De acuerdo con datos oficiales, en Chile residen alrededor de 1,4 millones de extranjeros. De ellos, la comunidad haitiana representa el 12,5%. Según el Servicio Jesuita a Migrantes, los haitianos que han salido del país en el último tiempo son más de los que han ingresado, y se calcula que la salida de migrantes de esa nacionalidad ha aumentado en un 81%. Esto se atribuye, principalmente, a problemas de expectativas y falta de regularización de documentos.


La llegada de migrantes haitianos hacia los países de América Latina es una situación que ha ido en  exponencial aumento durante más de una década. El hecho de que llegaran a los países latinoamericanos miles de  inmigrantes haitianos no es un tema poco conocido, el trato que han recibido en los países de acogida, si lo es. En los últimos meses las injusticias que han sufrido los migrantes han vuelto a hacerse visibles. Miles de ellos han decidido emprender una odisea a pie desde Sudamérica hacia Estados Unidos, dejando a México como país de acogida. 

 

Esta crisis ha puesto en evidencia las malas condiciones de vida que tienen los migrantes haitianos en Chile, y las dificultades que presentan para regularizar sus papeles. Aunque hasta el momento no existen datos oficiales, el Servicio Jesuita a Migrantes confirma el éxodo de este grupo extranjero, la institución católica ha tenido conversaciones con organizaciones de diferentes lugares de Latinoamérica, y según reportes del Gobierno de Panamá, el 76% de la población que llega a ese país proviene de Chile.

 

La travesía de Cedlin Moise 

Cedlin Moise llegó a Chile con veinte años de edad, proveniente de Haití, partió un viernes 21 de abril del 2017. Emigró de su país de origen buscando mejores condiciones de vida, escapando por los problemas de seguridad y la falta de trabajo. En un principio, deseaba irse a Brasil, pero a su madre no le gustaba el país carioca y no quería que su hijo se fuera a vivir allí.

 

“En ese momento se hablaba mucho de Chile, que era bueno, que era tranquilo, que era un buen país. Yo tenía un amigo que vivía aquí, y también me decía que era bueno”, comenta Cedlin.

 

En el 2017, los principales países de destino de los migrantes haitianos eran Brasil, Chile y Argentina. Según los análisis del Servicio Jesuita a Migrantes, en ese año ingresaron a nuestro país 110.166 personas de nacionalidad haitiana. 

 

Cedlin llegó a Chile en avión. Ingresó como turista, por lo que tuvo que comprar pasajes de ida y vuelta, con un gasto de un millón doscientos mil pesos, además, debía traer en su bolsillo dos mil dólares, alrededor de un millón quinientos mil pesos chilenos, para comprobar que venía como turista. Pasó sus primeros tres meses en San Antonio, llegó donde un amigo que vivía en el país desde hacía un tiempo, en el puerto consiguió su primer empleo, limpió las ventanas de los autos durante dos meses.

 

Una de las primeras adversidades a las que se enfrentó Moise en el país fue las bajas temperaturas. Menciona que al llegar sintió demasiado frío, que no estaba acostumbrado a este clima, además que entre la poca ropa que trajo consigo, no había ni chaquetas ni polerones, solo vestimenta de verano. Lo que también recuerda es a un señor que lo ayudó muchísimo en ese tiempo, le regaló ropa abrigada y le dio un consejo, que buscara un trabajo formal para que así pudiese llevar a cabo los trámites necesarios para obtener la cédula de identidad chilena.

 

En ese momento Cedlin decidió viajar a Santiago en busca de un empleo estable, pero para su sorpresa, desde el instante en el que se subió al bus se enfrentó a una situación desagradable, que refleja el racismo y discriminación presente en el país.  

 

“Yo me siento en la silla del bus, y una tía me preguntó si ese era mi espacio, yo le dije que sí, me pidió mi pasaje, y vio que estaba bien el asiento, pero ella me dijo que no se podía sentar al lado mío, yo le pregunté la razón, y solo me dijo que no podía. Ahí empecé a llorar, porque fue la primera vez que me pasaba algo así, era la primera vez que una persona me discriminaba y no se quería sentar a mi lado”, relata Moise.

 

Esa solo fue una de varias situaciones de discriminación que sufrió Moise desde su viaje y  llegada a la Región Metropolitana, otro hecho que relata, es cuando iba a comprar a los negocios y  aunque el estuviera de primero en la fila, atendían primero a las otras personas. 

 

Ximena Póo, académica y miembro del Consejo Directivo de la Cátedra de Racismos y Migraciones Contemporáneas de la Universidad de Chile, explica que Chile es un país construido desde el racismo y la categorización de las personas, además, se debe destacar que “cada ciertos momentos de nuestra historia estas características se activan”. Esto ha estado ocurriendo desde hace unos diez años, con la llegada masiva de migrantes intrarregionales, tanto de América Latina como del Caribe. 

 

“Todo se agudiza cuando las personas que llegan al país son afroamericanos, hablan otro idioma y, principalmente, son pobres. Cuando todos esos factores se conjugan, se activa el racismo colonial en Chile, que también se ha ejercido internamente a los pueblos originarios, y que ahora se ejerce a los migrantes que no son europeos, porque Chile se ha constituido de una manera bastante eurocéntrica, ya que por lo general la población chilena se cree homogénea, blanca y europea, y eso no es así”, expone Póo.

 

Cuando llegó a Santiago, Cedlin encontró trabajo con ayuda de su amigo Fender, también inmigrante haitiano, quien lo recomendó a la empresa Murano, fábrica de muebles ubicada en el Parque Industrial Las Acacias en la comuna de San Bernardo. Consultado como era el ambiente laboral y si fue discriminado, el trabajaor haitiano que al principio le costó: 

 

“La jefa de planta no me entendía muy bien y no quería trabajar con nosotros, por el idioma, según ella, íbamos a ser más lentos que los otros trabajadores. También tuvimos problemas por ciertas conductas. Algunos compañeros haitianos comen con la mano porque esa es su costumbre, y molestaba, yo no hago eso porque mi madre no me dejaba, pero trataba de ayudar haciéndolos entender que en la fábrica debían tratar de no hacerlo. En un comienzo, además, tuvimos problemas con las duchas, algunos compañeros no querían bañarse junto a nosotros, pero con el tiempo se solucionó, se adaptaron a nosotros, pero con el tiempo se solucionó, se adaptaron a nosotros”, detalla.

 

A pesar que en  un principio surgieron varias dificultades para adaptarse al ambiente laboral y a sus compañeros de trabajo, Cedlin no cree que exista una discriminación tan profunda dentro de la empresa. Sin embargo, en el sector donde vive ha tenido muchos problemas, recuerda que cuando comenzó a arrendar su actual casa los vecinos del condominio le preguntaban si vendía drogas, no le creían que trabajara, y trataron muchas veces de echarlo diciéndole que no querían vivir cerca de haitianos. 

 

Según los especialistas Haití es un país estigmatizado, debido a que ha sido una nación saqueada y destruida, que ha tenido gobiernos corruptos, un medio ambiente arrasado, y ha debido enfrentar varios desastres naturales. La académica Ximena Póo dice que producto de esta estigmatización, “la población chilena en general, se cree superior”, a lo que se suma que está constantemente mostrando esa supesta superioridad, lo que crea una barrera a la inclusión. 

 

Póo cree que, más que inclusión, lo que se debe promover es el diálogo intercultural, que no se trata de culturizar a la población migrante para que se vuelva chilena, sino que el Estado, desde la comunicación, debe propiciar los diálogos interculturales. Chile, según la docente, se encuentra completamente al debe con sus pobladores migrantes, sobre todo con la población haitiana, a pesar que sí existen organizaciones pro-migrantes, plataformas haitianas y solidaridad barrial, no es suficiente para hacerlos sentir acogidos, seguros y respetados.

 

Frente a realidad y consultada sobre si la institucionalidad es responsable de internalizar esto, Póo afirma que el Estado es un aparato ideológico, “que tiene dispositivos como sus políticas públicas, su ordenamiento territorial, el funcionario o funcionaria pública que atienden el mesón, etcétera. Hay formas de reproducir tanto el racismo como la xenofobia y esa discriminación es bastante estructural en el caso de Chile. Cabe destacar que no solamente como aparato ideológico está el Estado, sino que también está en los medios de comunicación, la familia, la religión, etcétera. Entonces hay un modelo de dispositivos ideológicos, que responden a aparatos ideológicos y estructuras ideológicas, que van haciendo que el diálogo intercultural sea un diálogo con muchas dificultades”. 

 

Póo agrega que, “a pesar de que existen excepciones, son las menos a nivel nacional, además de que en el ultimo tiempo se han presenciado en el Norte del país, representaciones muy duras, concernientes a situaciones de xenofobia y racismo”. También, comenta que se presencia en postulaciones de campañas electorales auspiciadas por partidos poco tolerantes, momentos en los que se construye sobre la imagen del migrante aquel retrato de “enemigo interno. 

 

La odisea de contar con papeles

Cedlin permaneció un año con la visa de turista, después debía postular a la visa definitiva. Para ello solicitó la ayuda de Angélica, la encargada de recursos humanos de la mueblería Murano, donde trabaja desde hace más de cuatro años. Postuló, luego de un año y medio debían de entregarle la visa de permanencia definitiva, pero no fue así. Moise no se percató que su solicitud había sido rechazada tras transcurrir seis meses de su postulación inicial. 

 

“Cuando ya se habían cumplido el año y medio, yo voy a extranjería para ver qué pasa con mi trámite, y ahí me dicen que hace un año me habían rechazado, pero cuando yo veía el sistema de extranjería me decía que estaba al 90% o 99 % y justo ahí me tocaba una multa a pagar”, detalla Cedlin.

 

Los requisitos para la visa de permanencia definitiva varían dependiendo bajo qué circunstancias se postula. Una primera causal sería tener un contrato de trabajo o tener una relación de dependencia, en este caso los documentos solicitados serán, el contrato de trabajo y el certificado de vigencia laboral, ambos papeles deben estar autorizados ante notario, ya que tienen que estar firmados por el empleador y el trabajador. También se debe presentar el certificado de cotizaciones de la AFP y el certificado de salud. Adicionalmente a todo lo anterior, el Estado solicita al migrante un certificado de antecedentes penales proveniente de su país de origen, que debe estar legalizado y apostillado. 

 

Para el abogado experto en inmigración, Pablo Peñaloza, los problemas de los ciudadanos haitianos surgen con la solicitud de certificado de antecedentes, puesto que este tipo de documentos llegan en el idioma de su país de origen, en creole. Entonces, muchas veces por desconocimiento, envían el documento sin traducir, o no alcanzan a enviar el certificado apostillado.

 

“Además, hemos visto en el caso particular de los ciudadanos haitianos, que en pleno proceso de postulación para la permanencia definitiva, el Departamento de Extranjería demanda complementar el certificado antecedentes penales de su país de origen, pero ese es un problema, porque les otorgan un plazo de cinco días hábiles, en ese tiempo es imposible, para cualquier persona, de cualquier nacionalidad, conseguir ese documento”, comenta el abogado.

 

Peñaloza, junto a otros abogados del estudio jurídico en el que trabaja, han estado contribuyendo para que se otorgue un plazo razonable, que no sea menor a treinta días hábiles, pues las personas, como se ha señalado, deben pedirlo desde su país de origen, traducirlo, legalizarlo, y posteriormente apostillarlo. Hechos que hacen del proceso un trámite largo y tedioso.

 

Justamente con estas gestiones tuvo problemas Moise en su primera postulación, por lo que cuestiona la solicitud de este documento. “¿Cómo me piden antecedentes de mi país si tengo tres años viviendo aquí? Aunque lleve meses viviendo aquí no puede pedir certificado de antecedentes de mi país porque eso se demora meses a meses, no puedo conseguirlo a tiempo”, manifiesta.

 

En el caso particular de los haitianos, son dos los principales motivos de rechazo a la postulación de la visa de permanencia definitiva. El primero, es la postulación fuera de plazo; esto es, cuando a una persona le otorgan una visa temporaria, la cual tiene un año de duración y debe ser renovada con un mínimo de 90 días previo a su expiración. Generalmente, los inmigrantes haitianos no realizan la renovación en el plazo estimado por extranjería, razón por la que recaen en una situación de sanción denominada Irregularidad Migratoria. 

 

“Al caer en irregularidad migratoria, para hacer un proceso de postulación a la permanencia definitiva, claramente deben pagar una sanción pecuniaria que se le paga directamente a la Tesorería General de la República para poder quedar habilitados a la postulación. Aquí se genera un gran problema porque a pesar de que los sancionan, es decir, que efectivamente la persona paga su multa, y hace una nueva postulación, luego le llega la visa igual rechazada, con causal de que hizo la postulación fuera de los 90 días, eso es precisamente lo que hemos venido peleando en tribunales”, detalla Peñaloza.

 

Cedlin ha tenido que pagar la multa antes mencionada, y denuncia discriminación de parte del Departamento de Extranjería, además de considerar que la institución estaría haciendo un negocio con migrantes haitianos haciéndolos pagar estas multas. Confiesa que él y muchos de sus conocidos, les han entregado carnés temporales caducos, “Me entregaron un carné temporal vencido de seis meses, para que yo tuviera que pagar la multa de nuevo”, sostiene Moise.

 

Respecto al monto de la multa, señala que la cantidad de dinero depende del tiempo de vencimiento, “cuando tenía el carné vencido de tres meses pagué ciento treinta mil pesos, pero en total, de todas las multas, he pagado seiscientos mil pesos”. 

 

Una multa que debe cancelar para seguir con los trámites para la visa definitiva, y que él confiesa que casi todos sus connacionales han tenido que pagar: “Sí, casi todos los haitianos pagan multa. Hay que pagar para postular, toda la plata. Nos hacen pagar mucha plata, es un abuso”.

 

Al estudio jurídico en el cual trabaja Peñaloza, han llegado casos similares al de Moise, y el abogado explica que esto ocurre porque Departamento de Extranjería y Migración goza de lo que se llama principio de discrecionalidad, por lo que, aunque el Departamento debería entregar visas temporales con periodo de un año, a veces, sin justificación alguna, entrega visas con duración de diez, ocho, incluso de seis meses, reservándose el derecho de por qué lo hacen. 

