El caso de Renato Poblete, destapado este año, ha hecho que la Compañía de Jesús resulte golpeada. Los denunciantes de abusos cometidos por miembros de la congregación insisten en que el silencio sobre sus casos no solo fue responsabilidad de algunos sacerdotes, sino también de las poderosas relaciones que los jesuitas construyeron con la élite. 

 

Era una cena mensual. Hasta el número 17 de la calle Cienfuegos, en el centro de Santiago, llegaron durante años ilustres personajes de la vida política y social para participar en los llamados “martes Bellarmino”. Una tradición a la que invitaban diversos religiosos jesuitas, pero en las que también participó como anfitrión el fallecido sacerdote Renato Poblete.

Se les llamó “martes Bellarmino” porque se desarrollaban en el centro de estudios del mismo nombre, un lugar desmantelado con el tiempo donde actualmente funciona el casino de la Universidad Alberto Hurtado. Hoy solo existe la comunidad jesuita Bellarmino, conformada por no más de diez sacerdotes que aún viven ahí, y que todavía invitan, de vez en cuando, a algún ínclito personaje del mundo político. Sin embargo, no es ni la sombra del núcleo poderoso con que se reunieron los jesuitas en cenas que partían cerca de las 20 horas.

Los “martes Bellarmino” son una de las mejores instancias que encontraron Poblete y otros hombres de la Compañía en Chile, para codearse con la élite y el poder. También, para ejercer influencia en materias importantes y en discusiones legislativas. Si el Opus Dei y los Legionarios de Cristo hicieron sus mejores aliados cerca de la cordillera, los jesuitas fueron transversales: se quedaron en el centro de Santiago. Su mundo giró en torno a La Moneda y a los partidos políticos, sobre todo los de la Concertación de Partidos por la Democracia.

Helmut Kramer, vocero de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, lo explica así: “La congregación acompañó a la Concertación en el proceso de transición con parientes ligados al poder político, tejiendo redes en los más altos niveles. Pero no solo del poder político, sino también del económico, usando el Hogar de Cristo como el puente entre la congregación y los más altos empresarios del país”.

 

Vínculos sagrados

El informe dado a conocer parcialmente por la Compañía sobre el historial de abusos de Poblete –que sumaría más de 20 víctimas–, reveló años de oscuras historias de quien fuera en su momento uno de los religiosos más importantes del país. Sin embargo, el hecho puso en el centro de la polémica a la congregación entera. 

Creada en 1539 por Ignacio de Loyola, la Compañía asumió localmente un rol educacional que cumplió fielmente desde la Colonia y que, posteriormente, se ampliaría a una labor netamente social, de la mano de Alberto Hurtado. Sin embargo, esa labor también acercó a los religiosos al poder. En ese ámbito, el Hogar de Cristo se transformó en un eje. 

En el directorio del Hogar de Cristo han rotado personalidades siempre vinculadas a la élite. Hoy, por ejemplo, figura como director Bernardo Larraín Matte, presidente de uno de los gremios empresariales más importantes del país: la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), además de pertenecer al poderoso grupo Matte, controladores mayoritarios de Colbún S.A. En el directorio también figura José Yuraszeck (capellán general), hijo del empresario homónimo conocido por el caso Chispas y por haber sido presidente de Azul Azul entre 2012 y 2014.

Entre los miembros –todos ad honorem y con una vigencia de seis años en el cargo– también hay figuras ligadas al ala más conservadora de la Concertación, como Jorge Correa Sutil (secretario), democratacristiano y exsubsecretario del Interior en el Gobierno de Ricardo Lagos. Correa Sutil es columnista del diario El Mercurio y pertenece al estudio jurídico Balbontín Linazasoro y Cía., donde también trabaja Waldo Bown, el abogado que investigó, por petición de la Compañía de Jesús, los abusos de Renato Poblete. Además, defendió jurídicamente en 2014 a Celulosa Arauco y Constitución (Celco) ante el Tribunal Constitucional, tras la aparición de peces muertos en el río Cruces, cerca de Valdivia. Celco, la empresa de la que aún es director Alberto Etchegaray, quien también ha estado ligado a la congregación. 

