El año 2017 fue clave para el Liceo Arturo Alessandri Palma. Su larga trayectoria como establecimiento de hombres tuvo un punto de inflexión: sería el primero de los emblemáticos en volverse mixto. Una medida innovadora, que se adelantó a la “ola feminista” de 2018.

 

Han pasado dos años desde que el Liceo A-12 “Arturo Alessandri Palma”, en la comuna de Providencia, decidió matricular a hombres y a mujeres a partir de 2018. Los dirigentes del actual Centro de Estudiantes aseguran que ha sido un cambio positivo y a la vez drástico para el establecimiento, tradicionalmente masculino. Creen que la medida oportuna favorece a niñas y niños: ellas pueden ingresar a un liceo emblemático y bicentenario; y ellos, estar mejor preparados para los nuevos tiempos.

 

Pese a los esfuerzos de los centros de estudiantes anteriores, el actual presidente, Sebastián Villacura, plantea que se sigue percibiendo el machismo, dentro y fuera del aula. En algunos casos, por la poca o nula preparación de profesores y estudiantes. Sin embargo, muchas malas prácticas contra los estudiantes se atenuaron o fueron completamente anuladas con la llegada de las niñas. Antes, los profesores obligaban a los alumnos atrasados a realizar flexiones de brazos; ahora, los dejan entrar con una amonestación. Igualmente, la hipersexualización de -y las burlas a-  las profesoras han cedido significativamente.

 

La presencia estudiantil femenina, en tanto, se ha hecho notar. Con el liceo en toma, en junio pasado, las alumnas ocuparon los techos de igual manera que el resto. Era fácil notar que ellas eran más que ellos y ellos, por su parte, reconocieron que las mujeres se organizan mucho más rápido y mejor. Para entrar al liceo en toma, había que pasar por la puerta principal (de calle Bustamante), donde una alumna llevaba el registro de quienes ingresaban. Una vez adentro, se les pudo ver pintando lienzos, jugueteando y burlándose de los inspectores con frases como, “pase, viene atrasado”. Suena una canción de “@iamferv”, estudiante del liceo con más de 840 mil seguidores en instagram. Si bien es famosa, a la mayoría no le importa. Es una más entre los “alessandrinos”.

 

Hasta la entrada del liceo llega Cristóbal Muñoz, presidente del centro de estudiantes en el período previo a la transición. Fue uno de los precursores en la lucha del Alessandri por convertirse en un liceo mixto. Se lo ve junto a Francisco Meza, su vicepresidente, con quien conformaron la lista “Integra y Recupera”, que buscaba cambiar la situación que vivían sus compañeros. Todos los saludan y ambos, de muy buen humor, bromean de vuelta. Aseguran haber usado las herramientas disponibles en su momento, que no eran demasiadas, para adecuar el comportamiento de una comunidad educativa mayoritariamente masculina al cambio que se viviría

 

Los “simios” al poder

Los bajos del reggaeton y del hip hop retumban en las paredes del liceo tomado. Algunos juegan basquetbol y otras están sentadas, conversando. A lo lejos, chicos y chicas se posan sobre las barras de calistenia, mientras comparten y comen. Otros tantos se ubican bajo las reducidas sombrillas de metal que poco tapan la luz solar. Es notoria la división por sexos, pero todos conviven en un mismo ecosistema.

 

Con su lista “Integra y Recupera”, que asumió en 2017, Cristóbal se opuso al modelo tradicional de centros estudiantiles. No eran los alumnos más aplicados ni militaban en partidos, excepto él, que siempre transparentó su pertenencia a las filas de Izquierda Libertaria (aunque asegura que esta nunca influyó en sus decisiones). Francisco, el exvicepresidente, recuerda cómo conformaron la lista. Ambos estaban ansiosos por realizar cambios en el liceo, por movilizar y unir a los alumnos. Sin embargo, no eran cercanos ni pensaban en un mismo proyecto. Los números los unieron. “A mí me faltan personas, a ti te faltan personas. ¿Y si hacemos una sola lista?”, le dijo a Cristóbal. Así comenzó todo.

“La unión hace la fuerza”, aseguran ambos, mientras sonríen de forma cómplice. Conformaron su proyecto sin saber lo que enfrentarían. Debían competir con otra lista, la de los “buenos estudiantes”: alumnos que buscaban mantener el orden y organizar actividades sin sello político, como la semana de aniversario. Tenían buenas notas y comportamiento adecuado, además de afinidad con la dirección. Nada podía salir mal, hasta que la lista de Cristóbal y Francisco se unió a la contienda.

