Activista por los derechos de la infancia desde hace una década, la hoy candidata al parlamento reflexiona sobre el Estado de Emergencia dispuesto en el Wallmapu por el Presidente y los efectos que sufren niños, niñas y adolescentes al vivir en un contexto de violencia constante. Para Onésima, no podemos esperar que en el futuro tengan un comportamiento óptimo si se han desarrollado en un ambiente militarizado toda su vida.
“Cuando era pequeña me discriminaron muchas veces por ser mapuche, pobre, por no ser como los demás. Me dolió, me hizo llorar, me hizo sentir vergüenza de ser mapuche, pero mi madre me inspiró, me enseñó a sentir orgullo de quien soy. Aprendí a sentir orgullo de ser diferente, y lo más importante: aprendí a defender quienes somos”.
Con esas palabras se presentó Onésima Lienqueo en el Encuentro mundial de defensores de los Derechos Humanos llevado a cabo en Dublín, Irlanda en octubre de 2019.
Lienqueo, mujer mapuche, madre de dos niños, educadora, fue reconocida en la cita por su trabajo en la defensa y promoción de la niñez en Chile. Su meta: replicar ese aprendizaje en los niños de la zona, que sientan orgullo de sus raíces.
A sus 38 años, recibe a Doble Espacio entre medio de sus labores domésticas, del cuidado de sus hijos, de sus actividades de campaña al Parlamento, su trabajo formal y su labor en la Red de Defensa de la Infancia Mapuche: Infancia Libre y Sin Represión. Un estilo de vida que le obliga a “pololear” una serie de trabajos para subsistir, pero que le permite hacer lo que más quiere: educar, “defender a niños que necesitan ser defendidos”.
Psicopedagoga y educadora intercultural, hace once años fundó junto a su madre “Pichi Newen” (“Pequeña energía” en mapudungun), una agrupación de enseñanza artística mapuche que buscaba fortalecer los conocimientos y saberes de su cultura a partir de las artes, la espiritualidad y el medioambiente. Y desde entonces no ha parado.
Actualmente trabaja con un equipo de casi veinte voluntarios, entre profesionales del área judicial, psicológica, educativa y de salud, en la Red de Defensa: una “instancia de articulación activa en proteger derechos de aproximadamente cien niñas y niños mapuche vulnerados”.
Desde esa organización autogestionada elaboran informes para comisiones nacionales e internacionales sobre la situación en el Wallmapu, entregan apoyo socioemocional a las familias, las orientan en las causas judiciales que enfrentan, les dan alimentos, medicamentos, y suplen las necesidades que se puedan dar en los sectores más pobres y militarizados de La Araucanía.
“Siempre el financiamiento es una piedra de tope, pero este es el camino de vida que elegí y me gusta lo que hago. Si yo me educo para transmitir, no para ganar (dinero). Siento que nos falta a veces un poquito más de eso: no es necesario regalar las 24/7, pero con un poquito de horas que regales a la sociedad o a una causa ayudas bastante”, plantea.
Consultada por el impacto que su labor ha tenido en el territorio y que la llevó al encuentro de Dublín, Lienqueo es clara: “Hemos hecho la pega que el Estado no ha hecho, por eso nuestro trabajo se hizo tan relevante. Como somos mapuche, autónomos, somos profesionales que nos criamos en este espacio y vivimos la misma violencia, pudimos llegar con cercanía a los territorios y entender cómo viven desde la historia y la memoria de un pueblo”.
Fortalecer su identidad mapuche
Onésima plantea que todo aquel que vive en una situación de pobreza o es mapuche ha sido víctima de diferentes tipos de discriminación en una sociedad clasista: “Lo digo porque yo lo viví, mis abuelos lo vivieron”.
“Imagínate lo que es para un niño mapuche ver que en televisión dicen a modo general que los mapuche son terroristas. Eso es lo que se vive acá. Antes eran los “quema-camiones”, antiguamente borrachos, piojentos y cochinos. Entonces el niño lo siente. El bullying (que les hacen) ya no es referente a su color de piel, sino a lo que dice la tele, y lamentablemente eso es lo que llega a muchos sectores”, reflexiona.
Para Lienqueo, además de los prejuicios sociales motivados por los medios de comunicación, hay múltiples factores que afectan el autoestima de niños, niñas y adolescentes mapuche: “Los niños de acá, al ser del campo, no reciben la misma educación que en sectores urbanos; están abandonados; en muchos casos sus padres no están alfabetizados o tienen alcoholismo; hay violencia; hay pobreza…”.
