Tras la cuenta pública de 2023, realizada por el Presidente Gabriel Boric, las listas de espera vuelven a estar dentro de la planificación estatal. El evento político reinstala su importancia a la realidad de 1 millón 700 mil personas que tienen retrasadas consultas con especialistas médicos, y más de 300 mil cirugías postergadas. Ante los efectos de la pandemia y la recesión económica, un grupo de especialistas y médicos analizan las soluciones del gobierno para la optimización de la atención sanitaria.

Una calle larga y pavimentada encamina hacia el Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) del Hospital Ramón Barros Luco, en la comuna de San Miguel. Un edificio gris, con letras verdes, de grandes ventanales. A la entrada, siete personas están ordenadas en fila para ingresar al edificio. Ruth, una mujer de 61 años, se sienta en la sala de espera del departamento de Oftalmología. Está pendiente de si la asistente de la consulta le llama.

Su cita con el oftalmólogo se retrasó más de 30 minutos. “Me hicieron la operación de cataratas, pero se empaña el lente de mi ojo después de cinco años, y para ese repuesto he tenido que esperar mucho tiempo”, explica Ruth.

La llamaron hace dos semanas para atenderse con su oftalmólogo. Esperaba su consulta desde 2019. Ese mismo año, también solicitó una interconsulta para tratar su enfermedad degenerativa del disco en la columna lumbar, de la que el centro médico aún no le ha dado respuesta. A pesar de que está en tratamiento médico, le es difícil sobrellevar su rutina diaria. Hay días donde no puede levantarse de su cama. Considera que pasa más días en el hospital que en su casa.

Ruth vive con los 380 mil pesos que recibe su esposo todos los meses. Para tratar sus complicaciones a la vista y su problema lumbar, se atiende en el tramo B del Fondo Nacional de Salud (Fonasa). Los días en los que debe asistir, viaja desde su hogar, ubicado en la comuna de Paine, hasta el Hospital Ramón Barros Luco. Su recorrido consiste en tomar un bus que la deja en Buin. Desde la carretera Panamericana Sur, pide un colectivo y camina hasta el centro médico.

“Está bien que seamos pobres, pero esto de la espera no tiene nombre. Hay veces que no puedo del dolor, y llevo esperando tres años para que me atiendan bien. Las autoridades nunca han tomado en serio la salud pública. Es lo peor”, opina.

La crisis en cifras

La historia de Ruth forma parte de la realidad de millones de chilenos que esperan ser atendidos por el sistema de salud público. De acuerdo a la Glosa número 5 de la Subsecretaría de Redes Asistenciales, publicada en abril de 2023 último y registro oficial publicado, las especialidades médicas con más pacientes de espera son: Oftalmología (307.297), Otorrinolaringología (200.678) y Traumatología (148.605).

En el mismo documento se explicita que hasta el 31 de marzo de 2023 existen alrededor de 1 millón 900 mil personas se encuentran en lista de espera para recibir atención de parte de un especialista fuera del sistema de Garantías Explícitas de Salud (GES). También, fueron retrasadas 62 mil garantías inscritas en el sistema GES, junto 304 mil personas que quedaron pendientes de las cirugías clínicas.

Pedro Crocco, especialista en salud pública y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, sostiene que la pandemia intensificó los números de listas de espera en el sistema público nacional. “El confinamiento implicó que muchos enfermos crónicos, no tuvieron posibilidad de hacer los controles. Esta situación agravó parte importante del quehacer especialmente en la atención primaria”, dice Crocco.

Respecto a los tiempos de espera para recibir la atención desde el sistema Fonasa, tras la pandemia, estos aumentaron un 75% según un análisis publicado en julio de 2022 por el Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS). Esto, debido al cambio de funcionamiento de los sistemas hospitalarios en la pandemia del Covid-19. En las atenciones No GES, la espera subió un 38%, pasando de 329 días en promedio, a 455 días. Además, en el caso de cirugía, el tiempo necesario para que los pacientes puedan acceder al servicio alcanzó los 574 días en el primer semestre de 2022.

En otro estudio publicado por el IPSUSS se llegó a la conclusión de que en el primer trimestre de 2022 solo un 83% de los pabellones quirúrgicos estaban dotados de equipamiento y personal para operar a nivel nacional. El uso se acrecentó respecto al 53% utilizado en 2020, porcentaje estimado por la Comisión Nacional de Productividad. Pero, de todos modos, aún no se logra la productividad del 2019, donde se alcanzó a ocupar un 93% de los pabellones disponibles en hospitales y centros de salud públicos.

Hasta ahora no ha sido publicada una cifra actualizada de las muertes por listas de espera, debido a que las glosas emitidas por las Subsecretaría de Redes Asistenciales revelan los resultados con un año de retraso. Pero, de acuerdo a los datos de la entidad, un total de 49.690 personas murieron mientras esperaban un tratamiento hospitalario entre enero y diciembre de 2021.

Entre esas muertes, estaban los pacientes que tenían la esperanza de recuperarse y volver a vivir su vida. Ciudadanos a los que se les alertó del tiempo indeterminado para ser atendidos. Chilenos a los que el sistema jamás les dio una respuesta concreta sobre su tratamiento.

La mirada de los médicos

Una lista de espera se compone de una cantidad de días que se acumulan con el pasar del tiempo. Los constantes cambios en las jornadas de los médicos alteran el cronograma de atención para los usuarios pendientes. Según datos publicados por la Subsecretaría de Redes Asistenciales, hasta el 31 de marzo de 2022, más de 440 mil pacientes fueron atendidos entre 24 y 36 meses después de solicitar una consulta de especialidad.

Para Felipe Castillo, otorrinolaringólogo del Hospital de Puerto Montt, es difícil la comunicación entre pacientes y profesionales en atenciones retrasadas. “Vemos con impotencia el decirle a un paciente que le mentimos en lista de espera para operarlo. Siempre nos preguntan, ‘¿y cuándo me voy a operar?’, y nosotros no les tenemos respuesta”, señala Castillo.

El médico agrega que muchas veces en el hospital los especialistas dimensionan que el tratamiento de sus pacientes durará al menos unos dos o tres años. Pero prefieren no decirlo, porque saben que esas atenciones deberían resolverse con prontitud.

“Es muy difícil que los profesionales del sistema público podamos resolver el problema solos. Estamos comprometidos con salir adelante lo más que se pueda,  pero no tenemos herramientas para hacer más de lo que ya hacemos”, explica el otorrinolaringólogo.

En la comuna de San Ramón, Constanza Cortés trabaja como médico general. En el Hospital Padre Hurtado atiende a pacientes que le han sido retrasadas sus atenciones médicas. “El tema es cómo entrar al sistema. Una vez que tú ya estás dentro, todo fluye, aunque a veces no tan rápido”, añade Cortés.

El hospital en donde trabaja la doctora Cortés no dispone de la tecnología necesaria para atender a todas las personas que llegan. El centro no tiene un resonador para examinar a los pacientes. Tampoco disponen de boxes clínicos, ni hay suficiente espacio para que los nuevos especialistas puedan ver a los enfermos.

También, Cortés explica que, además de la espera, existen limitaciones burocráticas para la atención de los pacientes. “Si los citados faltan dos veces a la sesión, el servicio se da de baja. Pero, de todos modos quedan en el registro, debido a que el servicio quedó pendiente”.

Fotografía: Radio Universidad de Chile

 

Medidas del gobierno

Hace un año, a las 11 de la mañana del miércoles 30 de junio, el Presidente Gabriel Boric en el discurso de la Cuenta Pública 2022 en el Congreso Nacional se detuvo en el problema de las listas de espera, materia que otros mandatarios trabajaron, aunque no pudieron solucionar a favor de su población. En una tarima, el Jefe de Gobierno les habló a los parlamentarios presentes, además de a los miles de chilenos que le escuchaban y veían.

El pasado jueves 1 de junio, también a las 11 de la mañana, el Presidente Gabriel Boric volvió a la tarima para dar comienzo a la Cuenta Pública 2023. Durante más de tres horas, explica los próximos proyectos y acciones gubernamentales. Los temas prioritarios dentro de la planificación estatal fueron: la implantación de nuevos sistemas de seguridad, la reforma tributaria y la implantación del Estado de bienestar.

El mandatario se refiere a la Cuenta Pública como una hoja de ruta para Chile. “Confío en que este camino nos llevará a transformar a nuestro país en una nación desarrollada, solidaria y justa con su gente, a través del establecimiento de un Estado que cuida y que garantiza que nadie se quede atrás”, afirmó.

Antes, el Presidente Boric había dicho que se retrocedió en materia de listas de espera, palabras que reinstalaban el problema sanitario de manera pública como una preocupación a nivel país. Eso, a pesar de que era un problema que los especialistas en salud pública alertaban hace más de seis años.

En un año, desde ese discurso, se lograron reducir en un 32,7% la mediana de tiempos de espera para cirugías y en un 22% la de consultas de especialistas. Se inyectaron 140 mil millones de pesos para extender los horarios en los centros de salud públicos.

El Presidente Gabriel Boric, pensando en el final de su mandato, trazó el objetivo de reducir en un 40% las listas de espera para el año 2025. “Es una meta tremendamente ambiciosa, pero sé que lo lograremos fortaleciendo nuestra red pública y su productividad, y también buscando nuevas e innovadoras formas de colaboración con el sector privado”, explicó.

Para la Atención Primaria, sector sanitario donde operan los Centros de Salud Familiar (CESFAM), se consideró un presupuesto de $3.012.435 millones. Sin embargo, el monto todavía no ha aumentado, porque entra en la discusión de la Ley de Presupuestos Anual, que se realiza recién en noviembre por la Cámara de Diputados y Diputadas de Chile.

Desde la Cuenta Pública del 2022 comenzó a desarrollarse un Plan de Productividad Quirúrgica para disminuir las listas de espera en cirugías. Siete meses más tarde, el mandatario anunció que $28.000 millones de pesos se destinarán al reforzamiento del proyecto, con el fin de realizar más de 50 mil cirugías y procedimientos. También, se invertirán otros 35.000 millones para que los hospitales funcionen de lunes a sábado. Este monto serviría para la atención de pacientes del sistema de Garantías de Salud Explícita (GES), como No GES.

Además, el Boric destacó las mejoras en la atención pública por la implementación del Copago Cero en la solicitud de prestaciones de salud. El propósito del plan es permitir que las personas pertenecientes a los tramos pagados de Fonasa (B, C y D) menores de 60 años, puedan tener un servicio gratuito dentro de la red sanitaria. Hasta el momento, más de 650 mil pacientes fueron beneficiados con la medida.

Si bien, el mandatario no mencionó en la Cuenta avances en el proceso de universalización de los sistemas de salud chilenos, desde la administración del Ministerio de Salud se progresó a partir de nuevas medidas. El nuevo proceso está centrado en regularizar el ingreso a la Atención Primaria. Los pilares del proyecto tenían que ver con el acceso a una salud oportuna, de calidad y con protección financiera. También, no se realizarían diferenciaciones entre sexo, nivel de ingreso y condición de salud entre los beneficiados.

El 3 de abril de 2023, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, anunció en un centro médico de Renca las siete comunas que serían las pioneras en el proceso de universalización de la Atención Primaria. Algunas de las localidades en donde se ejecutará el proyecto son: Linares, La Cruz, Alhué, Perquenco, entre otras.

La voz de los especialistas

Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, se dedicó por años al estudio del funcionamiento de los hospitales y las listas de espera en Chile. El profesor Sánchez es crítico con las medidas propiciadas por el gobierno de Gabriel Boric. Piensa que son insuficientes ante la urgencia de millones de pacientes que aún esperan atenderse.

“Las listas de espera dejaron de ser un problema técnico, administrativo o médico. Esto pasó a ser un tema estrictamente político”, estima el facultativo.

El profesor Sánchez alerta que cambió el sistema de medición de las atenciones por especialidad y cirugías pospuestas en salud pública. Del promedio, se pasó al uso de la mediana. “Las listas de espera son extremadamente dinámicas. Por lo tanto, lo que en un minuto determinado puede parecer un buen dato, en la próxima medición puede terminar como un mal dato”, dice Sánchez.

Además, Héctor Sánchez advierte una nueva subida en la cantidad de listas de espera producto de un foco epidémico por influenza y virus sincicial. Es una de las razones por las que piensa que será difícil cumplir la meta de rebajar las atenciones pospuestas a un 40% para el 2025.

El académico explica que, de ser posible, el gobierno se debe centrar lo más posible en la obtención de su objetivo, por lo que recomienda un mayor control de los especialistas que trabajan en los turnos de salud pública. “Es un tema de productividad, producción, capacidad de respuesta y articulación con el sector privado en forma permanente, sin perjuicio de ninguna naturaleza”, afirma Héctor Sánchez.

Carolina Velasco, académica de la Universidad San Sebastián, comenta desde su oficina que es una buena idea planificar un sistema de salud universal, pero advierte acerca de la imposibilidad de concretar la medida en un corto plazo. “Primero hay que mejorar la situación a los que están hoy día en Fonasa, al menos en términos de que se use bien sus recursos. Los hospitales deberían usar un 100% de su capacidad, o al menos no un 60%”, afirma la académica.

En el caso del Copago Cero, el doctor Sánchez considera que no es una medida efectiva para disminuir las listas de espera en hospitales y consultorios. Más bien, afirma que tiene un efecto psicológico en los pacientes, porque les alivia deudas con el sistema de salud. Pero esa modificación no influye de manera directa en las atenciones pospuestas en el sistema GES y No GES.

