El currículum en el país ha incorporado algunos temas en torno al cambio climático, pero aún no existe una mirada transversal en el sistema escolar; un pilar -según los expertos- para lograr paliar el desastre. En este reportaje hablan especialistas y también quienes han liderado los escasos proyectos que existen para sacar a Chile de esta siesta. 

 

Isidora Riquelme (20) es miembro de Friday For Future Santiago en el área de educación, organización medioambientalista creada por la activista sueca Greta Thunberg (16) y que en Chile comenzó a funcionar en febrero de este año. Riquelme nació en Santiago, pero también vivió en Valparaíso y por el trabajo de su padre ha viajado muchas veces al sur de Chile y a Chaitén, después de la erupción del volcán. Esos viajes siempre la acercaron a la naturaleza; un descubrimiento que siempre fue personal. Pese a que pasó por colegios privados, públicos, y subvencionados, en todos tuvo la misma experiencia con la educación ambiental: ésta nunca existió. 

Por eso, al salir de su colegio, el Liceo 7 de Providencia, decidió realizar un proyecto que impactará a todos y a todas las estudiantes de Chile. El proyecto “Plan B” busca que los establecimientos educacionales enfoquen su enseñanza en la sustentabilidad y así enfrentar la crisis climática tanto dentro como fuera de la sala de clases. Hoy se encuentra en periodo de prueba en cinco colegios de la Región Metropolitana, entre ellos el Liceo Manuel Barros Borgoño, Colegio Raimapu y  Liceo Nº7 de Niñas de Providencia. 

Aunque Chile solo es responsable del 0,25% de emisiones de gases contaminantes en el mundo -los países que más contaminan son China (29%), EEUU (16%), India (7%), Rusia (5%), Japón (4%), y Alemania (2%)-, también cumple siete de los nueve criterios de vulnerabilidad del cambio climático que impacta en en el aumento de incendios forestales, aluviones, olas de calor, sequías de largo plazo, desertificación y pérdida de glaciares con mayor reiteración e intensidad. 

Por el impacto de la crisis climática es que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) establece que la educación es un componente fundamental enfrentar el eventual desastre. “La educación empodera a las personas, pero, sobre todo, anima a los jóvenes a pasar a la acción”.  

A pesar de que ha habido avances en incorporar los temas en torno al cambio climático en la educación escolar, Chile no contempla una política educativa a nivel general con el objetivo de educar sobre la crisis climática y sustentabilidad para generar metas de adaptación tanto para las y los estudiantes como para la ciudadanía. 

“En mis primeros colegios la educación ambiental fue nula. Somos la generación que está sufriendo las consecuencias del cambio climático y la última que puede hacer algo. Sin embargo, nuestra educación está enfocada todavía en el individualismo y lo que logran es mostrar que el cambio climático es algo que va a pasar. Estamos viviendo una crisis climática y nuestros objetivos deben centrarse en cómo nos vamos adaptar”, dice Riquelme, que por medio del proyecto Plan B busca generar este cambio.  

 

Los desafíos en el aula

En junio de este año el Gobierno presentó el anteproyecto de Ley Marco de Cambio Climático, documento que propone convertir a Chile en el primer país en desarrollo en ser carbono neutral al 2050. Dentro de la Institucionalidad que plantea el anteproyecto está “Promover la educación y la cultura sobre las causas y efectos del cambio climático, así como las acciones de mitigación y adaptación”. Sin embargo, no contempla metas en torno a la educación ni a la adaptación. 

Isabella Villanueva, vocera de la plataforma Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), menciona que “desde la agrupación creemos que el Ministerio de Educación es uno de los grandes ausentes en el proyecto de ley. Si hoy no nos ponemos a hablar de adaptación con una reforma curricular que incorpore educación para la sustentabilidad, nos vamos a quedar cortos de nuevo”. 

Desde 2009, la Ley General de Educación (Ley 20.370 o LGE) establece que el sistema educativo chileno “se inspira en quince principios; uno de ellos corresponde al de la sustentabilidad, indicando que fomentará el respeto al medio ambiente natural y cultural, el uso racional de los recursos naturales y su sostenibilidad, como expresión concreta de la solidaridad con las actuales y futuras generaciones”. De acuerdo al informe realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el desempeño ambiental de Chile en 2016, señala que “el currículo ambiental se vuelve obsoleto en poco tiempo: los esfuerzos gubernamentales en materia de educación ambiental quedan rezagados por la velocidad a la que se suceden los acontecimientos en el ámbito de la política medioambiental”.  

Jenny Valderrama es profesora de Biología y Ciencias Naturales del Liceo 7 de Providencia desde hace 11 años. “El contenido acerca del cambio climático a partir del 2017 con la reforma curricular, se incorporó en 1º medio pero no es una unidad”, afirma. “Está dentro de una macro unidad que es ecología y se ve en dos o tres páginas del libro. Aborda desastres naturales, gases de efecto invernadero, un gráfico donde muestra la cantidad de Co2, temperatura y sería el tema. No se profundiza más”. 

En junio de este año, la Contraloría aprobó las nuevas bases curriculares para 3º y 4º medio, que comenzarán a regir el 2020. El curriculum para estos niveles no se modificaba desde 1998 y busca igualar la brecha de oportunidades formativas, actualizar y modernizar los conocimientos y duplicar la electividad para los estudiantes. El programa de estudio contempla un plan común general, plan diferenciado y horas de libre disposición. Las nuevas bases no contemplan una mirada transversal para abordar el cambio climático e incorpora ciertos objetivos de aprendizaje en las asignaturas  de Ciencias para la Ciudadanía, Educación Ciudadana e Historia, geografía y Ciencias Sociales. 

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Isidora Riquelme ha desarrollado dos proyectos escolares. "Por un 7 verde" y "Plan B".
Isidora Riquelme ha desarrollado dos proyectos escolares. “Por un 7 verde” y “Plan B”. Foto: Marco Jiménez

Carolina García es investigadora y Jefa de carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales de la Universidad de Santiago, afirma que “la propuesta es bastante general y se mantiene una misma lógica que en los niveles precedentes. El cambio climático se aborda con mayor profundidad en la asignatura de Ciencias para la Ciudadanía desde la lógica de comprender el fenómeno y promover una participación ciudadana para enfrentarlo. Sin embargo, no hay un plan de integración para abordarlo paralelamente en otras asignaturas”. 

Para Jenny ha sido un desafío buscar información y transmitirla a sus estudiantes: “La capacitación no nos llega a domicilio nosotros la buscamos, pedimos permisos y acudimos pero muchas veces es un día. No es una cosa muy profunda sobre estos temas. Nadie te obliga a ir, es por voluntad del docente”, comenta.

Marcar la diferencia

Para la académica Carolina García, el cambio climático debe abordarse transversalmente a nivel curricular. “Es un problema complejo, multidimensional en el que intervienen distintas disciplinas, por lo tanto, la preocupación ciudadana de los estudiantes por los desafíos del cambio climático debería abordarse transdisciplinariamente. Vinculando a las distintas asignaturas que nos permite comprender la complejidad de este problema. Sin embargo, no hay lineamientos políticos claros a nivel institucional que nos permita exigir efectivamente a los colegios que aborden estas temáticas de manera transversal”, dice.  

Es lo que justamente persigue Plan B: reformular el sistema de educación actual. Para ello se adhiere a la estructura y contenidos ya establecidos, pero cambia la ejercitación y actividades al interior de los establecimientos. Los objetivos del documento buscan la transversalidad de la sostenibilidad, cambiar el enfoque del antropocentrismo al ecocentrismo para buscar un sentido para y con la naturaleza e incorporar los conceptos de cambio climático y justicia climática transversalmente y de Prekinder a Cuarto Medio, garantizando la salud mental para todas y todos los estudiantes. 

El proyecto contempla Actividades de Reformulación: sesiones fuera del aula pero dentro del colegio, donde se genera la prevención y la adaptación al Cambio Climático para toda la comunidad educativa, donde se involucran con el lugar que habitan realizando diferentes actividades como zonas de compostaje, huertos, plan de basura cero, reformular la iluminación del establecimiento, capacitación para postular a fondos, entre otras. También incorpora Actividades de Impacto Global: Se busca responsabilidad socioambiental de los colegios con el entorno en el que se sitúan con el objetivo de generar una cultura de prevención y adaptación. se establecen actividades como escuela abierta para los vecinos, adoptar parques para resguardar flora y fauna, hacer estudios e incorporar actividades al aire libre. 

Isidora Riquelme cuenta que en el liceo fue su primer acercamiento con la educación ambiental, pero por un proyecto que guió personalmente. De la mano de la certificación SNCAE, que otorga el Ministerio de Medio Ambiente a escuelas sustentables, realizó un proyecto antecesor al “Plan B”, llamado “Por un 7 verde”,  un plan participativo donde se seleccionaron 25 proyectos que contemplaban actividades extra programáticas. “Dentro del diagnóstico -comenta- me di cuenta que los problemas de salud mental deben estar incorporados en los planes educativos de manera integral ya que muchas y muchos estudiantes sienten que lo que estudian no tiene sentido a futuro, que muchas veces lo que aprenden está sin un contexto y que no es aplicable a una una realidad sustentable”. 

“Plan B” refuerza cinco tipos de aprendizaje que en bases curriculares de otros países están incorporados como Finlandia o Japón,  comprobando que hay un mayor impacto en el aprender de niñas, niños y juventudes. Se encuentra el Aprendizaje basado en proyectos, pensamiento en diseño, aprendizaje cruzado, aprendizaje Cooperativo y educación STEM. 

La primera parte del proyecto se presentará en la décimo quinta Conferencia de la Juventud (COY) que se realizará el 28, 29 y 30 de noviembre en la ciudad de Valparaíso. Después de ese hito, se presentará una carta ante los Ministerios de Educación, Medio Ambiente y el de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, para buscar su apoyo y seguir desarrollándolo. Isidora Riquelme espera que el proyecto sea aprobado e implementado desde el 2020 y que la versión universitaria sea trabajada desde el 2020 a 2022.  

Isidora Riquelme
Isidora Riquelme – Foto: Marco Jiménez

 

 

Marco Jiménez

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile