La pandemia a puesto a prueba a docentes y estudiantes. Las clases virtuales han significado un dolor de cabeza para muchas personas, poniendo en tela de juicio su real eficacia, bien lo sabe la experta y profesora de Lenguaje y Comunicación del Liceo Domingo Herrera Rivera de Antofagasta, y ganadora del premio festival Ojo de Pescado, Alejandra Méndez, quien conversó con Doble Espacio sobre el rol y su visión de la educación actual y a futuro, opinando también sobre las condiciones que se necesitan para retornar a clases.


Es domingo, está despejado en Antofagasta. De manera virtual y usando unos lentes tipo mariposa color negro y con un cuadro de Pedro Lemebel ubicado sobre su librero, Alejandra Méndez Pinto nos relata su experiencia en la educación pública, el actual cineclub que dirige, una educación con perspectiva de género, y los desafíos que ha implicado ejercer la docencia de manera telemática.

La profesional de 33 años cursó sus estudios de enseñanza media en el Liceo B-13, hoy Liceo Domingo Herrera Rivera (DHR), mismo establecimiento donde actualmente imparte clases. Tras egresar del colegio entró a estudiar con beca —por lograr el primer lugar en la nómina de postulación— Pedagogía en Lenguaje y Comunicación en la Universidad de Antofagasta, inspirada por su profesora, Victoria Calderón, quien hoy es su colega y compañera de militancia en el Partido Comunista.

“Entré a estudiar pedagogía en lenguaje porque me gustaba mucho la literatura. Fui la primera generación luego de treinta años en los cuales las carreras de humanidades permanecieron cerradas. Necesitaba encauzar mi afición por la literatura junto con la entrega de un compromiso social y apareció la pedagogía”, comenta la docente.

Alejandra Méndez obtuvo el primer lugar al momento de egresar como profesora, y luego de titularse como docente el 2010, trabajó en colegios particulares subvencionados, una experiencia en el sistema educativo que, según señala “no me gustó”.

Más tarde, y luego de ser solicitada para una vacante, pasó a formar parte del plantel educativo del DHR desde el 2014 hasta la fecha, siendo electa como delegada por el Colegio de Profesores de Antofagasta en el año 2018, cargo en el que se mantiene hasta el día de hoy.

Paralelamente cursó un magíster en Ciencias Sociales y rindió la carrera docente, logrando obtener la categoría “Experto 1”, lo que le hace formar parte de la red Maestros de Maestros, un programa del Ministerio de Educación para el fortalecimiento a la docencia en el aula.

Durante el 2017, inició en su liceo un proyecto de cineclub, patrocinado por la Cineteca Nacional en el marco del programa “Escuela al Cine”, el cual busca formar nuevas audiencias a través de redes y encuentros nacionales. En este contexto y junto a los estudiantes desarrolló un corto, llamado “Vuelo de Voz”, ganando como “Mejor cortometraje regional” en el concurso de inclusión Todos Somos Diferentes en 2017 y el Premio Canon Chile en la versión 2018 del festival Ojo de Pescado.

Inequidad, creación y realidad

Alejandra se muestra como una fiel creyente de la educación pública de la cual egresó, pero reconoce que le falta mucho camino por recorrer, ya que en estos dos últimos años y a lo que se suma la pandemia, “se abre y se pone el tapete la brecha de conectividad y accesibilidad al proceso educativo. Hay una serie de elementos que muestran la inequidad terrible que existe en este país”.

En su liceo hay casos de estudiantes en situación de vulnerabilidad, pero asegura que no son casos tan complejos como otros liceos de la ciudad. “Muchos dicen que el liceo es una taza de leche, aunque yo no concuerdo mucho”, expresa.

Ejemplo de ello es que, gracias al financiamiento de fondos Subvención Escolar Preferencial (​SEP), su cineclub pudo viajar a Valparaíso en avión, donde Méndez manifiesta que “muchos estudiantes de educación pública no tienen acceso a estas experiencias” producto de las desigualdades existentes.

Sin embargo, considera que “cuando uno es capaz de allanar estos caminos para que tengan esas experiencias, es el doble de gratificante, más aún si esto despierta la creatividad tanto de quienes aprenden como de quienes enseñan”.

La educación debe centrarse en los procesos de creación, dinamizando los procesos creativos. Se necesitan estudiantes inquietos, creativos, curiosos, junto con profesores lúdicos, que deseen crear y estén dispuestos a hacerlo, sin que el sistema los mate entre tanta burocracia, violencia y hostilidad”, enfatiza.

Estos vitales requisitos se hacen más urgentes en este periodo, al igual que en los contenidos que se imparten. En este sentido, para la docente “el lenguaje puede construir o matar realidades”, y eso lo grafica con el primer trabajo audiovisual que hizo con su cineclub. “El primer corto se hizo con tres estudiantes sordas. Fue complejo, ya que teníamos Lenguaje y Sociedad, donde vemos cosas abstractas. Ahí dije: no, tenemos que cambiar de roles. Ellas hicieron la clase y nos enseñaron el alfabeto dactilológico”, recuerda.

Hay que animarse a romper el currículum para hacer actividades creativas. El lenguaje es algo vivo y cambia con sociedades que desean cambiar y se transforman”, sostiene.

Acerca de la lucha por una educación con perspectiva de género, en la cual se ha avanzado, Méndez es optimista. “Quienes demandan nuevos procesos educativos son los estudiantes. Para eso, son importantes las normativas legales que aseguren una educación no discriminatoria”. La docente declara que hay temas que llevan muy poco tiempo puestos sobre la mesa, como el uso del nombre social en el caso de personas trans. Por eso, se debe avanzar en las leyes para homologar las condiciones, ya que hay conductas que están “arraigadas en todos, desde el paradocente hasta el auxiliar”.

Vivir la incomprensión

Sobre la educación en pandemia, es honesta en señalar que no ha sido fácil. “El año pasado fue la primera vez que saqué una licencia psiquiátrica, algo que le ocurrió a la mayoría de las personas. Como docente, es muy frustrante ver pantallas negras, sin estar segura si los estudiantes realmente prestan atención”.

Respecto a la situación de sus alumnas y alumnos, la pedagoga dice que muchos de ellos se vieron afectados por el tema socioeconómico, llegando, en ciertos casos, a acompañar a sus padres para poder obtener dinero. “Muchos de ellos se vieron afectados por el tema económico, sumado a madres y padres frustrados porque sus hijos no aprenden de manera virtual. Ha sido terrible”.

A este complejo escenario se suma la falta de comprensión de ciertos sectores de la comunidad educativa, “una directiva dijo que nos regalaban el trabajo, a diferencia de las escuelas privadas, lo que me desbordó emocional y psíquicamente. Ha sido complejo dar cara y plantarse, hacer entender que la salud mental de los colegas es esencial y que las condiciones de los estudiantes no son homologables”, comenta la docente.

Para la educadora se debe ser flexible, pero para ello se requiere inteligencia también. “Hemos recibido mucha hostilidad de parte de las autoridades, de nuestros directivos, y de nuestra comunidad, que muchas veces no entiende lo que implica ejercer la docencia en estas condiciones”, acusa.

Empiezo mi jornada a las 8.30 y hay veces en que no paramos, terminamos almorzando a las 6 de la tarde. Hay colegas que son madres o padres y deben supervisar el rol de sus hijos como estudiantes también, entonces en un ciclo de trabajo sin detenerse“, detalla.

Méndez explica que actualmente en su colegio se encuentran en una modalidad mixta, “una semana sincrónica y otra asincrónica, pero no fue fácil de negociar. Si para mí, que tengo 33, fue complejo, no puedo imaginar cómo fue para los profesores que tienen más de 60 años y también debieron adecuarse a usar tecnología que nunca han usado en su vida. Ha sido muy difícil”.

Retorno a clases

Sobre la estrategia “Covid Cero” del Colegio Médico, Alejandra Méndez cree que es importante que se respete el rol de otros colegios de profesionales, pero que “se debe tener en consideración las condiciones particulares de cada establecimiento. Uno de los primeros elementos que el Colegio de Profesores negoció fue el retorno a clases en fase 4″.

Yo quiero volver a clases, todos queremos volver, pero se hace complejo en términos de las condiciones materiales de los establecimientos. Es complejo que los más pequeños sean los primeros en volver, ya que ellos no respetan los protocolos, porque no entienden, son chicos”, afirma.

De hecho, la situación de su propio liceo se ha tornado difícil, según explica, ya que el establecimiento no da abasto. “Necesitamos más profesores, acomodar horarios, más personal auxiliar en las entradas para supervisar el protocolo. Se necesitan alcohol gel o insumos básicos en los baños, como papel higiénico, el cual no estaba disponible incluso antes de la pandemia.”

Lo primordial es resguardar la vida. La crisis sanitaria no ha mermado, aunque haya llegado la vacunación. Hay que ser muy rigurosos a la hora de tomar acciones sobre el retorno. La ocupación de las camas y los recursos humanos están en un momento crítico. No se deben tomar decisiones sin analizar los riesgos y las implicancias de lo que conllevaría”, concluye.

Eduardo Molina

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.

Aranza Lineros

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.