Las editoriales chilenas independientes están en permanente resistencia por diversos factores. En Chile, se han visto obstaculizadas tanto por las pocas políticas públicas como por el sustancial vacío cultural que dejó la dictadura, relegando los espacios de crítica, asociatividad y cuestionamiento.  Así también, compiten con la producción masiva de las editoriales comerciales, siendo esta una lucha que no tiene luz de victoria. En este reportaje conversamos con las personas relacionadas con el mundo editorial independiente, quienes buscan visibilizar a autoras y disidencias del territorio.

“Y me interesa todo aquello que esté a contrapelo del poder, es decir, la otredad” declaraba la escritora Diamela Eltit en la entrevista del diario La Época en 1988 al referirse a su interés por lo marginal, los mundos clausulados y los oprimidos.

“Yo he trabajado lo femenino, entendiendo que lo femenino no es uno, es muchos. Hay muchas posibilidades de lo femenino”, admite Eltit en una entrevista con Vuelan las plumas. El artículo se titula “La voz de los marginados” aludiendo al reportaje de Eduardo Guerrero del Río, quien ante el fallecimiento de Pedro Lemebel resume sus obras contestatarias y la marca del escritor y performista en la literatura chilena.

El primer libro de crónicas de Lemebel fue publicado por la editorial Cuarto Propio en 1994. La esquina es mi corazón cuenta con 19 crónicas urbanas, donde el autor focaliza su escritura en los personajes indeseados, incomprendidos. Los pobres, los gays, es decir, los marginados por la sociedad chilena de aquel entonces. Por medio de sus palabras, Lemebel desnuda a un Chile cubierto de disidencias, aquella invisibilización de los años 80. Muestra aquella otredad, postergada por los medios, el Estado, la hegemonía.

Ante la censura feroz de la dictadura, la herramienta literaria permitió visibilizar aquellas realidades postergadas. Tras el cierre de editoriales importantes como Quimantú, editora nacional creada por el programa estatal de Salvador Allende, -que buscaba democratizar el libro por medio de una difusión accesible- Cuarto Propio, Pehuén y Centro de Estudios Sociales (CESOC), se crearon con el propósito de “dar ese lugar de difusión de circulación de registros y de pensamiento crítico y creativo, que estaba muy poderosamente funcionando por debajo de la represión”, subraya Marisol Vera, editora de Cuarto Propio.

El nivel cultural era exquisito, señala Vera. Revistas como Cauce, Análisis, La Bicicleta, fueron puntos donde el pensamiento crítico era compartido por una diversa parte de Chile. Acorde con Historia de la revista Apsi: el que se ríe se va al cuartel de Francisca Araya Jofré, “Ninguna revista en democracia, oficialista o no oficialista, ha tenido el tiraje que alcanzaron en su momento publicaciones como Apsi, Análisis, La Bicicleta, Hoy o Cauce, que llegaron a vender hasta 100 mil ejemplares”.

Siguiendo con la misma línea de pensamiento, Cuarto Propio buscaba visibilizar aquellas voces por medio de las letras. Marisol Vera destaca que la idea surge por la “necesidad de estas voces, que venían principalmente, no exclusivamente, desde las disidencias desde el arte, feminismo, la mujer, la literatura, sean escuchadas”.

Esta editorial ha publicado escritoras como Guadalupe Santa Cruz, con su libro Cita capital, Eugenia Brito con Campos minados y Elvira Hernández con Santiago Waria, entre otras autoras, logrando ampliar la gama de colores de la cultura literaria chilena.

Sin embargo, el corte cultural de la dictadura fue rotundo por la censura y la aplicación del modelo neoliberal. “Desde ahí se produjo un cambio radical. El libro, de ser el bien deseado que había que promover, para fomentar el pensamiento crítico y la imaginación, pasó a ser el objeto bajo sospecha y luego, de las quemas de libros y las censuras a editoriales, es entregado al mercado”, sostiene la editora.

