En conversación con Doble Espacio, la periodista analiza la gestión chilena de la crisis sanitaria, la importancia del periodismo informativo y su uso de Twitter para difundir información. Igualmente, apunta a la importancia de los datos ocultados: “Me parece que hay suficientes antecedentes para que la justicia investigue, sobre todo a partir de las declaraciones del exministro Mañalich diciendo que se había reservado información para evitar darle munición a la oposición política”.
Alejandra Matus, periodista y autora de El libro negro de la justicia chilena, ha estado alejada de los medios de comunicación desde agosto del año pasado. Renunció a su cargo de editora y jefa de Investigación en The Clinic para radicarse en Brooklyn, Estados Unidos, y cursar un magíster en escritura creativa en la Universidad de Nueva York.
A pesar de la distancia con Chile, ha tenido un rol activo en la cobertura periodística local, esta vez desde su cuenta en Twitter (@alejandramatus). En abril de pasado, compartió el primero de varios “hilos” que cuestionaron la cifra de fallecidos por Covid-19 del Ministerio de Salud. Esto, cuando el país figuraba como una de las naciones con menor tasa de mortalidad y mejor manejo de la crisis en Latinoamérica.
Cuestionada por la calidad de los datos y sus medios para darlos a conocer, la periodista ha debido responder a las críticas por su investigación, especialmente en lo que respecta al uso de Twitter como espacio de divulgación periodística: “No me parece que haya más ventaja o riesgo en este formato. Lo que convierte en ventaja a la información es el tratamiento profesional. Dejar huellas para que otra persona, siguiendo el mismo camino, pueda llegar a la misma conclusión o rebatirla. Eso se puede dar tanto en redes sociales como en medios tradicionales. No me parece que haya una discusión al respecto”.
¿Por qué usar Twitter como medio de comunicación?
Yo devolvería la pregunta y diría: ¿Por qué no usar Twitter? Desde que abrió, tengo una cuenta y la uso simultáneamente a las cosas que publico en medios formales. Y nunca he tenido reparos en usarlo como medio de comunicación. En este caso, desde febrero venía publicando tuits en relación con la pandemia, especialmente considerando mi condición actual de estudiante y que no tengo una vinculación formal con ningún medio.
¿Por qué no enviar la investigación a un medio formal?
Habría sido una vuelta larga buscar un medio que quisiera publicarlo, y es probable que, de haber querido, me hubieran pedido un reportaje más largo que habría demandado más tiempo. La información que he ido publicando, en términos de géneros periodísticos, me parece que obedece al informativo. Lo que quería hacer era informar: tomar ese espacio del periodismo informativo para dar a conocer información relevante y, sobre todo, oportuna. No es que haya decidido no ir a los medios: es que no se me ocurrió. Seguí con el medio que estaba usando y no vi ninguna razón para decidir hacer esto en vez de lo otro. He estado usando este formato antes, y nadie me dijo: “¿Por qué publicas esta información en Twitter?”.
¿Qué hay de las fake news? Se puede falsear un tuit con su nombre…
Tengo una visión muy distinta respecto de fake news. El hecho es que históricamente, si uno atiende a la historia del periodismo, los grandes medios, los más establecidos y con control editorial, han publicado informaciones falsas por error, en algunos casos, y en otros de manera deliberada con un propósito político, que es la definición de fake news. Entonces, no me parece que un medio tradicional sea necesariamente garantía de que no se van a publicar noticias falsas. Como tampoco que Twitter, u otra red social, sea vehículo exclusivo de fake news.
¿Se puede confiar en Twitter?
El hecho es que, por ejemplo, en Twitter tienen cuenta presidentes, dirigentes, organizaciones sociales, periodistas y también los grandes medios de comunicación, que lo usan asiduamente. Así como existen cuentas falsas que pueden ser ‘Alejandra Matus’, también existen cuentas falsas de La Tercera y Canal 13. Y con el tiempo, la audiencia se ha educado de alguna manera para reconocer qué cuenta es parodia y qué cuenta es real. Es una regla de ese juego.
Respecto de las fake news, me parece que la solución no está en manos de los periodistas. El mejor antídoto es la educación. Y la educación en pensamiento crítico, para saber jerarquizar noticias, evaluar su peso, distinguir una fuente real de una falsa. Y no hay nada que podamos hacer los periodistas en la ausencia de esa educación. El periodismo tiene que hacer su oficio con responsabilidad. Si se equivoca, rectificar, y no prestarse para operaciones ni manipulaciones deliberadas, por eso no es el formato donde se ataca este tema.
El antropólogo Pablo Ortúzar la acusó de querer dañar la credibilidad del Gobierno…
Esas son interpretaciones de las que no me puedo hacer cargo, pero el periodismo que yo he ejercido es el más clásico de los clásicos, que es el periodismo de entregar datos. De hecho, me gustaría que si alguien tuviera esa noción, me dijera en qué tuit he usado algún adjetivo calificativo o he dicho: “por esto, el Gobierno tiene que irse”. Es información de relevancia pública, sea del signo que sea el gobierno, y que he obtenido con métodos periodísticos, con abstracción, porque no es mi tarea si daña o beneficia al Gobierno. Son derivadas de las que no me hago cargo.
¿Qué hay de quienes dicen que estos datos no aportan?
A mí me parece que es información útil que el Gobierno pudo haber aprovechado en su beneficio, usándola oportunamente, tomando medidas de mayor transparencia, escuchando a los expertos que coincidían con el diagnóstico de que las cifras no cuadraban. Y eso es noticia en cualquier parte del mundo donde haya periodismo libre.
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Todos los caminos llevan a Piñera
La gestión del Gobierno en la pandemia ha suscitado diversas críticas por su escasa transparencia y el confuso manejo de datos. El mayor escándalo fue la confirmación y publicación del subregistro de muertes a causa de Covid-19, cuestión que vino a confirmar los datos publicados por Matus en Twitter sobre un aumento en los decesos por causas respiratorias e incongruencias entre el Minsal y el Registro Civil.
En este contexto, el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, interpuso una querella contra el Presidente Sebastián Piñera, el exministro de Salud Jaime Mañalich y los subsecretarios Paula Daza (Salud Pública) y Arturo Zúñiga (Redes Asistenciales), adjudicándoles responsabilidad en las 62 muertes registradas en su comuna por Covid-19. La causa, que fue admitida por el 3° Juzgado de Garantía de Santiago, solicitó citar como testigos a varias figuras públicas, entre ellas, la periodista Alejandra Matus.
Pese a no estar enterada de que su nombre figuraba en la querella, Matus no se incomodó con la citación: “No es primera vez que me citan como testigo. También lo he sido por causas de violaciones a los Derechos Humanos. Incluso en causas contra mí misma”.
¿Cree que es válida esta querella?
Me parece que hay suficientes antecedentes para que la justicia investigue, sobre todo a partir de las declaraciones del exministro Mañalich diciendo que se había reservado información para evitar darle munición a la oposición política. Esa es una confesión de haber actuado deliberadamente, por lo menos, en la reserva de información que debiera ser de carácter público. Solo esa declaración amerita una investigación de oficio de la justicia, porque es un delito. Es un delito guardar información de relevancia pública.
Distinto es que hubiera dicho que no sabía o no tenía conocimiento. Nadie está obligado a lo imposible, pero esa declaración amerita, por lo menos, que se indague: ¿a qué tipo de información se refería? ¿Cómo ejerció lo que declaró? ¿Qué instrucciones dio? Una vez que se aclare, se podrá determinar si hubo o no delito y quiénes son los responsables.
¿Cuáles son las principales falencias de la contención de la crisis en Chile?
El primer error es tratar de esconder la pelota: no compartir los datos y no permitirle el acceso a instituciones chilenas muy validadas, como las universidades y las sociedades científicas. Es de alguna manera caminar el peligroso camino de asumir toda la responsabilidad y guiarse solamente, en última instancia, por las decisiones que toma el Presidente, o cual puede ser un beneficio si sale bien, pero es tremendamente riesgoso si sale mal. Tanto para su futuro político, pero mucho más para la vida y salud de los chilenos, que es lo más grave.
Entonces, necesitamos colaborar y dialogar para obtener un resultado óptimo, antes que pensar que en la cabeza de un solo genio están todas las soluciones.
¿Ese “genio” sería el Presidente? ¿Está toda la responsabilidad en Piñera?
Sí, y eso facilitado, además, por el sistema de gobierno que tenemos. La oposición me parece que recién se está poniendo las pilas. Estuvo bastante ausente del debate, pero tampoco tiene muchos mecanismos para hacerle contrapeso, además de presentar proyectos de ley. No hay, realmente, instituciones que puedan hacerle contrapeso al Presidente y por eso es que el cambio de ministro no asegura tampoco el cambio de estrategia. El ministro, en última instancia, no puede tomar decisiones autónomas. Tiene que pedirle el parecer al Presidente.
Entonces, todos los caminos nos llevan al mismo lugar, que puede ser virtuoso si este Presidente es un sabio que conoce todos los caminos de salida, pero también puede ser una piedra de tope bastante peligrosa.
Volviendo a Twitter, un hilo expuso la licitación de un proyecto comunicacional para el retorno a la normalidad de los funcionarios públicos…
Lo retuitié, porque estaba bien fundamentado, con los documentos y todo. Así que me parece que es un tema que interesa debatir. Me parece que es un despropósito, porque envía señales equívocas. La conducción y el lenguaje que se usa en la pandemia para producir adhesión es súper importante. Un estudio de la Universidad de Chile mostró cómo impactaron las afirmaciones públicas del plan “Retorno Seguro” en la adhesión a la cuarentena: se relajó en un 78 % porque la gente entiende que si la autoridad le está diciendo eso es porque sabe y, por lo tanto, se pueden relajar.
Considerando que lleva un tiempo en EE.UU. ¿Hay similitudes entre la gestión de Trump y Piñera? ¿El éxito o fracaso de la contención puede tener alguna relación con la posición ideológica de los gobiernos?
Más que la posición ideológica del presidente, incide la forma, la estructura política del país. En Chile tenemos una postura política fundamentalmente presidencialista. Por lo tanto, lo que opine el Presidente, sus vacilaciones o sus errores, lucen y tienen mucho mayor impacto que en Estados Unidos, donde la estructura de gobierno está mucho más descentralizada.
El Presidente [Trump] ha dicho una cantidad de cosas que, por supuesto, van mucho más allá y mucho más lejos de lo que ha dicho el presidente Piñera, pero tienen un impacto muchísimo menor, porque la estructura de gobierno le da mucho poder a los estados, donde el Congreso efectivamente es un contrapeso del Ejecutivo y hay, además, congresos estatales, que hacen que el impacto de lo que piense el Presidente sea menor en términos de la contención.
La urgencia del periodismo informativo
Ante la disyuntiva de si el uso de Twitter como medio informativo tiene relación con el devenir del periodismo, Matus interpreta los cuestionamientos como un temor a que el uso de esta red social como medio de comunicación deslegitime a los medios profesionales establecidos.
“Los medios tradicionales hoy están en crisis, no porque yo haya escrito un hilo. Lo estaban desde antes y la solución no es que yo me salga de Twitter. La solución es ver qué hacemos con el periodismo en las condiciones reales y atendiendo a las preferencias de las audiencias reales de hoy”, comenta la periodista.
¿Por qué es importante el periodismo informativo?
En estos momentos es de vital importancia lo que hace la información del día a día de los medios de comunicación. En esa información es donde los periodistas reciben el menor estímulo a contradecir las versiones oficiales, donde temen con mayor razón y con mayor argumento en la historia pasada, de que si insistes mucho en una pauta que el editor o el medio no quiere publicar puedes perder la pega, por ejemplo.
Los incentivos a los equipos periodísticos están puestos en ser menos críticos y preferir en la publicación la información oficial como la fuente principal. Le sumamos la variable política, porque dentro de los medios de comunicación a los propietarios se les puede identificar como simpatizantes del actual Gobierno. Además de todo, hay guías, por lo menos tácitas, de que pelearse con el Gobierno es pelearse con el dueño del medio.
¿Cuál es su estímulo para hacer este periodismo informativo desde Twitter?
Vuelvo a insistir que para mi Twitter no es el tema, es el periodismo informativo. Y este es un discurso viejo mío: lo que Chile necesita es periodismo informativo. El mayor déficit que tenemos es en periodismo informativo cotidiano. La información que necesita la gente todos los días para saber qué decisiones va a tomar en su vida cotidiana, para hacerse cargo o tener expresión frente a los poderes del Estado, los poderes económicos, los poderes con los que tiene que relacionarse día a día. Por eso, para mí fue natural Twitter, porque no estaba buscando un medio para hacer un reportaje de investigación que me demorara dos semanas. Quería buscar información que se publicara de inmediato porque tenía importancia en ese minuto.
Además, muchas veces las investigaciones terminan en libros, y no toda la población tienen el tiempo de leerlos para informarse…
Claro, tiene su tiempo, su importancia, pero no la urgencia del momento. Esa información tiene un impacto cuando es oportuna y no es el mismo impacto que tiene después. Después sirve para escribir la historia, para analizar lo que pasó, pero no para incidir en el presente.
Catalina Araya
Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile
Felipe Arancibia
Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile