El reconocido compositor chileno, quien actualmente se encuentra de gira junto a su hermano, comenta sobre su estreno como solista, ’31 Minutos’, y como afectó la pandemia a su trabajo como artista a 4 años desde que decidió dejar Chancho en Piedra.

En 2018 la noticia remeció la escena musical nacional, Pablo Ilabaca, quien fuera guitarrista y compositor histórico de Chancho en Piedra, dejaba la banda con el propósito de enfocarse en otros proyectos, después de 9 álbumes de estudio, presentaciones en algunos de los escenarios más importantes del continente y 24 años de historia. Al respecto Ilabaca declaró en su momento: “Uno siente miedo en un cambio importante, pero debe manejarlo para sacarle algo provechoso”.

Así, con desparpajo y en plena pandemia, se puso a trabajar en su álbum Canciones para conversar con la muerte, un álbum conceptual e introspectivo que no tiene ni la más mínima intención de ser comercial: “El disco habla sobre la muerte y a nadie le interesa hablar sobre esto porque le tienen miedo, totalmente anti-mainstream, eso es lo que me gusta”, señaló el artista tras el lanzamiento del disco.

El compositor chileno, quien volvió a los conciertos tras dos años de ausencia, estuvo de gira en México con ’31 Minutos’ y actualmente sigue de gira con su hermano Felipe. Porque Pablo Ilabaca la tiene clara: “Yo solo quiero tocar harta música, ojalá sacar un disco nuevo este año, aunque me falta terminarlo, de a poco haciendo musiquita”.

– Estuvimos más o menos año y medio sin ningún tipo de evento artístico musical, pero recién este año volvieron los grandes espectáculos ¿Cuáles fueron sus sensaciones al volver después de todo ese tiempo?

Súper rico, al principio me gustó estar encerrado y después me empezó a desesperar, así que le agarré como una especie de bronca a la pandemia. Volver fue súper entretenido, igual llevo 28 años tocando en escenario entonces en algún momento te latea y puede llegar a cansar, pero cuando entiendes que mucha gente depende de eso para vivir, como técnicos, artistas, músicos, y que la industria en general vive de eso, dan ganas de volver a trabajar, estoy contento de que ya se esté abriendo todo. Este año tuvimos una gira a México con ’31 Minutos’ y antes era impensado, también estoy muy feliz de que vuelvan los festivales y que la cultura regrese al trabajo.

– ¿Qué significa para un artista que lleva casi tres décadas tocando en vivo, no poder hacerlo? ¿Cómo se lo tomó en particular?

Me lo tomé bien, me gusta el encierro y esa introspección por así decirlo. Viéndolo de un punto más sociológico me lo tomé como un experimento, a ver cómo nos podíamos comportar. Herramientas como Zoom empezaron a ser el pan de cada día, reuniones, cumpleaños, carretes… era bien raro todo, obviamente nos cambió. Ojalá no haya consecuencias a largo plazo, hay que estar atentos a todos esos cambios porque creo que aún no está dicha la última palabra.

– ¿A nivel de producción y del hacer canciones, fue muy difícil?

Fue difícil en el sentido de que hubo que armar un estudio en un lugar del que no te podías mover, pero después todo se empezó a abrir y uno vuelve al estudio habitual. Siento que para lo único que me sirvió la pandemia fue para eso, para estar más metido en mi trabajo y concentrarme al 100 en hacer música. Por ejemplo, hice canciones para series en pandemia, también para películas, e hice Canciones para conversar con la muerte, mi disco solista, fue muy productivo en ese sentido, aunque para un músico es quizá más complicado que para un diseñador, por ejemplo, porque para ellos con un buen computador puede bastar, pero un músico necesita guitarras, baterías, piano… Y llevar todo para la casa es complicado, aunque al final igual se pudo.

– ¿Siente que el encierro y la pandemia le influyeron en sus procesos creativos?

Sí, por supuesto, todo el globo terráqueo estaba en la misma. Es un tema interesante que tratar desde el plano artístico, para escribir, desarrollar temas, o hablar sobre la muerte, por ejemplo.

– Tu primer álbum solista se llama Canciones para conversar con la muerte ¿Qué tan personal sientes este disco? ¿Tuvo algo que ver la decisión de lanzarlo bajo el nombre de Pablo Ilabaca y no con uno de sus otros proyectos?

Sí, porque es un disco súper personal, hay una introspección importante y hay muchas canciones que son autobiográficas, por ejemplo, hay una de mi abuelo que murió en la mina El Teniente, u otra que se la hice a mi hija cuando nació. Es bien personal, debía firmarlo con mi nombre, lo necesitaba. Es un disco distinto y que no es comercial para nada. Además habla sobre la muerte y a nadie le interesa hablar sobre eso porque le tienen miedo, totalmente anti-mainstream, eso es lo que me gusta, además siento que va a envejecer bien, siento que se le irá tomando valor a medida que pasen los años.

Los Procesos de Transformación

Imagen: Detalle Carátula disco

– ¿Cuándo y por qué surge la idea de hacer un disco conceptual sobre la muerte?

Surge porque ya desde niño he tenido experiencias con muertos, siempre me ha llamado la atención el proceso de la transformación y el recuerdo. Me acuerdo que cuando chico crecí escuchando los Beatles, y cuando mi papá me decía que John Lennon había muerto yo pensaba “chucha, como que está muerto si yo lo escucho acá cantando”. Hay miles de formas de empezar a afrontar las micro muertes o los procesos de transformación. Es como hablar de mi abuelo que murió en el año 45, ya 8 décadas desde que murió y seguimos hablando de él. En las palabras siguen existiendo las personas que ya partieron, en una canción, una fotografía… Es un tema filosófico, sociológico, psicológico, y bien importante, sobre todo en esta época que mucha gente perdió seres queridos. Es importante hablarlo y saber que no somos infinitos. A mí me encanta el presente, no me gusta mucho el pasado ni el futuro, pero la muerte está en el presente también, la vivimos a diario.

– Siempre se dice que es lo único que tenemos seguro

Claro, es lo más común.

– Siguiendo con el tema del disco, antes hablaba de su abuelo a quien homenajeó en Teniente 1945, también previamente mencionó que en En el Melonal cantaba sobre cómo fue la infancia con su tío en el campo ¿Qué significó este álbum para su familia? ¿Cómo sintió la recepción?

Cayeron hartas lágrimas y estaban todos muy emocionados, fue muy importante y quieren mucho este álbum, es como un hit familiar (risas). Creo que un artista tiene que mirarse el ombligo, en ese sentido me gusta mucho Woody Allen, que sus obras son autobiográficas, también Melman o Sandor Marai con sus novelas que también son autobiográficas. Me gusta la autobiografía en mi música.

– En otras entrevistas mencionaba un viaje a México en 2018 justo en el día de los muertos ¿Qué tanto influyó ese viaje en este álbum?

Sí mucho, por supuesto que influye, la primera vez que fui fue en el año 2002, entonces llevo harto tiempo conectado con esta tierra y sus culturas. Cuando fui en 2018 me impactó mucho vivir el día de los muertos, la concepción que tienen ellos de habitar la muerte y como la muerte convive con ellos, me encanta la visión que ellos tienen. También es un pueblo muy amable y ambivalente, las culturas antiguas eran bien sangrientos y “adictos a la muerte” en el sentido de que sacrificaban personas para el dios sol, creo que hay una conectividad importante con el tema y claro que influyó.

– Ahondando en el tema de las transformaciones en el disco, la más evidente quizás es el tránsito de la vida a la muerte, pero también se hacen alusiones al hecho de crecer, que también es una transformación, como por ejemplo en En el Melonal dice: “tantas cosas bellas, el ombligo lleno qué más da, en mis tiempos nuevos me complico entero” ¿Que importancia tienen para usted estas transformaciones constantes?

Buena pregunta, creo que la importancia es estar consciente a estas transformaciones, estar consciente de que puede significar una oportunidad para entender un proceso. A mí me pasó que cuando me retiré de los Chancho en Piedra en 2018, que fue un grupo que fundé en el 94, viví una transformación absoluta, dejé atrás un pasado para construir algo nuevo. Eso es bien impactante, dejar atrás la zona de confort, creo que esa es la transformación más grande que me ha pasado en la vida. Por otro lado, cuando conocí la cueca viniendo del rock o del funk, y me empecé a meter en el folklore, también fue una transformación súper importante, ahí también hay una especie de micro muerte, un antes y un después, aunque uno siga teniendo la misma cara.

Haciendo musiquita  

Imagen: Universidad Diego Portales

– Antes mencionaba los géneros musicales, y en el álbum se notan géneros que podrían ser extraños para alguien como tú, que sus grandes estandartes fueron el rock y el funk durante casi tres décadas ¿Qué lo llevó a incursionar a estos nuevos estilos? ¿Se sintió cómodo?

Absolutamente, soy un ferviente admirador de la melodía, creo que es la principal reina de la fiesta y siento que habla el mismo idioma que cualquier ritmo o cualquier producción. Yo me siento súper cómodo en casi todos los estilos porque me gusta mucho toda la música y aprendo de todo. Cuando escucho algo nuevo que yo no domino estoy aprendiendo y tratando de dominar el lenguaje de lo que voy escuchando. Fue un desafío importante para incursionar en cosas que nunca había grabado ni tocado antes.

– ¿Tuvo algún referente en estos nuevos géneros? Me imagino que Piero, al incluir Mi Viejo en la lista de canciones…

Sí, también me gusta mucho Frank Sinatra, algunos boleros, Nat King Cole, Tom Waits y en general el cantante persé, me gusta mucho la forma de expresar, de hecho estoy tomando clases de canto, tratando de usar mi instrumento vocal como si fuera una guitarra porque me gusta mucho ese formato y me llama mucho la atención la conexión que tiene con la música una cuerda vocal.

– En The Morning After se notan las influencias de estos artistas de los 50, 60 o los 70…

Claro, absolutamente.

– ¿Cómo sintió el recibimiento del público? Tomando en cuenta además que el disco llegó en pandemia, donde la muerte se sentía muy cercana.

Fue súper bueno para ser un disco de nicho, la gente que lo conoció y lo supo apreciar es gente que conoce mi carrera y sabe de dónde vengo. Para mí es super importante que esa gente sepa para donde me estoy moviendo, porque un año hago algo y al otro hago otra cosa. Me gusta ese movimiento y experimentar por distintos lados, me encanta lo que ha pasado con este álbum. La promoción se vio interrumpida por una gira a México con ’31 minutos’ y ahora estoy metido en otras cosas, pero me gustaría tocarlo en vivo de nuevo, hay que ver cuando, mientras tanto ahí está el disco.

– Mencionaba a ’31 Minutos’, y yo no quiero cerrar la entrevista sin hablar al menos un poco sobre ese proyecto, porque son ultra queridos en todo el continente ¿Cómo es trabajar con ese equipo?

Es una experiencia maravillosa, los procesos creativos de ’31 Minutos’ son bien colectivos, yo puedo llegar con una música, Álvaro puede llegar con una letra o viceversa, también Pedro puede llegar con una canción entera, o a veces componemos entre todos. Las obras teatrales son muy de Pedro y Álvaro, es maravilloso, un equipo gigantesco de muchísimo talento y que nos conocemos hace muchos años. Es bien interesante trabajar con personas que uno admira y quiere, crecimos y nos expandimos a distintos lados juntos. Me gusta mucho el trabajo con ’31 Minutos’, ahora acabamos de llegar de otra gira en México, estuvimos tres semanas y nos hacía mucha falta volver a encontrarnos con ese público que nos quiere mucho. Fue una de las giras más exitosas que hemos tenido en ese país, estuvimos en auditorios nacionales gigantescos y en el escenario más importante del DF, es impactante el fenómeno ’31 Minutos’ en el continente.

– ¿Qué podemos esperar de Pablo Ilabaca en el futuro?

Haremos unos cuantos conciertos con mi hermano, actuando como los hermanos Ilabaca, pretendemos empezar a hacer música juntos sin apresurarse. Yo solo quiero tocar harta música, ojalá sacar un disco nuevo este año, aunque me falta terminarlo, de a poco haciendo musiquita.

 

Entrevista realizada en el marco del curso Reporteo Avanzado, con la profesora Ximena Póo.