El retroceso económico en Dictadura
Según con Gonzalo Martner, ex subsecretario del gobierno del ex presidente de Patricio Aylwin y Ricardo Lagos, la economía “en esos 16 años de dictadura, estuvo por debajo del promedio. El promedio de la dictadura es inferior. Los años previos son mejores y los años posteriores son mejores”. Asimismo, al revisar los informes de Crecimiento promedio anual del Producto Interior Bruto del Banco Central, desde 1974 hasta 1989, sí hay una disminución en comparación al desempeño en democracia (1961-1973), donde hay una disminución desde un 3,6 % a un 3,5%.
Uno de los años más complejos fue en 1982, en el cual se desató una crisis, que fue “la mayor recesión que ha tenido la historia de Chile desde el año 1929. Es el peor desempeño económico”, subraya Martner. De esta forma, el desempleo se fue en picada. Según Crisis financieras y sustentabilidad socioeconómica subnacional de Daniel Moreno y Antonio Daher, “las consecuencias fueron inmediatas en el país, donde el Producto Interno Bruto (PIB) se redujo en un 15 % en el periodo 1982-1983, el gasto y la inversión se contrajeron (ésta cayó a un 7 % del PIB), el desempleo aumentó a un 22 % y la inflación subió a dos dígitos (de 9,5 % a 20 %), ligada a la devaluación del peso”.
Asimismo, según el libro Los Chicago Boys de la periodista Carola Fuentes, “La crisis empujó a cientos de miles de chilenos a la cesantía y arruinó a otros tantos que habían confiado sus ahorros en los fondos mutuos administrados por grupos económicos”. Por lo que, ante este panorama de recesión, “la dictadura inventó estos programas públicos, pero que se transformaron históricamente como una humillación, como un hecho más de la dictadura en su insensibilidad frente a la situación de las mayorías sociales”, comenta Gonzalo Martner.
La humillación del trabajador
En el Zanjón de la Aguada la pluma de Pedro Lemebel relata cómo estos programas daban un trabajo “a cambio de una mísera paga”. Así, relata cómo estos programas estaban formados “por mujeres y hombres jóvenes, obreros que trasladaban piedras de una vereda a otra, personas mayores que hacían hoyos cavando al sol toda la mañana, para después taparlos sin ninguna justificación”. “El programa de trabajo fácil del PEM y el POJH, fue la gran humillación que hizo la dictadura con la fuerza laboral de un país abofeteado por el desempleo”, comentaba en su libro Lemebel.
Según Gonzalo Martner, “esto estaba a cargo de los municipios que a su vez estaban a cargo de representantes directos de Pinochet, entonces eran alcaldes autoritarios y maltratadores. Entonces, hay una memoria de maltratos y de hacer cosas inútiles. Las remuneraciones eran ínfimas respecto a cualquier parámetro “.
Roberto Reyes, con 69 años, recuerda cómo trabajó por cinco años en el POJH. “Para sobrevivir, no queda de otra ¿Qué vas a hacer? Tener 20 lucas en el bolsillo o tener nada”, en esos días, tenía dos hijos. Reyes reflexiona como en esos tiempos le asignaban tareas diarias, de lunes a viernes. Reyes trabajó en tareas que iban por cuadrillas, de veinte personas por grupo. Pintaban puentes por el río Mapocho, reparando, soldando, cambiando fierros, “tenía que hacerlo porque no había pega, era la última chupada del mate. Era para salir de la curva, para no decir que no tengo para comer”, comenta.
El sueldo bordeaba los mil quinientos pesos al mes, lo que hoy serían aproximadamente treinta mil pesos. Para equilibrar los sueldos bajos regalaban insumos básicos -como aceite, harina- y así compensar el sueldo precario. Roberto Reyes hasta el día de hoy sigue trabajando sin una pensión previsional por ser parte de este programa de trabajo.
Acorde con el programa, en el PEG y el POJH no existió ningún tipo de previsión y los sueldos eran un tercio del sueldo mínimo de la época. No eran reconocidos como trabajadores, sino que “beneficiarios”. En el año 2006 y 2010 distintas autoridades recurrieron a la Cámara de Diputados, en la Comisión de Trabajo, para la denuncia del no pago de cotizaciones y exigir un reconocimiento previsional. Las demandas sumaron aproximadamente 500 mil ex trabajadores de los planes.