Ellos eran la antítesis de lo acostumbrado. Solían rodearse de alumnos que ocupaban los difamados “codos” -“sur”, “medio” y “norte”- . El más controversial es el sur, el más rebelde, conformado por skaters y punkies, entre otros. Por su parte, los del codo norte les dieron la fama de “simios” a los estudiantes del liceo, por desordenados, sucios y groseros. Hasta ese año, eran los que juntaban en medio de la cancha las mochilas de quienes consideraban más débiles, y les tiraban fruta si se atrevían a recuperarlas. En época de alianzas, estudiantes de liceos femeninos se coordinaban con el Arturo Alessandri, aunque las cosas no iban muy bien: los “simios” les gritaban o las insultaban. También buscaban peleas con otros estudiantes y se drogaban a escondidas. Entre ellos surgieron los nuevos líderes del liceo.

 

Lo de “simios” les jugaba en contra. Los exdirectivos recuerdan que estudiantes de otros liceos emblemáticos no los consideraban “tan emblemáticos”. A Cristóbal esto le hacía más ruido, pues su hermano estudiaba en el Instituto Nacional, donde era políticamente activo. Él siempre le recalcaba que sus pares no les tenían respeto por sus conductas poco civilizadas.

 

En marzo de 2017, la nueva lista salió a la búsqueda del espíritu alessandrino perdido. Cristóbal tenía como meta devolverle el prestigio a la institución. Estaba harto de que su liceo no se movilizara por causas que afectaban a la educación pública y, sobre todo, de que no fuera mixto. Para Diego Arévalo, exalumno del Alessandri, los integrantes de la lista tenían la convicción de que la educación que recibían debía pertenecerles a todos y todas. Se mostraban como una lista con ideas, dispuestos a realizar el trabajo. Pero nadie podía creer que “los más simios de los simios” pudieran mejorar las condiciones del liceo. La mala fama del “codo norte” les jugaba en contra. Sin embargo, asumieron el poder y no lo hicieron en vano.

 

 

Búsqueda de identidad

La historia y los resultados académicos definen a los “emblemáticos”. Son establecimientos de los que han egresado reconocidas figuras nacionales. Se caracterizan por desarrollar reflexión y organización frente a las inequidades sociales, y los movimientos estudiantiles adquieren fuerza cuando alumnos de estos liceos están al frente. En tiempos recientes, sin embargo, este selecto grupo no consideraba al liceo A-12.

 

En tanto, la identidad alessandrina decaía año a año, así como la movilización del estudiantado, que llegaba a ser nula. De la mano de Cristóbal Muñoz, el centro de estudiantes comienza a articularse políticamente, favoreciendo debates en torno a temas de contingencia nacional y charlas con invitados externos. Incluso, llegaron a tener contacto regular con liceos femeninos -como el Liceo Tajamar- y con otros emblemáticos, donde los miraban con cierta desconfianza acerca de su grado de compromiso. El gran problema era la incapacidad del establecimiento para incorporar temáticas de género, dado el poco apoyo desde la dirección. Por sus medios, generaron una campaña en pos de la transición a liceo mixto, la que se concretaría tras la toma de ese año. Cristóbal y Francisco discuten sobre la fecha exacta, pero concuerdan en que hacía mucho frío.

 

A partir de la campaña, Cristóbal y su directiva mantuvieron contacto con pares de liceos de mujeres. Gracias a esto, se empezó a confeccionar una acción conjunta para reforzar la temática de género. Lograron un fiato con alumnas que no necesariamente pertenecían a centros de estudiantes, pero que tenían puntos en común con su proyecto. La intención era difundir lo más posible una agenda de educación no sexista, incluso antes de la ola feminista de 2018.

 

No todo pasó de golpe. Comenzaron con cosas pequeñas pero efectivas, para cambiar la mentalidad de los “simios”. Actividades reflexivas y charlas de alumnas de otros liceos, fueron las propuestas principales de la nueva directiva para alivianar la carga que tendrían profesores y directivos de cara a una posible transición. A esto se sumó una lucha con la dirección.

Asimismo, debían convencer a los apoderados de que esta era una buena medida.

