Luego de los resultados de las elecciones de constituyentes y la conformación del Consejo Constitucional, donde la primera mayoría la obtuvo el Partido Republicano, siguiéndole la coalición “Unidad para Chile”, Arturo Orellana Ossandón, doctor en Geografía Humana, magíster en Desarrollo Urbano, ingeniero Comercial y Licenciado en Economía, hace un análisis de la situación país desde el urbanismo y la planificación, haciendo también un repaso por las tareas pendientes en torno a este nuevo proceso constitucional.
– ¿Cuál cree que es el lugar que toma la planificación urbana como concepto técnico en el nuevo proceso constitucional?
La planificación urbana y territorial tiene como objetivo usar el territorio en relación a las distintas actividades que requieren tener definido una localización como los temas productivos, los temas de residencia y la necesidad de equipamientos metropolitanos, como hospitales, como parque, como aeropuertos y también toda la red de caminos primarios y secundarios y dentro del área urbana, así como delinear un poco los usos de suelo para los sistemas de transporte que permiten a la gente movilizarse a través del transporte público, transporte privado y también, a través de favorecer la movilidad, el uso de formas no motorizada, como la bicicleta o la caminata, entre otras. En ese contexto, hay una labor fundamental también de la planificación, de dotar a las ciudades y generar un territorio con un espacio público que permita justamente llegar a ese tipo de decisiones, es decir, para que la gente pueda tener acceso, en la medida lo posible, igualitario a áreas verdes con no solamente el punto de vista de la cobertura, sino también de la calidad, que tengan acceso a centros de salud, a los recintos educacionales para sus hijos, que tengan seguridad y, por lo tanto, puedan acceder a servicios policiales que velen por el cuidado del espacio público. En fin, la planificación, básicamente es como una manera de ayudar a ordenar esos usos armónicos.
– ¿Se trata de un tema de planificación solamente?
Lo que pasa en la práctica y lo que ha ocurrido en general en Latinoamérica y particularmente también en Chile, es que por mucho tiempo, la planificación fue debilitada por una lógica de mercado, es decir, se trató de favorecer , y, por lo tanto, flexibilizar las lógicas de localización de actividades y particularmente residenciales bajo la lógica que había que construir vivienda y por tanto, las viviendas debieran construirse donde hubiese demanda, y por lo tanto, de alguna manera empezó a proliferar un cierto desorden en el sentido de que la ciudad empezara a crecer, particularmente el caso de Santiago es emblemático, Y fuimos transformando la periferia y los suburbios de la ciudad en áreas solamente residenciales. Aumentando la cantidad de viaje y la porque las personas probablemente vivían en un sector periférico de la ciudad, pero las necesidades de educación de sus hijos los obligaba a desplazarse en forma excesiva. Y, por otro lado, también muchas veces eran lugares residenciales, sobre todo de vivienda social donde no había los equipamientos necesarios de salud y educación.” A esto se suma por otro lado, el sistema de financiamiento de los municipios, que son los que tienen que velar por esa provisión de bienes y servicios públicos. Están muy dependientes de los presupuestos que cada uno dispone. Y la lógica de mercado hace que finalmente, aquellos municipios que tienen más recursos, que ya sabemos cuáles son. Que son de “Plaza Italia pa ́ arriba”, como se dice frecuentemente son aquellos juntamente donde hay mayor cantidad de inversiones privadas tanto de comercio como servicio, y la mayoría de las viviendas paga contribuciones, paga impuestos. Entonces se hace una diferencia brutal en términos de la cantidad recursos entre municipios”.
– ¿Cuál cree que es el enfoque entonces, debería tener la planificación urbana en torno al nuevo panorama político y el nuevo proceso constitucional?
Yo creo que difícilmente nosotros vamos a cambiar el paradigma de desarrollo económico del país. Yo creo que en la economía de mercado está sustentada de forma ideológica por las grandes mayorías de las élites políticas y económicas. Y que, de alguna manera, cuando se intentó formular una constitución con mayores niveles de progresismo con una acción mucho más fuerte, o más robusta de parte del estado, evidentemente, la gente la rechazó. Más bien, hubo una campaña suficientemente bien pensada como para generar incertidumbre, temor en la población de que eventualmente iba a haber un desorden descomunal y que, por lo tanto, no era el mejor camino. Tampoco en esa propuesta había una intención de echar a por la borda o menospreciar el rol del mercado, ni tampoco de las empresas, pero sí un rol más importante del estado. Por ejemplo, en tema de regulación, fiscalización los derechos sociales, los derechos ambientales, los derechos de las minorías. Entonces yo siento que, hoy día ya ese nivel de progresismo que nos ofrecía una constitución más moderna, ya es pasado.
– ¿Qué debería contener la propuesta constitucional?
Probablemente, finalmente a lo que vamos a llegar es a una propuesta, muy de la mano de lo que nuevamente va a reforzar el papel importante de la economía de mercado (…) Adicionalmente, yo creo que la única manera de mejorar la calidad de vida urbana es avanzando a una mayor descentralización. Requerimos no solamente tener gobiernos locales y municipales más fuertes, sino gobiernos regionales y metropolitanos más fuertes, porque bajando la escala de decisiones donde la ciudadanía puede participar y donde se pueden encontrar un cierto espacio de diálogo con el sector privado, es mucho más factible en términos de construir una agenda más de mayor justicia social y territorial. Por tanto, yo creo que si hay una propuesta de nueva de Constitución que garantice derechos sociales, yo creo que la única manera de, al menos aspiracionalmente, mejorar los desequilibrio actual y existente, es con un mayor nivel de especialización y con un rol más importante en los municipios para poder equiparar, como se dice, vulgarmente equiparar la cancha.
