Haylen Chang Cutipa es una mujer originaria del pueblo de Belén al igual que sus ancestros, localidad ubicada cerca de Putre, en el Norte Grande de Chile. Ella es parte del pueblo quechua y actual presidenta del Comité Patrimonial de la zona, quien además lleva años trabajando en la lucha por la visibilización de la cultura quechua en la Región de Arica y Parinacota, especialmente en tiempos en que las modernidades amenazan con el despoblamiento de lugares como éste, que peligran también por la falta de estrategias de desarrollo que permitan articular identidades culturales con progreso económico y social. En esta entrevista aborda la realidad de su pueblo y su lucha por no desaparecer, porque según sostiene, “Nos asimilamos tan bien a la vida occidental, la vida que nos impuso el Estado de Chile, que hemos olvidado muchas otras de nuestras prácticas tradicionales, nuestras costumbres. Por esa razón hemos decidido alejarnos en este momento para repasar todo esto, y volver a poder pararnos frente al Estado y llegar a acuerdos”,


-¿Cómo es la comunidad de Belén, a qué se enfrentan día a día?

El pueblo de Belén está dentro de la comuna de Putre y generalmente lo que hacen las personas que viven en Belén es dedicarse a la agricultura y ganadería. Hay un fenómeno que se llama despoblamiento en la zona precordillerana y cordillerana, donde solamente viven casi solo adultos mayores, hay pocos niños y los jóvenes que hay solo se dedican a los servicios municipales o públicos, en general hay poco trabajo en los pueblos. Hay profesores que atienden a pocos niños en la comuna. Precisamente, en Belén hay una sola escuela que hasta hace muy poco tiempo tenía solo dos alumnos. Todo esto considerando que la mayoría de escuelas solamente llegan hasta sexto básico, excepto en Putre, donde hay Liceo.

 

-En esa misma línea, ¿Esto lleva a los jóvenes a tener que abandonar su lugar de origen para poder acceder a más educación?

Efectivamente, los niños que aún están en los pueblos deben irse a Putre hasta terminar cuarto medio, si quieren ir a la universidad deben irse a Arica sí o sí. Ese es un fenómeno que se da hace muchos años en Arica, desde que pasó lo de la Junta de Adelanto, todo esto en pleno boom económico en la ciudad. Estoy situándome en los años 50 y 60, mucha gente de los pueblos vino a vivir a Arica. Esa fue la primera vez que hubo una bajada de personas en estas localidades.

-¿Se ha recibido ayuda o interés por parte del gobierno para poder mantener las tradiciones del pueblo?

La gente tiene que trabajar en el pueblo de lo que hay, como te contaba antes, un poco de cultura aún queda. También ha entrado de cierta forma el turismo en los pueblos, en Belén hay un par de personas que dan alojamiento, por ahí también llega un flujo de personas, sobre todo en las fiestas más importantes. La gente que vive en Arica casi siempre va a las fiestas, a los carnavales, a la candelaria en febrero, a la semana santa, las cruces de mayo, para el pachallampe, el día de los difuntos, etc. El Estado de Chile tiene muy descuidado y olvidado a los pueblos, esto no es tanto un problema del gobierno, es un problema del Estado que se ha arrastrado desde los años 50, incluso de antes. Pero empezó a ser notorio cuando empezó el puerto libre, donde la gente bajó de los pueblos a Arica y la gente ya no retornó. Eso es algo que nosotros criticamos al Estado de Chile, ya que muchas veces se habla de soberanía, y en general el Estado de Chile no hace soberanía en los pueblos, si bien hay atención médica, escuelas básicas y hace poco agregaron agua potable rural, todavía es muy poco. Si hubiera una verdadera soberanía, la gente viviría en sus pueblos, la gente en general vive en Arica porque no pueden vivir allá. De hecho, es el anhelo de muchas personas que también queremos volver, pero es un hecho, yo no podría trabajar en Belén, porque no hay servicios públicos allá. El transporte público llega dos veces a la semana, entonces la única opción de llegar es tener un vehículo propio para ir a volver. Es difícil, la gente que vive en sus pueblos hacen su propia soberanía, la soberanía de su familia, de sus antepasados, de su pueblo, eso hace la gente que aún vive ahí.

Todos los derechos

 -¿Cómo es vivir en Arica siendo de un pueblo indígena?

Yo creo que desde el año pasado hay más discriminación que antes, a raíz del proceso constituyente en donde los pueblos exigíamos plurinacionalidad y otro tipo de requerimientos para la nueva Constitución, se creó como más “anticuerpo”, la gente que no es indígena empezó a ver con malos ojos todo esto que pedíamos. Ha sido muy fuerte para nosotros este último tiempo, cuando nosotros tratamos de expresar los derechos que necesitamos, suele venir gente a cuestionar lo que pedimos. Antes existía un periodo donde no había esa vergüenza de mostrarse siendo indígena, hubo mucho realce en el orgullo de las raíces. Muchas personas se identificaron como aymaras, quechuas, las personas llegaban con su identidad súper clara, y todo eso iba por buen camino, hasta el proceso constituyente, en el que yo opino que hubo un retroceso en cuanto a cómo las personas del pueblo chileno ven a los originarios de estos territorios, como estos pidieran tratos especiales, lo que no es cierto, pero se produjo esta percepción.

