El anuncio del “Criterio Valencia”, que busca dejar en prisión preventiva a todos los extranjeros imputados que no cuenten con documentación que permita acreditar su identidad, levantó nuevamente el debate público sobre el fenómeno migratorio, acrecentando un discurso antiextranjero y generando incertidunbre entre cientos de persona que buscan mejores condiciones para vivir. Doble Espacio conversó con Juan Carlos Pérez, segundo vocero de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes sobre este fenómeno y las consecuencias a mediano y largo plazo que conlleva.

Durante los últimos años ha renacido un discurso anti inmigrante, Juan Carlos Pérez, segundo vocero de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes (CONI), ha vivido en carne propia el avance de estas ideas, quien señala que, “Ese discurso se repite y vemos que en vez de mejorar la situación la ha empeorado”.

Tras 26 años de emigrar de su natal Colombia, el vocero de la CONI, ha visto cómo ha cambiado la postura de chilenos y chilenas frente a la migración. Reconoce que hasta el inicio de la pandemia se estaba asimilando el fenómeno migratorio por parte de la población connacional del país.

Pero la crisis global generó un atochamiento y desorden burocrático que aleonó discursos chovinistas que no se veían hace más de una década en Chile. Además, asegura que la forma en que los medios cubren el fenómeno migratorio ha afectado la opinión pública, generando un creciente rechazo hacia los migrantes.

La postura anti inmigrante poco a poco ha calado en la institucionalidad y en las políticas públicas del país. En ese contexto -y tras semanas marcadas por los asesinatos de tres carabineros- el Fiscal Nacional, Angel Valencia, dio la orden a todos los fiscales del país de buscar la prisión preventiva para los imputados extranjeros que no tengan documentos chilenos hasta que se les genere un rut provisorio por parte del registro Civil.

-¿Cómo reaccionan como CONI ante el instructivo del Fiscal Valencia?

Primeramente, la información llegó a través de los medios de comunicación de manera incorrecta y descontextualizada. Se generó un pánico y reconocemos que como organizaciones no teníamos todos los antecedentes. Con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que tiene sus limitaciones. Son personas imputadas por un delito que en el caso de no tener algún documento de identidad se les detendrá mientras gestionan un número de identificación (rut). Por lo tanto, no es extensivo ni a las personas migrantes en su generalidad ni a las personas que entraron de manera irregular Estamos intentando todavía aclarar todos los alcances de la norma. Sabemos que está en un contexto altamente complicado por lo que se dan estas interpretaciones o manipulaciones de la información.

-¿Les sorprendió la decisión del Fiscal Valencia?

Estábamos tan conmocionados por otros procesos, que creo que nos tomó fuera de base. A mí me tomó por sorpresa y creo que a los compañeros igual,  porque pareciese concertado que los tres poderes del Estado hacen cosas para dar la sensación de que se está luchando contra la delincuencia y eso afecta a la población migrante. La militarización del norte fue una situación que nos preocupó mucho debido al miedo de que se perjudique la vida de personas que vienen migrando con niños, con ancianos. Después cuando vino la ley Naín Retamal también sabíamos que iba a ser muy complicado porque establecía una serie de miradas o sesgos de las personas que delinquen. Y el instructivo vino a ser la guinda de la torta. Ha sido demasiado intenso, estamos procesando todo todavía.

-¿Qué opina del actuar institucional en materia de migración?

A grandes rasgos podemos dar cuenta de que hay una instrumentalización de parte de varios sectores políticos y creemos que el gobierno lamentablemente ha cedido ante un discurso anti inmigrante, en el que se ha intentado vincular migración y delincuencia, lo cual nosotros rechazamos categóricamente, no es justo. Ser migrante regular o irregular no es un delito, la migración no es un delito.

Creemos que el gobierno, lamentablemente, producto de las presiones políticas ha cedido mucho espacio incluso contraviniendo ciertos acuerdos que se tienen establecidos sobre el trato digno con las personas migrantes. Vemos con tristeza que se ha incrementado el discurso xenófobo o anti migrante, donde el gobierno lamentablemente hace parte de esas voces, que están intentando usar de chivo expiatorio a la migración, a los migrantes, que es peor.

-Usted menciona que el gobierno no ha respetado ciertos acuerdos, ¿A cuáles se refiere?

Hay ciertos protocolos que tiene que ver con el respeto a las niñeces migrantes. Hay una prioridad para normalizar su situación, pero la burocracia le pide a las niñeces haitianas o venezolanas un registro civil de nacimiento. Pero resulta que en Venezuela no están entregando esos registros, en Haití tampoco porque no tienen un sistema adecuado, el Consulado acá no funciona Por lo tanto los niños, por un papel, pueden quedar en estado de vulneración. Impide, por ejemplo, que muchos niños y niñas tengan acceso a salud, educación y cosas que son básicas, y que están dentro de los acuerdos de los derechos del niño y otros convenios que se han firmado a nivel internacional.

-¿Cree que la política institucional ha estado a la altura del debate que requiere el fenómeno migratorio?

Creo que no, lamentablemente cada cierto tiempo cuando se acercan las elecciones se buscan temas que sean polémicos para mover al electorado. Ahora hay un discurso seguritista y los candidatos y partidos políticos no quieren quedarse abajo de ese tren. Nosotros sabemos por experiencia que ese discurso se repite y vemos que en vez de mejorar la situación la ha empeorado. La migración hace 4 años era muy distinta a la de ahora y se ha ido incrementando. Vemos que estos discursos muchas veces tienen una finalidad electoral, para captar cierto votante. ¿Qué es lo que pasa? No se piensa seriamente el fenómeno de la migración. La comunidad migrante, lo han dicho estudios internacionales, aporta no solamente del punto de vista económico, sino que también con el rejuvenecimiento de la población. Chile es un país viejo que no tiene cómo sostenerse a futuro. Hay una mirada muy seguritista, que no piensa a largo plazo y se repite históricamente.

-¿Qué consecuencia cree que puede tener la masificación de este discurso xenófobo?

Como comunidad colombiana ya lo vivimos hace unos 6 años en el norte, estigmatización y polarización. Nos han llegado casos de personas cercanas a la Coordinadora, de gente que ha sido amenazada, que ha sido escupida, que ha sido insultada por su color de piel. Se generan dos fenómenos, hay una xenofobia, pero aparte hay una aporofobia, o sea hay una fobia a la gente pobre, porque si tú tienes ciertos rasgos, cierto color de ojos, cierto cabello no te van a molestar. Pero si se unen los discursos se presume que la persona que tiene un color de piel más oscura posiblemente es delincuente o entró de manera irregular.

Las niñeces migrantes están pasando por un tema psicológico muy fuerte porque en las escuelas, los están insultando, los están tratando de delincuentes, les están asustando con que se van a ir para la cárcel ellos o sus padres, y por lo tanto se está generando un clima que, en vez de favorecer la convivencia, fortalece el estigma, la separación de grupos humanos y la creación de guetos. Hay gente que prefiere quedarse en su núcleo de connacionales y no integrarse a la sociedad chilena, que debiese ser lo óptimo. Son discursos que son perjudiciales y creemos que las personas que hacen política lamentablemente, como están con la calculadora en la mano, no se dan cuenta que a largo plazo ellos también pueden ser parte de estos discursos polarizantes.

-¿Ha habido una evolución o un retroceso?

Creo que veníamos en un proceso más o menos coherente de asimilación del fenómeno migratorio. Pero la pandemia generó circunstancias en que mucha gente ya venía en camino, por ejemplo, de Venezuela producto de unas declaraciones de un gobierno que fue y dijo que iba a dar una Visa de Responsabilidad Democrática. Se cerraron las fronteras y se comenzó a generar un problema de atochamiento por no poder entrar. Estamos en un retroceso como de unos 15 años atrás, cuando la gente no estaba tan acostumbrada a la migración.

-¿Cree que ha existido un impacto en la forma de comunicar de los medios?

Absolutamente. Sabemos que el rating depende de que tan llamativa o morbosa sea una noticia. Los medios son afines a un discurso, a ciertos grupos de interés, poderes fácticos y además quieren tener rating. Entonces el mostrar el asalto, el auto, la desgracia, les da réditos tanto políticos como económicos por el rating. Y los medios han sido, creo, en gran parte responsables de la tergiversación del fenómeno migratorio.

En Chile más o menos 47.000 personas están privadas de libertad, de esos solamente 4.500 son extranjeros. Entonces si hacemos la comparación en el total nacional podemos ver que se toma una fracción de la población y se intenta sacar provecho. Los medios hacen todo lo que está por libro, el framing, el encuadre, la agenda setting. Nosotros como comunidad no estamos de acuerdo con quitarle la vida a ningún ser humano, los criminales deben pagar por sus crímenes, pero si vemos que hay un sesgo en el cual se informa por ejemplo la nacionalidad como si fuera más grave ser delincuente extranjero que ser delincuente chileno. Nosotros decimos es que el crimen no tiene nacionalidad.