El impactante descubrimiento de restos humanos en una caleta en el norte de Chile despierta los cuestionamientos sobre la preservación y protección del patrimonio cultural del país.

Chanavayita es una pequeña caleta en el norte de Chile, ubicada en la comuna de Iquique, famosa por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, se encuentra rodeada por unos grandes acantilados rocosos y dunas doradas, lo que brinda un paisaje impresionante y único. El pueblo es hogar de pescadores y comerciantes, quienes viven en pequeñas casas tradicionales que reflejan la cultura e idiosincrasia de un pueblo costero.

Históricamente, la población autóctona estaba compuesta principalmente por miembros de la etnia Changa. Sin embargo, en los últimos 50 años, ha habido un cambio importante en su demografía, pues se han establecido comunidades provenientes de sectores aledaños, principalmente de la Región de Coquimbo, en búsqueda de mejores condiciones de pesca y oportunidades de vida.

Su principal ingreso económico llega en temporada de verano, cuando los turistas buscan pasar los días de vacaciones en sus pacíficas costas. Ese fue el caso de Martín Sánchez (23), un joven iquiqueño que el 21 de febrero de 2021 viajó con su familia a la localidad, a una pequeña cabaña, propiedad de su tío, ubicada a dos cuadras del mar.

Un inquietante hallazgo

Al día siguiente de su llegada, Martín se levantó temprano con la curiosidad innata de un joven estudiante de historia, decidió aprovechar el día y salió a recorrer los alrededores de la zona, sin imaginar que su lugar ideal de vacaciones se convertiría en un escenario escalofriante.

“De camino a la casa, vi un cúmulo de tierra que se veía extraño, había un saco bien sospechoso. De curioso fui a mover el saco; yo pensaba que era un lobo marino muerto y encontré un cráneo humano y me asusté bastante. Después de ver el cráneo, me di cuenta de que había más partes del cuerpo. Supuse que era una niña porque tenía trenzas. Fue difícil de reconocer porque estaba en muy mal estado, los huesos estaban bastante rotos y dentro de un saco de tela. Ese saco estaba justo afuera de la casa que arrendamos”, relata Martín, aún impactado.

Luego del hallazgo, llamó rápidamente a Carabineros de la zona, ya que estaban más cerca. Un funcionario le indicó que era una momia por sus características y le recomendó que llamara a la Policía de Investigaciones (PDI) para que le den más información. Juan Rodríguez (41), el tío del joven dejó constancia en Carabineros y Martín en la PDI.

Insólitamente, después de realizar la denuncia, pasaron nueve meses para que el cuerpo fuera rescatado por los arqueólogos del Gobierno Regional (GORE) y se constató que debajo de este, se encontraban cuatro cuerpos más, junto con otros materiales arqueológicos. Los cuerpos esqueletizados y enfardados se encontraban inmersos en un espacio semejante a una fosa común, siendo rodeados de basura dejada por la propia comunidad.

Un pasado perdido

Macarena Ledezma, arqueóloga del GORE y encargada de recoger el hallazgo, comenta que existió un anterior rescate en el 2019 de cuatro cuerpos que se encontraban cubiertos de tierra, cada uno separado del otro. Sin embargo, el reporte inicial era de cinco cuerpos, pero uno de ellos se perdió, y hasta la fecha se encuentra desaparecido.

Ledezma, al momento de examinar los cuerpos determinó que lo que Martín encontró dentro de esa bolsa, era una niña de 16 años perteneciente a un pueblo recolector costero que habitó en el periodo formativo hasta el medio tardío en la costa de Tarapacá, es decir, que el material arqueológico y los cuerpos encontrados tenían entre cuatro mil y tres mil años de antigüedad.

Debido a que eran pueblos nómades, que sufrieron distintos procesos de aculturización, transformación y migración, y al estar prácticamente extintos, no se puede afirmar con exactitud el grupo étnico al que pertenecen. Sin embargo, por las características de estos y su ubicación, se puede concluir que estos hallazgos podrían pertenecer al pueblo Chango.

Los Changos fueron un grupo de indígenas que se trasladaban por las costas del norte de Chile, en búsqueda de refugio y alimento. Los hombres salían al mar a pescar en sus balsas hechas de lobo marino, mientras que las mujeres mariscaban en la orilla. La constante exposición al sol, junto al agua salada del mar hacia sus pieles morenas, su cabello negro y fino, y sus cuerpos musculosos y fuertes.

Secretos sepultados bajo la obra

Según el Museo Regional de Iquique y la arqueóloga del GORE, los cuerpos esqueletizados fueron encontrados durante la construcción de un alcantarillado que es parte del proceso de urbanización de la caleta. La institución responsable de esta obra es la Municipalidad de Iquique y es financiada por el Gobierno Regional de Tarapacá. Estas obras se iniciaron en 2016, y en pleno 2023 siguen en proceso de construcción, sin fecha estimada de término.

Los vecinos de la caleta, al parecer tenían algo de conocimiento respecto al abandono de los restos arqueológicos, pero en general manejan poca información. Uno de ellos, Luis González (63), quien es dueño de un pequeño puesto de abarrotes, recuerda: “Se hizo una excavación para hacer el alcantarillado y se encontraron tres o cuatro momias [Cuerpos esqueletizados y enfardados]. No sé qué habrían hecho después, tal vez las enterraron ahí mismo. Y no se sabe nada de eso, nadie nos dijo qué pasaba con esa situación”.

Otra vecina, Rosa (53), comenta que, “cuando hicieron el alcantarillado (los) encontraron ahí. Aquí se supone que hay un cementerio indígena”, comenta con cierta incertidumbre.

Despojo de la identidad y del patrimonio

Uno de los factores sociales que describe a esta situación como de extrema gravedad, según los especialistas, es el hecho de que a los habitantes de la caleta Chanavayita se les vulneraron varios de sus derechos como personas. Ello al ser expuestos de manera constante a convivir con cuerpos esqueletizados y en estado de putrefacción en plena vía pública.  Aunque esto no habría afectado a su salud física sí a su salud mental, al provocar cambios a largo plazo como la falta de sensibilidad frente a encontrar cuerpos. A lo que se suma la negligencia y desidia de los trabajadores y habitantes frente a la posibilidad de estar frente a un delito.

En un país cuya historia reciente está marcada por 17 años de una dictadura cívico militar que persiguió, torturó y exilió a ciento de personas, es crucial considerar que hallar cuerpos abandonados en un territorio tan árido, desolado y rodeado de cuevas y barrancos como lo es Chanavayita, nunca se debe descartar la posibilidad de que se trate de detenidos desaparecidos.

En el ámbito cultural e histórico, esta práctica, según los profesionales, puso en peligro el material arqueológico de la zona, pues provocó pérdida, destrucción y deterioro de cuerpos de cuatro mil años de antigüedad y sus contextos. Afectando de forma directa a información y con ellos posibles investigaciones y descubrimientos para la comunidad arqueológica y nacional.

Un oasis de indolencia

En general, y a partir de los hechos descritos, para los especialistas, se podría decir que la caleta Chanavayita fue el lugar “perfecto” para que algo así ocurriera. Se juntó la indiferencia y desconocimiento de locatarios y vecinos, con el interés de la empresa encargada del alcantarillado en terminar la obra cuanto antes.

Para la arqueóloga Valentina Vidal, no deja de ser preocupante la clara violación a la ley de monumentos, al momento que la empresa no informó del hallazgo, un práctica bastante común, ya sea por desconocimiento o intencional,  que provoca un daño irreparable al patrimonio cultural del país, quedando en muchas ocaciones en la impunidad.

“Si los protocolos dependen solo de la buena fe de las empresas, porque el mayor riesgo que corren al no notificar los hallazgos, es una multa monetaria, más sucesos como el ocurrido en Chanavayita pueden seguir ocurriendo o pasar inadvertidos, sin contar los casos que no han sido descubiertos aún, o no han sido denunciados, por lo que el patrimonio arqueológico y cultural de Chile no está a salvo”, concluye la profesional.

Karina Simao

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.