La población Yungay es un espacio que emerge en la década del setenta, a través de una toma de terreno y que lentamente se fue transformado en una población. Está a quince minutos del Mall Florida Center, por lo tanto, cerca del Metro, y que está casi al límite de La Granja con La Florida. Es una población antigua, sus casas y blocks tienen más de 50 años y han resistido terremotos y temblores.

Dando un paseo durante el día en la población Yungay se puede notar que es un lindo lugar de recreación, es tranquilo. Hay muchas plazas con áreas verdes, juegos para los niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, máquinas de ejercicio para los que realizan algún deporte y muchas canchas de fútbol. Al parecer los vecinos de la población son bien fanáticos del futbol y en particular del equipo Colo-Colo, ya que para donde se mire está todo con los colores del Cacique.

Postes, bancas, paredes, y hasta el paradero de la E05 pintados con el clásico blanco y negro. Hay también muchos carritos de comida, almacenes y bazares. La gente es muy agradable, se ven muchos adultos mayores, también niños. Gente paseando a sus mascotas, como también varios perros de la calle.  El colectivo 9001 y la micro E05 son los únicos transportes públicos que pasan por la población. La micro comienza su recorrido en la Intermodal de La Cisterna y termina en la Intermodal de La Florida.

Al ir entrando en la población, se ve una subcomisaria de Carabineros, pero comentan no sirve de nada, ya que el narcotráfico, las armas y los robos abundan por la población. También está el MIM (Museo Interactivo Mirador) y al lado de este, la puerta principal del parque Brasil, uno de los parques más grandes de la capital. Actualmente este parque está cerrado, pues lo están remodelando.

Un peculiar y característico paisaje humano

Antiguamente el Parque Brasil era uno de los lugares que escogieron las personas en situación de calle para quedarse, gracias a lo amplio que es, pero cuando comenzaron la remodelación, estos tuvieron que cambiarse y así fue como llegaron a las calles de la población.

Las personas que se encuentran viviendo en la calle, están hundidas en las drogas y el alcohol. Son diez personas aproximadamente, pero ninguna quiere salir de ahí. No andan todas juntas y, por cierto, solo aparecen por la noche. Quién sabe dónde estarán durante el día. Las cosas cambian en la población Yungay de noche. Se ve la presencia de tráfico de drogas. Los carabineros, brillan por su ausencia. Las calles son oscuras y de vez en cuando silenciosas. Solo el fin de semana hay mucho ruido en Calle P, pasaje Seis o en La Castrina.

Mientras caminaba por el lugar cuando cae la noche, pude conocer la historia de Juan Pedro. Vive hace más doce años en una pequeña casa hecha de cartón, frazadas y alguna que otra plancha de madera, ubicada en la vereda que está afuera del Centro Comunitario de Salud Familiar, en una parte de la población apodada, El Pueblo Hundido, en Sebastopol con Mañío. Antes eso era un peladero, no había ni una banca para reposar, había un espacio en el que se ponía el circo de los travestis y Juan Pedro vivía al lado. Actualmente está todo arreglado. Cuentan con una cancha y diversos juegos para los pequeños.

Juan Pedro es un personaje dentro de la población, es muy conocido por andar siempre con un parlante colgando de su hombro, escuchando reguetón, cumbia o salsa. Además, cuando hay feria, el viste un chaleco reflectante y cuida los autos de los ferianos y de quienes van a comprar. Así logra juntar algunas chauchas para su vinito. El hombre se caracteriza por su simpatía y preocupación por la gente. Cuando alguien pasa por fuera de su casucha, nunca falta el “buenos días”, “buenas noches”, “bendiciones” o “que le vaya bien”. Aun así, hay mucha gente a la que le desagrada su presencia por lo que ha tenido que trasladar su casa en diversas ocasiones, pero siempre en la población, alejándose solo unos metros.

También está la historia de María o mejor conocida por su apodo vulgar, Choro Loco. Ella vive en las mismas condiciones que Juan Pedro. Anda acompañada siempre del que al parecer es su novio, el Anuel. Ambos llevan mucho tiempo viviendo por los alrededores de la población, partieron con una casucha dentro del pasaje Ulmo, pero los vecinos del pasaje anaranjado se organizaron y le quemaron la casa en dos ocasiones, dicen que, por la presencia de drogas frente a los niños, ruidos molestos y la inseguridad que sienten en cuanto a sus pertenencias, ya sea como dejar el auto afuera. Pero esto no fue un impedimento para María, quien después de esto siguió su vida dentro del pasaje, solo que ahora está al fondo y dice no molestar a nadie. Me contaba que años atrás los de la Municipalidad de La Granja fueron a sacarla con la promesa de entregarle una casa prefabricada, promesa que hasta el día de hoy espera que cumplan. María siempre pasa por los blocks preguntando por ropa que ya no usen para poder venderla en la feria. Es su único sustento.

Unos metros más allá se encuentra “El Capitán”, vaya uno a saber el porqué de estos apodos.  El Capitán lleva muchos años también en las drogas y el alcohol. Me cuentan que el sí tiene casa, pero solo va en algunas ocasiones, ya que tiene muchos problemas con su familia, que al igual que él, también sufren de alcoholismo. El resto del día y la noche los pasa en la calle. Al parecer las malas juntas llevaron a El Capitán a caer en esto. Al igual que Juan Pedro anda con un parlante, escuchando las ultimas canciones a la moda. A pesar de sus dificultades en la vida, dicen preferir vivir así.

Los incógnitos

Ellos son algunos de los más conocidos de la población. Porque durante la noche aparecen todos los demás, ellos son incognitos, nadie sabe quiénes son o de dónde vienen, en el día nadie sabe hacia donde se van, pero después de las ocho de la tarde, cuando comienza a caer la noche, aparecen como por arte de magia. Si miro por la ventana en la noche no se ve más que un pequeño destello de fuego encendiendo un cigarro o tal vez la pasta base. Ellos a diferencia con los tres anteriores no cuentan con alguna casucha, duermen en el piso, afuera del jardín infantil Los Magnolios. Los vecinos han tratado de echarlos incontables veces, ya que encuentran que es muy mal visto que haya gente durmiendo afuera de un jardín infantil, aseguran que estos afean el lugar y causan desconfianza en la comunidad, pero lo cierto es que las autoridades no realizan alguna acción para poder ayudar a estas personas en situación de calle.

Algunos habitantes de la población Yungay dicen tener miedo e inseguridad al pasar al lado de ellos, por la condición en la que viven y por miedo a contagiarse de Covid-19. En cambio, un grupo de amigos que estaba en El Pueblo Hundido dicen no sentir ese miedo, ni la inseguridad porque estas personas los conocen, por lo que no les harían algo. Además, piensan que los motivos de que estas personas vivan así son los problemas familiares, que son abandonados por sus familias y se refugian en estas sustancias. Esperan también que la municipalidad o alguien de parte de la gobernación les pueda entregar la ayuda que necesitan.

Durante el camino regreso a casa pienso en las historias de Juan Pedro, María y Capitán. Cuando cierro los ojos, aún soy capaz de ver sus rostros. Me pregunto cuántas historias de personas como ellos me faltaron por conocer en mi recorrido por la población Yungay. Un lugar donde la noche se convierte en un gran teatro de personajes, donde las más imaginables historias y actores conviven, hasta que el sol vuelve a aparecer.