Históricamente, este deporte ha expuesto un modelo de hombre viril y luchador que ha terminado por provocar el rechazo total hacia jugadores homosexuales dentro de la industria. Sin embargo, equipos como Leones JOC y Cóndores Chile, buscan romper barreras e integrarse a una disciplina absolutamente dominada por la homofobia y el machismo. Ellos buscan sacar la pelota del clóset.

 

Un día de marzo de 2011, en el Estadio Monumental, la prensa se reunió en torno a Esteban Paredes, famoso futbolista del equipo Colo Colo. Querían hacerle preguntas habituales sobre su desempeño. Todo parecía tranquilo, hasta que un periodista se salió del guión tradicional y le preguntó a Esteban acerca de la salida del clóset del futbolista sueco Anton Hysén, que entonces generaba polémica mundial. La respuesta del deportista, de entonces 31 años, fue simple: “Yo creo que hay que echarlo”.

Cuando Maximiliano Quezada (29) se enteró de esas declaraciones, se sintió completamente decepcionado de uno de sus ídolos. No solo ha sido hincha de Colo Colo desde la infancia, sino que desde pequeño el equipo lo ha motivado a jugar fútbol. En 2016 Maximiliano decidió formar parte de Leones JOC, uno de los pocos equipos inclusivos creados por jugadores hombres y homosexuales, que alguna vez aspiraron a competir junto a personalidades como Paredes. ‘‘Me dio pena su pensamiento, lo encontré muy básico… Pero bueno, pienso que eso mismo es lo que se tiene que cambiar del fútbol’’, reflexiona Maximiliano.

En el mundo han sido pocos los futbolistas que han declarado abiertamente su homosexualidad. Saben que la confesión conlleva una serie de problemas que significan algo más que solamente hacer pública su realidad.

En 1990 Justin Fashanu se convirtió en el primer jugador en reconocer de forma pública que era gay. A partir de ese momento su vida fue cuesta abajo. Fue hostigado y rechazado por equipos de fútbol, familia, amigos e hinchas. Tras una falsa acusación de abuso sexual a un menor de edad, terminó por quitarse la vida con tan solo 37 años.

Un estudio publicado en la Revista Médica en 2016 reportó un aumento sostenido de las probabilidades de suicidio en la población LGBT de un 7% entre 2004-2005, a un 42% entre 2012-2014. La investigación, concluyó que el riesgo suicida es mucho mayor en la población homosexual al comparar las cifras con población heterosexual.Según la revista, los factores de riesgo incluyen “el abuso físico, psicológico y sexual, al que se ven expuestas las personas LGBT debido a su identidad de género y orientación sexual”.

La historia de Fashanu pasó a los anaqueles olvidados de la historia del fútbol, pero el tabú de la homosexualidad nunca desapareció.

 

En la cancha se ven los leones

Comienza a oscurecer y se encienden los focos que iluminan el piso azulado de la cancha de baby fútbol del instituto AIEP, donde el equipo Leones JOC hace uno de sus tantos entrenamientos semanales. Cinco balones se cruzan de un lado a otro entre fuertes patadas que retumban en la reja metálica que cierra el perímetro de la cancha. Maximiliano Quezada guarda sus lentes ópticos y corre a calentar junto a sus compañeros, que responden con risas y gritos de ánimo.

Quezada sabe lo difícil que es ser gay y futbolista en Chile. “Hace años nos enfrentamos contra un equipo heterosexual, y uno de los tipos decía ‘dale pégale nomás, si son maricones’, y después nos pusimos a pelear con ellos”, dice con una risa más bien incómoda, como si se esforzara en ver la anécdota como eso: una anécdota.

Leones JOC fue fundado en 2014 por Rodrigo Moreno y actualmente está presidido por Federico Flessatti. Se creó como un espacio de inclusión para todos los jugadores, sean parte de la comunidad LGBT+ o no: “Nosotros abrimos la puerta a quien quiera entrar, sin importar su condición sexual”, señala Flessatti.

Este equipo no es el primer y único inclusivo para jugadores homosexuales. A ellos se suman Egalitarian, Advengers y Cóndores Chile. Estos últimos, formados en 2006, han sido los pioneros en esta instancia de respeto dentro de la cancha.