Tanto en Pichi Newen como en la Red de Defensa de la Infancia Mapuche, su trabajo ha mostrado especial preocupación por el resguardo y la promoción de la identidad mapuche, directamente relacionada con el levantamiento de esa autoestima.
“Al principio los chiquillos sentían vergüenza al presentarse como mapuche, y yo creo que independiente de ser mapuche o de lo que sea, nadie puede avergonzarse de su origen, menos un niño. Por eso era importante para nosotros que ellos supieran lo que son, que pudieran sentirse orgullosos de lo que son y fortalecieran su identidad”, opina la educadora.
“La formación de la identidad es fundamental para el desarrollo del ser humano, sobre todo cuando esta identidad está arraigada a una cultura o a un territorio. Ahí se rompe con los ciclos de prejuicios”, agrega.
Y recalca: “Es importante fortalecer la identidad para cortar esos procesos de discriminación. Quizás la sociedad no va a entender, pero al menos podemos hacer que si al niño le dicen indio sepa que no es indio, que es mapuche, que su color es lindo, que está bien vivir en el campo y que no es menos persona por tener menos. Por eso hicimos Pichi Newen en un comienzo, y por eso yo sigo en esto”.
Emergencia en el Wallmapu
Durante la simbólica fecha del 12 de octubre, el Presidente Sebastián Piñera, escoltado por el ministro del Interior Rodrigo Delgado y el subsecretario del Interior Juan Francisco Galli, confirmó la aplicación del Estado constitucional de Emergencia en las provincias de Malleco y Cautín en La Araucanía, y de Biobío y Arauco en el Biobío.
“Este estatuto de emergencia es para enfrentar con mejores instrumentos y herramientas el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado que se ha enraizado en esos territorios (…) Estos hechos de violencia están afectando las libertades, los derechos y la calidad de vida de miles de chilenos”, señaló el mandatario.
A tres semanas de la medida -que fue prorrogada hasta mediados de noviembre- Lienqueo, residente en Nueva Imperial, denuncia que lo único que ha logrado es intensificar los enfrentamientos de la zona.
“Ha habido bastantes allanamientos. Vienen con un discurso contra el terrorismo y el narcoterrorismo, pero realizan detenciones selectivas: se están deteniendo a werkenes, lamngen y autoridades mapuche. La entrada del poder militar busca tensionar y agitar para justificar el asesinato, la prisión y la criminalización de muchas dirigencias”, detalla la defensora de la niñez.
Acusa que “en sus discursos solo hablan de terrorismo, como si no existiera otra realidad en La Araucanía, como si las mismas situaciones no sucedieran en Santiago. Hay una estigmatización hacia el pueblo mapuche y, en ese espacio, los que más pierden son los niños”.
Y enfatiza: “Lo más lamentable es que los policías siguen sin cumplir los protocolos para niños y niñas cuando allanan sus hogares. Ellos viven esta situación de forma constante. Sufren heridas físicas y emocionales, para el resto de sus vidas. Es un daño estructural al desarrollo de la niñez y al desarrollo del pueblo mapuche”.
Del hostigamiento al parlamento
Fruto de su trabajo en infancia, la propia Onésima ha vivido situaciones de hostigamiento y persecución: “Incluso a nosotros, que hacemos una pega super bonita y necesaria, se nos dice que somos terroristas. Me han vinculado con diferentes organizaciones, se me ha acusado incluso de preparar guerrillas de niños: ¿Con qué? ¿Con lápices y cuadernos?”.
Front Line Defenders, la organización de DD.HH. que organizó el encuentro en Dublín, reconoce a la defensora como víctima de hostigamiento, amenazas e intimidación.
En 2019, por ejemplo, luego de declarar ante la Comisión que investigaba el asesinato de Camilo Catrillanca, descubrió que su casa había sido allanada y registrada ilegalmente por policías, e interpuso un recurso de amparo.
“Me quedé callada muchos años porque uno ve situaciones más graves y piensa ´bueno, lo mío no es para tanto´… Me atreví a denunciar cuando vi que la vida de mis hijos estaba corriendo riesgo, esa fue la piedra de tope”, confiesa.
Lo concreto es que “el Tribunal no acogió el recurso, pero resolvió solicitarle a Carabineros guardar distancia con los espacios donde habitaba”.
La educadora detalla que ha sido seguida por civiles en las calles, le rompieron su auto, han intentado entrar al departamento donde se está quedando y que se ha acostumbrado a tomar ciertos resguardos: no andar sola, no llegar tarde, no transitar por los mismos lugares.
Pero en vez de amedrentarse, Lienqueo decidió profundizar en su activismo por la infancia y, por primera vez, decidió entrar en política institucional. Actualmente es candidata a diputada del Distrito 23 como independiente en cupo de la Federación Regionalista Verde Social, por la lista Apruebo Dignidad.
“Fue super difícil tomar la decisión de ir como candidata porque me saca de todos los procesos en los que estoy. Pero llevamos diez años discutiendo, interviniendo, participando de comisiones en el Congreso, haciendo denuncias internacionales que quedan como recomendaciones para el Estado, y las leyes que buscan garantizar derechos de la niñez quedan ahí, durmiendo en el Parlamento”, confiesa.
Y complementa afirmando que “en La Araucanía no solamente hay violencia hacia los niños mapuche: es la región con los casos más graves de vulneración del Sename; hay muchos niños abandonados y en condición de calle; faltan comedores, hogares, bibliotecas y espacios para que se conviertan en adultos emocionalmente estables que puedan convivir en sociedad”.
“Esa es la misión hoy día. Ojalá lleguemos. Y si no llegamos, hicimos un tremendo trabajo de visibilizar y vamos a lograrlo igual. Son sueños que se van a cumplir de una u otra forma”.
Lo que hay son malos cultivadores
Durante su década de trabajo como educadora intercultural y psicopedagoga, Onésima ha tenido una vista privilegiada de las consecuencias que la intervención policial y militar en el Wallmapu ha dejado en niños, niñas y adolescentes.
“Expuestos a situaciones de violencia constante -ya sea en los allanamientos o frente a la presencia militar, en su espacio educativo o en su comunidad-, los niños sufren cambios conductuales y muchos efectos negativos en el área socioemocional”, explica.
“La tensión constante les genera procesos de ansiedad, trastornos del sueño, crisis de angustias, entre otras cosas. La región de La Araucanía concentra la mayor cantidad de casos de alcoholismo y de suicidios en la población adolescente, especialmente en la provincia de Malleco que es donde está intensificado el conflicto”, puntualiza.
Y a todo eso agrega el incremento de la obesidad en los menores, producto de las crisis de ansiedad; automutilaciones en casos graves; crisis del sueño e incontinencia urinaria, “formas de plasmar el miedo, el trauma en la primera infancia”.
Para la defensora de la niñez mapuche es clara la ausencia de mecanismos de prevención de las vulneraciones de derechos que sufren los menores, así como de una institucionalidad que repare los daños causados.
“Lamentablemente no contamos con procesos de reparación porque el daño convive con ellos. Es difícil trabajar con ellos en terapias o procesos socioemocionales que mejoren la condición en que se encuentran porque siguen viviendo en contextos de violencia constante. Podemos mejorar algo, pero no el contexto en el que se desarrollan. Para eso no tendría que existir militarización. Quién les genera temor sigue ahí, a su lado”, advierte.
En ese sentido, destaca que el acompañamiento que reciban los NNA tras ser testigos o estar en medio de hechos de violencia es fundamental y recuerda el caso del adolescente de 16 años -hoy mayor de edad- que acompañaba a Catrillanca cuando fue asesinado. Una historia que le conmueve especialmente porque “tuvo que acompañarlo más de lo debido”.
Relata que, como su padre estaba preso y su mamá no estaba del todo presente, el joven consideraba a Camilo como un referente adulto, hasta que lo vio morir. Que tras esa fatídica tarde de octubre, el joven se quebró emocionalmente, dejó la escuela y tuvo problemas con el alcohol. Que sintió que cada vez que alguien lo cuidaba terminaba saliendo de su vida. Y que esta es una de cientos de historias similares.
Escribió Víctor Hugo en Los Miserables que “no hay malas hierbas, ni hombre malos; solo hay malos cultivadores”, y Onésima Lienqueo no puede estar más de acuerdo.
“Vivimos en una tierra sin oportunidades: si ya no hay escuelas para que se eduquen (pues fueron convertidas en cuarteles), si no cuentan con atención ni reparación, no conocen la justicia, se ven en un contexto de pobreza, discriminados, y a eso le sumamos la militarización. ¿Qué humano se va a poder desarrollar así?”.
Y añade que “el contexto determina nuestra conducta. Si están en un contexto militarizado, de violencia y recrudecimiento, no podemos esperar que se comporten como adultos formados, óptimos para la vida en sociedad”.
“Son jóvenes que viven violencia policial toda su vida, que han visto como se llevan a sus mamás, golpean a sus abuelas, encarcelan a sus papás, que se criaron visitando a sus familiares en las cárceles… No se les puede exigir que no le digan ´paco culiao´ a un paco, que no le quieran tirar una piedra o no se quieran vengar. ¿Cómo esperas que el otro se comporte de buena manera cuando toda su vida lo violentaste?”, concluye.
Julio César Olivares
Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile