Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, conseguir los votos de este sector es vital, sobre todo para el candidato de ultraderecha. Es así como en Chile se vuelve a poner en crisis la relación entre Estado y religión.
Hace unas semanas, para el Tedeum de septiembre, el candidato José Antonio Kast hacía guiños al mundo evangélico, diciendo: “Siempre hemos trabajado en conjunto y tenemos muchas coincidencias. El llamado es a jugársela por esas convicciones y votar por los candidatos que defienden esas ideas”. Esto no es nuevo. Lo ha hecho con anterioridad, siguiendo un guion que el mundo ya conoció de la mano de Donald Trump y Jair Bolsonaro. ¿Qué seduce al mundo evangélico conservador que se ve reflejado en un candidato de ultraderecha como Kast?
El fundador y candidato presidencial del Partido Republicano (PRL), José Antonio Kast, en las últimas semanas ha buscado hacer alianza con el Partido Conservador Cristiano (PCC) que cuenta con cuatro mil militantes en cuatro regiones del país (Ñuble, Biobío, La Araucanía y Magallanes). Es una de sus bases aliadas para llegar al poder desde un espacio popular que ha encontrado en la Iglesia Evangélica (por lo menos en su parte más conservadora) un lugar para crecer en poder.
En Estados Unidos, Donald Trump asumió su liderazgo a partir de una campaña neoconservadora que le hablaba principalmente al sector protestante del país. Un fenómeno parecido ocurrió en Brasil con Jair Bolsonaro y se está replicando en Chile con la figura de Kast.
En 2016 el 81% de la población evangélica estadounidense votante le entregó el voto y apoyo en su gobierno a Trump, siendo un grupo clave para el Partido Republicano y la llegada al poder del político de derecha. Su gobierno no estuvo excepto de escándalos vinculados con noticias falsas, leyes en contra del aborto y discursos racistas. Es una pauta que se ha repetido con Bolsonaro y que con Kast vuelve a surgir.
En Brasil, 65 millones de personas se declaran evangélicas. Es decir, alrededor del 31% de la población de 210 millones de habitantes. En 2018, durante las elecciones generales brasileñas, cerca de 41 millones de evangélicos votaron a favor del ultraconservador de derecha Jair Bolsonaro quien, con discursos de odio, homófobos, machistas y racistas llegó a la presidencia de Brasil apoyado por los principales líderes evangélicos. Una situación inédita en América Latina, pero que venía gestándose hace una década con fuerza en los barrios populares de Brasil.
El fenómeno se replicó en las elecciones de las cámaras legislativas del mismo año, donde aumentó de forma importante el número de parlamentarios evangélicos tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado brasileño. Alcanzaron a elegir a 91 congresistas evangélicos de un total de 594 parlamentarios entre ambas cámaras.
Una marea silenciosa y en red
Para el fallido Censo del 2012, la Iglesia Evangélica se posicionó como el segundo culto más seguido en Chile con cerca de 2.1 millones de creyentes (16,62%), concentrándose en el sector etario de los 15 hasta los 44 años. Actualmente, no se cuenta con un nuevo registro debido a que, para la realización del Censo correctivo del 2017, no se corrigió este dato. Sin embargo, según la Encuesta Nacional Bicentenario de la Universidad Católica, realizada en 2019, un 18% de la población chilena se identifica como parte de esta religión.
El número de seguidores y su presencia a lo largo del país no es un dato exacto debido a muchos factores, pero, el más importante apunta a la existencia de varias iglesias evangélicas “ilegales” o no reconocidas. Tal caso es el del autodenominado pastor evangélico Carlos Javier Soto y sus feligreses. El obispo y presidente del Consejo Nacional de Obispos y Pastores, Jorge Méndez, afirmó a través de un comunicado en 2017 que no conoce a Soto y que sus declaraciones no representan a la Iglesia Evangélica. “Él nos pone mal ante las autoridades diciendo que somos perseguidores homofóbicos, cosa que nunca lo hemos sido”, declaró Méndez en el video y agregó: “quiero decirle al señor Soto que por favor cambie de actitud porque nos está desprestigiando como Iglesia”.
Los seguidores de la doctrina evangélica adquieren gran importancia en épocas de elecciones presidenciales si tomamos en cuenta los antecedentes que nos ha proporcionado la historia de Chile en momentos similares.
Basta recordar las elecciones de 2017, donde Sebastián Piñera asumió su segundo mandato. En diciembre de ese año, el padrón electoral para la segunda vuelta era de 14 millones 308 mil, pero de los cuales poco más de la mitad emitieron sus votos. Piñera consiguió así la victoria con cerca de 3.8 millones de votos, una cantidad preocupante si recordamos el total del padrón.
Actualmente, José Antonio Kast a través de sus redes sociales, como YouTube y TikTok, busca llegar a una gran parte de la ciudadanía y del mundo evangélico. En 2017, en su primera carrera para ir por la presidencia, hizo un llamado a los cristianos evangélicos a través de un discurso donde enfatizó el rol importante que estos cumplirían en su gobierno. Leyes en contra del aborto, la libertad religiosa y el matrimonio formado por un hombre y una mujer como base de la familia, son algunos de los temas en lo que se respaldó para llegar a un público más conservador de la Iglesia Evangélica.
“Siempre me la he jugado por valores trascendentes. Fui el que formó el Frente parlamentario por la Vida. He votado coherentemente en las leyes de matrimonio, en las leyes que afectan los valores de la familia y ahí estoy dando la pelea”, declaró Kast en su discurso “Un mensaje para los cristianos evangélicos” y llamó a “pasar de la oración a la acción”.
Un estudio llamado “¡Vamos a votar! La fuerza movilizadora detrás del voto evangélico”, realizado por la cientista política Danissa Contreras, concluyó que un tercio de los votantes evangélicos optó por Kast, quien obtuvo el 7,93% del total de sufragios emitidos en la última elección presidencial.
Fragmentos de una Iglesia
La Iglesia Evangélica se encuentra fragmentada al tener varias congregaciones y misiones presentes en el territorio nacional, cuestión que hace imposible generalizar su opinión.
Sin embargo, bajo los antecedentes, las caras más visibles de la Iglesia no son representantes directamente de la comunidad religiosa. Según el doctor en Filosofía y pastor evangélico de la Misión Iglesia Pentecostal, Juan Sepúlveda González: “Uno tiene que reconocerlos como corrientes de opinión, pero que, en rigor, ninguna de ellas puede considerarse representante oficial de un sector de la iglesia”. Estas caras más “visibles” de la comunidad evangélica siempre han estado ligadas a la derecha más conservadora como sector político y eso lo resiente otra parte del sector evangélico que se declara más progresista.
Una de las voces conservadoras más relevantes y polémicas de los últimos años es la de Eduardo Durán Castro, exobispo y presidente de la Primera Iglesia Metodista Pentecostal. Durán fue destituido de su cargo por malversación de fondos y no transparentar su separación con Raquel Salinas. Además, estuvo envuelto en escándalos de su vida privada. Durante las elecciones del 2017, el exobispo evangélico le entregó su apoyo a Sebastián Piñera.
Estas situaciones son intermitentes. En septiembre de este año, durante los Te Deum católico y evangélico, el Presidente Piñera ha mantenido diferencias con estas esferas. ¿El motivo? Dos proyectos de ley, uno despachado por el mismo Sebastián Piñera: el aborto y el matrimonio igualitario, siendo este último ingresado al Congreso por el mandatario.
Una frase que marcaría esta disputa sería con la cual el Presidente destaca la separación que debe mantener la iglesia con las decisiones que toma el Estado. “Una cosa es el mundo de la religión, que es un mundo voluntario, otra cosa es el mundo laico, el de las leyes, que es obligatorio para todos”, dijo Piñera a la prensa como respuesta al arzobispo de Santiago, Celestino Aós, quien manifestó en su homilía que el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural y la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer son “valores no negociables”.
Los datos entregados por el Servel poslebiscito constitucional de 2020 detallan que en las zonas donde hay una mayor concentración de evangélicos ganó el apruebo. Por ejemplo, en la comuna de Lota, donde ganó con un 74,84% o en Coronel con un 76,05%. Así, un documento entregado por Sepúlveda expone que las propagandas televisivas, donde mostraron una gran participación de grupos evangélicos por el rechazo, se refirieron a la biblia para dejarla como única posibilidad en el sentido de “ser más compatible con la identidad evangélica y la facultad de Dios”. Mientras, las agrupaciones por el apruebo, utilizaron más el llamado a un voto consciente, según los propios pensamientos y valores como personas individuales, dejando de lado las creencias.
Con esto, se puede deducir que la población, al no pertenecer directamente a un grupo de un representante, recogieron de mejor manera el mensaje que entregó mayor libertad al momento de votar. Sepúlveda es enfático al señalar que el evangelismo siempre “ha velado por recoger a las personas en base al amor y no a encasillar a estas mismas estrictamente en características recogidas del texto bíblico”. Destaca una “fragmentación ideológica” que podemos encontrar en los candidatos y candidatas que se presentaron en las elecciones de la Convención Constitucional (CC).
Por parte de la derecha, hay un partido que nació al alero de Renovación Nacional (RN) y que hay que observar con cuidado: el Partido Conservador Cristiano (PCC). Esta tienda política vino a presentar el evangelismo dentro de la política partidista nacional desde el 30 de octubre del 2020, fecha en que el Servel legalizó esta colectividad. El partido fundado por Antaris Varela, exmilitante RN, llevó a 16 candidatas y candidatos para disputar un cupo en la Convención.
Sin embargo, no logró un resultado positivo: ninguna de sus cartas asumió un espacio en la CC. Pese a esto, el PCC ha ido tomando fuerza. En agosto se formalizó el pacto entre este partido y el Partido Republicano. En el sitio web oficial del PCC se expone que la razón de formar este pacto es para “defender libremente y con mucha convicción los valores cristianos como la familia, la infancia, temas sociales y todo lo que hoy estamos viendo que se pierde en la sociedad” y que se espera poder llevar candidatos independientes cristianos al Congreso.
Hay otro personaje interesante y proviene de los independientes en la CC. Se trata de Cristóbal Andrade, constituyente, quien se hizo conocido durante el estallido social por presentarse en las manifestaciones con un disfraz de dinosaurio y que pertenece a la Iglesia Unida Metodista Pentecostal. Una de las propuestas de Andrade es querer promover la desconcentración del poder y, sobre esto, declaró a través del medio La Tercera que “Jesús luchó siempre contra las injusticias, contra los fariseos y sobresalió por sus consejos, parábolas y milagros. Ahora nos toca a nosotros luchar por esas injusticias”.
Habrá que observar con cuidado las elecciones de este domingo 21 de noviembre a nivel parlamentario y presidencial, sin dejar de analizar el guion de Kast y su reflejo en las campañas de Bolsonaro y Trump, sus maestros ideológicos. El PCC participará con 14 candidatos para ser diputados en los distritos 19, 21, 22 y 23 y cuatro senadores por la región del Biobío. Al respecto, Kast hizo un llamado a la ciudadanía a votar por el Frente Social Cristiano “necesitamos mayorías parlamentarias (…) y con ello conformamos un equipo con el que queremos recuperar Chile”. En el voto estará la respuesta y en lo que viene para el Censo de 2023, donde se constatará si realmente la religión está separada del poder del Estado en un país como Chile.