Sellar este proceso tuvo un gran costo para quienes prefirieron poner la causa por sobre sus responsabilidades académicas, aunque Francisco cree que hubo una maquinación de los profesores, quienes los querían fuera por alborotar las salas de clase. Su rostro se apena al recordarlo: a él, que repitió 4° medio, le quitaron el derecho a la fiesta de graduación, mientras a  Cristóbal le suspendieron la matrícula.

 

“Integra y Recupera” llegó a un punto sin retorno. La toma de junio marcó un hito, pues permitió que se aprobara la tan esperada transición a la modalidad mixta. Lo tenían todo preparado: comenzaría en 2018 y se aplicaría paulatinamente, hasta abarcar todos los niveles de enseñanza media. A la vez, la ya debilitada directiva de los estudiantes peleaba por darles más herramientas a profesores, funcionarios y alumnos que hacían ver sus necesidades para lograr una educación más integral. Cristóbal recuerda con indignación que los funcionarios del aseo tenían baños mixtos sin divisiones, donde “las tías se sentían incómodas”. Algunas salas no tenían calefacción o sus puertas estaban rotas.

 

La toma duró quince días y consiguió muchas cosas: talleres extraprogramáticos, aros de basquetbol, barras de calistenia, un baño “no binario”, para que todos se sintieran integrado. Y, lo más importante, el liceo sería mixto. Pese a conseguir lo que el estudiantado quería y lo que su proyecto había prometido, sus compañeros comenzaron a sospechar “amiguismo” entre el director y Cristóbal. Les parecía raro que consiguieran todo lo que pidieron. Ahí fue cuando la confianza hacia el presidente decayó, aunque él siempre negó todo y afirma que la relación con dirección siempre fue de profesionalismo. “René jugó limpio, y nosotros también”, aclara Cristóbal.  Todas las personas que alguna vez repletaron las graderías para escucharlo en las asambleas, le habían dado la espalda.

 

Y ellas llegaron

Pese al quiebre con la institución y el estudiantado, el legado de Cristóbal se mantuvo. Las chicas de la institución han tomado un rol protagónico, participando activamente en la toma de junio pasado. Actualmente, el liceo recibe niñas hasta segundo medio. En la comunidad destacan que su presencia ha calmado un poco a los “simios”. “Es gracioso verlos arregladitos, con la camisa adentro del pantalón. Eso no pasaba antes”, comenta Cristóbal.

 

Los baños de mujeres están pintados de violeta -en referencia al movimiento feminista, según cuentan- y en las paredes ya no hay graffitis ni formas fálicas. Ahora, relucen poemas de empoderamiento y frases feministas. En el patio cuelga un lienzo en honor al 8M y también hay cartulinas pegadas con las mismas consignas.

 

Fernanda y Arantxa, alumnas de segundo medio, cuentan que incluso los comportamientos groseros de los “codos” han desaparecido, exceptuando a los terceros y cuartos medios, que jamás compartieron salas de clases con niñas. Ahora, sus bromas son más infantiles, como saludarlas y después hacer como que nadie les había hablado.

Destacan también los cambios en la semana de aniversario. Recuerdan que en 2018, cuando recién entraron, había shows que rozaban lo erótico y que estaban autorizados por dirección. Con ellos, esto comenzó a desaparecer. Sin embargo, reconocen que no fueron las primeras que pisaron el liceo. Durante un periodo de los ’80, el liceo también fue mixto, pero por pocos años. Y en 2014, estudiantes transgénero y travestis crearon el grupo “Las fabulosas”: iban al liceo con jumper y realizaban intervenciones en el patio, como cubrirse con sangre falsa a modo de protesta. La última “fabulosa” egresó el año pasado.

 

La identidad alessandrina va mutando, aunque sin extirpar del todo las malas prácticas. El año pasado, una alumna desertó tras la filtración de fotos íntimas, mientras el responsable sigue yendo a clases. Algunas estudiantes denuncian situaciones de acoso, pero comprenden que el liceo no tiene mucho que hacer si no hay una investigación judicial. Manifiestan que algunos de los profesores y funcionarios todavía muestran cierto rechazo, las ignoran o tratan con menos cordialidad que a los varones. En Educación Física les prohíben usar ropa corta, mientras los hombres se pasean sin polera. Pero creen que es por paternalismo: que quieren protegerlas. Eso, al menos, les aseguran algunos de ellos.

Valentina Ramírez

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Sacha Gutiérrez

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.