“Naturalmente, la beneficencia es un modo de ejercer poder, sobre todo si es lo suficientemente ventilada por los medios”, dice Óscar Contardo, periodista y autor de Rebaño, libro que aborda la crisis que atraviesa la Iglesia Católica chilena. “Poblete supo hacerlo e impulsó una manera de hacer las cosas dentro de su congregación que combinaba redes de poder política, económica y mediática, con el máximo de publicidad posible”, señala Contardo, quien se refiere a otro de los éxitos sociales de la congregación y que convirtió un acto de beneficencia en un verdadero evento del jet set local: “La Cena de Pan y Vino se parece mucho a los desayunos del National Prayer Breakfast creado por un pastor evangélico norteamericano, una reunión de carácter aparentemente religioso que acaba siendo un evento de influencia política y acumulación de poder. Hizo de esa ‘cena’ un evento oficial de la élite”.  

Helmut Kramer pone acento especial en este evento: “Si no hubiese sido por sus vínculos representados en la Cena de Pan y Vino, con las más altas esferas políticas y económicas, no podrían haber tejido el manto de encubrimiento en que vivieron por décadas”, dice.  

Uno de los directores laicos de la Universidad Alberto Hurtado, perteneciente a la Compañía de Jesús, es el mencionado Alberto Etchegaray Aubry, ex ministro de Vivienda de Patricio Aylwin entre 1990 y 1994. El también empresario ha forjado una estrecha relación con los jesuitas desde 1987, cuando fue el encargado de logística de la visita del Papa Juan Pablo II. Fue entonces cuando conoció al empresario Anacleto Angelini, en la casa del Cardenal Juan Francisco Fresno, según declaró Etchegaray a El Mercurio tras la muerte de Angelini, en 2007. Tras la visita papal, Angelini le propuso a Etchegaray trabajar en una de sus empresas, pero este no quiso dejar de lado sus actividades políticas. Sin embargo, terminadas sus funciones ministeriales, Angelini le ofreció ser director de Celco. “Lo nombraron porque abre las puertas a nivel de Gobierno, tiene muy buenos contactos”, señalaba al diario La Nación un director de la Fundación para la Superación de la Pobreza, entidad que presidía Etchegaray al dejar el Ministerio de Vivienda. El exsecretario de Estado era también muy cercano a Cristián Precht, expulsado del sacerdocio en septiembre de 2018, con quien compartió públicamente en diversas ocasiones. Por ejemplo, en la visita de Juan Pablo II, cuando recorrieron juntos los lugares que iba a visitar el Pontífice, como relata Andrea Lagos en Precht, las culpas del vicario. En 2005 se formó la Comisión Central Canonización Padre Hurtado, presidida por el Obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, y que tuvo entre sus miembros a Benito Baranda, Poblete, Precht y al propio Etchegaray.

 

Políticos en la casa

Las relaciones entre los jesuitas y los políticos siempre han sido intensas. Durante más de una década, mientras se realizaron los “martes Bellarmino”, los jesuitas buscaron consolidar sus redes de poder. Un alto representante de la congregación aseguró a La Segunda en junio del 2014, que el objetivo de estas reuniones reservadas era “tener una conversación franca sobre los principales problemas del país o del mundo”. Según el representante de la Compañía, buscaban estar bien informados y conocer de primera fuente las discusiones que se estaban llevando. Sin embargo, también eran un momento en que podían presentar sus propios puntos de vista en reformas importantes, como cuando invitaron al entonces ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, en medio de la discusión por la reforma al sector. En la ocasión, Eyzaguirre compartió mesa con Fernando Montes, exrector del Colegio San Ignacio El Bosque y por entonces rector de la Universidad Alberto Hurtado.

Hasta la calle Cienfuegos llegaron algunos presidentes de la República, importantes figuras políticas, intelectuales y miembros del clero. Miembros de la congregación señalan que, incluso, fueron invitados los entonces presidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Montes se consagraría como una de las figuras cercanas a la exmandataria.  

En el marco de los cuestionamientos y de la revelación de abusos sexuales en la Compañía de Jesús, Allan Pineda, vocero de los denunciantes de los jesuitas, señaló en una entrevista en Cadena Nacional de Vía X, que Montes “es uno de los grandes encubridores que hay en Chile por parte de la compañía”, agregando que la red de protección es muy grande. “Existe prohibición de hablar, dicen que no saben y sí saben”.  El modus operandi de los jesuitas es ir moviendo de un lado a otro a cada miembro acusado de abuso. “Como un tablero de ajedrez, van moviendo las piezas estratégicamente, generalmente no los mantienen instalados en un mismo lugar”, afirmó. 

La figura de Montes ha sido cuestionada en más de una oportunidad. Ante las denuncias contra el sacerdote Jaime Guzmán Astaburuaga y el ex provincial de los jesuitas, Eugenio Valenzuela. En Rebaño, Oscar Contardo relata que el caso de un denunciante de Valenzuela por abuso sexual fue dejado en manos de Montes, quien respondió de forma agresiva ante los cuestionamientos de la víctima por no aceptar la presencia de un psiquiatra en la instancia, acuerdo al que habían llegado en la segunda reunión. La conversación se tensó y Montes lanzó, según se lee en el libro, una frase desgarradora: “Tú tenías 18 años y sabías perfecto lo que hacías. Hasta te gustó”. 

En septiembre de 2009, la entonces Presidenta Michelle Bachelet entregó el Premio Bicentenario a Renato Poblete por su “dedicación a los pobres”. En ese momento, Bachelet destacó la labor de Poblete: “Ha dejado una impronta de humanidad en la historia de nuestro país”. 

Consultados por Doble Espacio sobre las investigaciones que siguen en marcha, la Compañía de Jesús señaló que está todo en su página web. 

Tras el destape de las acusaciones por abuso sexual, la Compañía ha investigado internamente los casos. Las denuncias contra Poblete calaron hondo en el núcleo de la congregación. Tras conocer el informe de Waldo Bown, quien llevó a cabo la investigación a Poblete, la congregación pidió perdón. Sin embargo, el mea culpa no fue total: el comunicado emitido el 30 de julio da cuenta del fin de la investigación y según el escrito – y sobre la base de las conclusiones del abogado Bown-, no se acreditó la existencia de encubrimiento. Igualmente, el comunicado afirma que “se pudo constatar 4 casos de abuso sexual de menores de 18 años”, ocultando lo que La Tercera Domingo revelaría días después tras acceder al documento: Poblete abusó de una niña desde los 3 hasta los 10 años. 

 

Más allá de la fe

La muerte de Renato Poblete, en febrero de 2010, estuvo marcada por el reconocimiento de miles de chilenos que homenajearon al excapellán del Hogar de Cristo. El funeral fue un hito para la Iglesia chilena. Diversas figuras del ámbito político y religioso acompañaron al sacerdote. Muchos hablaron, pero una figura destacó: la de Juan Ochagavía, que le dedicó sentidas palabras ante cientos de personas.

Ochagavía es reconocido por su rol en el mundo religioso chileno, siendo parte de grandes hitos de su historia. Durante el Concilio Vaticano II (un concilio ecuménico convocado por Juan XXIII en 1959, en el que se discutieron la renovación moral de la vida cristiana, la disciplina eclesiástica y la relación con el resto de las religiones), fue acompañante del cardenal Raúl Silva Henríquez y del hoy cardenal de la curia católica, Jorge Medina. A partir de entonces, su figura ha estado marcada por la influencia que ha tenido en los  jesuitas.

El sitio oficial de la Fundación Padre Hurtado lo reconoce como sobrino en segundo grado de Alberto Hurtado, quien fue su profesor y director espiritual. Le correspondió escribir el “Votum” sobre los escritos de Hurtado. Fue, además, profesor en la Universidad Católica y decano de su Facultad de Teología.

Marcela Aranda, denunciante de Poblete, lo reconoció como uno de los principales encubridores del sacerdote. “Le conté lo que me estaba pasando, le presenté un escrito y no recibí ninguna respuesta, mientras los abusos se seguían repitiendo”. Durante la investigación de Bown sobre los abusos de Poblete, Ochagavía fue llamado a declarar por no tomar medidas ante las denuncias presentadas.

En un post de Facebook, José Manuel Prieto, uno de los denunciantes de Valenzuela, escribió: “Juan Ochagavía nunca actuó como un verdadero investigador, más bien cuestionó mi testimonio, hizo que cambiara mi declaración, me dio a entender que yo estaba confundido. Me quedó claro que estaba echando la tierra debajo de la alfombra y que quería cerrar pronto este tema”. En Rebaño Contardo destaca que ninguno de los tres denunciantes del caso Valenzuela quedaron satisfechos con las resoluciones de la Compañía.

Dib Atala, uno de los denunciantes de Valenzuela, comenta a Doble Espacio que lo que más le ha sorprendido de la forma de actuar de los jesuitas, post denuncias, es “el uso que le han dado a esas relaciones de poder”. No solo por el hecho de que existan, sino por cómo se comportan. “Han movilizado contactos, dilatan reuniones. Hay mucho manejo mediático y de sus tiempos, en eso se dan privilegios. También contrataron a un nuevo abogado, José Ignacio Escobar”, comenta Atala. Escobar es socio del abogado Julián López, exdefensor de los controladores de Penta, Carlos Alberto Délano y Carlos Lavín, y uno de los artífices de la Reforma Procesal Penal. 

 

Poblete y los medios

El 21 de abril de 2010 marcó un hito en la prensa chilena. Un artículo publicado por La Tercera reveló la existencia de diversas denuncias en contra del expárroco de El Bosque Fernando Karadima. El mundo religioso, por primera vez en su historia, tambaleaba ante quienes antes fueron sus portavoces para relacionarse con el mundo civil.

Ese mismo día La Segunda, parte del conglomerado de El Mercurio, dedicó su portada al abogado del religioso, Juan Pablo Bulnes Cerda, parte del estudio de abogados Ossa, Bulnes & asociados, junto a Juan Luis Ossa Bulnes, exdiputado por el Partido Nacional. En la tapa del vespertino se leían las palabras del jurista: “La denuncia no tiene fundamento”. Dentro de las páginas del diario, según rescata Karadima. El señor de los infiernos, de la periodista María Olivia Monckeberg, podían encontrarse diversas entrevistas en defensa del expárroco, entre quienes estaba Juan Esteban Morales y el diputado UDI Alejandro García-Huidobro, quien diría que “acá puede haber otro tipo de intenciones… desprestigiar a la Iglesia”. Era la contraofensiva de los medios ante las denuncias.

En el mismo vespertino, durante años, Poblete ejerció como columnista. Hoy, al buscar allí su nombre, solo pueden hallarse notas relacionadas al informe Bown, en el que se reconocen los abusos del jesuita. Como si nunca hubiera estado ligado al medio. 

El secuestro, en 1991, de Cristián Edwards del Río -hijo de Agustín Edwards Eastman, director de El Mercurio fallecido en 2017-, derivó en un cautiverio de 145 días en que la única comunicación entre sus secuestradores y la familia Edwards fue mediada por Poblete. Interferencia destaca la relación que tuvo el sacerdote con la familia: “Poblete conocía a Agustín Edwards desde los años 60, cuando el religioso se vinculó fuertemente con la élite empresarial y académica a través del centro de pensamiento Roberto Bellarmino y de las clases que impartía en la Facultad de Sociología de la Universidad Católica”. La relación, sin embargo, se fortaleció gracias a las amistades comunes que tenían con Ralph Dungan, asesor de asuntos latinoamericanos de John F. Kennedy, y Hernán Cubillos, canciller durante la dictadura, asesor y amigo de Agustín Edwards, y padre de la actual ministra de Educación, Marcela Cubillos.

Interferencia destaca, además, que “en medio de esos cinco meses de negociación, Poblete tuvo encuentros con el entonces ministro del Interior, Enrique Krauss”, quien ejerció como tal durante durante todo el período de Aylwin. 

         A  fines de los años 90, el empresario y dueño de El Mercurio se volvería un activo socio de la fundación del Hogar de Cristo. Incluso se convirtió en consejero, apadrinando a niños acogidos por la institución. 

       Este tipo de relaciones nunca se vieron opacadas, pero sí compartidas con otra congregaciones. Con figuras como la de Renato Poblete, los jesuitas buscaron, durante años, recuperar el poder perdido ante el Opus Dei o Los Legionarios de Cristo. “Incluso, llegaron a preguntarse si cerraban el colegio de Alonso Ovalle, en el centro, para abrir uno hacia el barrio alto, pero desistieron porque ya habían apostado por la universidad”, cuenta un ex sacerdote jesuita.

Con un sentido del poder refinado, según señala Contardo, “eligen muy bien los guardabarreras a los que cooptan” individualmente. Son personas que les aseguran la llegada veloz a los sitios en donde se toman las decisiones y donde se escoge quiénes tendrán tribuna pública. “Renato Poblete se transformó en un símbolo y un ejemplo de cómo ejercer esa manera de influencia, de hecho el propio Felipe Berríos lo dejó por escrito en uno de sus libros. Otros jesuitas recurrían a él para conseguir dinero para las obras que lideraban, porque sabían que Poblete siempre sabía cómo obtenerlo. Poblete fue un ejemplo de gestión para los jesuitas y un modelo de relaciones públicas y de influencia”, cierra Contardo.

 

 

Javier Otárola López

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Javiera Ojeda

Estudiante de Periodismo, Universidad de Chile.

Aleister Quezada

Periodista de la Universidad de Chile.