La consulta ciudadana en torno al anteproyecto de Ley Marco de Cambio Climático recopiló 1475 observaciones para su consideración en el documento. La presidenta de CEUS Chile y vocera de la Sociedad Civil por la Acción Climática conversó en Doble Espacio de la crisis climática, la importancia de que Chile presida la COP 25 y de la educación y la adaptación como cuestiones fundamentales. 

 

El pasado miércoles finalizó la consulta ciudadana por el anteproyecto de Ley Marco de Cambio Climático, documento que propone convertir a Chile en el primer país en desarrollo en ser carbono neutral al 2050. La consulta reunió en 43 días 1475 observaciones que serán evaluadas de cara a la evaluación del documento. El anteproyecto se enmarca en las acciones que propondrá Chile en su compromiso con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

Chile será el anfitrión de la vigesimoquinta Conferencia de las Partes (COP 25) donde se podría definir cómo se ejecutará el Acuerdo de París firmado en la COP 21, que busca la disminución de los gases de efecto invernadero y la adaptación a los daños irreversibles que está generando la emergencia climática.

Isabella Villanueva (25), estudiante de Ingeniería Civil Hidráulica, Sanitaria y Ambiental de la Universidad de Chile, trabaja e investiga los sistemas de tratamiento de aguas residuales con revalorización de recursos y carbono neutral. Actualmente es presidenta de la ONG CEUS Chile, red de estudiantes, técnicos y profesionales que informan y debaten en torno a la sustentabilidad desde diferentes disciplinas. También es vocera de la plataforma Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC).

Realizada ya la encuesta, ¿cómo evalúas el anteproyecto?
Es una ley, eso es lo primero, y hay que reconocer. Lo segundo: es una ley pobre. Se queda corta, sobre todo porque Chile es altamente vulnerable al cambio climático. El documento no establece ninguna meta de adaptación ni le otorgamos fondos a la adaptación. No se habla de los derechos humanos en torno al cambio climático, ni tampoco se habla de la educación en términos de mitigación y adaptación. Crea nuevos organismos, más burocracia, pero siempre con miras al futuro. De aquí a 30 años es tarde. Los efectos del cambio climático se están dando hoy en un país que está sufriendo una sequía hace 10 años, donde somos súper propensos a los desastres naturales.

¿Y cómo ves la ambición de Chile de cara a la COP 25?
 La meta estrella del documento es de mitigación: al 2050 se propone la carbono neutralidad. Todos gases de efecto invernadero son absorbidos por algo, y ese algo son nuestros bosques o nuestros océanos. Sin embargo, si hablamos de ambición con miras a la COP 25, tiene que plasmarse en una ley con todo: irnos con la adaptación, ponernos metas ambiciosas, y si vamos a poner una meta de carbono neutralidad de aquí a 2050, necesitamos metas intermedias.

 

Adaptarse día a día 

Después del 27F, el Estado generó nuevos mecanismos terremotos y tsunamis. La ciudadanía identificó lugares seguros, vías de evacuación y comenzó a familiarizarse con la señalética. A nueve años, la pregunta por la adaptación a otros desastres naturales se hace vital. “El término adaptación se vuelve fundamental. La gente sabe actuar frente a un terremoto: te llega un sms, todo el mundo sube a lugares seguros, etc. Eso es un salto cultural y educacional frente a los desastres naturales pero ¿qué ocurre con el cambio climático?”, pregunta Villanueva.

En el anteproyecto se lee 47 veces la palabra adaptación, pero no se especifican metas ni mecanismos. ¿Qué implica el uso de esta palabra en vez de otras?
El documento se queda corto. No se han sentado una cantidad de organizaciones e instituciones con el Gobierno a hablar de cómo nos adaptamos en un país altamente vulnerable al cambio climático. Para la ciudadanía, la adaptación es un término que no existe, y eso es un primer escenario del que tenemos que partir hablando. Si vas y le hablas a la señora Juanita de adaptación al cambio climático, no sabe qué es. Seguimos pegados en la mitigación, y todos sabemos de los gases de efecto invernadero, pero nadie sabe que a los efectos que están ocurriendo hoy, nos tenemos que adaptar. Necesitamos darnos cuenta de que ahí no se acaba el cambio climático. Ya no se trata de qué planeta queremos dejar a nuestros hijos: es el planeta que tenemos nosotros.