 

“Entonces, ¿qué puede hacer el interesado ante esto? Recurrir a la justicia, que la justicia lo escuche y pueda tener una respuesta que sea más satisfactoria, que por lo menos no te quedes con el mal sabor de boca y la incertidumbre. Lo único que se puede hacer es esperar y esperar una respuesta de calidad, es algo insólito”, argumenta el jurista.

 

Frente a esta discriminación de la que siente objeto, Cedlin, junto a un grupo de ciudadanos haitianos, presentaron una demanda en contra del Departamento de Extranjería y Migración debido a los múltiples problemas que tiene la comunidad para conseguir la permanencia definitiva, junto a los casos particulares de carnés vencidos o con menor temporalidad, pero la demanda no logró avanzar.

 

Chile no es país para migrantes 

Ximena Póo cree que Chile no es un país de acogida para migrantes y entrega sus razones: “no tenemos una Ley Migratoria con enfoque de derechos, que permita o entregue facilidades a un proceso migratorio seguro, ordenado y regular, como lo dice el Pacto mundial de migraciones de Marrakech. A nivel de políticas y superestructuras tenemos una condición desfavorable para la migración, muchas de las personas que migran a Chile no conocen de esta situación, en vista de esto es que se encuentran con diferentes problemas que dificultan su residencia”

 

Las malas condiciones para la regularización de los papeles migratorios, las dificultades para acceder a derechos sociales como lo son: la vivienda, salud, educación, la falta de inclusión y la discriminación, obligan a los migrantes a tomar la decisión de irse del país es busca de una mejor calidad de vida.

 

Moise es uno de los muchos migrantes haitianos que piensan irse de Chile y probar suerte en Estados Unidos, ya tiene los pasajes comprados para fines de noviembre, pero todavía no ha tomado laecisión final. La situación en las fronteras lo ha hecho dudar, además está esperando la respuesta de tramitación de su visa de permanencia definitiva, si esta es rechazada no tendrá más opción que irse.

 

No obstante, Cedlin no solo debe pensar en él, sino que en toda su familia. A pesar de que llegó a Chile solo, ocho meses después de su llegada arribó su señora, con el tiempo aquí nació su hija Evenaikas, pequeña que en la actualidad tiene tres años y es la única con nacionalidad chilena. La pareja de Moise no ha logrado adaptarse, le cuesta acostumbrarse a la forma de ser de los chilenos y no consigue preservar un empleo. 

 

Ella se quiere ir, no gustar Chile por el trabajo. A las haitianas no les gusta trabajar en empresas, a ellas les gusta tener negocios, comprar cosas y vender en la feria o en carros, acá no poder hacer mucho eso. Además de que extraña a su hijo”, explica. 

 

Cedlin cuenta que ambos tienen otro hijo de seis años, al que no ven desde hace cinco, porque cuando su hijo tenía apenas ocho meses de vida, se fue a vivir con su abuela a Estados Unidos. El hijo tiene nacionalidad estadounidense e iba al colegio en ese país, pero hace poco tiempo debió regresar a Haití.

 

“Hace dos años murió mi madre, ahí mi hijo tuvo que quedarse con mis hermanas por un tiempo. Hace poco volvió a Haití, y lo cuida la mamá de mi señora, el problema es que el colegio de Estados Unidos, me llama para saber dónde está, yo tuve que decir que estaba aquí conmigo, mentí”, relata.

 

Otro problema que nos comenta Moise, es que su hijo no habla mucho creole, habla en inglés, entonces a su abuela materna le es difícil comunicarse con él, incluso para su hija Evenaikas es difícil comunicarse con su hermano, puesto que ella habla en creole o español. Razón por la que trataron de traerse al niño pero no se pudo, “por eso mi señora quiere irse, queremos reunirnos”. 

 

Por otro lado, Cedlin señala que la mayoría de sus amigos haitianos desean abandonar Chile con rumbo hacia Estados Unidos, pues sin cédula de identidad y visa de permanencia corren un constante peligro de ser deportados. Dice que muchos haitianos que han abandonado el país lo han hecho con sus capitales congelados en el banco. 

 

“Todos se quieren ir. Algunas personas ven que ya están echando haitianos en México, los están expulsando, pero eso no es problema de ellos, se van a ir igual para allá. Aunque la seguridad allá sea peor, aunque no los dejen entrar a Estados Unidos. Prefieren probar allá a seguir sin papeles, el asunto de papeles es importante, sin ellos el gobierno en cualquier momento te puede echar, te puede hacer lo que quiera. Cuando uno no tiene papel, está ciento por ciento dependiendo del gobierno, no sirve para nada uno”, concluye Cedlin.