Titulares llamativos, información manipulada, fotografías intervenidas, afirmaciones malintencionadas pueden llamar la atención de miles de personas y lograr un efecto de proporciones impensadas. En algunos casos, intentan pasar por noticias. ¿Qué hay detrás y qué las distingue?

Actualmente es muy común leer o escuchar acerca del tema de las fake news y la Desinformación. La Real Academia Española, define el concepto de desinformar como “dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines”, o “dar información insuficiente u omitirla”. Aunque para muchos parece como un fenómeno aparejado con la tecnología y las redes sociales, la desinformación y las noticias falsas no son nada nuevo.

Según Wikipedia, el concepto de desinformación nace entre las dos Guerras Mundiales, en el año 1923, momento en que la desinformación fue utilizada como arma táctica, cuando Józef Unszlicht, activista revolucionario polaco-ruso, solicitó la creación de “una oficina especial de desinformación para realizar operaciones de inteligencia activas”.

Aunque el concepto fue incluido por primera vez en el diccionario de lengua rusa en 1949 como “la acción de inducir a error mediante el uso de informaciones falsas”, y comenzó a utilizarse un año después, en medio de la Guerra Fría, el término se popularizó en los ochenta. Hoy el concepto de desinformación se ha convertido en una especie de muletilla que va de la mano con el concepto fake news.

Sin embargo, para Enrique Núñez, investigador en periodismo y desinformación, y profesor instructor en Michigan State University, la desinformación ha existido “desde que el primer ser humano le mintió a otro” y consiste en un fenómeno mucho más complejo, sobre todo si se toma en cuenta las diferencias que tendría con las llamadas fake news.

Cuando hablamos de una noticia falsa hay que entender que tiene, primero, dos definiciones. La primera, que es cómo se conoció originalmente, es cuando yo tomo un contenido y lo disfrazo de noticia. Cuando lo escribo como si fuera una noticia real, lo diseño como si estuviera en un diario, en un portal, etc. y lo hago pasar por noticia”.

El problema, para el investigador, es que esa definición original no es la que la mayoría de las personas entienden por una fake news o noticia falsa, sino que la define de otra forma, y que es la más se ocupa ahora, comúnmente por políticos o personas que se sienten atacadas por la prensa, explica Núñez, “que cualquier información que a mí me perjudica yo la tildo de fake news o de noticia falsa, y se ha vuelto una herramienta de ataque entre un sector y otro”.

Por esta razón, quienes trabajan en estos temas hacen el llamado a no usar esta definición a la ligera, “porque al final se ha vuelto una definición peyorativa, que muchas veces se ocupa hasta para calificar información verdadera, pero que a mí no me conviene. Si yo estoy en el poder, y el periodismo -por ejemplo- me fiscaliza, me denuncia, yo voy a decir ‘ah, ustedes están publicando fake news sobre mí’”.

Tipos de desinformación

Gentileza Fundación Fuhem
Gentileza Fundación Fuhem

La desinformación puede resultar tan sencilla como compleja, al igual que cualquier contenido que no se ajusta totalmente a la verdad y que permite que muchas personas la consuman, compartan o emitan, contaminando “el ecosistema de la información”.

“¿Por qué? Porque no es real, pero se puede dar por varios factores. Puede ser intencionada, cuando yo le digo a mis papás que me saqué un 7,0 en el colegio y me saqué un 2,0, también estoy desinformando”, explica Núñez.

“En ese sentido, ocurre en todos los contextos y no es muy distinto a que un presidente -por ejemplo- le diga a su país que tiene una alta proyección económica del próximo año y que en realidad no existan los fondos para eso. Es decir, es cualquier información que tiene la intención de desinformar”.

También existe otro tipo de desinformación, que se llama la “misinformación” o misinformation, detalla el investigador, donde todas las personas son susceptibles, y que es aquella que no tiene una mala intención, pero no se distingue.

“Puede ser que yo lea algo y no sepa que es verdad o no es verdad. Siempre doy el ejemplo de la muerte de un famoso que a mí me importa porque lo veo en las películas, qué sé yo, y le cuento a otras personas porque a mí me dio pena, pero -en realidad- no verifiqué si este famoso se murió o no se murió. No fui a su cuenta oficial, no busqué en otros portales, no revisé la productora en la que trabaja, etc. Pero en el momento en que yo lo empiezo a contar, que lo difundo en una red social, que le escribo en WhatsApp a mis amigos “oye, se murió no sé quién”, estoy desinformando también”, sostiene Núñez.

Ejemplos en la historia

Archivo Daily News
Archivo Daily News

Fue a las 8 de la noche del domingo 30 de octubre de 1938, cuando se trasmitió una adaptación radial de la novela “La guerra de los mundos”, episodio que causó el pánico en su audiencia.

“Cuando Orson Welles hizo una versión de radioteatro de la Guerra de los Mundos y muchas personas creyeron que fue una transmisión radial real. Él, sin la intención de desinformar, desinformó y la gente que no escuchó el inicio del programa y que no vio que era un radioteatro, se cambió de radio y escuchó ese pedazo de programa y pensó que era un noticiero, se desinformó y tomó malas decisiones a partir de esa desinformación”.

A largo de la historia hay muchos ejemplos de desinformación, pero fue a partir de 2016, tras el triunfo de Donald Trump, en las elecciones presidenciales de Estados Unido, que una gran cantidad de investigadores comenzaron a publicar artículos académicos sobre Desinformación y Fake news.

“En el momento en que él jura como Presidente de los Estados Unidos, su asesor en ese momento dice: “este es el juramento más masivo en la historia de Estados Unidos”, y después, cuando hacen una foto aérea entre su juramento y de Barack Obama, se ve que no es el más masivo de la historia”, ejemplifica el periodista.

“Entonces ahí otra de sus asesoras, que se llama Kellyanne Conway, cuando sale la prensa a desmentirlo, dice: “nosotros, lo que tenemos son datos alternativos”, y cuando ella dice eso queda claro que todo el gobierno va a tener una narrativa con respecto a la verdad. Y ese es un hito importante, porque también le dio un mal ejemplo a otros políticos sobre una estrategia respecto a cómo querer construir la verdad, que finalmente se termina, cuando es sistemático, convirtiendo en propaganda. Pero eso se ha hecho a lo largo de la historia de la humanidad”, afirma Núñez.

En el caso de Chile, hubo mucha desinformación durante de la dictadura, particularmente por la intervención y censura de muchos medios de comunicación, y también desinformación concertada, como fueron los casos de falsos enfrentamientos como la Matanza de Corpus Cristi en Santiago, los asesinatos en la localidad de Neltume y de la calle Fuenteovejuna en Las Condes, entre muchos otros.

“Yo diría que uno de los casos -por ejemplo- super emblemáticos es el de La Segunda, que dice “Exterminados como ratas”, el de la Operación Colombo, en que lo interesante de ese caso es que crea una situación para justificar un asesinato y se crean las fuentes para justificarlo. Porque lo que hace la dictadura es que inventa dos revistas, una en Argentina -si no me equivoco- y otra en Brasil, y hace que la noticia se publique primero en otras revistas, la no noticia, y después la ocupa de fuentes en la publicación de La Segunda. Entonces ese es un hito que yo creo que es super emblemático e importante respecto a la desinformación en Chile, y muestra que cuando yo tengo el control de los medios de comunicación, y cuando no tengo voces opositoras libres, tengo mucha capacidad y posibilidad de hacerlo”, sostiene Núñez.

Tres momentos de la desinformación actual

Gentileza Universidad Autónoma de Chile
Gentileza Universidad Autónoma de Chile

Para el especialista, en estos últimos años, se han vivido tres momentos importantes de desinformación en Chile, el primero fue durante la revuelta social iniciada el 18 de octubre de 2019, que constituye un hito para la investigación de este tema.

“Lo que ocurre con el Estallido Social es que se genera un ambiente de polarización y de incertidumbre, que son los dos elementos que más conducen a que se genere desinformación”, puntualiza Núñez.

Según el periodista esto produjo “un ecosistema de proyectos” que comenzaron a hacer fact checking y verificación. Para ese año existían algunos pocos grupos de trabajo, el propio Enrique Núñez, dirigía el proyecto factchecking.cl de la Universidad Católica, y Cecilia Derpich era la editora de El Polígrafo de El Mercurio. Además, existía Fake News Report, iniciativa independiente en formato podcast que comenzó el 25 de febrero de 2019 y luego en octubre de 2019 nace fastcheck.cl, sumándose en diciembre de ese mismo año, Mala Espina Check, iniciativa independiente fundada por el periodista Tomás Martínez, a los que se agregaron otros proyectos.

“Varias universidades, como la Adolfo Ibáñez -por ejemplo- sacan un proyecto de fact checking, la Finis Terrae tuvo un proyecto en un minuto, la UDP. Entonces, se creó un sistema de proyectos, que algunos se mantienen y otro no”, detalla Enrique Núñez.

El surgimiento de todas estas iniciativas demuestra, según Núñez, que durante la revuelta social circuló tanta desinformación que se generó una necesidad, marcando una inflexión en el tema.

“El Estallido Social es un hito súper importante, donde además los que trabajábamos en ese ámbito nos empezamos a sentir menos solos, también”, recuerda.

El otro hito importante fue el COVID-19 porque eso generó, en conjunto con la pandemia, un problema mundial de desinformación. “Se habló incluso de una “infodemia”, tuvieron que pensarlo desde la ONU, o sea, en la Organización Mundial de la Salud empezaron a generar estrategias mundiales contra la desinformación”, afirma el investigador.

“Y Chile también lo vivió, lo vivió de una manera que también reveló mucho de lo que se asumía como sentido común que no era tan compartido con diputados de la República compartiendo recetas como hacer gárgaras con sal para combatir el Covid, un montón de personas que uno decía creen en la ciencia o que no creían en la ciencia”.

Y el tercer momento relevante para el caso de Chile, tuvo que ver “con todo el período electoral que vivimos”. Desde el plebiscito por una nueva Constitución, la elección de constituyentes y la votación presidencial, además de la discusión constituyente que fue flanco de múltiples estrategias de desinformación.

En este caso las noticias falsas y la desinformación se basaron principalmente en tergiversar las propuestas presentadas en diversas comisiones de la Convención. En muchos casos, estas publicaciones provinieron de figuras políticas y tuvieron una alta repercusión en la opinión de la ciudadanía.

Un estudio de Fundación Multitudes, efectuado entre agosto de 2021 y abril de este año, indicó que los convencionales de pueblos originarios, esto es de escaños reservados y quienes se identifican como parte de estas comunidades, y las constituyentes mujeres fueron los más propensos a ser víctimas de desinformación o fake news.

Entre la emoción y el negocio

UPhacialaluz.com
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Los altos componentes de emocionalidad que tienen las noticias falsas y los artículos que desinforman, junto con la identificación que producen, son las razones que explicarían su alto consumo y su rápida propagación.

“Se refuerza identidad, se refuerzan creencias. Es un contenido altamente emocional y suelen ser contenidos atractivos por lo mismo, donde se hacen falsas correlaciones, pero que esas falsas correlaciones están asociadas a alguna narrativa atractiva”, afirma Núñez, quien añade que “las personas que sobre todo son más susceptibles de creer o compartir esa desinformación son personas que asocian su identidad y sus creencias a ese contenido.”

Un contenido que, cuando se hace intencionadamente, “es porque hay alguien que quiere ganar algo o quiere que otra persona pierda algo”, una ganancia que no es necesariamente es económica, sino política, explican los especialistas.

“Lo que hizo Donald Trump fue conseguir un hito brutal e histórico, que fue que llegara un montón de gente al Capitolio, y todos los días estamos descubriendo más cosas sobre esa historia, que fue absolutamente orquestado, absolutamente planificado, utilizando la desinformación para poder generar un evento político”, señala Enrique Núñez.

Por esta razón para los especialistas, resulta necesario, que parte de los hábitos de consumo de cada persona incluyan la verificación, “tiene que ser salir un poco más allá, tiene que buscar en Google, tiene que ser revisar qué están diciendo las fuentes más expertas”.

A nivel económico, también advierten que “efectivamente la desinformación sí puede tener objetivos comerciales, porque me puede hacer comprar algo, atraerme a una idea o comprarme una idea también. Por eso es tan importante, por ejemplo, cuando la gente está entrando a un contexto nuevo, por ejemplo, de las criptomonedas, entender bien lo que estoy haciendo, conocer bien esos mundos, porque es muy fácil caer en desinformación en mundos en los que no conozco”.

Los desafíos del periodismo  

transparenciaelectoral.org
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Para los especialistas el hecho que muchas personas compartan noticias falsas, también se relaciona con la desconfianza que existe con las fuentes oficiales. “En gran medida que el periodismo está perdiendo credibilidad o confianza va de la mano también en cómo el periodismo está haciendo su trabajo, yo soy bien crítico en ese sentido porque creo que el mismo Estallido Social en Chile les mostró a varias salas de noticias, la importancia de volver a darle valor a verificar los propios contenidos que van saliendo al aire”.

Para Enrique Nuñez, hay dos vicios periodísticos que son muy graves: “uno, la cantidad de producciones y los ritmos de producción, no es necesario publicar tanto ni publicar tan rápido, sino que publicar mejor”.

El otro vicio periodístico que genera dudas en el público, según Núñez, se vincula con la transparencia en la labor de los periodistas y cómo se relacionan con los dueños de los medios. Sobre todo, durante el Estallido Social donde se generó una desconfianza generalizada hacia las instituciones políticas, y donde los medios de comunicación fueron entendidos como una institución más.

Lo primero que tiene que hacer el periodismo es darle más relevancia a la verificación, no estar compitiendo por el golpe porque cuando publicó que Hugo Chávez se murió es porque quiero ser el primero que lleva la noticia y hoy día da un poco lo mismo quién es el primero. ¿Por qué? Porque el consumo de noticias es incidental, las personas van encontrando diferentes noticias en sus feeds y al final terminan yendo a los lugares que les dan más confianza más que a los lugares que publican primero”, sostiene Núñez para Doble Espacio.

“Es entender que nuestro primer compromiso es con tratar de acercarnos a la verdad. Nuestro primer compromiso no es con el rating, no es con los clicks, ni es con salir primero. Nuestro primer compromiso es proveer un servicio público a la ciudadanía a partir de una institución que es el periodismo”, concluye.