-Respecto del actual proceso constituyente, ¿qué opina de que en este último proceso no hubo escaños reservados para los pueblos indígenas?

Mira, nosotros trabajamos arduamente en el anterior proceso constitucional, yo precisamente trabajé en el proceso de consulta indígena, fui la coordinadora regional y nacional. También formamos los equipos de consulta de las regiones donde se hizo una para el pueblo quechua, había cuatro equipos ubicados en Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y en Santiago. Estos grupos trabajaron paralelamente para ese proceso de consulta, que si bien es cierto fue súper acotado y muy rápido para nosotros fue exitoso. Además, nosotros llevábamos un proceso propio, si bien es cierto que utilizamos como base lo que la propia secretaría de consulta indígena nos entregó, hicimos algunas modificaciones para adaptar eso a nuestra propia visión de los derechos de los pueblos. Pero claro, en general fue un fracaso porque perdió la opción del Apruebo, y fue un duro golpe para nosotros como pueblo quechua y también en sintonía con lo que les pasaba a los otros pueblos hermanos, aymaras, diaguitas, kolla, y los atacameños.

-¿Y cómo llevan este nuevo proceso?

Cuando empezó este nuevo proceso, golpeamos la puerta para preguntar por lo menos que pasaba, por qué no estaban incluidos los pueblos, pero como esto ya estaba arreglado en el sentido de que iban a ser una cierta cantidad de consejeros, contados a dedo, solamente de los partidos políticos, esta elección también siguió la misma lógica de las elecciones de los partidos políticos. Como una elección de alcaldes, senadores, la misma metodología. Entonces, claro, no hubo manera de poder participar de este proceso, a raíz de esto muchos de nosotros nos marginamos del proceso, y dejamos como pueblo y organización abierta la posibilidad de que cada uno votara en conciencia. Ya no estuvo este trabajo en conjunto que tuvimos en el proceso anterior, dejamos libre que cada persona actuara en torno a su propio pensar, en su propia conciencia. Y ahí ya habrá personas que habrán elegido algún candidato o no, otros que votaron nulo como una forma de rechazo a este proceso, por la forma del proceso del inicio hasta cómo terminó, y bueno los resultados todos los sabemos. Pero es algo donde nosotros somos conscientes de que no estamos considerados en el proceso y de lo peligroso que esto significa. Porque si bien es cierto que va a existir la posibilidad de aprobar o rechazar esta segunda propuesta, si se aprueba no sabemos qué tan mala o buena va a ser en contraste a la de los 80. Si se rechaza, nos quedamos con la que tenemos, por la que hemos peleado por cambiar.

-¿Cómo enfrentan estos desafíos en términos de sus luchas?

Esto es lo que a nosotros nos tiene desilusionados, a raíz de esto el pueblo quechua en particular decidió fortalecerse de manera interna. Nosotros estamos en un trabajo local, del pueblo en su propia región y localidades, estamos fortaleciendo nuestra identidad y conocimientos respecto de nuestros derechos como indígenas y sobre qué significa el derecho al territorio, el derecho lingüístico, derecho cultural, derecho patrimonial. Entonces, hay que hacer una repasada desde cero hasta tratar de llegar a todos los lugares donde existe el territorio indígena, donde existen personas indígenas para poder retroalimentarnos sobre estas temáticas, porque creemos que o están débiles o derechamente hay muchas personas de pueblos que están muy permeados por el pensamiento occidental. A lo que me refiero es que hay muchas personas que votan por la derecha, y eso es en parte culpa del Estado a través de leyes como Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) por acostumbrar a las personas de los pueblos a un existencialismo muy grave, donde todo se nos da, ¿cierto? las becas, las mejoras en los pueblos, que si bien nos ayuda, también ha funcionado como una solución parche para la otra parte que es silenciada, nuestras problemáticas: conocer nuestros derechos, conocer que cosas requieren nuestra autorización y qué no. Entonces, somos como niños, donde nos dicen qué tenemos qué hacer y dónde lo tenemos que hacer. Ellos nos autorizan a nosotros y no al revés, inclusive en nuestros propios territorios. Entonces estamos acostumbrados a esto, a un existencialismo que llegó a un punto en el que es dañino, que ha marcado nuestras formas de vida, en nuestra propia autonomía, en la forma de tomar decisiones, de participar en comunidad, en nuestro desarrollo social y cultural que tenemos por herencia.