“Mientras no resuelvan las listas de espera, el copago cero no va a tener impacto. La única forma de que tenga efecto es que se hubiera podido aplicar a la modalidad de libre elección a los mismos grupos B, C y D”, añade Sánchez

Todos los especialistas consultados están de acuerdo con que es necesario aumentar la productividad para una optimización del uso de pabellones. En el caso actual, se extendió el horario funcional de los quirófanos desde octubre de 2020, para así poder atender a más personas en sus días hábiles. También, comenzaron a trabajar los fines de semana. Esto, por una medida realizada por la Subsecretaría de Redes Asistenciales.

Pero, también existe una búsqueda para cambiar la perspectiva del paciente en el sistema, a modo de hacerlo partícipe de su atención y tratamiento. Felipe Castillo, otorrinolaringólogo y director de la Fundación Lista de Espera, sugiere potenciar la implementación de bonos por Pago Asociado a Diagnóstico (PAD) de Fonasa.

“Así las personas pueden atenderse con las patologías más frecuentes donde quieran. Todo a un costo bajo, diferenciado a través de Fonasa, con un copago menor”, dice Castillo. El médico afirma que, por pugnas políticas en el Congreso, el proyecto dejó de estar disponible para los prestadores del servicio.

Héctor Sánchez, de la Universidad Andrés Bello, propone continuar con el desarrollo de una política de compra al sector privado, con precios que sean adaptables a los fondos del sistema público. “Así, se compran soluciones a problemas, y se hace una licitación pública en la cual puedo convocar a todos los prestadores privados. También podrían participar algunos públicos con sus médicos para que pudieran hacerse cargo del problema”, comenta Sánchez. Eso, desde la lógica de que los pacientes pudieran escoger el servicio en donde serían atendidos.

El académico de la Universidad de Chile, Pedro Crocco, sostiene que debe haber un incentivo monetario con el fin de que los trabajadores de la salud puedan disminuir el tiempo de espera de los pacientes. “Para que un quirófano trabaje 12 horas, tengo que pagarle 4 horas extras a las personas que trabajan en ese pabellón, incluyendo el equipo médico. Siempre y cuando tenga los recursos, se puede reducir en forma importante las listas de espera”, expone Crocco.

En cuanto a la productividad, la profesora Carolina Velasco de la Universidad San Sebastián señala que es necesaria una supervisión del trabajo de los médicos en Atención Primaria, para así aprovechar de mejor forma los recursos disponibles.

“Los incrementos de presupuesto que se le hagan a Atención Primaria deberían estar ligados a indicadores de resultados. Porque si no se exigen mejores resultados, los municipios dejan de aportar recursos. Y, si no hay más fondos, al final el presupuesto que se gasta en las personas es el mismo”, explica la facultativa.

Foto gentileza Ministerio de Salud / Ministra Ximena Aguilera, recorriendo unidad pediátrica del Hospital Félix Bulnes

 

La realidad

Al mismo momento que desde el Ejecutivo se piensan las soluciones, los pacientes continúan esperando. Lentamente comienzan a perder las esperanzas. Sienten que las medidas propuestas por el presidente Gabriel Boric no les favorecen. Los mismos trabajadores de la salud no comprenden el cómo comenzar a hacer cambios. Constanza Cortés, médico general del Hospital Padre Hurtado, explica cómo se retrasan las atenciones en su hospital.

“Los pabellones están muy cargados con pacientes de urgencia, y una cirugía electiva se tiene que correr, porque todo el día estamos operando ese otro tipo de cosas que son más urgentes. Pero que te dejan afuera todo el resto. Y esa persona que lleva esperando un año se tiene que ir”, detalla.

En las salas de espera hay pacientes que siguen aguardando por años para ser atendidos. Hacen preguntas, pero los médicos y el sistema no les responden. Calculan en cuánto tiempo podrán recuperarse de sus malestares, aunque no comprenden que el tiempo puede extenderse. No saben en cuántos días tendrán una solución.

Es en una de esas salas de espera, que Ruth se despide y señala, luego del sonido de un citófono, “acá una viene a preguntar en cuánto te van a atender, pero te dicen que hay que esperar no sé cuánto tiempo. Es vejatorio, inhumano. Imagínese, yo al menos me muevo, pero hay enfermos que esperan años, otros están postrados. Esto no es justo para nadie, para ninguna persona. Ni jóvenes, ni ancianos, ni de mi edad”.