A pesar de la constante lucha de las víctimas de trauma ocular de la revuelta social, el 10 de diciembre Patricio Prado, quien sufrió el ataque de Carabineros en su visión y llevando a cuestas una depresión causada por el abandono, junto a la discriminación que sufren este grupo de personas, tomó la decisión de terminar con su vida. Hoy estas víctimas continúan su lucha por sus derechos y  por restaurar, aunque sea una parte, lo que tenían antes de su ataque. En conversación con Doble Espacio, Natalia Aravena, mujer víctima de trauma ocular, reflexiona sobre el abandono por parte del Estado a quienes sufrieron la pérdida parcial o total de su visión, además de la particularidad de ser mujer y víctima de este tipo de Trauma. 


El Ataque

Yo soy Natalia Aravena, tengo 27 años, de profesión soy enfermera, me certifiqué en salud mental y psiquiatría, que es lo que yo estaba trabajando cuando yo sufrí el trauma ocular. Actualmente estoy trabajando en una UTI en un hospital de acá de Santiago.

Además de eso soy la menor de cuatro hermanos, soy la única mujer, vivo con mis papás. Tengo a mi perrita que se llama Espi, y tenía la Kyra también que ya falleció de viejita, que era mi otra perrita, que me acompañó durante toda mi infancia, adolescencia y parte de la adultez.

Sobre el trauma ocular en realidad hay mucho dicho al respecto al momento en sí y creo que ya no es prudente tanto hablar como de repetir la misma historia, pero en general fue que yo salí a manifestarme sin nada más que mi voz. Un banano con mis llaves, mis documentos y mi celular. Y alcancé a estar en el lugar unos cinco minutos y fui agredida por carabineros que me dispararon una bomba lacrimógena sin yo estar haciendo nada, sin que la gente al rededor mío estuviera haciendo algo más que estar vociferando cánticos y algunos estaban sentados en el suelo, otros comiendo. Pero eso. Llegó carabineros repentinamente y decidieron empezar a dispersar entre comillas, pero esta dispersión era mediante dispararle directamente a la gente. Y a mí me dispararon. Y me dispararon una bomba lacrimógena que me dio en ojo derecho y que estalló inmediatamente.

 

Colectividad para resistir

El apoyo ha sido fundamental desde el minuto uno en que yo subí la historia de lo que me había pasado, que fue al día siguiente. Recibí mucho apoyo, mucha gente que yo no conocía que me escribían, o gente que se acordaba de mí, de que me habían conocido en algún momento de su vida y me mandaban buenos deseos, que me creían, que todo esto que estaba pasando estaba mal, después cuando ya surgió la coordinadora, también el apoyo fue fundamental porque entre nosotros mismos nos podemos entender mejor que nadie.

Sabemos lo que hemos pasado, lo que hemos sufrido, el trauma que significa el malestar físico y psicológico, y eso yo creo que ha sido súper importante porque otras personas nos pueden dar el apoyo, pero es imposible que puedan dimensionar el daño que hemos sufrido. Y en ese sentido creo que ha sido muy importante que podamos organizarnos y prestarnos apoyo entre nosotros.

Y por supuesto que también llegaron los haters, y gente que se dedica a repartir odio, pero en verdad yo nunca los pesqué mucho, porque creo que personas que ponen su ideología política por sobre la moral y por sobre el bienestar de otras personas, en realidad son personas que son malas, verdaderamente malas. Y que inventan cosas, sabiendo que son mentira, y lo inventan para tratar de convencer a otras personas. Creo que eso está derechamente mal y creo que no vale la pena gastar tiempo en pensar o preocuparse de personas que son así de malas.

Y sobre el abandono, creo que es lamentable que después de todo lo que vivió nuestro país, y del hecho de que fueran tantas personas a manifestarse, de que haya ocurrido la marcha más grande Chile… Porque todos queríamos cambios, queríamos algo diferente, y por querer esos cambios muchos salimos perjudicados y que se haya olvidado eso me parece lamentable, egoísta, es terrible, básicamente, porque algunos salieron a manifestar su descontento y salieron y sería. Y otros salimos a manifestar nuestro descontento y volvimos sin una parte de nuestro cuerpo. Algunos incluso perdieron la vida. Entonces fue sólo azar, o suerte el que algunos nos les haya pasado nada por ir a manifestarse. Probablemente a mí… O sea, yo habría pensado que a mí no me iba a pasar nada, y todas las otras veces que yo me manifesté nunca me pasó nada, y nunca me imaginé que me iba a pasar, pero me pasó. Y así le pudo haber pasado a cualquiera. Por lo tanto creo que es responsabilidad de todos recordar esto, no olvidar, y exigir justicia por todos nosotros los que sufrimos tanto trauma ocular, como otro tipo de lesiones. Los que están en prisión política actualmente. Creo que eso es algo que no puede seguir pasando, que no podemos seguir viviendo en la impunidad, tratando de vivir una vida normal, cuando la realidad es que no se puede vivir una vida normal cuando el gobierno nos ha violentado tanto.

 

Criminalización

Por supuesto que el estigma existe. Yo he contado muchas veces que yo siempre he sido una persona muy tranquila, conciliadora, antes era empática, no sé, participo de… o participaba en fundaciones y cosas, entonces nunca tuve problema con nadie.

O sea, problemas domésticos y cosas que tiene como todo el mundo, pero nunca tuve como mala onda, odio con alguien. Y desde el momento que yo conté que había tenido un trauma ocular empecé a recibir una cantidad de odio como gratis, diciendo que yo era delincuente, que yo me lo había buscado, que yo tenía el país así, que yo era saqueadora, que yo había hecho tal y tal cosa. Había una persona que dijo que yo… que tenía fotos mías saqueando. Y yo, así como: “Ya po, mándalas po.” Como… Y nada, son mentiras que inventan.

Hay uno que sacó unos antecedentes de una página de una Natalia Aravena que claramente no era yo, que decía que había robado en Curicó, y que yo era una saqueadora, y delincuente, y no sé qué. Y yo jamás en mi vida he pisado Curicó, o Copiapó, era una ciudad con “C”. Y tampoco era mi nombre el que salía ahí. Era otra Natalia la que aparecía ahí.

Yo creo que es una forma de mantenerse en su zona de confort, de pensar que el sistema funciona, de que el sistema es justo y que a los que les pasó algo es porque se lo buscaron o porque derechamente estaban haciendo algo malo. Y creo que esa es la forma que tienen de lidiar con esto y de dormir tranquilos en la noche porque creen que está bien. Y tienen que personificar a todos los que vivimos algo así como personas malas, como delincuentes, como que no le hemos trabajado un día a nadie, que somos flojos, y un montón de cosas, solamente para dormir tranquilos. Y otros porque derechamente son malos no más.

Y eso conjunto al abandono que no solo ha hecho la sociedad hacia nosotros, sino el Estado mismo, y que el Estado ha fomentado eso, porque ellos mismos con los que han repartido estos discursos de odio. Piñera nos declaró la guerra, después aparecen figuras públicas diciendo que los traumas oculares son 20, cuando en realidad en la coordinadora solamente somos 130, y sabemos que hay más, que son más de 500, que solamente no los hemos podido ubicar. Entonces se ha prestado todo, y todo está funcionando para tratar de bajarle el perfil a esto que vivimos. Igual que lo mismo que vivimos en la dictadura.

 

Vivir siendo mujer víctima de trauma ocular

Como mujer también ha sido más complejo aún en el sentido de que la mayoría que han sufrido trauma ocular son hombres, nosotros estadísticamente, las mujeres como un 12% de los traumas oculares, y eso no hace ser una minoría dentro de los traumas oculares, por lo tanto también se hace más complejo que nuestra voz sea escuchada y que se conozca como una realidad que estamos viviendo nosotras, que lleva muchos otros factores adicionales a los que sufren los hombres, al hecho de que no solamente se nos cuestiona el hecho de que hayamos estado protestando, sino el hecho de como mujeres no nos correspondía protestar, o de que las mujeres no deben exponerse de esa forma, o que las mujeres se tienen que quedar en la casa tranquila y un montón de comentarios misóginos y machistas que surgen a raíz de esto.

Lo mismo que aparece con las mujeres cuando son violadas o que sufren cualquier tipo de agresión en la vía pública, que es por culpa de cómo andaban vestidas, por culpa de haber salido a tal hora, y esa misma culpa se nos sigue echando al haber sufrido un trauma ocular, se nos hace el mismo juicio de que es nuestra responsabilidad el habernos expuesto a una situación en la que no teníamos que estar porque somos mujeres.

Y sumado a eso, está el hecho de vivir con esta consecuencia siendo mujer, además. Es complejo pensar que para nosotras ya es difícil salir a la calle siendo mujeres, y haber sido violentadas y salir a las calles es mucho más difícil. Porque, no sé, yo antes estaba preocupada siempre, como lo hacemos la mayoría de las mujeres, de estar mirando quiénes andan al rededor, de tener cuidado con el horario en que uno sale, con quién sale, dónde sale y tener como mucho cuidado con todo.

Tener una agresión significa que ese miedo se hizo real y que por lo tanto hay como un miedo ahora más justificado de que nos vuelva a pasar otra cosa, entonces para mí salir a la calle fue terrible al principio, pero menos. He aprendido a lidiar un poco con eso, pero ha sido un miedo contante de pensar que me va a pasar algo en la calle, de que me van a pegar, y de que peor, tengo menor visión y por lo tanto soy un blanco más fácil de que me pase cualquier cosa, porque tengo mi campo visual reducido, por lo tanto, si alguien me quiere agredir desde la derecha no lo voy a ver. Si es que alguien viene caminando desde ese lado mío me va a costar verlo. A lo mejor lo voy a poder escuchar, pero me voy a tener que girar mucho para poder mirar y girarme mucho me va a dejar más expuesta, y así un montón de cosas.

Además del trauma de haber sido víctima que yo al principio cuando recién salía, yo sentía que algo me iba a llegar a la cara, todo el rato sentía que me iba a llegar cualquier cosa, una piedra, se iba a caer algo, un poste, cualquier cosa. Algo me iba a saltar, una pelota, y tenía la sensación constante de que iban a haber cosas dirigiéndose hacia mi cara. Todavía me pasa a veces, pero mucho menos.

 

Justicia, verdad y reparación

Y por último espero que haya justicia, que todo lo que hemos exigido por dos años empiece a tener frutos, espero que esto nunca más se vuelva a repetir, que nunca más le tenga que pasar a nadie, y que hayan responsables de nuestras agresiones, que esos responsables paguen con lo que tengan que pagar por lo que hicieron, y no me refiero a dinero, me refiero al hecho de que ya no puedan seguir ejerciendo como agentes del Estado, que tengan que estar vigilados porque son personas que son un peligro para la sociedad porque disparan contra el pueblo, disparan contra las personas, y espero también que haya una reparación hacia nosotros en todos los ámbitos, del hecho que nos hemos visto afectador físicamente, psicológicamente, laboralmente, educacionalmente, funcionalmente, por lo tanto son muchos los aspectos de nuestras vidas que han sido perjudicados y que creo que tienen que ser compensados todos.

Tratar de al máximo posible que podamos recuperar lo que teníamos antes de ser agredidos. Siento que es imposible, pero tratar de lograr lo máximo posible, el mejor bienestar posible y tratar de que este daño que sufrimos genere el menor daño posible. Que se haga todo lo que se tenga que hacer para que no tengamos que estar sufriendo.

Ya vimos como un compañero acabó con su vida hace unas semanas (10 de diciembre) y no podemos esperar a que alguien más lo haga, que la desolación la desesperanza, la depresión sea tanta que tengamos que atentar contra nuestras vidas porque no podemos soportarlo, porque el Estado ni la gente, ni nadie ha hecho nada.