El milagro económico
Fabián Caballero es dirigente de Funcionarios Municipales a nivel nacional, miembro de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), a cargo de la Comisión de Derechos Humanos del mismo gremio. Para Caballero, hay una consigna y es que desde el mismo Golpe Militar, el 11 de septiembre de 1973, con la irrupción contra la democracia y la ruptura de la constitucionalidad, en la implementación de un sistema nuevo, “Todo eso se tenía que justificar de manera permanente”, dice recordando esos años en el que se implementó un sistema económico y medidas como el PEM y el POJH, que sólo buscaban justificar un proceso impuesto.
“Todo ese largo proceso, con todo lo que contiene, estuvo justificado en función del milagro económico. Milagro económico, de los que venimos de esa generación vimos poco. No fue evidente certificar el milagro económico porque no estaba expresado en ninguna de las relaciones económicas, laborales, sociales, salariales de aquel entonces”, sostiene Fabian Caballero, quien es claro en señalar que de todas maneras es una consigna que operó durante toda la dictadura.
Sin embargo lo anterior, es importante marcar como la derecha después de la dictadura, durante la época de los gobiernos de la ex – Concertación, dirigieron su discurso que el crecimiento económico que había en el país era por el “milagro económico” surgido en dictadura, “los sectores más recalcitrantes, reaccionarios, los dueños de la economía nacional sabían que era muy difícil sostener la idea de que durante la dictadura hubo un milagro económico. Más bien, les resultó mucho más fácil decir que el milagro económico se estaba viviendo en los años noventa producto de las series de iniciativas y políticas de intervención y de destrucción de la economía”, subraya Caballero.
El modelo de economía impuesta en dictadura tiene consecuencias hasta la actualidad. El economista, Ffrench-Davis, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2005, profundiza en su libro La Pandemia Neoliberal cómo la dictadura de Pinochet impuso “una profunda revolución neoliberal”, que en 1982 se intensificó, permitiendo en los primeros meses de la dictadura una liberalización de importaciones y restricción monetaria. Según el autor, era una “recuperación de la economía”, para después instalar un sistema privatizador.
En los primeros años, organismos como el Banco Mundial llegaron a hablar de un “milagro”, que Ffrench-Davis descarta al explicar que “la mayor parte del aumento del PIB no era crecimiento de la capacidad productiva sino recuperación de su utilización”, según los datos del libro del economista, el crecimiento del PIB efectivo entre 1973 y 1981 -supuesto “milagro”- fue solo de 3% anual. Chile en 2021 alcanzó un crecimiento de 11,7% según datos del Banco Mundial.
Otros factores del sistema económico impuesto en dictadura que aún perduran es la privatización, donde paradójicamente, Ffrench-Davis revela que “los grandes empresarios privados, muchos afectados por la dictadura, entonces invirtieron muy poco”. Lo que fue acelerando las medidas para frenar la inflación.
Ya para la recesión de 1982 y 1986, según el economista, esta crisis económica “fue útil para la propaganda del modelo neoliberal de la dictadura”, implementando así el modelo en plenitud. Sin embargo, al día de hoy el autor afirma que vemos como las medidas construidas en base a este modelo “han constituido un gran obstáculo en la ruta hacia el desarrollo”, dejando en claro que fue perdiendo velocidad el crecimiento y la convicción necesaria para un cambio, ya que Chile “está bastante más cerca del desarrollo que en 1989, pero aún muy lejos de él”.
Ricardo Ffrench-Davis sostiene que se requiere de un crecimiento que incluya mejores empleos, dignos como “centro de las políticas socioeconómicas”.
En base al sistema que se busca y en el que estamos, el historiador Mario Garcés, dedicado al estudios de la memoria histórica, señala en el Podcast del Golpe, Memoria de Medio Siglo: “Un segmento de la población sigue pensando que su condición de ciudadano tiene que ver básicamente con el acceso a la propiedad y al acceso al consumo. Por eso reclama que con mi plata no, que mi vivienda es propia, todo es propio, en fin. Y estos valores individualistas están super asociadas a lógicas de consumidor”.
Fabian Caballero es enfático: “Una de las cosas que atacó la dictadura, su concepción cultural, sus relaciones humanas fue justamente en la cabeza de las personas. El movimiento sindical reducido, hoy día adolece de una concepción ideológica”.
Actualmente, Roberto Reyes, antiguo trabajador del POJH, trabaja de nochero en el Pequeño Cottolengo, institución que acoge a personas con discapacidad intelectual severa y profunda. No recibe ninguna compensación por haber sido parte de los planes de trabajo en dictadura