El streaming se transformó en un atractivo método de escucha para miles de personas debido al fácil acceso a través de diferentes dispositivos, los millones de canciones dentro del catálogo y precios extremadamente accesibles; convirtiéndose en un negocio muy rentable dentro del rubro musical, especialmente para quienes son dueños de la industria.
A pesar de lo beneficioso que puede ser este modelo para los usuarios, esto no necesariamente se traduce en buenas condiciones para quienes trabajan en las distintas áreas de la industria. Las grandes ganancias que genera la música en streaming no se ven reflejadas en los ingresos de la mayoría de creadores, compositores, músicos y otros trabajadores del sector.
Nico Carreño, músico de la ciudad de Rancagua, habló sobre esta precarización: “No subsisto de la música, de hecho, es súper raro porque siento que yo y hartos músicos tenemos que hacer muchas cosas como clases, pegas de sesionista y muchas peguitas chicas aparte de lo musical. Generalmente, tu proyecto musical es más como una inversión y cuando el proyecto está muy consolidado recibes ingresos”.
A esto se le suma la poca transparencia sobre el funcionamiento del modelo streaming y el desconocimiento generalizado de los usuarios respecto al impacto económico que tienen sus hábitos de consumo, perpetuando la desfavorable situación para quienes trabajan en música.
Por ejemplo, según el sistema de repartición Pro Rata que ocupan plataformas como Spotify o Apple Music, una persona puede escuchar solamente a artistas como Camila Moreno o Francisco Victoria y pensar que su dinero servirá para apoyar a estos artistas, pero esto no es completamente cierto. La suscripción de este usuario irá a parar en un porcentaje hacia esos músicos, pero no solo a ellos, ya que el dinero se repartirá entre todos los artistas que fueron más escuchados. Es decir, aunque el usuario nunca escuche a músicos como Dua Lipa o Bad Bunny, un porcentaje de la suscripción que paga al mes irá inevitablemente a los artistas más populares del momento.
Las adversidades de la música en el panorama nacional
El escenario mundial está lleno de dificultades para los trabajadores musicales y Chile no es la excepción. En nuestro país no existe una industria consolidada que incentive el desarrollo de las carreras musicales ni que abogue por la regulación y la protección laboral.
En relación con lo anterior, la periodista musical y directora de POTQ, Javiera Tapia, afirmó que: “El Ministerio de la Cultura debería apuntar a eso: desarrollar las escenas musicales locales, crear salas en condiciones para que las bandas toquen, generar espacios para que puedan grabar y crear sus propios festivales locales. En el fondo, que permitan no solo que una banda gane un proyecto, sino que gane una zona, una comunidad”.
Otro factor decisivo para quienes trabajan en el rubro musical fue la llegada de la pandemia COVID-19, resultando en una masiva cancelación de eventos en vivo que debilitó fuertemente a la industria. En consecuencia, la mayoría de los artistas tuvieron que depender principalmente de los ingresos generados mediante las plataformas de streaming, los cuales no bastaban para solventar sus gastos básicos.
Respecto a las acciones del Estado frente a la situación de los músicos en el país, la vocera de la Federación de Musicxs de Chile (FEMUCH), Isabel Bravo, afirmó sobre instrumentos como el Registro Social de Hogares que “no nos llegó nada al 78,3% de nosotros, no nos llegó nada hasta el IFE Universal (…) y [estábamos] completamente paralizados, por darte mi ejemplo, yo estoy cosiendo, cocinando y haciendo de taxi para vivir”.
Si quieres saber más sobre la incidencia del streaming en la música nacional y cómo llegó a posicionarse como el principal método de escucha contemporáneo, revisa el reportaje web*: www.ladisrupciondelstreaming.com
*Esta investigación corresponde a una memoria de título de la carrera de periodismo de la Universidad de Chile