Pese a que este 7 de diciembre José Antonio Kast presentó un nuevo programa parte de sus propuestas originales, como eliminar el Instituto Nacional de Derechos Humanos y armar una coordinadora anti radicales de izquierda, despertaron alerta en el mundo de los derechos humanos. En esta crónica de Doble Espacio tres actores de gran trayectoria en el ámbito, dan a conocer sus aprensiones ante el ascenso del candidato de extrema derecha. 


Es domingo 21 de noviembre y Estela Ortiz contempla atónita los resultados de las elecciones presidenciales. Fue como si le hubieran tirado un balde de agua fría, no lo podía creer. Con un 27,91% de los votos, el candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, pasaba a segunda vuelta con dos puntos por encima de Gabriel Boric.

Hace 45 años, en diciembre de 1976, Fernando Ortiz Letelier, padre de Estela, y exsecretario del Partido Comunista, fue secuestrado por miembros del Comando Conjunto: un grupo de inteligencia formado por agentes de diferentes ramas de las Fuerzas Armadas. De esta forma, Fernando pasó a ser parte de la larga lista de detenidos desaparecidos, víctimas de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura, hasta que parte de sus restos fueron encontrados en Cuesta Barriga.

Casi una década después de la desaparición de su padre, el esposo de Estela, José Manuel Parada, que trabajaba para la Vicaría de la Solidaridad, fue secuestrado y asesinado junto con otros dos militantes del Partido Comunista. Sus cuerpos fueron degollados y lanzados a unos matorrales donde posteriormente dos campesinos los encontraron en el sector de Quilicura. 

Un país sin memoria

“No quiero que más gente sufra lo que yo he sufrido. Esto es demasiado terrible. ¡Tenemos que cambiar este país de una vez por todas! ¡Hasta cuándo siguen dialogando con los asesinos! ¡Hasta cuándo siguen matando a nuestro pueblo! ¡Hasta cuándo permitimos tanta, tanta matanza, tanto crimen, tanta tortura en este país! ¡Hasta cuándo! ¡Chileno, compañero, compatriota, por favor, levántate, no aguantes que nos sigan matando a nuestra gente! ¡Por favor, por favor, exijamos justicia de una vez por todas!”, fue el desgarrador grito de Estela Ortiz al momento de enterarse que su marido era uno de los cuerpos hallados por los campesinos. 

Hoy el auge de la extrema derecha transporta a Estela a ese Chile gris en el que le arrebataron a su padre y a su esposo por pensar distinto. Donde la gente vivía presa del miedo y de la incertidumbre. Un Chile donde los vecinos eran delatores, donde te podían secuestrar a plena luz del día y ocultar tu paradero para siempre. Un Chile que ella no quiere volver a repetir.

Una mujer de mediana edad posa para una foto con un fondo de árboles y una casa.
Estela Ortiz, educadora de párvulos, profesora de educación básica y parte de la fundación Horizonte Ciduadano.

En su programa original, Kast incluía propuestas como clausurar el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), derogar la ley de exonerados políticos y llevar a cabo una “coordinación internacional anti radicales de izquierda”.

“Él por ejemplo cuando habla de la organización para enfrentar en el Cono Sur todo lo que es la izquierda, uno que sabe lo que fue la relación de inteligencia de los países con dictadores del Cono Sur, la Operación Cóndor… Toda la gente que se llevaron, que mataron. O sea, compañeros de curso míos, que tenían veintitantos años. Eso no podemos aceptarlo nuevamente”, afirma Ortiz.

Por este tipo de contenidos programáticos, que le recuerda a lo que se vivía en el Chile de la dictadura cívico militar, Estela no comprende cómo el candidato logró tantos votos.

“Me sorprendí de que un país como Chile, que vivió una de las dictaduras más cruentas de la región, hubiese votado por un candidato que planteaba volver a situaciones de violaciones a los DDHH. Como que la gente olvidó”, reflexiona Ortiz.

Intranquilidad psicológica

El pasado 3 de diciembre comenzó a circular en redes sociales una declaración firmada por un numeroso grupo de abogados de derechos humanos. Allí los profesionales, en conjunto con la Agrupación de Defensores de Derechos Humanos (ADDH), la Asociación Pensamiento Penal Chile y la ONG Acción Constitucional, expresaron su preocupación ante la candidatura de José Antonio Kast, y su apoyo al programa de Gabriel Boric.

Entre los firmantes de esa declaración figuraban académicos de distintas universidades, abogados litigantes en casos de la dictadura y del estallido social, miembros de la Unidad Programa de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, y también Nelson Caucoto: un abogado que durante la dictadura trabajó en la Vicaría de la Solidaridad, y que a lo largo de sus extensos años de carrera ha llevado varios casos emblemáticos (Víctor Jara, Eduardo Frei Montalva, Alfonso Chanfreau, José Carrasco Tapia).

Caucoto, que actualmente encabeza un estudio privado dedicado a causas de derechos humanos, considera que la sola presencia de Kast en el gobierno traerá serios problemas a los familiares de los detenidos desaparecidos y a los ex presos políticos. 

Un hombre de mediana edad apoyado en una baranda.
Nelson Caucoto en 1991.

“Kast es el hombre que dice que Krasnoff (Brigadier del Ejército condenado a más de 800 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad) es una buena persona y que los jueces probablemente se equivocaron. Kast es el hombre que dice que estaría dispuesto a tomarse un tecito con Pinochet en La Moneda. Significa un tremendo dolor de estómago para muchas personas. Va a volver el insomnio, va a volver esa intranquilidad psicológica de los familiares y de las víctimas. En definitiva, va a colocar en tensión a todo un sector de la sociedad que debería ser tratada dignamente como víctima, y no atacarlos nuevamente a través de la presencia de un tipo que es negacionista”, asegura Caucoto.

A lo anterior se suma su preocupación por algo que desprende de las propuestas del primer programa de Kast en materia de relaciones internacionales. De acuerdo a la interpretación del abogado, el candidato del Frente Social Cristiano, pretende “reestablecer una suerte de soberanía territorial y jurisdiccional”, lo que en la práctica significaría que Chile deje de obedecer los acuerdos internacionales sobre derechos humanos que ha ratificado. Esto último, a juicio de Caucoto, es una medida retrógrada y particularmente dañina para nuestro país.

“Si en Chile ha podido avanzar la justicia después de 30 años de absoluta impunidad, ha sido gracias al derecho internacional, así que los chilenos debemos estar muy agradecidos de que existe un derecho internacional que ha sido el protector de nuestras garantías y de nuestros derechos fundamentales”, afirma el abogado.

Aún cuando Caucoto considera que estamos en una situación peligrosa, tiene fe en que los resultados de la segunda vuelta serán distintos a los de la primera, si es que en esta oportunidad, más personas participan del proceso electoral.

“Si votara ese 53% de chilenos que se restaron de esta última elección, yo tengo plena seguridad de que habría mayor concordancia con lo que fueron las multitudinarias manifestaciones ocurridas en el estallido social. Ahí uno veía que casi todo Chile estaba a favor de los cambios, que casi todo Chile estaba en función de progresar”.

Retroceso

En una columna de opinión publicada por The Washington Post, la periodista chilena Yasna Mussa, aseguró que el avance de Kast se debe a “medios que no han llamado al fascismo por su nombre”.

Carlos Margotta, abogado que desde hace varios años preside la Comisión Chilena de Derechos Humanos, tiene una opinión similar. Él también considera que los medios de comunicación tienen una responsabilidad en el ascenso de Kast, y además asegura que los resultados de la primera vuelta pusieron en evidencia la necesidad de una ley de medios.

Para que no se vuelva a permitir “que personajes con discursos de odio, negacionistas que reivindican la violencia estatal de la dictadura cívico militar, tengan tribuna y se banalice su discurso y se les humanice en los distintos programas de televisión”.

Señor de edad avanzada sonriendo con un cuerpo de agua de fondo (no se distingue si es el mar o un río).
Carlos Margotta, presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos.

A Margotta no solo le preocupan los dichos de Kast a favor de Pinochet, sino que también hace hincapié en las propuestas de su primer programa que se refieren a grupos vulnerables de la sociedad (como los migrantes, las mujeres y la diversidad sexual) y al apartado en donde proponía ampliar las atribuciones del Presidente durante el Estado de Emergencia. Kast pretendía tener la facultad de “arrestar a las personas en sus propias moradas o en lugares que no sean cárceles ni estén destinadas a la detención”, una medida muy similar al artículo transitorio 24 de la Constitución del 80, que fue promulgado en plena dictadura.

“Las propuestas de José Antonio Kast no solo son un retroceso, sino que también significan borrar de un plumazo los pequeños avances en materia de derechos humanos, y desconocer las obligaciones internacionales que tiene el Estado de Chile”, opina Margotta.

El abogado además resalta que la normativa internacional en materia de derechos humanos establece que estos últimos son progresivos: “Lo que se puede hacer es ampliar el nivel de protección de las personas respecto de sus derechos humanos, pero no se puede retroceder (…) cualquier retroceso va a significar que el Estado de Chile incurra en responsabilidad internacional, ¿por qué? Porque está contrariando y vulnerando un principio básico de la doctrina de los derechos humanos que el Estado de Chile está obligado a respetar y cumplir”.

¿Reprogramación?

A pesar del importante apoyo que recibió con su primer programa, José Antonio Kast  presentó una nueva versión este martes 7, en la que moderó sus propuestas más extremas. Entre ellas, la eliminación del Ministerio de la Mujer, de lo cual se retractó públicamente, con el objetivo, según los especialistas, de captar votos más cercanos al centro. Lo mismo ocurrió con su propuesta de una coordinadora anti radicales de izquierda, con las medidas sobre relaciones exteriores, y con la eliminación del INDH, que ahora pretende reformar. 

Sin embargo, Estela Ortíz no cree en estas modificaciones, más bien, está segura de que los cambios que realizó no son por convicción, sino por conveniencia electoral. 

“Yo no le creo los cambios que está haciendo. Lo que él hizo antes es lo que profundamente cree: sus principios y sus valores”, afirma Ortiz. Y agrega: “Yo creo que él quiere ganar a costa de lo que sea y la derecha, desgraciadamente, incluso una derecha a la que le tenía cierto respeto, porque algunos han votado a favor nuestro. La gente más joven, los de Evópoli, les creí en algún momento, sin embargo siento una gran decepción”. 

Frente a este nuevo programa y lo que se viene a nivel electoral, la Comisión Chilena de Derechos Humanos, no ha “abrazado la candidatura de Gabriel Boric”, pero está haciendo un llamado para que las personas vayan a votar. Su presidente, Margotta, considera que en las próximas elecciones los chilenos deberán elegir entre democracia o fascismo, y que también está en juego el futuro de la Convención Constituyente. Kast fue uno de los principales impulsores de la opción rechazo en el plebiscito del 2020, y además ha ayudado a esparcir noticias falsas sobre la Convención.

“Hoy día la disyuntiva no es entre dos candidaturas, sino que entre dos modelos de convivencia. Uno es el fascismo, que ya lo conocimos, y por otro lado, abrir paso a un sistema democrático real y verdadero, con un nuevo marco normativo como sería una nueva constitución. Ese es el desafío y ese es el llamado también que hacemos como Comisión Chilena de los Derechos Humanos. Los derechos humanos están en juego y el sistema democrático que anhelamos también”.

Ariadna Cifuentes

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.

Fernanda Araneda

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.