La cinta escocesa Nae pasaran!, que relata la historia de un olvidado boicot a la FACH durante la dictadura militar, se está estrenando este mes en salas de todo el país.

 

Nae pasaran! (2018) es el más reciente documental presentado por Miradoc, iniciativa que exhibe un largometraje chileno al mes a nivel nacional. Producido por Debaser Filums, el filme narra la historia de Bob Fulton y un grupo de mecánicos escoceses de la Rolls Royce que, en 1974, se negaron a reparar los motores de los aviones Hawker Hunter de la FACH , en un gesto de solidaridad y apoyo a las víctimas de la Junta de Gobierno instalada en Chile el año anterior. Se trata del primer largometraje del director chileno-belga Felipe Bustos Sierra, cuya realización tomó más de 5 años.

Bustos tiene porte de europeo bonachón, con barba y cuerpo abundantes. Durante este mes ha estado viajando de norte a sur del país para promocionar su documental en los foros patrocinados por Miradoc.

“Hola, ¿me escuchas?”. Con solo tres palabras al teléfono, Bustos sugiere el desarraigo del exilio. Una suerte de mezcla entre el inglés de Escocia y el sonsonete francés de Bruselas conforman la voz que ha de escucharse hasta el 26 de junio en el Microcine del Centro Cultural La Moneda y en cineclubes de todo el país.

Aunque ha visitado Chile varias veces y pasó cinco años recorriéndolo para el rodaje de Nae pasaran!, dice no conocerlo: “El Chile que yo conozco es el de mi familia, de imágenes de documentales, de los ’80, de la dictadura, de la represión, de las distancias”. Nació en Bélgica y lleva 15 años radicado en Escocia, por lo que concluye, tajante: “No, el Chile que conozco, realmente, ya no existe”.

Su padre, periodista, partió al exilio en la década de los ’80, instalándose en Bélgica. Concluida la dictadura, aún no podía regresar, pero sí Felipe y su madre. Fue entonces que le compraron una cámara de video. Con ella grabó a “la gente y los lugares en Chile que él [su padre] no había visto desde que se fue”. Con solo 9 años, entrevistó a parientes y registró el país que alguna vez lo expulsó.

Tiempo después, Bustos partió a Escocia, donde se hizo conductor de rickshaws, los triciclos para el transporte de pasajeros. Por dos años, recorrió las sinuosas calles de Edimburgo, hasta que las rodillas no pudieron más. De esta experiencia surgieron su primer corto, The three-legged horses (2012, en el que fue actor y director), y la productora Debaser Filums. Desde entonces, es director y productor de cortos y minidocumentales. Y, sin embargo, no tiene ningún título de cineasta. “No fui a la escuela de cine. Aprendí mientras iba haciendo”, declaró en 2014. Un lustro más tarde, ya era parte de Eurodoc, de Independent Filmmaker Project y del Festival Internacional de Edimburgo, siendo el suyo el primer largo documental ganador del BAFTA escocés 2018.

Descifrando el mito

Felipe Bustos cuenta que escuchó la historia del boicot obrero escocés en las jornadas internacionales de solidaridad con Chile, en los ‘80. Tres décadas más tarde, iniciaría la primera fase de investigación para el documental: encontrar a los trabajadores que, basados en argumentos humanitarios, se habían negado a reparar unos motores de aviones Hawker Hunter enviados por la Fuerza Aérea de Chile (FACH).

Una vez que dio con Bob Fulton y sus colegas en la localidad escocesa de East Kilbride, realizó el corto documental Nae pasaran! (2013), que contaba la primera parte de la historia. “Fue una manera de empezar nuestra película”, cuenta, pero “sabía que había más información”. Estas fueron razones suficientes para embarcarse en un viaje de cinco años al otro lado del mundo.

Con la realización del corto, despejó la primera incógnita: ¿Era verdad la historia del boicot que había escuchado desde niño? Sí, lo era. Lo siguiente fue establecer su repercusión en Chile y, de esa forma, “convencer a los viejitos escoceses de que habían hecho algo importante”, pues se negaban a creer que un acto tan simple, pero correcto, hubiera trascendido.

El viaje a Chile y la filmación de esta segunda parte pudieron costearse gracias a la reputación de su corto y a Kickstarter, una página de recaudación de fondos online. “De Kickstarter conseguimos el financiamiento, siendo el proyecto escocés con más éxito en el sitio”, asegura Bustos, agregando que la historia “empezó a destacarse más en los medios británicos, hasta recibir apoyo del Fondo Nacional Escocés, BBC Escocia y Corfo”. Para el final de la campaña, habían recaudado 52 mil libras, alrededor de 4 millones y medio de pesos chilenos.

Bustos cree que éxito del corto se explica por el entusiasmo de gente “que nunca había escuchado la anécdota”. Pero, por sobre todo, “porque es una mirada muy positiva de la solidaridad”, de forma que se “muestran el sentido del humor y la rebeldía que hay en Escocia”.


