Son las siete de la tarde. Hora punta en el Metro. Durante un lunes, como cualquier otro, llego a la nacionalmente reconocida estación Baquedano. Epicentro de manifestaciones, reuniones sociales, honra a la memoria, identidades en lucha. Salir de la estación es todo un reto para una persona de región, pero caminando al compás del gentío la salida se hace evidente. Afuera, en una de sus antiguas salidas, todo es color porque este espacio ha sido resignificado como lugar de protesta, homenaje y los tintes de los muros lo evidencia.


Esta estación podría ser muchas cosas, pero no sería lo mismo sin toda esa gente: unas caminando tranquilamente, algunas solo de paso, otras comiendo en los numerosos locales con carteles en grande que dicen “Fuente de soda”, o simplemente conversando en cualquier lugar que permite estar sentado. Un camino que se hace solo nuevamente al seguir los innumerables afiches, pinturas, grafitis, propaganda política y frases puestas de la manera más novedosa.

En un costado el monumento a Manuel Rodríguez o también llamado «La caballa de Manuel Rodríguez» es un lugar caracterizado por las banderas de las disidencias trans, no binarias y conmemoraciones a personas desaparecidas. Frente al lugar, con una mirada muy conmovedora se encuentra Gonzalo Cortez, profesor de Temuco y persona trans, para quien este lugar es significativo porque aquí “se piden muchas cosas, pero para mí nada va a cambiar, mi lucha es otra, nos siguen matando”. Él se queda ahí contemplando la bandera trans pintada en ese lugar,  luego agrega: “mi amiga ayer fue apuñalada, voy de camino a visitarla. Ella también es parte de esta lucha, pero ahora está en riesgo vital”.

‘Shockeada’ por la noticia que comparte, le di las gracias y le pedí disculpas por interrumpirlo en su camino; sin embargo me aclaró que aún tenía tiempo. En ese momento entendí la seriedad de su mirada y el miedo de la comunidad trans tal como estaba representado en el monumento.

Más tarde por medios independientes pude inferir que el nombre de su amiga era Amelia. El ataque de trans odio ocurrió el día domingo. Era una noticia y a la vez una alarma.

 

Una postal de rebeldía

Foto: Josefa Gutiérrez

 

La salida de Baquedano por Bustamante podría ser una postal de lo que representa la revuelta social para Chile. Plaza Dignidad a la distancia con sus vistosos mensajes de lucha, el jardín de la resistencia a pasos y si caminas derecho, cruzando la calle encontraras la caballa de Manuel Rodríguez simbolizando a las disidencias parte de la comunidad LGBTQ+.

Frente a la Caballa, cruzando la calle, se encuentra un distintivo carrito motorizado de color celeste en el cual puedes comprar snacks de todo tipo, papas fritas en bolsas, galletas, chocolates, chicles, además de una gran variedad de bebestibles que van desde la característica bebida Fruna cola a bebidas más famosas como la mismísima Coca-Cola. El dueño del carrito, Ronald Jerez de 62 años, quien pudo comprar el local y medio de transporte con su retiro del 10% de la AFP, recalcó a modo de burla que él no había comprado un televisor, haciendo alusión a la controvertida frase de Juan Sutil presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio.

—¿Cuántos años lleva trabajando usted en este lugar?

—Llevo en este lugar 30 años, he visto muchas cosas y gracias a Dios a mi nunca me han hecho nada, hay muchos tipos de manifestantes, ¿algunas veces se les pasa la mano?, sí, pero bueno ese tipo de gente tiene un resentimiento social hacia el mismo sistema, vi y conocí a mucha gente del Sename. Con carteles que decían no más Sename, ¿eso debe ser por algo no? — dijo esperando algún gesto de mi parte para continuar hablando: — esa institución no es algo que digamos ¿primer nivel?, no son las casitas que te pintan todo lo que vemos es un reflejo de algo que está pasando.

—¿Entonces podríamos decir que todas las manifestaciones que ocurren aquí son reflejo de lo que pasa?

—Sí pue, la expresión de la sociedad, aquí se nota mucho, ¿usted ve lo que dice ahí? —preguntó apuntando lo que era la entrada de un estacionamiento el cual tenía un grafiti escrito arriba: — no son treinta pesos, son treinta años ¿Lo puede leer?, me pregunta.

—Lo veo muy claro

—Tiene buena vista—comentó

—¿Usted ve eso cómo la razón de— me interrumpió para responder de inmediato

—Sí pue, de todas maneras, a mí significaba subirle el precio solo a los chicles, esos tan hablaos 30 pesos de la locomoción, solo era subir este producto en lo económico, pero bueno cómo vio reventó la olla.

 

En busca de un país mejor

Foto: Josefa Gutiérrez

 

El llamado jardín de la resistencia –ese colorido espacio afuera de la antigua salida principal de la estación Baquedano- es un lugar conmemorativo que se destaca por los incontables mensajes escritos en sus paredes: murales en apoyo a causas feministas, justicia por los presos políticos, cuadros en contra del Sename e instituciones tan criticadas como Carabineros. Destaca, además, la notable presencia de plantas nativas.

Según se dice cada plantita del jardín es en memoria de cada persona que murió en busca de un país mejor. Junto a la flora regada y en muy buen estado, se encuentra Valentina Freifeld con la mano en el pecho y una cara de notorio orgullo por lo que veía en su entorno.

—Llegué ayer a Chile, estuve 17 años fuera del país, es todo un orgullo estar aquí— dice con convicción y sorpresa frente a mi presencia y saludo.

—¿Qué piensas al ver todo esto, notas el cambio del antes y después con tanto tiempo fuera?

—Lo veo y también lo siento, junto a mi familia nos fuimos aproximadamente en la revolución pingüina. La fuerza de sus generaciones es demasiado admirable, esto era algo impensable cuando me fui, existía esa — se dio un tiempo para buscar la palabra exacta — chispa revolucionaria, pero nada comparado a lo que sucedió en octubre del 2019, vi todo en la tele, pero ansiaba estar aquí.

Se detuvo nuevamente, pero en esta ocasión su mano fue directamente a sus ojos, estaba llorando a la vez que intentaba no hacerlo y pude ver su expresión de angustia debido a que estaba sin mascarilla: “Realmente estoy emocionada”, recalcó.

Su sonrisa hace notar que estaba dispuesta a una siguiente pregunta; su vista ya no esta tan centrada en lo que le rodeaba sino en la grata conversación que estábamos teniendo.

—Específicamente de tu alrededor, ¿Qué opinas de la expresión urbana que rodea Baquedano?

—La expresión en este lugar es demasiado fuerte, soy terapeuta del arte. En estos años viví en Barcelona y Londres, vivo de esto, enérgicamente esto es potente. Me gusta mucho estar aquí y admirar a las personas que han logrado esto, sus generaciones son muy valiosas para este país, me emocionan realmente— su sonrisa nuevamente es una prueba muy sincera de sus palabras.

La escalera al salir del jardín también esta acompañada de numerosos mensajes en los que el que más se destaca es la palabra ACAB, sigla en inglés que traducida al español significa “todos los policías son bastardos”.

Caminar por las afueras de la estación Baquedano no es solo leer y vislumbrarse por lo que expresan las calles sino también escuchar y entender la historia personal de quienes comparten el lugar. Impresionada por la suerte que me acompañó esta tarde llegué a reflexionar sobre los problemas que pueden tener las personas, lo significativo que pueden alcanzar a ser los monumentos, el significado de pertenencia de ellos, y a la vez la nostalgia y orgullo que pueden traer.

Lo valioso que es escuchar desde alguien que regresa de un autoexilio, que reconoce un espacio de inclusión, de quien trabaja y pasa su día a día en ese espacio y puede ver como cambia todo a sus costados, y de “una manera muy positiva en lo social” desde sus propias palabras. La expresión urbana toma sentido desde que la crean, pero quienes la viven y la observan cada día, le da sentido.

 

Esta crónica es resultado de los trabajos realizados en el curso de Reporteo Avanzado de la profesora Ximena Póo de la Escuela de Periodismo del ICEI de la Universidad de Chile.