Cristián Alfaro es el presidente de Cóndores Chile, y al igual que Quezada junto con su equipo, han experimentado la homofobia y el machismo en el fútbol desde que eran niños, misma razón que los llevó a crear espacios como éstos, donde han podido desenvolver su pasión por el fútbol de manera libre, segura e inclusiva, llegando a representar a Chile en campeonatos de países como Argentina, Brasil y Uruguay. Mientras hace un recuento de los logros que ha obtenido gracias al club, Alfaro menciona: ‘‘Cóndores es un escape, un tiempo de tranquilidad y de relajo. Es una terapia para todos: nos juntamos con los pares, tomamos, nos reímos. Podemos estar seguros en un espacio donde sabemos que nadie te va a discriminar’’.

 

La hombría de aceptarse diferente

Las graderías del Monumental comienzan a llenarse de fanáticos que suben las escaleras ubicándose en sus puestos. Vuela papel picado por el aire y al son del bombo se escucha a los hinchas gritar: “Porque soy de abajo y tenemos aguante y a ese indio hueco, lo vamos a reventar”. Luego, la barra se sube al alambrado y salta sobre las butacas. “Puto, hueco y maricón”, se repite con violencia en sus cánticos, buscando insultar al equipo opositor a través de la sexualidad. Los gritos destacan lo “aberrante” que significa no ser heterosexual en una sociedad donde es la regla.

“Mi hombría fue la mordaza. No fue ir al estadio y agarrarme a combos por el Colo Colo. El fútbol es otra homosexualidad tapada, como el box, la política y el vino”, escribió en 1986 el poeta Pedro Lemebel en su manifiesto intentando expresar la hiper masculinización del deporte. Desde la Fundación Zamudio, la psicóloga Maga Ortúzar concuerda con los versos del escritor: “El fútbol es una industria muy machista con mucho poder y por eso discrimina al hombre homosexual. Es el gran poder de los hombres que luchan por un gol. Es la representación del machismo en la que paradójicamente hay mucha demostración homosexual”, señala.

Durante años el fútbol ha respondido a una lógica masculina que busca resaltar la rudeza, fuerza y resistencia del género. En la práctica, significa que no queda espacio para aquellos que no cumplen los requisitos, como mujeres y homosexuales.

En este sentido, el sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, Rodrigo Leal de Calisto, explica que lo masculino no forma solo parte del fútbol, sino que atraviesa gran parte de las relaciones a nivel de sociedad. “En ese sentido, la estructura que domina a la sociedad no es solamente masculina, sino que también heterosexual. No se está solamente por sobre las mujeres, sino que también sobre todas las otras minorías sexuales: gays, transexuales y personas de identidades de género no definidas”.

Leal de Calisto cree que una clara muestra de aquello es la dificultad que poseen los equipos femeninos en conseguir patrocinadores o su inclusión en videojuegos de fútbol. “Históricamente la institución del fútbol está altamente masculinizada. En un escenario como este se tienden a exacerbar ciertas expresiones de machismo, de homofobia y transfobia. Los epítetos propios de la galería del fútbol son tratar de maricón, de niñita, de cobarde. Aquí la expresión ideal es de un macho guerrero que pelea, que es fuerte y que no se deja someter por el adversario”, concluye el sociólogo.

En Chile no hay estudios sobre la cantidad de gente de la población Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT). Sin embargo, el Censo 2012 estableció que 20.747 mujeres y 14.229 hombres reconocen vivir con una pareja del mismo sexo en el país. En diciembre de 2018 un estudio en conjunto del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) con el Ministerio de Salud (Minsal) arrojó que el 64% de los hombres homosexuales se ha sentido discriminado y que el 53,9% evita expresar afecto hacia otros hombres por miedo a ser agredidos, amenazados o acosados. Cifras que se correlacionan con la dificultad de declarar públicamente su orientación en el llamado deporte rey.

 

El imperio de las tradiciones

Son las siete de la tarde y las canchas deportivas del Campus Juan Gómez Millas siguen brillando bajo un sol incandescente. De las tres canchas de pasto, solo una está ocupada. Un pilar gris a un costado del terreno de juego expone un rayado: “Bastián gay”, dice en forma de mofa. El insulto de la sexualidad fuera de la norma. Hombres y mujeres, de distintas edades corren de igual manera intentando anotar un gol, ignorando por completo la consigna que oculta un problema mucho mayor.

En 2014 nació en la Universidad de Chile la iniciativa del fútbol social, enfocado en la no violencia y en la incorporación de mujeres, personas de escasos recursos y hombres que se alejan de la masculinidad dominante. El profesor y entrenador del taller, Eduardo Vargas, ha visto cómo la homofobia condiciona la vida de muchos jugadores que deben apartarse del deporte por su orientación sexual. “Los mismos clubes ponen de ejemplo a las estrellas de fútbol como modelos de hombres porque tienen familia o andan con muchas mujeres. Ese prototipo se replica a niños y jóvenes, por lo que es complicado ser gay y surgir en el fútbol, ya que tienes un grupo enorme que está en contra de eso”, explica el profesor frente a las canchas en las que entrenan jóvenes a los que no les importa ni el género ni la sexualidad. Maximiliano, de Leones JOC, concuerda con el entrenador. “Si ahora Alexis Sánchez dice que es gay, tendría el mismo rechazo que alguien que no es tan conocido”.

Hasta diciembre de 2018, ningún futbolista profesional chileno había declarado ser homosexual, en 85 años de existencia del profesionalismo en el país. Casos como el de Leones JOC han comenzado a surgir hace tan solo unos años. El profesor Vargas confiesa que “es un secreto de camarín, pues hay rumores de muchos jugadores de los que se dice que han participado en fiestas homosexuales y cosas así, pero no es muy bullado. He estado con ex futbolistas y eso se habla, pero no se abre a lo público”.

Según datos del Movilh, en 2018 hubo un aumento del 45% de casos y denuncias por homofobia en comparación a años anteriores. Mientras alumnos y alumnas juegan achutear balones sobre el pasto sintético sin importarles el calor de diciembre, el entrenador y profesor se quita los lentes y explica una de las grandes razones por las cuales esto se reproduce a mayor escala en el fútbol: “Yo creo que es un tema cultural y educativo, porque generalmente los hombres vienen de contextos vulnerables y en la cancha se vuelven instrumentos, no van a pensar. Es difícil que un jugador de barrio, talentoso y con recorrido llegue con un tema así a enseñar y a romper las barreras. No tienen el nivel educativo y cultural para eso”, dice levantando sus cejas y arrugando la frente.

El sociólogo de la Universidad ARCIS, Kevin López, considera que esto esto último se debe a que “es allí donde precisamente están las familias con concepciones nucleares con roles de género determinados culturalmente. Ellos van a replicar lo que aprendieron, por lo tanto no pueden tolerar a alguien gay a jugar con ellos dentro de su camarín en una disciplina que desde muy pequeños internalizan como algo que responde fundamentalmente a hombres”.

Además, añade que “el fútbol actual es una cuna de masculinidad tradicional, porque efectivamente responde a esta división sustancial de la familia con roles, en donde el hombre sí puede jugar ciertos juegos. Se basa en la figura del hombre con un rol fundamentalmente masculinizado bajo lo viril”, explica López.

 

Trabajo de hormiga

 Las palabras de Paredes no pasaron inadvertidas frente al ojo público. Diferentes agrupaciones en favor de la diversidad sexual criticaron sus dichos y el jugador tuvo que pedir disculpas públicas. Sin embargo, la realidad del fútbol no ha cambiado mucho desde ese entonces. De hecho, el futbolista francés Oliver Giroud dijo en noviembre del presente año que ‘‘es imposible declararse homosexual en el fútbol’’.

Sin embargo, Flessatti mantiene la esperanza en que en un futuro el fútbol será más inclusivo, aunque sabe que será un trabajo muy lento. El presidente de Leones JOC mira por un momento la cancha en la que practica todas las semanas y luego de tomar un respiro dice: ‘‘Yo creo que hay muchos prejuicios que hay que ir desmitificando y sacándolos con el tiempo… Al fin y al cabo, esto es un trabajo de hormiga, de granito en granito en el que se construyen bases sólidas para romper ese mito de que el LGBT no puede jugar a la pelota’’.

La solución resuena en las voces de los expertos: educación. En las palabras de Leal de Calisto, solo queda ‘‘seguir insistiendo a nivel social junto a diferentes colectivos que promuevan formas de hacer deporte y relacionarse que vayan en contra de lo que actualmente conocemos. Cosas como pichangas mixtas, formas simples de cambiar hábitos deportivos’’.

El sociólogo agrega: “Ahora no es un tema solamente que corresponda a las escuelas, sino que es un tema cultural. La tarea no es sólo de los profesores, sino que de todos los que vivimos en este mismo territorio”.

Cristian Alfaro no titubea al responder que la solución es una sola: “Es un tema de educación y la educación parte por casa”.

 

 

Sebastián Cancino

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Victoria Álvarez Morgan

Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile.

Constanza Aguilar

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile

Aleister Quezada

Periodista de la Universidad de Chile.