¿Cuál es tu postura en relación a la educación sobre sustentabilidad y cambio climático?
Desde la Agrupación por la Sociedad Civil por la Acción Climática, planteamos que el Ministerio de Educación es uno de los grandes ausentes en el proyecto de ley. Si hoy no nos sentamos a hablar de adaptación y de mitigación, con una reforma curricular que incorpore educación para la sustentabilidad, nos vamos a quedar cortos de nuevo. No basta con que armemos la institucionalidad de cambio climático del siglo, si no va de la mano con educar a la ciudadanía y comprometerse. La emergencia climática está acá y nos está afectando a todas y todos. No lo digo desde una perspectiva científica: del cambio climático se tiene que hablar en Historia, en Lenguaje, en Matemática, en Física, en Consejo de Curso, etc. El cambio climático es salud, es historia, es ciudadanía, es sociedad civil. Todo eso se debe plasmar en una reforma curricular desde educación básica hasta educación superior.

Hoy se declara la opcionalidad,  para 3° y 4° medio de un ramo como Historia. ¿Debería haber un ramo obligatorio sobre sustentabilidad?
No. Debería ser un contenido transversal a todos los ramos. Lo mismo ocurre en la universidad o en mi facultad: se plantea hacer un ramo, pero no se trata de sobrecargar la malla. Se trata de entender que es un tema transversal, que debe verse en todas sus aristas y que se debe meter en el pensamiento de la gente. Hay que entender que el cambio climático tiene una dimensión no solo ecológica, no solo ligada a la ciencia,. No basta con decir que todos emitimos gases de efecto invernadero, hay que darse cuenta que nuestra sociedad en su conjunto ha estado mal enfocada, y eso no se cambia con un ramo.

¿Qué tan relevante es que instituciones públicas, como la Universidad de Chile, declaren “emergencia climática”?
Es fundamental. Primero, porque hacemos un llamado a sacarnos de la cabeza que el cambio climático es algo que va a ocurrir: la emergencia climática es lo que está pasando. Cuando instituciones públicas como la Universidad de Chile se declaran en emergencia climática, buscan tomar medidas internas y presionar al Gobierno a que tome medidas a nivel país. La Chile debe cumplir su rol público y estar en el lado correcto de la historia: declarar emergencia climática, tomar la batuta en el tema y formar a la ciudadanía y a la comunidad entera que toca.

El acuerdo que se busca

El Acuerdo de Escazú, elaborado en 2018, tiene como bases el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia ambiental en América Latina y el Caribe. Lo han firmado Perú, Argentina, Brasil y otros catorce países. El documento garantiza la participación de las comunidades en la toma de decisiones, comprometiendo a sus firmantes a una “participación abierta e inclusiva en los procesos, sobre la base de los marcos normativos internos e internacional”. El texto explicita que tanto el gobierno como las comunidades tendrán voto en la toma de decisiones.

¿Qué ocurrió con Chile? Tras liderar las negociaciones, su participación quedó en suspenso luego de que la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, informara que la Cancillería había pedido postergar la participación.

“Hay grandes ausentes y uno de esos son los derechos humanos”, afirma Villanueva. “Sin el Acuerdo de Escazú firmado, no podemos estar hablando de derechos humanos ni  de participación ciudadana frente al cambio climático, porque ese es el piso mínimo que debemos cumplir. Hago un llamado a que los estudiantes de la Universidad de Chile, y la ciudadanía en general, se pongan la camiseta con este acuerdo y exijamos que se firme. Es gravísimo que hoy no lo tengamos. Mientras no se dé seguridad a quienes luchan, se está cocinando la acción climática a su conveniencia en cuatro paredes o en la zona azul de la COP”.

Pronto se realizará el IV Congreso Estudiantil Universitario de Sustentabilidad CEUS 2019. ¿Cómo se promueve un espacio para informar, debatir y aprender?

El congreso existe desde 2016, y tiene el sello de ser organizado por y para estudiantes. Es un congreso transversal a todas las disciplinas, a todas a las instituciones de educación superior, técnicas y profesionales. Es un espacio de convergencia de líderes jóvenes en sustentabilidad de todas las regiones. Es un espacio para que vengan a discutir sobre el rol de Chile en la COP 25, sobre cómo estamos posicionados en el escenario mundial y si lo que está planteando el Gobierno es suficiente. Y para eso, vamos a tener una serie de charlas, para luego dar paso a mesas de conversación y trabajo.
Nuestro objetivo es elaborar un documento con 11 propuestas para los 11 años de acción. Queremos dar vuelta la cifra que lanzó un estudio de la Universidad Católica de Valparaíso: el 80,5% de los jóvenes no sabe qué es la COP 25 ni que se va a desarrollar en Chile. Queremos demostrar que quieren participar, que quieren influir y que están preparándose para salir a un mundo en el que pueden ser un aporte.

 

 

** Más información sobre CEUS Chile (acciones, ejes temáticos, cómo hacerse socio), en www.ceuschile.cl.

 

Marco Jiménez

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile