Históricamente vinculada a grupos más conservadores, la percepción respecto a la labor de la Cruz Roja chilena sufrió un cambio diametral luego de los eventos acaecidos a partir del 18 de octubre de 2019 en Chile. Tanto las personas que se manifestaban en las calles del país como la población en general evidenciaron una cercanía pocas veces vista con la organización humanitaria, resignificando su labor desplegada en medio de los húmedos y ácidos parajes urbanos en las distintas capitales del país.


 

Ni medio año había transcurrido desde el inicio de las masivas manifestaciones ciudadanas -lo que denominamos Estallido o Revuelta Social- cuando en una fresca noche viñamarina, el humorista Kramer subía al escenario de la Quinta Vergara para hacer reír a los asistentes a punta de sketches. ¿El más conocido? el del argentino Horario de la Peña.

El imitador simulaba jugar un partido de tenis contra el sistema de Estado chileno: aumentos del precio de la Isapre, la imposibilidad de sacar el dinero de las AFP y la subida de la tarifa del servicio de agua y luz. Cada una de ellas era una pelota por ganar que golpeaba al showman.

La secuencia finalizaba con el imitador recibiendo un inexistente pelotazo, cayendo al suelo y pidiendo socorro. “Llega la Cruz Roja” – relata el artista tirado en el piso del escenario- “esas personas que son de voluntariado, que hacen todo por el país, le echan bicarbonato”, agrega aceleradamente. Acto seguido, entra un grupo de tramoyas vestidos de negro, portando escudos de torre y cascos de seguridad con una cruz de color rojo. Estos socorren al jocoso tenista caído aparentando el contexto de una manifestación social.

Pese a lo banal que puede sonar lo anterior, este suceso significó algo casi inaudito para la Cruz Roja chilena: ser nombrada y aludida directamente en un programa de televisión que se transmite a todo el país y se retransmite a escala global. Esto significaba volver a la opinión pública.

Lo anterior solo podía ser consecuencia de la exposición que habían tenido en las manifestaciones ciudadanas. Este nombramiento público era a raíz de estar en medio de la protesta social brindando ayuda humanitaria a las personas que lo necesitaban. Parecía una reivindicación de la imagen que se tenía de la Cruz Roja de antaño.

“Antes no nos mencionaban, ahora nos mencionan. Yo creo que quedamos en la consciencia. Una generación de jóvenes que veían a la Cruz Roja en los libros, en las guerras […] ahora la vieron en vivo y en directo”,  señala el comunicador y expresidente de la institución entre 2015 y 2020, Patricio Acosta, al recordar la rutina humorística.

Una delgada línea roja

Foto gentileza Patricio Acosta

La Cruz Roja chilena fue creada por la Ley N° 3.294 en el año 1923. Allí se detalla la función de esta organización definiéndola como “auxiliar de la autoridad sanitaria”.  A su vez, establece como tareas “atender, en tiempo de guerra, al mejoramiento de las condiciones de los heridos, enfermos prisioneros de guerra, y, en tiempo de paz, a la educación higiénica del pueblo, al alivio de las calamidades públicas y a la asistencia social y sanitaria”.

Casi un siglo después, en junio de 2010, se promulgó el Decreto Ley 113 que dio forma al nuevo Estatuto General de la organización. Allí se apuntan elementos centrales como el carácter humanitario y voluntarista de la institución y su creación al alero de los Convenios de Ginebra de 1949 y 1977.

Así, se refuerza un elemento clave en el apartado de los Principios Fundamentales: el concepto de neutralidad. Sin embargo, el principio creador de la Cruz Roja es el concepto de humanidad.

También las tareas mutaron con el pasar de los años y poco a poco dejó atrás el conflicto armado como única área de intervención. Las situaciones en que es posible ver a la Cruz Roja desplegada en terreno varían no solamente con el tiempo, sino además con el contexto sanitario de cada país, los conflictos sociales, las catástrofes, la discriminación o el racismo.

En palabras de Acosta, “esto es como que nace de adentro, el humano por lo humano”. Pese a lo anterior, muchas veces esto pareciera obviarse de los principios fundamentales, llegándose a omitir situaciones que pueden parecer evidentemente como bélicas u beligerantes, tal como fue el Golpe de Estado de 1973 o el Estallido Social de 2019-2020.

Muchas veces, en contextos de conflictos internos, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) decidió desplazar a las cruces rojas locales para manejar las situaciones desde un punto de vista externo. Esto, a juicio de Acosta, ha provocado que las instituciones locales adopten una postura pasiva, quedando en segundo plano o invisibilizadas de la opinión pública.

Sin embargo, para el ex mandamás de la organización, “hay que ser cuidadoso con la neutralidad […] obviamente no te puedes ir en contra del gobierno de turno porque la Cruz Roja es una entidad auxiliar del Estado. […] La Cruz Roja debe ser super hiper neutral pero hay una delgada línea roja entre la neutralidad y la humanidad”.

Doble lectura

Foto gentileza Patrico Acosta

Ejemplo de lo anterior fue lo que ocurrió con la Cruz Roja chilena durante la dictadura militar de 1973. Para Acosta, existe una doble lectura de lo que fue el rol de la institución en este contexto. Él lo denomina una especie de “deuda” de parte de la Cruz Roja chilena con la memoria del país.

De acuerdo con la visión del exdirectivo, coexistieron dos versiones de la organización de esos años: una muy comprometida con la defensa de los Derechos Humanos y otra que hablaba de que la institución estaba a favor del golpe de Estado y la posterior Junta Militar que gobernó el país en aquel entonces.

“Si tú vas a preguntarle a antiguos políticos chilenos, vas a encontrar uno que te va a decir “no, la Cruz Roja, yo gracias a ellos pude salir del país”. Y te vas a encontrar con otros que te van a decir: “No, la Cruz Roja, no pasó nada. Olvídate, no. Estuvo callada, no dijeron nada”, relata tajantemente Patricio.

En ese sentido, para Acosta, fue el Comité Internacional el que realizó el trabajo más arriesgado o político, evitando que la Cruz Roja local se metiera en líos y sufriera algún problema. Los delegados del CICR que vinieron entregaron pasaportes y documentación para que algunos prisioneros y prisioneras pudieran escapar de diversos campos de concentración y así poner en alerta al resto del mundo de lo que ocurría en Chile.

Un ejemplo se vivió durante los meses en ue el Estadio Nacional funcionó como prisión, según Patricio, la Cruz Roja chilena desempeñó un papel muy solapado y tangencial en lo que fue una labor de conexión entre las familias de las personas privadas de libertad, que las buscaban incansablemente, y los militares quienes eran sus captores. En palabras del expresidente de la institución, “ahí la neutralidad fue casi perfecta”.

En esa materia, la actual presidenta de la institución, María Teresa Cienfuegos, concuerda respecto al rol del CICR en este tipo de conflictos, pero enfatiza: “Tenemos que defender la posición de la gente que estaba allí y de los otros. No sé si hubo un exceso de neutralidad, porque desconozco lo que se hizo en esa época, pero creo que nuestra base es la neutralidad, la imparcialidad y sobre todo la humanidad”.

“A mí me interesa que los prisioneros estén bien tratados de acuerdo con los Convenios de Ginebra, que Chile los tiene ratificados. Se que estábamos en un momento difícil pero igual. Mientras se respeten todos esos derechos, es lo que debe hacerse”, agrega la jefa de la institución.

Sin embargo, esta neutralidad casi perfecta implicó que muchas voluntarias y voluntarios también tuvieran que sentarse y compartir junto a los personajes que tanto daño le hicieron a otros compatriotas. Un día era atender presos en algún campo de concentración y al otro había que desfilar en el día de la Cruz Roja, 8 de mayo, y compartir una fotografía sonriente junto a Augusto Pinochet y Lucía Hiriart.

“La Cruz Roja desde el 76-77 hasta el 87, desapareció un poco y mucha gente empezó a asociar que era pro-gobierno, porque los aniversarios de la Cruz Roja se hacían en el ex edificio Diego Portales. Después no se puede decir que eso no fue así porque hay fotos. A veces llegaba el gabinete completo, porque también, para el gobierno militar era importante mostrar el lazo que tenían con la Cruz Roja”, relata el exdirectivo Acosta.

Este actuar generó en la opinión pública un manto de desconfianza y polarización frente al actuar de la organización. “¿Cómo es eso? ¿se sientan juntos?”, ilustra Acosta al describir los comentarios de las personas al saber de estos desfiles junto a las autoridades de la dictadura. Y agrega: “Yo entiendo a las directivas de turno. No se le podía estar sacando la lengua a la autoridad, había que darles la mano no más […] yo entiendo que eso produjo ruido y confusión en algunos sectores de la sociedad chilena”.

Sumado a lo anterior, el origen de un gran número de voluntarias de la Cruz Roja no le hacía un favor a esta doble lectura. Muchas voluntarias de cruces rojas eran esposas o viudas de generales o almirantes retirados. “Tú vas a ver fotos con mucha charretera, mucha medalla”, expresa Acosta. De hecho, a raíz de ese vínculo con la actividad bélica, los primeros altos mandos de la institución fueron militares de elevado grado o renombre.

De esta manera,  el vínculo que existió desde la génesis de la Cruz Roja, en aquel entonces, aportó negativamente a crear esta imagen alineada con grupos conservadores. De estar a favor de la Junta Militar y la dictadura. “Para la opinión pública quedo esa sensación de que la Cruz Roja parece que era facha, como nunca la vimos criticando al gobierno, como nunca la vimos en las protestas en los 80 ahí con la ambulancia y las banderas… Cada uno sacará sus propias conclusiones”, declara sincero Patricio Acosta.

Del lado de la ciudadanía

Foto gentiliza Patrico Acosta

De vuelta al presente, el salir a la calle en medio de manifestaciones masivas de tal magnitud, con el nivel de violencia policiaca y heridos producto de la lucha social fue algo nuevo para la Cruz Roja chilena. Y como cualquier novedad, esta trasciende y se viraliza gracias a las personas y los medios de comunicación.

Pese a que el año 2012 -durante las manifestaciones estudiantiles- se creó el primer grupo de intervención en actos masivos, (Equipo de Intervención en Eventos y Manifestaciones Masivas – EIEMM) su labor era muy sigilosa, siendo la primera vez que la Cruz Roja chilena escapaba a esta “super hiper neutralidad”, como menciona el entrevistado. En ese contexto, apoyaba muy solapadamente, casi de manera invisible en las marchas. Si alguien se caía huyendo de la policía, saltando o corriendo en una manifestación, ahí la Cruz Roja salía de un callejón y lo auxiliaba. No era muy usual ver a la institución apoyando en marchas del calibre que se dio el último trimestre del año 2019 y en adelante.

Según explican los directivos de la institución un inédito escenario que conllevó un nuevo paradigma para la institución, que trajo consigo mucho revuelo social. Varios manifestantes se acercaban al puesto de la Cruz Roja para agradecer su accionar y quejándose de que “por fin la CR se revindicó”. “Por fin la estamos viendo en la calle” o “yo derechamente pensaba que la CR era de derecha”, decían otros mientras palmoteaban el hombro de los voluntarios y voluntarias en medio del polvo y el asfalto ácido.

De la otra vereda, detractores del movimiento social, se quejaban de que la institución socorriera a los manifestantes “comunistas” en medio del caos que acaecía en la Alameda.

El modus operandi en los casos antes descritos era guardar silencio, asentir y seguir trabajando. Otros voluntarios y voluntarias se tomaban el tiempo de mencionar el deber que los traía a ese lugar y explicaban el concepto de neutralidad y de humanidad, “pero nunca en mala”, menciona Acosta.

Sin embargo, para el expresidente, era un contexto desfavorable para los manifestantes. Evidentemente los civiles estaban en desventaja respecto al uso de la fuerza. “No era muy raro que uno se cargara para el lado de los más indefensos”, confiesa Patricio.

El 18 de octubre fue un antes y un después para la organización. Era primera vez que la Cruz Roja no solo era espectadora del conflicto, sino también mediador. Eso de flamear una bandera blanca para recoger a un herido en medio del fuego cruzado. ¿Eso? solamente se veía en las guerras.

Para Acosta y de seguro para todo el Equipo de Intervención en Eventos y Manifestaciones Masivas fue como estar en Vietnam. “Entre octubre, noviembre y diciembre de 2019, estuvimos cerca de 100 días corridos, saliendo todos los días. […] A punta y codo huyendo del gas lacrimógeno y las piedras”, declara con una mueca de cansancio el voluntario.

De acuerdo con el exdirectivo, era imperativo actuar durante la revuelta social de los años 2019 y 2020. Esto significó correr esta delgada línea roja de la neutralidad un poco hacía el lado de la ciudadanía. “Si no hubiéramos hecho el trabajo que hicimos el 18 O, ahí podrían pensar algunos lo que ya te he dicho: ‘no, si la Cruz Roja no pasa nada con ellos’. No sé qué es peor. Yo creo que es peor que te digan que nunca vieron a la Cruz Roja, que nunca llegaron”, relata.

Así también lo reafirma Yasmin Videla, actual Directora Nacional de Riesgo de la institución. La voluntaria relata que la Cruz Roja chilena no solo tuvo que dar explicaciones in situ, sino también responder a cuestionamientos o fake news realizados por redes sociales. “Había un mensaje que decía que ‘nunca estuvieron en el Estallido Social’ la Cruz Roja el día 18. Te lo digo porque estuve ahí, estuvimos en terreno ese día, el mismo día 18 y por más de dos meses yendo todos los días”, puntualiza la profesional.

Así como consecuencia de este nuevo protocolo de la Cruz Roja chilena se generó un nuevo acercamiento por parte de la sociedad civil para con la labor de estos voluntarios y voluntarias, tanto fuera como dentro del país. Respecto al primero, las cruces rojas de Perú y Colombia han replicado el actuar de su par chilena, en sus respectivos estallidos sociales ocurridos en 2021.

Por su parte, en Chile, el accionar de la Cruz Roja chilena fue replicado por diversos planteles educacionales, generalmente vinculados a carreras del área de la salud, donde espontáneamente emergieron grupos de estudiantes a brindar ayuda humanitaria, emulando la labor de la cruz de color rojo, con los aciertos y problemas que esto ha traído.

Un accionar que fue reconocido por la opinión pública, y  que generó un renacer, una suerte de resignificación en las mentes y corazones de los ciudadanos, que observaban como la cruz de color rojo resaltaba en las distintas calles del país.

 

Este reportaje se basa en la Memoria de Título “La Delgada Línea Roja. Historia y resignificación del actuar de la Cruz Roja chilena”, realizada por el periodista Andrés Castro González.