Neoliberalismo en las letras

El escritor Zygmunt Bauman describe en su libro Modernidad Líquida cómo la sociedad se comporta de forma fluida, volátil e individualista. Algo que también logra permear en la cultura chilena, todo ello por la doctrina neoliberal que impuso la dictadura cívico militar chilena. Acorde con el informe Editores y editoriales en dictadura del Centro de Documentación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en el contexto de dictadura el Estado desprotege a las editoriales independientes de Chile, “la que considera como un mercado más debido a la instalación de un modelo neoliberal en el país”.

Fue así que, “desde diciembre de 1976, este desinterés por la industria del libro se manifiesta también en la aplicación pareja al Impuesto del 20% al Valor Agregado (IVA)”, cuenta Bernardo Subercaseaux en el libro La historia del libro en Chile. En la actualidad, Chile tiene un 19% de impuesto en libros, siendo uno de los más altos en el mundo. En comparación a países como España (4%), Portugal (5%) que son muy bajos. En Latinoamérica, ni Argentina ni Uruguay tienen impuesto a los libros. Esta nueva lógica comercial genera un corte en la cultura chilena.

Del corte al libre mercado

La lógica de mercado es la que impera desde el corte de la dictadura. De acuerdo con Marisol, se puede ver como ha bajado el nivel en todo sentido, pero más que nada en el ámbito cultural. Si bien la producción de las editoriales independientes depende de las políticas públicas del Estado, la editora recalca que lo principal es comprender cómo el libro ya no es visto como una herramienta de reflexión y de profundización del pensamiento crítico sino como algo mercantil.

La base, según Marisol Vera, es cambiar la lógica de mercado, puesto que es el pilar para poder visibilizar de forma permanente a las disidencias. Algo que, según Vera, las transnacionales no pueden dar. “Las independientes siguen criterios. Su primer motor es la producción y difusión de visiones culturales. Y a partir de ahí, ver cómo hacerlo sustentable. No con la mirada de rentabilidad. El criterio de rentabilidad es contracultura”.

Sin embargo, en la actualidad muchas voces femeninas han recurrido a las transnacionales para publicar sus obras. Ello lo hemos visto con Penguin Random House, donde autoras como Las Tesis, Alia Trabucco, Bernardita Bravo, June García, entre otras, han publicado en años recientes. Pero eso no quita de que no comprendan las motivaciones iniciales de las transnacionales.

“Yo creo que el hecho de que publicaran nuestro libro ese año tenía que ver con que ellos veían que el feminismo empezaba a ser importante y dijeron ´este libro va a vender´ porque al final esa es la pista que ellos hacen, que el libro venda”, reflexiona June García, autora de Tan Linda y Tan Solita y de las colecciones infantiles de Lulú.

Acorde con la editora Paz Balmaceda de Penguin Random House, “Los feminismos son una prioridad para las editoras y editores que trabajamos en Penguin, sin duda alguna. La antología feminista de Las Tesis, por ejemplo, se publicó en todos los países hispánicos. Eso es un alcance que permite una editorial transnacional”.

Balmaceda también agrega que sus enfoques de género son equilibrados puesto que “para cada una de nuestras actividades como presentaciones, firmas, charlas, invitaciones, consideramos siempre una proporción justa de hombres y mujeres invitadas. Y también procuramos abrir espacios para diversidades sexuales que son parte importante del movimiento feminista y de los asuntos por los que debemos trabajar como sociedad”. Las transnacionales, como menciona la editora de Penguin Random House, buscan un enfoque más progresista y actual respecto al contexto, siendo un punto a favor para seguir produciendo a nivel masivo a diferencia de las independientes.

Las cifras en la lucha por publicar

Así como las transnacionales cuentan con una capacidad de distribución permanente, también lo hacen con las cantidades de producción, teniendo una diferencia abismal en comparación con las independientes. Según el informe estadístico de International Standard Book Number (ISBN) el ranking de las editoriales es drásticamente distinto. La Editorial Planeta Chilena publicó el año 2021 un total de 546 títulos y Penguin Random House 404. Mientras que las editoriales independientes como Cuarto Propio y Alquimia Ediciones hicieron de un total de 39 y 16 libros.

Desde el punto de vista de las editoriales independientes, lo que las define es el criterio de rentabilidad lo que las hacen estar sujetas a cambios producto a su dependencia con la moda, en este caso “con lo más vendido”. Según Vera, para editoriales como Cuarto Propio “la verdadera alternativa para visibilizar a disidencias no es la vía transaccional porque es efímero. Ya que van acorde a lo que van las modas, y duran lo que duran las modas. Siendo invisibilizadas de nuevo. Una cultura del desecho”.

En palabras de Marisol Vera, esto podría ser riesgoso para la bibliodiversidad y diversidad de la cultura siendo esto una “recolonización porque la curatoría se desarrolla fuera de nuestras fronteras y, en definitiva, nos llega acá lo que es rentable o lo que viene seleccionado desde otros espacios”. Por lo que la batalla de los independientes se enfoca en “rescatar, mantener y promover” estas mismas.

Sin embargo, esto no es todo. El nivel de profundidad de la herida del vacío cultural en Chile no lo comprende solo el quehacer de estas editoriales y su lucha por publicar a identidades. El papel también lo tiene la sociedad chilena. Según la investigación de Medición del desarrollo del pensamiento crítico en estudiantes chilenos/a de educación superior de la Universidad de Concepción, a lo largo de encuestas, dicen que hay deficiencias en niveles de pensamiento.

“Señala una información preocupante desde la perspectiva de cómo los sujetos serían o no capaces de generar metacognición (autorregulación de los procesos de aprendizaje) y explicaciones acerca de sus posturas”, lo cual indica la caída del pensamiento crítico, según el estudio.

“En Argentina también hubo una dictadura que mató a más gente que en Chile, pero nunca mató el espíritu de la estructura social. Entonces la existencia de editoriales y librerías ya venía de hace mucho. Existe una crítica literaria. La gente va a las librerías a buscar qué hay. Aquí no. Aquí en definitiva es también esa mentalidad del best seller, ver qué es lo más vendido”, sostiene Marisol.

Si bien las políticas estatales respecto a las editoriales independientes son escasas y la concepción mercantil del libro impera tanto a nivel estatal como subjetivo, el llamado según Marisol Vera es a “la construcción de redes dentro del mundo cultural potencia y hace posible el que se difunda y que hace posible la producción y difusión de los contenidos”. Y ello parte del colectivo y en ello, la propagación de la lectura como enfoque de crecimiento.

En el informe de La batalla por la memoria de la Universidad de Playa Ancha, Luis Costa–profesor de periodismo de la misma universidad– comparte recuerdos de su juventud en los años 70´ cuando militaba en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

“Leíamos en la micro, en el tren, en la calle. Cuando no leíamos poníamos el libro bajo el brazo y de ahí surge entre nosotros un dicho, sobacos ilustrados. En los kioscos hoy venden algunos diarios y revistas. En los años 70 esos mismos kioscos estaban llenos de muchísimos títulos que Quimantú iba publicando constantemente. Así uno los compraba y al sobaco, y vamos caminando, y vamos leyendo. Si comparamos un libro que hoy cuesta $5.000, en los 70, Quimantú los vendía a un equivalente de $500”, cuanta Costa.

Una mirada al colectivo

Como menciona la editora de Cuarto Propio, “para ir rompiendo las barreras que impone el sistema de mercado sobre la cultura”, se debe volver a lo social. Compartir espacios, comentar respecto a las últimas lecturas, cuestionarse las cosas. Puesto que por medio de la interacción y la identificación con otros y otras se logra difundir la cultura. Así también se lograría identificar el contenido territorial, que es enriquecedor y único, y visibilizarlo. El derrumbe de la concepción neoliberalista empieza por los propios individuos, que también trae consigo lo patriarcal, explica Vera.

Un colectivo que resintió y esbozó sus inquietudes frente a la misoginia y el machismo en el mundo literario fue Autoras Chilenas (Auch!). Fundado el año 2019 con la intención de ir “buscando más visibilidad y paridad en la industria y circuito del libro”. Las autoras Nona Fernández, Alejandra Costamagna, Pía González, Lina Meruane, entre otras mujeres son parte de esta agrupación feminista. Una de las fundadoras del colectivo fue June García, autora de Tan linda y tan solita, Lulú quiere ser presidenta, Lulú dice basta, Lulú descubre un secreto, entre otros.

“Había editoras que se habían enfrentado a editores y críticos literarios que les decían ´tú no sabes escribir´, ´tú no puedes escribir´. Lo que hizo Auch! fue darle voz a esas vivencias y aunarlas en que todo eso tiene que ver con el problema del patriarcado”, agrega June.

Así también como a bastantes mujeres, acorde con el blog de Autoras Chilenas (Auch!) “El Premio Nacional de Literatura que se ha entregado 54 veces, solo 5 han sido mujeres. En el directorio de la Sociedad de Escritores de Chile, conformado por 11 miembros, solo 4 son mujeres. En la Cámara Chilena del Libro hay 12 miembros, solo una de ellas es mujer y es la tesorera. En la Cooperativa de la Furia del Libro: 10 representantes, una sola de ellas es del género femenino”.

June comenta que “nos dimos cuenta de que había trabajos por los que no habíamos cobrado, que los hombres sí lo habían hecho, y nosotras lo habíamos hecho gratis. Ser jurado, en concursos, cosas así. O que nosotras habíamos cobrado 50 lucas y ellos 500 mil, y la gente que nos pagó no nos dijo nada cachai”. Por esta razón, las Auch! mantienen contacto tanto por Zoom como presencial para dignificar sus labores. Acorde con el blog del colectivo “Una sub-comisión se encarga de crear un tarifario que dignifique nuestras colaboraciones con el mundo de la cultura”.

Así como las Auch! y Cuarto Propio buscan visibilizar a las escritoras en el mundo literario, la editorial Banda Propia también ha hecho proyectos similares, buscando a autoras de otras épocas para recordarlas. Estos libros cuentan con los prólogos de escritoras contemporáneas.

La visibilización de autoras es una tarea de la cual Banda Propia, editorial independiente chilena, se ha hecho cargo desde su creación en el año 2019. Las editoras María Yaksic y Lorena Fuentes fundaron la editorial con la intención de hacer un “acercamiento de lectoras y lectores a figuras del pensamiento feminista, mujeres escritoras, o mujeres adelantadas para su época y que no han sido reconocidas en este momento pero que nos permiten pensar genealogías del feminismo que son más amplias”, comenta Yaksic.

Por medio de la colección Perdita se han publicado libros de mujeres importantes pero postergadas en conjunto con el prólogo de escritoras contemporáneas. Libros sobre la socióloga y feminista chilena Julieta Kirkwood con el prólogo de Cynthia Rimsky; la cineasta francesa Alice Guy con la cineasta chilena Tiziana Panizza; la española Monja Alférez y la escritora francesa Olympe de Gouges con la colaboración de Lina Meruane; la teórica marxista polaca Rosa Luxemburgo con Diamela Eltit; la escritora rusa Sofía Tolstaia con Selva Amada; y finalmente la activista política británica Eleanor Marx con Alia Trabucco.

Estas colecciones buscan visibilizar y democratizar los textos, para que no solo un grupo pequeño pueda acceder a ellos, explica María Yaksic, quien aclara que sus intenciones es buscar “que se ponga en diálogo a escritoras del pasado con escritoras contemporáneas. Si nosotras no poníamos esos textos olvidados en diálogo con escritoras contemporáneas, probablemente iban a quedar en un estante escondido o en un lugar patrimonial que son solamente lecturas de interés para especialistas”.

Banda Propia acaba de publicar otro libro para la colección. Camila Henríquez Ureña está en las portadas de estos libros en las estanterías. Hermana de Pedro Henríquez Ureña, teórico literario dominicano, luchadora por los derechos de la mujer en Cuba y escritora de La mujer y la cultura e Invitación a la lectura. Este libro cuenta con el prólogo de Alejandra Costamagna. María Yaksic comenta que Henríquez “es una especie de Gabriela Mistral del Caribe, escribió muchísimo, muy desconocida acá”.

Un nuevo esfuerzo que se suma a los trabajos del mundo editorial independiente chileno, que busca visibilizar a autoras, disidencias y otredades de cada territorio de nuestro país.