Seguridad y su relevancia
-Pensando en la situación actual de la relevancia que tiene la seguridad en Chile, ¿cómo se puede avanzar en esta materia y mejorar el bienestar desde la calidad de vida urbana y su administración legislativa?
La seguridad siempre es un recurso que usa la clase política para poder denostar o poner en cuestionamiento la acción de un gobierno, pero evidentemente, la lectura responsable, y yo diría tiene que ser la adecuada, es que efectivamente, hay temas operacionales que siempre son posibles de asumir en el corto plazo. Una mejor distribución de los equipamientos, la cantidad de carabineros, aumentar la dotación de tecnología, luminaria y cámaras de vigilancia, en fin, podemos, mejorar los procesos en los tribunales de justicia. Hay temas operacionales que eventualmente pueden ser asumidos en el corto plazo, y que probablemente contribuyan, pero de ninguna manera soluciona el problema. Los problemas de seguridad son un efecto de cuestiones más estructurales que van a tratar mucho tiempo, es decir, cuando tenemos una familia chilena que gana menos de 600 mil pesos. Significa que son una familia endeudada, atormentada con el día a día, con hijos que probablemente van a colegio en la periferia Santiago, que no tienen la infraestructura ni los equipamientos ni la calidad de educación necesaria, que no estimulan ni incentivan a que los niños para que no abandonen tempranamente el colegio y se pierden en la calle. Donde tenemos familia que padre y madre tienen que salir a trabajar y dejan a su hijo encerrado con la vecina. Es decir, hay muchas cuestiones. Que no se resuelven fácilmente con el discurso facilista.
-Y es que la desigualdad es el gran problema y, ¿eso se ve en la planificación?
Nosotros tenemos un país muy desigual, y que de alguna manera se ha construido también desde el punto de vista espacial muy desigual. Hay comunas que tienen 15, 18 metros cuadrados de áreas verdes por habitantes y otras tienen menos de un metro. Hay comunas que tienen, no sé, por decirte una cifra, tienen diez carabineros por cada mil habitantes. Y resulta haber comunas que tienen diez carabineros cada cien mil. Es decir, hay una distribución por eso de la provisión de bienes y servicios públicos que no es la adecuada, y que la mayor responsabilidad la tiene el estado, así como el estado tiene responsabilidad de haber permitido que se construyera dos mil viviendas sociales en la periferia de Peñaflor o de San Bernardo o de la ventana donde a sabiendas de que cuando construyeron las viviendas, resolvía un problema que era el hacinamiento o la falta de vivienda, pero a la vez generaba otro problema que significaba que un municipio pobre recibía más demanda sobre las escuelas, sobre los servicios de salud, sobre el sistema de transporte, sobre la seguridad y, por lo tanto, como en la película Ciudad de Dios, terminamos de alguna manera engendrando una problemática mucho mayor.
– ¿Cuál cree que es una mejor perspectiva que tomar en adelante en torno a la planificación urbana con la expansión de la ciudad y la demografía en políticas claras?
Yo creo que tres niveles. Uno, es el tema de gobernanza. Nosotros no tenemos un gobierno de la ciudad. Tenemos gobiernos de comunas, o que son administrados por los municipios. Pero cuando las ciudades se constituyen a partir de un conjunto de comunas con el caso Santiago, que son 49, la única manera de generar una visión integral de desarrollo de esta gran ciudad, requiere construir un gobierno para la ciudad. Hay dos maneras, o le entregamos la competencia y las atribuciones y los recursos a los gobernadores regionales, dado que esta figura es emergente o creamos una especie de asociación de municipios que, a través de una agencia técnica, que se preocupen justamente de hacer una planificación integral y con perspectivas del futuro. Lo segundo, tenemos que “distribuir mejor la torta” como dicen. Es decir, no es razonable que haya municipios que no tengan rellenos sanitarios, no tienen industria contaminante, no tienen viviendas sociales, no tienen planta tratamiento de agua potable, no tienen aeródromo. Y resulta que hay otras comunas que tienen todo, es decir unos tienen todo lo bueno y otros tienen todo lo malo. Esa distribución es injusta y es una lógica de mercado. Y lo tercero tiene que ver con que en Chile hemos construido nuestro desarrollo sobre la base de decisiones que se llaman “sectoriales” , pero necesitamos traspasar esa capacidad de decidir sobre el desarrollo urbano a los niveles más bajos de gobierno, es a nivel municipal o del gobierno en la ciudad, porque la experiencia internacional nos dice que aquellas ciudades de mejor calidad de urbana no son aquellas donde las decisiones más importantes la toman los ministerios, sino los gobiernos locales. Y eso son como las bases para poder tener una mejor planificación y resolviendo progresivamente la brecha de inequidad. Observamos en muchas ciudades en Chile, pero como te digo, un fenómeno muy recurrente también en Latinoamérica.