Operación Chile

 Con el respaldo de los gobiernos de Escocia, Chile e Inglaterra, se inició más tarde una investigación “con varios periodistas ayudando en Chile”, y “más de 150 personas que entrevisté para este proyecto en varios países”. Para romper el hielo con los entrevistados, les mostraba su corto, además de presentarles la historia del boicot a quienes la desconocían.

Pero no todo fue fácil. Bustos sabía que “la historia del boicot era una anécdota, con poco detalle y casi ninguna forma de documentar su impacto”, por lo que había altas probabilidades de fallar en la tarea. De hecho, lo único seguro, aparte de la existencia de los obreros, era “la Operación Atlante de la FACH, que el general (r) Fernando Rojas Vender planificó y dirigió”, para hacer frente a campaña internacional contra la dictadura.

Esta operación, de la que aún hoy se jacta la FACH en su página web, habría recuperado los motores embargados y atravesado el Atlántico con tanques de gasolina a punto de agotarse. Una vez terminado, y para no caer en el spoiler, el documental continúa la línea de las entrevistas, destacando las recreaciones computacionales de lo sucedido en la fábrica Rolls Royce de East Kilbride, así como en La Moneda.

La razón que aduce Bustos para “rehacer” estos espacios es algo triste: “La fábrica, lamentablemente, fue destruida en 2015. Ya habíamos empezado a filmar algunas cosas, pero Rolls Royce no quería dejarnos entrar. Así que tomamos los planos de la fábrica y, de esa manera, reconstruimos todo digitalmente”.

Asimismo, recalca la importancia de rescatar y “retratar el espacio en que vivieron y actuaron los obreros, como forma de activar la imaginación del público”. Pero, sobre todo, de “dar a entender el poder de los obreros en los ‘70, los mecanismos de su boicot y cómo lograron hacerlo”.

La historia de la Rolls Royce de East Kilbride no fue la única de apoyo a una causa por parte de sus trabajadores: Fulton y sus compañeros “Hicieron lo mismo para Sudáfrica, para otra fábrica de Reino Unido que pedía aumentar el sueldo de los obreros, entre varias”.

Ser obrero en tiempos de crisis

En Debaser Filums contuvieron sus expectativas con Nae pasaran! La anécdota era desconocida para el gran público, y su director lo sabía. Lo mejor era tener los pies en la tierra. Sin embargo, luego del estreno en Reino Unido y de ser galardonados con el BAFTA escocés, cayeron en la cuenta: “Este no fue solamente un trabajo de documentación. Nunca pensamos que el documental iba a tener tal éxito, menos los premios… Ahora incluso se está hablando de hacer una ‘ley Nae pasaran!’ en Reino Unido, para cambiar los derechos de los obreros”.

 Bustos habla mucho de la clase obrera, de los derechos perdidos, de la dignidad y de la fuerza, aunque sin entrar en eje izquierda-derecha. Piensa que estas palabras “se usan mucho para dividir a la gente y se olvida realmente qué significan los valores de fondo”. Son parte, cree, de “un discurso anticuado” que sirve para descalificar la opinión del otro.

De todas maneras, comprende que en Chile se le vea como alguien que toma partido. “Mucha gente, tal vez, piensa que soy ideólogo o que todo es propaganda izquierdista, pero no lo es: Bob Fulton no actuó por un partido”. El exobrero, según relata Bustos, reaccionó a la llegada de los motores  a la fábrica, porque en su iglesia le contaron los horrores de la dictadura chilena. Por ello, Nae pasaran! corresponde “más a una expresión de la clase obrera, que se influye con su propia historia: una que ellos hacen y que no se cuenta en la gran historia”.

Con la parte chilena del documental, Bustos y su equipo habían reconstruido esa parte desconocida y la había presentado a sus protagonistas: los mecánicos escoceses. Sin embargo, la noticia no llenó de júbilo inmediato a los boicoteadores. “Cuando descubrieron el impacto de su boicot se enojaron: aunque estaban contentos por este triunfo, lo habían necesitado en el pasado, antes de que llegara Margaret Thatcher al poder y cambiara el paisaje político del Reino Unido”.

Es este sabor amargo, de un pasado que pudo ser diferente, el que Bustos intenta resignificar con Nae Pasaran! Si bien el fin primero es compartir la acción solidaria de Fulton y sus colegas, insiste que su punto es “dar a entender cómo lograron hacerlo y ver si hoy se puede hacer algo similar, sobre todo con lo que está pasando en Europa: con el Brexit, con Trump, con mucha gente buscando cómo reaccionar y qué hacer contra la política de ultraderecha”.

 Y ahora, ¿qué? Bustos participó en su último foro de Nae Pasaran! el 14 de junio en el Cine Club Retornable de Antofagasta. Ahora vendrán “seis meses de promoción en festivales”, viajando por el mundo para dar a conocer esta historia. Y aunque pueda parecer una respuesta rápida a una pregunta típica, Bustos ya avanza algo acerca del futuro: “Estamos pensando en otros proyectos”.

Felipe Arancibia

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile