Las noticias anunciaban una inminente nueva ola de contagios de Covid-19 para el verano en Europa, acompañado de nuevas variantes. Cuando vimos que esa ola, en parte se replicó en Chile, fue inevitable no recordar los primeros meses de pandemia en nuestro país y los estragos que causó, y cómo miles de las personas debieron ser conectadas a respiración artificial. Una de ellas es Carla Sánchez quien, en su momento, fue de la que más días estuvo conectada a la ECMO (Oxigenación por membrana extracorpórea por sus siglas en inglés), la “máquina de la última esperanza”.


 Eran los últimos días de mayo del 2020 y los casos de Covid-19 en Chile no hacían más que aumentar, la población comenzó a extremar las medidas de autocuidado en sus hogares para no contagiarse con este nuevo virus del que aún no se tenía total claridad. Las principales ciudades del mundo parecían ciudades fantasmas debido a las cuarentenas implementadas por los gobiernos.

Es en ese contexto, que Carla y su marido Carlos Díaz, el 31 de mayo, comienzan a notar algunos síntomas de esta nueva enfermedad. A pesar de desinfectar todo lo que tocaban o comían, al parecer el virus fue más inteligente. Ella era la que estaba más grave, además de la pérdida del olfato y gusto, no podía respirar y presentaba una fiebre muy alta. Como la pandemia recién estaba empezando, no había stock de PCR, así que, ya suponiendo que tenían Covid-19, decidieron que ella debía ir a urgencias pensando que la podrían hospitalizar o dejar de un día a otro.

Camila, su hija, que estudia técnico en enfermería y en ese momento vivía con su madre, fue quien, junto a un amigo, la llevaron en auto al Hospital Clínico UC CHRISTUS de la calle Marcoleta, comuna de Santiago. Camila y su amigo, por sus estudios, ya sabían cómo era el procedimiento, por lo que fueron con todos los implementos necesarios puestos (guantes, gorro, traje).

Al llegar a urgencias, Carla fue ingresada de inmediato, la acostaron en una camilla para trasladarla al interior del recito, a su lado siempre se encontraba su hija, hasta que en un momento los médicos no le permitieron seguir acompañándola, por lo que Carla le entrega el anillo de bodas y su celular a su hija para continuar su traslado.

En urgencias, le tomaron la saturación de oxígeno, donde presentó 87, siendo que lo normal para un adulto es de 95 a 100, por lo que se le trasladó inmediatamente a la UCI, dónde sí fue posible hacerle un PCR, el cual salió positivo.

Después que su madre fuese internada, Camila se dirigió a su hogar, y cuando llega sola al departamento le dice a su padre que su mamá iba a quedar hospitalizada, pero que no volvería pronto. Ese fue un gran golpe para Carlos.

Monitoreada 24/7

 

Foto matrimonio Días Sánchez en su jardín
Foto gentileza Carla y Carlos

En esa sala UCI solo eran ingresados pacientes covid. El lugar era monitoreado con cámaras 24/7, y por el poco espacio que había, los enfermos que eran ingresados estaban separados solo con cortinas clínicas. Sin embargo, Carla no tuvo claridad sobre si había más pacientes en la sala durante los días que estuvo ahí, ya que en ningún momento pudo mirar más allá de las cortinas que la rodeaban. Fue en este lugar donde la conectaron de inmediato a oxígeno nasal y la dejaron en posición decúbito prono, o sea, boca abajo. Luego de ser conectada, se mantuvo algunas horas despierta hasta que se durmió. Un sueño que duró alrededor de cuatro días.

Al cuarto día la despertaron. Escuchó un aplauso fuerte del doctor, quien venía a comunicarle el procedimiento que le harían. Entonces el doctor le dice: “ya mi niña, la vamos a conectar porque está sufriendo mucho”, y Carla lo único que dijo fue: “gracias” y escuchó cómo le explicaban que sería conectada a la ECMO, una máquina de la cual Carla nunca había escuchado hablar.

En palabras simples, la ECMO es una máquina que oxigena la sangre. De acuerdo con la información entregada en la página web de la Clínica Mayo, el procedimiento que hace este aparato es que “la sangre se bombea fuera del cuerpo a una máquina de circulación extracorpórea, que elimina el dióxido de carbono y devuelve la sangre rica en oxígeno a los tejidos del cuerpo. La sangre fluye desde el lado derecho del corazón hacia el oxigenador de membrana en la máquina de circulación extracorpórea. Luego se recalienta y se envía de regreso al cuerpo”.

Esta máquina se utiliza en aquellos pacientes donde su corazón o pulmones necesitan ayuda para sanarse, como era el caso de Carla. Este proceso dura en promedio un máximo de 10 días, luego de eso las esperanzas de salir son casi nulas. Carla estuvo 22 días con la máquina, así que siempre existen las excepciones.

Debido a lo complicado del proceso, Carla debió ser inducida a un coma, ya que cualquier reacción que tuviera ella o su cuerpo involuntariamente, podía entorpecer la intervención. Antes de eso, y tras escuchar que sería conectada, tuvo la posibilidad de hacer una videollamada con su familia para “despedirse” en caso de que pasara lo peor.

Carlos era quien recibía los informes diarios de la evolución de su esposa, por lo que además era el encargado de difundir la información a toda la familia. Los reportes los hacían vía telefónica, esas llamadas siempre las recibía entre las 14:00 y las 15:00 horas, aunque algunos días ese informe tardaba un par de horas en llegar. Uno de esos llamados fue para notificarle que Carla debía ser conectada a la ECMO, le explicaron lo que esta máquina hacía y cuántos días iba a durar este proceso. Finalmente solicitaron su autorización para iniciar la conexión, a lo que su esposo accedió. Sin embargo, lo que Carlos ignoraba era que no sería solo un proceso de 10 días, sino que era el último recurso que tenían los médicos para salvar la vida a su esposa.

 

Una incierta espera

Selfie del matrimonio
Foto gentileza Carla y Carlos

 Durante los días siguientes, el alma de Carlos y de toda la familia de Carla pendía de un hilo. Si bien los reportes casi siempre decían que ella se encontraba estable, esta estabilidad significaba que seguía grave. En esos días, la familia estuvo pendiente en todo momento a sus celulares, esperando recibir el informe.

Mientras estaba el coma, Carla explica que se encontraba en una especie de mundo paralelo, por una parte, sus cinco sentidos estaban despiertos por lo que en ocasiones seguía sintiendo sensaciones externas. Por otro lado, soñaba con otra realidad, aunque según ella era como estar en una guerra, una sensación en la que no quiere profundizar por lo doloroso que fue. Pero esa guerra que sentía Carla estaría pronta a terminar.

Carla recuerda estar consciente el día 13 de julio de 2020, durante los días anteriores ya estaba comenzando a reaccionar, por lo que ya no se encontraba en la UCI, sino que ahora estaba en cuidados intermedios. En ese instante, dentro de la habitación solo la acompañaba una enfermera, pero fuera de la habitación veía a los doctores que la estaban mirando con globos en sus manos. Cualquier otra persona pensaría que los médicos estaban felices que después de tantos días en coma ella despertara, pero no era solo eso, por cosas del destino esa fecha es especial en el calendario de Carla, ya que ese día cumplía 43 años de vida, un auto regalo que parecía caído del cielo.

Carla y su familia son muy creyentes, por lo que durante la época en que se mantuvo en coma, las oraciones fueron a lo que se pudieron aferrar para mantener la esperanza de que todo iba a salir bien. Lo que no se imaginaban es que personas ajenas a la familia acompañaran con sus oraciones a Carla. Gente de todo Chile e incluso personas de otros lados del mundo se unieron y en sus pensamientos y peticiones ella estaba presente. Todos unidos en el anhelo que iba a salir de este mal momento.

Carla cree que gracias a esa unión que se generó entre su familia y gente externa a ella, pudo salir del coma realmente. En ese mismo sentido, siente que en el momento en que ella se encontraba “muerta”, todos sus cercanos lucharon por ella en un momento que no tenía fuerzas propias, es por esto que siente que, en realidad, en ningún momento estuvo sola como se puede creer.

Pasados unos días, los médicos hicieron una excepción con ella y dejaron que su marido entrara a la sala para tener una breve visita. Por las restricciones, Carlos debió entrar con todos los implementos sanitarios, así que parecía un astronauta, recuerda. Por todos los implementos que él traía puesto, Carla en un principio no pudo reconocerlo quien estaba dentro de ese traje, hasta que le habló. La visita en un principio solo duraría 15 minutos, debido a que esto era solo una “buena onda” de los doctores y que lo estaban haciendo casi a escondidas, sin embargo, la reunión se extendió por alrededor de una hora.

En esa ocasión hubo otra videollamada para celebrar a Carla, en la que estaba presente su mamá, sin embargo, lo que buscaba un reencuentro feliz entre madre e hija no duró mucho, esto debido a que Carla no pudo reconocerla, y su madre entró en llanto por el dolor que significaba que su hija no pudiera saber quien era, por lo que la llamada fue finalizada abruptamente.

Secuelas del Coma

Lo que ocurría en ese momento, es que Carla aun no salía del todo de esa realidad paralela en la que se encontraba, incluso al despertar no tenía total claridad sobre dónde se encontraba. Los médicos le explicaron que se encontraba con delirios, un proceso que es común entre las personas que pasan un largo tiempo en coma, en ella, este proceso duró un par de semanas.

El proceso que vino después fue como nacer de nuevo para ella. Cuenta que antes de despertar, le hicieron una traqueotomía para que pudiera respirar normalmente, ya que sus pulmones se encontraban rígidos después de tantas semanas sin ser utilizados normalmente. Luego, al despertar, pasó varios días en una sala de rehabilitación del hospital, la cual solo tenía paredes y estaba decorada con fotos de ella y su familia, dice que esas fotos la ayudaron mucho durante esos días.

Además, tenía su cama, que contaba con botones para que los doctores le ayudaran si lo pedía. En esa sala tuvo que aprender de nuevo a hablar, comer, tragar, sentarse sin caerse y todas las acciones que una persona hace mecánicamente, pero que para ella eran un completo desafío.

Para poder hablar con la traqueotomía, debía ocupar una válvula de fonación, una válvula que permite que el aire entre a través del tubo de la traqueotomía y salga por la nariz y boca, para que la persona pueda producir ruidos y le sea más fácil hablar. A tono de broma, dice que fue trágico para ella, ya que, según sus cercanos, es buena para la palabra. Pero sin saberlo, con ese acto estaba ejercitando sus pulmones, lo que permitió que le quitaran rápido la traqueotomía. Luego de todo ese proceso, pasó una semana en la sala común, para luego de pasados tres meses desde esa noche en que su hija la llevara a urgencias, saliera al fin del hospital.

No obstante, no había terminado todo para ella. Carla debía seguir su tratamiento, aunque ahora con hospitalización domiciliaria en su departamento para que no tuviera que salir de su hogar y exponerse nuevamente al virus. Acá, contaba con telemedicina, continuaba con su proceso de kinesiología y exámenes de sangre, además de medicamentos, afortunadamente dice Carla, no necesitó de diálisis en algún momento. Aproximadamente en enero de 2021 la dieron de alta y terminó su hospitalización como tal, ahora, quedaba abocarse a tratar de llevar una vida lo más normal posible.

Esta tarea no ha sido fácil, debido a que en un principio había quedado sin sensibilidad en casi todo el lado derecho de su cuerpo, aunque actualmente presenta neuropatía en ambos pies, especialmente en el derecho, es decir, sus nervios no funcionan correctamente e incluso, cuenta que en gran parte de su pie derecho no tiene sensibilidad.  Es por esto que debe concentrarse más que todos para caminar, ya que cuenta que hay ocasiones en que su pie no le responde y debe “ordenarle” que se mueva. Aun así, tiene la esperanza de que sanará más temprano que tarde. Por otro lado, ella tuvo una reinfección de Covid hace poco, sin embargo, esta vez fue asintomática.

Tras esta potente experiencia, Carla y su esposo, movidos por sus creencias cristianas hacen un llamado a la gente que pasa por un momento similar al que vivieron, y señala que: si en algún momento creen que todo está perdido y que no hay forma de ganar la batalla, hay que aferrarse a Dios, que es la última esperanza que pueden tener si todo lo demás ha fallado.